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    • V. ORDEN DEL DÍA
      • HOMENAJE EN MEMORIA DE DON AGUSTÍN EDWARDS EASTMAN
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Homenaje
HOMENAJE EN MEMORIA DE DON AGUSTÍN EDWARDS EASTMAN

Autores

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).-

Tiene la palabra el Senador señor Chahuán.

El señor CHAHUÁN.-

Señor Presidente; Honorable Sala; miembros de la familia de don Agustín Edwards Eastman, en especial Agustín y Cristián Edwards del Río; Cristián Zegers, Director de El Mercurio; miembros e integrantes de la empresa periodística El Mercurio; invitados especiales; profesionales de la prensa, señoras y señores:

El 24 de abril del presente año falleció don Agustín Edwards Eastman, destacado empresario, quien fuera presidente, director y editor de El Mercurio, con sus filiales regionales, empresa a la cual también pertenecen los diarios Las Últimas Noticias y La Segunda.

Don Agustín nació en París el 24 de noviembre de 1927, un año complejo: mientras las conferencias de embajadores aceptaban que Alemania fortificara sus fronteras y se reunían en la capital francesa siempre que el desarme fuera efectivo, en Chile se generaba una convulsión política importante y un nuevo orden, dado, fundamentalmente, por la Constitución del 25, por la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo y, con posterioridad, por la República Socialista, y en Inglaterra se registraba la primera emisión de la BBC. Ciertamente, todos signos que marcaron, de alguna manera, el destino de Agustín Edwards.

Fue hijo de don Agustín Edwards Budge y de doña María Isabel Eastman Beéche.

Cursó su enseñanza básica en el colegio Heatherdown School de Londres y en el año 1937 se trasladó a nuestro país, donde siguió su enseñanza secundaria en el Grange School de Santiago.

Posteriormente, ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, abandonando dichos estudios cuando cursaba el tercer año de la carrera.

Contrajo matrimonio con doña María Luisa del Río Fernández, de cuya unión nacieron sus seis hijos: Agustín, Isabel, Carolina, Cristián, Andrés y Felipe.

Durante algún tiempo don Agustín se radicó en Europa, donde ejerció como reportero del International Herald Tribune de París y del The Times de Londres. Más tarde se incorporó a la empresa periodística familiar, El Mercurio. Se desempeñó como editor en Las Últimas Noticias y en La Segunda, hasta que en el año 1958, con motivo del fallecimiento de don Guillermo Pérez de Arce, quien se desempeñaba como Presidente de esa empresa, es designado para servir este cargo.

Durante su ejercicio, presidió la Sociedad Interamericana de Prensa e integró la Junta Directiva del Grupo Diarios de América.

Obtuvo el Premio María Moors Cabot, de la Universidad de Columbia; reconocimientos de la Universidad de Missouri y de la Asociación de Periodistas del Ecuador, y en el año 1993 la Escuela Nacional de Relaciones Públicas le otorgó el Premio Nacional de Relaciones Públicas.

A raíz de la asunción del Gobierno de la Unidad Popular, en el año 1970, se radicó en Estados Unidos, donde ejerció los cargos de Presidente de las empresas Pepsico y Foods International, regresando a nuestro país en 1975. Más adelante asumió como Director del diario El Mercurio, el que ocupó hasta el año 2008, manteniéndose posteriormente como su editor.

A don Agustín Edwards le tocó vivir la etapa más compleja de nuestra historia, y ese contexto no puede obviarse al momento de analizar su trayectoria.

Si bien fue una figura controversial para muchos, dado su decidido apoyo al Gobierno militar y al mundo de las libertades, lo que incluso significó que uno de sus hijos fuera víctima de un secuestro por parte de un movimiento extremista, durante su trayectoria periodística cultivó un espacio de independencia y respeto profesional, en el que se han desempeñado cientos y cientos de periodistas, que han alcanzado altos méritos y reconocimientos en los diversos medios integrantes de la empresa.

Podría haberse desentendido del destino de Chile sin mayores inconvenientes ni afectación de su bienestar económico. Por el contrario, no dejó de renovar su compromiso con Chile en las más variadas áreas (ideario de libertad económica; seguridad con Paz Ciudadana; desarrollo digital con País Digital; cuidado de recursos naturales con sus libros, y rescate de flora nacional en peligro de extinción), hasta sus últimos años de vida.

