Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Ordinaria N° 93
- Celebrada el 07 de noviembre de 2006
- Legislatura Ordinaria número 354
Índice
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El señor
En el tiempo del Comité Socialista, tiene la palabra la diputada señora Clemira Pacheco.
La señora
Señor Presidente, quiero tratar de expresar los sentimientos de un padre por sus hijos al hablar de un hombre que dio su vida por los que más amaba; deseo recordar a un militante comunista, Sebastián Acevedo.
Hace 23 años, como todos los días, a las 6.30 de la mañana, ese obrero de la comuna de Coronel se dirigía a su trabajo. A cincuenta metros de su hogar esperaba la locomoción colectiva y vio pasar una caravana de vehículos con personas armadas, quienes irrumpieron en su casa y, entre empujones y golpes, sacaron de su interior a sus hijos.
Sebastián y Elena , durante largos días buscaron a sus hijos, María Candelaria y Galo Fernando , detenidos por la Central Nacional de Inteligencia, CNI. Ningún trámite sirvió y nadie parecía saber dónde estaban. Desesperado, una tarde de noviembre de 1983, Sebastián roció su ropa con combustible y se quemó frente a la catedral de Concepción. “¡Que la CNI devuelva a mis hijos!, fueron sus gritos desesperados. Mientras el país no lograba reponerse del impacto, sus hijos dejaban de ser torturados y su paradero era conocido.
Ser capaz de comprender esos signos de amor es entender hasta dónde se puede amar.
La dolorosa muerte de Sebastián fue asumida por su familia, porque se cumplió con el rito de la muerte y se vivió el duelo. Sus familiares y amigos pueden visitarlo en el cementerio y venerar su memoria. Sin embargo, no ocurre lo mismo con los detenidos desaparecidos, cuyas familias siguen buscando verdad y justicia.
El próximo 11 de noviembre se conmemorarán 23 años de la inmolación de Sebastián Acevedo. Si bien es un acto de amor el entregar su vida por los otros, también es un acto de denuncia contra la tortura.
Por mi cercanía con su familia, deseo expresar, desde esta tribuna, mi reconocimiento a todos ellos y enviar mi cariño y mis respetos a Elena, su mujer, así como a Galo y a María, sus hijos.
Con la esperanza de que en Chile nunca más exista la tortura, ¡honor y gloria a Sebastián Acevedo !
He querido recordar un hecho que ha quedado grabado en la memoria de la gente de Concepción y del país, de manera que pido que se envíe copia de mi intervención a su familia.
He dicho.
-Aplausos.
El señor
Se enviará el oficio solicitado por su señoría, con la adhesión de los diputados que así lo indican.