Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Pedida N° 65
- Celebrada el 03 de mayo de 1995
- Legislatura Extraordinaria número 330
Índice
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Intervención
ANTECEDENTES DEL PROCESO Y DE LA INVESTIGACION POR ATENTADO A EX VICEPRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, DON BERNARDO LEIGHTON GUZMÁN. Proyecto de acuerdo.
Autores
El señor VIERA-GALLO.-
Señor Presidente, pretendo complementar la exposición hecha por mi colega señor Gabriel Ascencio con nuevos antecedentes que pueden mostrar un cuadro más general a la Cámara sobre los hechos que él muy claramente ya narró.
Como él precisaba, en el actual proceso que se sustancia en Roma los inculpados son el General Manuel Contreras -en esa época director de la Dina-, el General Eduardo Iturriaga Neumann -en esa época director de operaciones en el exterior de la Dina-, y Giulio Crescenzi, miembro del grupo neofacista Vanguardia Nacional.
Los dos primeros son procesados como mandantes o autores intelectuales del atentado; y el último, por haber participado en reuniones en que se planificó el delito.
Respecto de Michael Townley, ya se dictó sentencia condenatoria definitiva, con una pena de 15 años de reclusión, que no podrá ser aplicada mientras Townley se encuentre en los Estados Unidos, acogido a la protección de ese Gobierno, según acuerdo de colaboración suscrito con la justicia norteamericana.
Los autores materiales del atentado, Pierluigi Concutelli, que disparó, y Stefano delle Chiaie, que organizó el crimen, fueron absueltos en 1989, por insuficiencia de pruebas, debido a la falta de colaboración de los Estados Unidos con la justicia italiana de esa época. Hay que subrayar que esa actitud cambió a partir de 1990, año en el cual los Estados Unidos comienzan a proporcionar los antecedentes disponibles.
Sin embargo, Concutelli se encuentra condenado a cadena perpetua por otros atentados terroristas, mientras que delle Chiaie, líder de Vanguardia Nacional y hombre clave del terrorismo neofascista en Italia, está en libertad.
Señor Presidente, pido que se adjunte al acta de la sesión un memorándum preparado por el abogado del Gobierno chileno, señor Ricardo Olivo, que clarifica el desarrollo judicial del caso Leighton en sus tres fases ante la justicia italiana, para que los tres procesos que han tenido lugar queden establecidos con claridad ante la Cámara.
Lo que a estas alturas aparece indesmentible es que el atentado fue llevado a cabo gracias a la colaboración entre la Dina y los grupos de extrema derecha, Vanguardia Nacional y Ordine Nuovo. Cabe hacer notar que esos grupos han actuado al margen de la ley en Italia, cometiendo un conjunto de hechos terroristas desde el atentado con bomba de Piazza Fontana, en Milán, en 1969, hasta el atentado en la estación de Bologna, en 1980, que dejó más de 80 muertos. Son organizaciones extremistas que buscan subvertir el orden democrático para realizar lo que ellos llaman una "revolución nacional popular".
El ministerio público de Roma intenta probar que el atentado fue cometido por orden de Manuel Contreras, transmitida por el entonces mayor Iturriaga a Townley, quien, a su vez, encargó a Stefano delle Chiaie y sus hombres para que lo realizaran, disparando, finalmente, Pierluigi Concutelli.
No es fácil -como el fiscal Salvi señala y nos lo indicó al Diputado señor Ascencio y a mí- probar en juicio una orden de asesinato, especialmente cuando ha sido impartida dentro de un servicio secreto para que la lleve a efecto una organización política clandestina. Por definición, de esas órdenes no debieran quedar rastros. Sin embargo, en este caso, el mandante intermedio se encuentra confeso y condenado, y se conoce al ejecutor material del delito.
La -sentencia, que condenó a Townley a 15 años de reclusión en Italia, establece con precisión que él recibió la orden de matar a Bernardo Leighton mientras se encontraba en Alemania. Esta fue impartida, vía telefónica, directamente por el mayor Iturriaga, y para su realización Townley se puso en contacto con los grupos extremistas italianos. Luego, éste se lamentará de la lentitud con que operaron esos grupos.
Pero Townley no sólo se preocupó de la organización del crimen, sino que fue informado por delle Chiaie de que éste había sido realizado, por lo que abandonó Roma al día siguiente, convencido de la muerte de Bernardo Leighton y de su esposa.
Las organizaciones que intervienen tienen diversos móviles para actuar, pero confluyen hacia un objetivo común.