No tuvo vocación propiamente empresarial; fue esa una responsabilidad heredada. Tuvo, fundamentalmente, una vocación periodística.

Numerosos reconocimientos espontáneos, del más variado ámbito y transversalidad política, han dado cuenta en los días posteriores a su fallecimiento de su enorme respeto a la diversidad de opiniones, incluso a las que cuestionaban algunas de sus convicciones más profundas.

Preservó ese rasgo de El Mercurio -definido por sus antepasados-, quizás siguiendo la tradición de don Agustín Edwards Ossandón, quien en el año 1877 se hizo cargo de El Mercurio de Valparaíso, que comenzó a ser publicado a partir del 12 de septiembre de 1827 y que, sin lugar a dudas, es el periódico de circulación más antigua de Chile y del mundo en lengua castellana.

Esos rasgos los trató de plasmar en cada una de las páginas de El Mercurio, durante sus más de seis décadas como Presidente, con actitudes claras: respaldo a sus ejecutivos periodísticos en la relevancia y el valor dado a la "opinión ciudadana". Esto se ha expresado en la transversalidad política y cultural de sus columnistas a lo largo del diario y sus revistas, quienes están convocados a escribir en sus momentos de mayor influencia, no como figuras secundarias de un sector político o social, sino como fieles representantes de una corriente de ideas o sensibilidades.

También cabe mencionar la destacada presencia de la opinión ciudadana diversa, conforme a la cual se recogen los mejores exponentes de las ideas en pugna en torno a un tema o política pública específica -muchas veces se trata de personas ajenas al debate público regular-, para ilustrar con honestidad intelectual la complejidad del aspecto en discusión.

Asimismo, resalto el protagonismo de la sección Cartas, que, con sentido de actualidad, pluralidad y calidad, recoge el pulso espontáneo de los lectores sobre el acontecer y el debate público, desde la denuncia hasta el homenaje de lo relevante, procurando reflejar con la debida jerarquía -y lealmente- las ideas en juego.

Además, durante sus seis décadas como Presidente, don Agustín Edwards imprimió otro sello: respaldó la rigurosa diferenciación entre la información que aspira a ser neutra, objetiva y plural y los espacios de opinión claros y definidos.

Esa pluralidad no se desarrolla de manera pasiva o mecánica, reproduciendo simplemente lo que personeros pueden haber dicho desde distintas perspectivas sobre un asunto público, con el solo estándar de no incluir ninguna de las fuentes que se manifestaron, sino que buscando activamente esas diferentes opiniones en sus expresiones de mayor calidad.

Igualmente, apoyó "la contratación en los medios periodísticos de profesionales de calidad, con independencia absoluta de sus convicciones personales".

Pregonó y estimuló una política de reclutamiento profesional y descentralizada, sin sesgo político ni concentrada en la dirección. Por el contrario, los editores disponían de amplia libertad para reclutar colaboradores.

Su inquietud intelectual y espíritu abierto se tradujeron en un respaldo constante a la incorporación de las temáticas emergentes en el foco periodístico de El Mercurio ; por ejemplo, el primer cuerpo económico del país; el desarrollo agrícola en la Revista del Campo; el ascenso de la mujer en la Revista Ya; el valor de la vivienda en la Revista VD, entre tantos otros.

Su compromiso con esos valores periodísticos fue fundamental para consolidar a El Mercurio como una institución sentida como abierta a todos, lo que incluso llevó a que numerosos adversarios o enconados detractores albergaran expectativas sobre su comportamiento periodístico y lo reprocharan cuando estimaban que no estaba a la altura.

Tuvo una reconocida sensibilidad social. Y así, alarmado por las consecuencias sociales de la droga, impulsó distintas iniciativas de apoyo terapéutico e integración social de rehabilitados de adicciones, lo que hizo en forma reservada, como también destinó muchos recursos a obras benéficas.

De igual modo, expresó gran interés por la divulgación cultural, impulsando con gran entusiasmo la Editorial Lord Cochrane.

Cultivó el amor por la navegación a vela, lo que le valió ser designado Oficial de Reserva de la Armada, cargo que lo colmaba de satisfacción.

Cabe agregar, además, que durante un tiempo se desempeñó como Presidente del Directorio de una casa de estudios de nuestra Región: la Universidad Técnica Federico Santa María, de reconocido prestigio internacional, en la que pudo demostrar su preocupación por la calidad en la educación superior técnica del país. Años después, ese mismo ánimo lo motivó a crear -como se dijera- la Fundación País Digital, con Fernando Flores, con el objeto de impulsar las tecnologías de la información en Chile, en todo su tejido social.

Uno de sus importantes aportes fue su gran amor por el campo chileno, sus tradiciones campesinas, lo que se tradujo en su membresía en federaciones de criadores de caballos chilenos y de rodeo y en la protección de este patrimonio intangible incorporado a las ciudades de cultura rural, creando la "Semana de la Chilenidad", que año tras año convoca a muchos compatriotas, ya que tenía plena conciencia de que estas tradiciones fortalecían la identidad nacional.

Como señalé anteriormente, don Agustín Edwards fue víctima de un episodio muy doloroso para su familia, cuando en 1992 una organización extremista secuestró a uno de sus hijos, por lo que, una vez superada esta compleja y aflictiva situación, decidió que nuestro país requería seguridad y paz ciudadana. Esto lo llevó a crear la Fundación Paz Ciudadana, destinada a prevenir y frenar la delincuencia. Es una entidad que ha alcanzado gran prestigio en la comunidad nacional y en cuyo directorio y equipo de profesionales prestan y han prestado valiosos servicios personas de diversas ideas políticas, pero de alta calificación, siendo una de sus labores muy importantes el impulsar la reforma procesal penal, que tanto requería el país y que actualmente nos rige.

Don Agustín Edwards, si bien fue una personalidad que causó controversia, juega un rol importante en la historia nacional, llevando a cabo bastantes realizaciones y efectuando decididas contribuciones al desarrollo nacional tanto desde el ámbito periodístico como desde el punto de vista empresarial. Demuestra así un profundo amor al país e impregna a los profesionales que se desempeñan en sus diarios el sentido genuino de servicio público, lo que caracteriza a dichos medios.

En sus cargos de Presidente del Directorio de la Empresa El Mercurio, director y editor de su diario principal solo lo guió el espíritu de construir un país -entre comillas- "que uno quisiera entregar a sus nietos", como lo expresó en una de las pocas entrevistas que otorgó.

No nos cabe la menor duda de que muchos historiadores imparciales y objetivos podrán precisar, al margen de las críticas encarnizadas que suscitó, el valor de las múltiples realizaciones que llevó a cabo don Agustín Edwards en favor de nuestro país.

En Chile hacen falta signos. Se ha quebrado el sentido de comunidad. La desconfianza y la sospecha parecieran arreciar. Que solo un 13 por ciento de los chilenos confíe en su vecino es signo de este quiebre profundo.

Yo no puedo dejar pasar el hecho de que hoy día rindamos un homenaje y algunos señores Senadores se marginen. Quiero señalar que cada vez que este Senado ha realizado un acto de este tipo hemos contribuido con nuestra presencia y respeto.

Podemos discrepar de su visión del mundo, podemos discrepar de sus acciones, podemos tener juicios críticos respecto de su comportamiento; sin embargo, a Chile le hace falta respeto, reencuentro. Y acá estamos definiendo qué país queremos construir: ¿uno anclado en las cicatrices del pasado o uno atento a superar aquellos hechos dolorosos? En estos, por cierto, tuvieron responsabilidad numerosas personas, de distintos sectores, con distintas visiones del mundo, que contribuyeron a generar un clima complejo que terminó con lo ocurrido el año 73.

Agustín Edwards no fue un personaje neutro; tomó posición. Se jugó por lo que creía justo y necesario para nuestra nación. Muchos podrán tener un juicio distinto acerca de su comportamiento; pero no podemos permitir que esas cicatrices permanezcan abiertas para siempre.

¿Qué Chile queremos construir? Un país con más espacios de respeto, con una visión de un proyecto colectivo, con una mirada de largo plazo, donde todos y cada uno de los chilenos podamos contribuir.

Quiero terminar señalando lo siguiente.

Vengo de una generación completamente distinta. Nací el año 1971. Tenía dos años en 1973, ¡dos años! Ni siquiera pude votar en el plebiscito de 1988. No tenía mayoría de edad. Y siento que, lamentablemente, hemos sido herederos de un clima de confrontación, de diferencias y de cicatrices abiertas, que no permiten que nuestro país mire al futuro con unidad, con esperanza. Yo sostengo que todos podemos tener visiones distintas, pero lo más importante siempre es Chile.

Muchas gracias.

--(Aplausos en la Sala y en tribunas).

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