La Dina buscaba eliminar a. un importante y tenaz opositor, añadiendo el nombre de Leighton a una lista de dirigentes políticos chilenos exiliados que debían ser suprimidos, según consta en información proporcionada por el FBI, que brinda protección a algunos. Entre ellos, quiero señalar en este momento al actual Presidente del Senado, Senadordon Gabriel Valdés. También pretendía concertar un plan de coordinación entre diversas organizaciones anticomunistas extremas, que tendrían en Santiago uno de sus principales ejes. Este diseño es atribuido tanto por Townley como por el neofascista Vinciguerra a Manuel Contreras.
Quiero leer la declaración de Townley al fiscal Salvi.
"En aquel período -dice Townley-, uno de los objetivos de Contreras en Europa, como ya lo he dicho, era tomar contacto y hablar con diversos grupos de extrema Derecha. Con dos de estos grupos yo tomé contacto en Alemania, pero después lo interrumpí. Contreras se consideraba -dice Townley- un punto esencial o un jefe de los movimientos antimarxistas y de los grupos dispersos en Europa y en los Estados Unidos. Delle Chiaie se defim'a como uno de los más importantes, más antiguos y fuertes líderes de un grupo antimarxista en Europa, y dijo que estaba en condiciones de llevar a otros grupos en esta misma nebulosa red que Contreras estaba tratando de crear.
"Yo -dice Townley- era responsable en gran parte de las actividades de tomar contacto, examinar con atención y efectuar controles. En Europa realizaba este tipo de actividades."
Son muchas las declaraciones en ese mismo sentido. Lo interesante es que había un diseño a fin de unir a todos los grupos extremistas antimarxistas para realizar una acción a escala internacional.
Y Townley declara algo que, por lo menos para mí, resulta probatorio del grado de exaltación con que Contreras quería llevar adelante este proyecto. Dice:
"Mientras me encontraba en Europa, no sólo era responsable de Leighton y de otros dirigentes chilenos; en cierto punto yo también buscaba a "Carlos", el famoso terrorista internacional, con la misma intensidad -le dice al fiscal Salvi- con que usted me está interrogando a mí. Buscábamos siempre descubrir qué cosas estaban haciendo las Brigadas Rojas, qué hacía la Banda Bader Meinhof en Alemania y también nos preocupaba el IRA en Irlanda, y la ETA, en España."
Es decir, el señor Contreras pensaba que, desde Chile, él iba a ser capaz de realizar una actividad a nivel mundial y de sobrepasar en inteligencia a los propios servicios europeos.
Por eso, Townley toma contacto con Vanguardia Nacional en Italia y con otros grupos análogos en diversos países europeos, entre ellos España, Francia y Alemania. Lo mismo hace con algunas organizaciones cubanas en Estados Unidos, y en uno de sus viajes, como ha dicho el Diputado señor Ascencio, es acompañado por Virgilio Paz, que después estará involucrado en el asesinato de Orlando Letelier.
Prueba de esta relación es el documento cuya copia autenticada nos entregara el fiscal Salvi y que también pido que se adjunte a la versión junto con la interesante copia del documento que nos dirigiera el fiscal. Este fue requisado por la policía italiana el 2 de diciembre de 1975 en una sede clandestina de Vanguardia Nacional de vía Sartorio, en Roma. ¿Qué contiene? Una serie de nombres, direcciones y contactos del movimiento en el exterior.
Entre ellos, el primer contacto es el señor Julio Muñoz. Muchos se preguntarán -como lo hacíamos con el Diputado señor Ascencio- quién es Julio Muñoz. Por los antecedentes que obran en poder del fiscal Salvi, queda establecido con claridad que es un nombre de fantasía atribuible a la Dina, como institución, en la persona de quien ejercía el cargo de director de operaciones en el extranjero. El nombre de Julio Muñoz a veces se alterna con el de Luis Gutiérrez, según consta de la correspondencia habida entre la gente de la Dina, en Buenos Aires, y el director de operaciones en el exterior, con sede en Santiago. Es decir, este documento, al comienzo indica el primer contacto que tuvo Vanguardia Nacional con la Dina en el exterior, en 1975.
El segundo es el señor Guillermo Novo, bien conocido en Chile por ser un extremista cubano que un año después participó en el atentado contra Orlando Letelier. Lo mismo ocurre con el tercer nombre, Vlado, de origen croata. No aparece el apellido, pero, por declaraciones formuladas por exhorto en Chile, queda claro que también es una persona involucrada en el atentado a Letelier.
Por lo tanto, está probado que en 1975 ya había contactos precisos entre la Dina, Vanguardia Nacional y el grupo cubano que después intervino en el atentado contra Orlando Letelier.
Pido que este documento y la carta del fiscal Salvi se incluyan en la versión..
El señor ESTÉVEZ (Presidente).-
Señor Diputado, si hay acuerdo de la Sala, así se procederá.
El señor VIERA-GALLO.-
En esa época ya existía una red en formación. Townley lo dice con bastante claridad cuando Salvi le pregunta: "¿Sabía usted que se había concordado una operación para cubrir el atentado por un grupo que lo reivindicaría y que no sería el grupo italiano?" Él responde: "Hablamos con el Movimiento Nacionalista Cubano, que en los Estados Unidos y en el ámbito del ambicioso plan de Contreras formaba parte de esa alianza, y con otros grupos y movimientos antimarxistas. Los cubanos fueron informados de que habría ocurrido el atentado; lo sabían. Virgilio Paz se encontraba conmigo días antes en Italia. Se llegó a un acuerdo con ellos sobre la base de que asumirían la reivindicación de la responsabilidad del atentado".
Parte de la ideología del Movimiento Nacionalista Cubano sostenía que Fidel Castro no podría ser vencido si se combatía únicamente contra él en Cuba, sino que la lucha contra el marxismo debía ser a escala internacional. Efectivamente, el atentado en contra de Leighton fue reivindicado a los pocos días por un grupo de cubanos en los Estados Unidos.
Townley justifica la colaboración entre estos grupos y la Dina, diciendo que los unían los mismos ideales, propósitos y convicciones.
Resulta interesante leer aquí lo que una sentencia del tribunal de Bologna establece sobre los ideales de Vanguardia Nacional que, según Townley, eran los de la Dina. Al efecto señala: Vanguardia Nacional teoriza la hipótesis golpista clásica, inspirándose en el fascismo histórico y relacionándose con los regímenes militares de Europa y de América Latina, concebidos como etapa necesaria de la revolución nacional.
"Según esa visión estratégica, la toma del poder institucional debe pasar a través de la creación de un clima de tensión promovido por acciones violentas, que no puedan ser reivindicadas, y mediante la alianza con sectores claves de los aparatos del Estado, porque, para realizar ese proyecto, es indispensable que haya contactos con exponentes de las fuerzas armadas, de orden, de servicios de seguridad, los que en el momento oportuno deberán intervenir para restablecer el orden de un país lacerado".
Ésa ha sido la estrategia permanente de los grupos terroristas neofascistas italianos que colaboraban con el servicio secreto de la época en Chile.
También aparece demostrado en el proceso la colaboración con otros servicios secretos de países del cono sur de América Latina, especialmente de Argentina y Paraguay, relación que dio origen a la llamada operación "Cóndor", que duró hasta el final de la Dina, en 1978. También hubo contactos con algunos servicios secretos europeos en el ámbito del combate al comunismo, propio de la guerra fría. Tal vez lo que más sorprenda -por lo menos a mí-, es el hecho de que hubiera servicios secretos en democracias que luchaban por valores como la libertad y que, sin embargo, mantenían contactos con la Dina en el ámbito de la guerra fría de ese momento, que era un combate frontal entre el Este y el Oeste, al cual no escapó nuestro país.
Por su parte, Vanguardia Nacional y Orden Nuevo realizaron el atentado contra Leigthon, principalmente, por dos razones:
En primer lugar, para obtener, como recompensa, apoyo y protección de la Dina, lo cual era indispensable dada la evolución de la situación en España, país que, al igual que la Grecia de los coroneles, les servía de santuario. Cabe hacer notar que, en 1974, Vanguardia Nacional dejó de contar con la protección de ciertos servicios secretos y había sido declarado fuera de la ley.
En segundo lugar, para concretar un difícil proceso de coordinación entre Vanguardia Nacional y Orden Nuevo, planificado en Madrid, que dio origen a una seguidilla de atentados terroristas en Italia.
La prueba del acercamiento entre estas dos organizaciones terroristas italianas fueron esos atentados, Delle Chiaie era dirigente de Vanguardia Nacional, movimiento semipolítico y semiclandestino, mientras que Concutelli lo era de Orden Nuevo, simplemente una banda armada.
La colaboración entre la Dina y los grupos italianos siguió luego del atentado contra Leighton, como lo prueban las reuniones sostenidas por Townley, delle Chiaie y Vinciguerra en Madrid, en 1976, para planificar un atentado contra la vida de Carlos Altamirano, quien se dirigía a una asamblea de la Internacional Socialista, una vez muerto Franco. El proyecto fue abandonado debido a las medidas de seguridad que se adoptaron en esa oportunidad; sin embargo, Townley y Altamirano se encontraron casualmente en el aeropuerto de Madrid. Esas reuniones fueron confirmadas por Alejandra Damiani, secretaria de Townley, quien declaró en el proceso por la vía del exhorto.
Yo no voy a hablar de las otras personas que estaban en esta lista, ni de las acciones que se siguieron para ultimarlas, como el famoso viaje a México, porque, evidentemente, eso no consta en este proceso.
Como contrapartida del atentado, varios dirigentes neofascistas italianos, encabezados por Stefano delle Chiaie, en 1976, vinieron a vivir a Chile bajo al amparo de la Dina; alojaron en la casa de Townley, en Lo Curro, y luego, en un departamento de las torres de San Borja. Su punto de operaciones estaba en un departamento de avenida Los Leones. Permanecieron en Chile hasta mayo de 1978. Tan estrecha era la relación que delle Chiaie mantenía con la Dina, que participaba de las reuniones de los comandantes de brigada de la organización, según declaración de Vinciguerra.
Al disolver el Gobierno chileno la Dina, en abril de 1978, se trasladaron precipitadamente a Buenos Aires. Según Vinciguerra, el general Mena, que asumió la dirección de la CNI, no fue puesto al corriente de los lazos de colaboración entre la Dina y los grupos italianos. Por su parte, los dirigentes de la Dina destruyeron la información comprometedora, y el mismo Vinciguerra salió clandestinamente de Chile, pues se sentía desprotegido, especialmente luego de la entrega de Townley a las autoridades norteamericanas.
Durante su permanencia en Chile, los extremistas italianos prestaron varios servicios a la Dina, entre ellos realizaron funciones de espionaje en el Perú, para verificar el rearme de ese país ante el centenario de la Guerra del Pacífico, haciéndose pasar por turistas, pero sin mayor éxito.
Cabe hacer notar que la acción de los grupos extremistas italianos de derecha contó con la cobertura de los servicios secretos de su país que, con Vanguardia Nacional, mantenían una compleja relación de mutuas prestaciones, situación que ha sido investigada tanto por la magistratura como por el parlamento italiano.
La procuraduría de Bologna ha establecido que Vanguardia Nacional y Orden Nuevo "no han actuado nunca solos. Constantemente han mantenido vínculos con servicios del Estado que facilitan sus movimientos, ya que por años esos grupos han servido a esos servicios como piezas de ajedrez para realizar las acciones más abyectas, que no podían llevar a cabo directamente, y que se inspiraban en sus proyectos antidemocráticos de manipulación de los equilibrios políticos". En una época, incluso fueron ayudados financieramente.
En el caso Leighton, según los jueces italianos, hubo acciones de esos servicios que dificultaron las investigaciones -tal como lo ha señalado el Diputado señor Ascencio-, sea proporcionando pistas falsas o negando la información necesaria, como la presencia de Townley en Roma, justo antes y en el momento del crimen. Ella sólo pudo ser confirmada cuando la policía judicial, que depende directamente de la magistratura, incautó la documentación respectiva.
Señor Presidente, la Honorable Cámara se preguntará qué ha permitido que después de tantos años se puedan comenzar a esclarecer estos hechos. Además del cambio de la situación internacional con el término de la guerra fría y la confrontación Este-Oeste, podemos señalar, al menos, tres circunstancias importantes que intervienen en este caso.
En primer lugar, la colaboración de los Estados Unidos a partir de 1990 permitió que Townley fuera interrogado por el ministerio público italiano y proporcionara la documentación respectiva del caso Leigton, incluso, apuntes personales escritos en 1978, en los cuales inculpa directamente a Contreras e Iturriaga, documentos que sólo fueron entregados a las autoridades italianas en 1992.
Evidentemente, sorprende que entre dos países aliados a la Nato, que durante tantos años combatieron en conjunto el terrorismo, no hubiera colaboración de parte de uno de ellos; Estados Unidos. Hoy sí la hay, y dentro de ese marco es posible que Townley pueda ir a declarar a Roma.
En segundo lugar, la colaboración que comenzaron a prestar a la justicia italiana diversos neofascistas presos en 1982, entre los cuales cabe destacar a Vincenzo Vinciguerra, quien, paradójicamente, se encuentra condenado a cadena perpetua por un secuestro de avión y un grave atentado en Peteano, en 1972, Vinciguerra, fue arrestado durante las requisiciones en el departamento clandestino de vía Sartorio. Luego fue dejado en libertad. Viajó a Chile, donde permaneció desde 1976 hasta 1978; después, se dirigió a Argentina, y finalmente se entregó a la justicia italiana en 1979, cuando Vanguardia Nacional preparaba una nueva ola de atentados dinamiteros en ese país.
En tercer lugar, a mi juicio, el desmantelamiento, a fines de los años 70, de la red de agentes de la Dina en Argentina a causa de los conflictos limítrofes entre ese país y Chile. Incluso, fue requisado el archivo del jefe de esta estructura, Enrique Arancibia Clavel, quien operaba bajo el nombre de Luis Felipe Alemparte y se encuentra actualmente imputado por la muerte del General Prats. En su momento fue detenido por los servicios secretos argentinos, pero ahora se desconoce su paradero.
Esa documentación sólo fue enviada por la justicia argentina a la italiana en 1995. Llaman la atención los mensajes que el susodicho Arancibia enviaba desde Buenos Aires a la Dina, en Santiago, preocupado por las revelaciones que Townley podía hacer de informaciones relativas a operaciones realizadas en Argentina y Europa, entre ellas el caso de los 119 chilenos desaparecidos en Argentina y los atentados al General Prats y a Leighton. Esa documentación, proveniente de los Estados Unidos y de Argentina, se encuentra hoy en poder de la justicia italiana.
Todos los antecedentes y documentos recogidos apuntan a la Dina, y específicamente, a su director, general Manuel Contreras, y al director de operaciones en el exterior de la época, general Eduardo Iturriaga Newmann, quien, además de los nombres falsos institucionales, usaba el de Diego Castro Castañeda. En esta causa no se inculpa al brigadier Pedro Espinoza, porque en 1975 fue designado Agregado Militar en Brasil y, por tanto, no tuvo participación en los hechos.
La decisión de matar no fue tomada por Townley. Prueba de ello es que toda la estructura exterior de la Dina sirvió para preparar el crimen. Así queda demostrado por la presencia de oficiales chilenos, quienes tuvieron contactos con los grupos extremistas italianos antes de la llegada de Townley. Se habla de dos o tres oficiales jóvenes que recorrieron Europa y que habrían permanecido en Italia varios meses; del agente Crestoph Willikee junto a Townley, en Alemania, quien sustituiría a Iturriaga como jefe de la Dina exterior, y de las intervenciones de Wolff von Arnswaldt y Guillermo Riveros en ese mismo país, además de la estada en Europa de una misión de agentes de la Dina, de la cual formaba parte la mayor Olderock.
El proceso judicial en Italia se encuentra en la fase de plenario y se han fijado audiencias públicas para los días 18 al 20 de este mes, en las cuales deberían comparecer a declarar Michael Townley y las personas que lo hicieron por exhorto en Chile. Entre ellas, han sido citados Alejandra Damiani, secretaria de Townley, Mariana Callejas y Wolff von Arnswaldt. La comparecencia se debe a que, según las reformas del Código de Procedimiento Penal, de 1989, el peso de las declaraciones de esas personas es mayor si son sometidas a contrainterrogatorio por la defensa. Cabe hacer notar a la Cámara que el abogado de Giulio Crescenzi argumenta en el proceso defendiendo, en los hechos, a Manuel Contreras y a Eduardo Iturriaga.
Debiera haber sentencia de primera instancia en los próximos meses.
Con el Diputado señor Ascencio, hemos traído un conjunto de antecedentes -en italiano- relacionados con estos procesos, con las audiencias y con las sentencias anteriores, lo que permite formarse un cuadro completo y acabado de lo que estamos tratando.
Permítaseme una reflexión final. En 1975, en Chile actuaban en la Dina, no sin contrastes, personas con una mentalidad fanática y una ideología extremista. Ellos planificaron un crimen deleznable contra un hombre consecuente, íntegro y valiente, sin otra arma que su límpido ejemplo moral. En muchas ocasiones, en esos largos días de exilio, nos infundía confianza, serenidad y nos llamaba a la reflexión y a unir fuerzas sin prejuicios.
Más allá de la suerte de este proceso, quedará para siempre en la memoria del pueblo de Chile el recuerdo de ese gran hombre público. Quienes intentaron acallarlo sólo lograron exaltar su ejemplo y proyectar los ideales por los cuales vivió.
He dicho.