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  • Legislatura número 370
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Intervención
ANÁLISIS SOBRE SITUACIÓN MEDIOAMBIENTAL EN ZONA DE SACRIFICIO DE CONCÓN, QUINTERO Y PUCHUNCAVÍ (PROYECTOS DE RESOLUCIÓN)

Autores

La señorita MIX, doña Claudia (Vicepresidenta).-

Tiene la palabra la diputada María Francisca Bello .

La señorita BELLO (doña María Francisca) .-

Señora Presidenta, parto mi intervención saludando a la agrupación Mujeres por el Buen Vivir, de la bahía de Quintero. En conversaciones con ellas nos contaron cómo valoran la intervención del Presidente, es decir, que haya tenido el coraje, la valentía y las agallas de tomar una decisión, que sabemos que no fue fácil y que ningún otro gobierno se atrevió a tomar, a pesar de los lapidarios informes de la comisión investigadora de este Congreso y del fallo de la Corte Suprema que acredita, sin lugar a dudas, una afectación grotesca a un montón de derechos fundamentales, como el derecho a la integridad física y psíquica, el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación y el derecho a la salud de las personas, entre otros.

Y es que el cese de la fundición no es el final, sino solo el inicio para que el Estado al fin se haga cargo de las violaciones sistemáticas a los derechos humanos en estas dos comunas, que tuvieron que sufrir las consecuencias de un modelo de desarrollo injusto, hecho a la medida de los mismos de siempre. Pocos de los presentes comprenden la ingratitud de vivir en una zona de sacrificio, pero les pido que puedan imaginarse ser un niño o una niña y no tener derecho a la educación -repito, señorita Presidenta: no tener derecho a la educación-, porque, cada cierto tiempo, asistir al colegio, algo tan natural, puede traer como consecuencias mareos, cefaleas, vómitos, no poder jugar al aire libre y, lo más triste, crecer con la certeza de que estas situaciones nunca van a cambiar. Los que estamos llamados a cambiarlas somos nosotros, señorita Presidenta.

Antes de ser una zona de sacrificio, las comunas de Quintero y Puchuncaví eran principalmente zonas agrícolas y de pescadores. Sin embargo, hoy ambas prácticas son incompatibles, al tener el suelo y el mar contaminados. Por eso, si vamos a defender a los trabajadores, que sea a todos, sin distinción.

En cierto período de nuestra historia, el Estado decidió crear un parque industrial en pos del desarrollo económico del país, creando empresas que darían un sinnúmero de trabajos y mejorías a la economía local. Pero ¿cómo podemos explicar que exista ese desarrollo económico, mientras Quintero y Puchuncaví son las comunas más pobres de la región y de las más pobres del país, según la encuesta Casen de 2015? ¿Qué podemos decirles a los niños y a las niñas del Liceo Politécnico de Quintero, a quienes fui a visitar hace unos meses, que crecen en ese entorno y que tienen bajísimos puntajes en la prueba de admisión a la educación universitaria? ¿Cómo les hablo del crecimiento económico a las familias de ese sector, que tienen altísimas tasas de mortalidad y de desnutrición infantil, o a las personas que viven en las zonas de sacrificio o que fueron sacrificadas a vivir las consecuencias más inhumanas de la contaminación para contribuir a un supuesto desarrollo económico que ellos no perciben, porque, como dije e insisto, son de las comunas más pobres de nuestra región?

Señorita Presidenta, no podemos esperar más. Es urgente que se tomen medidas concretas. Hace pocas semanas, nuestra bancada presentó un proyecto de resolución para elevar los estándares a los niveles establecidos por la OMS. Es necesario invertir en tecnología, en instrumentos de monitoreo de gases, y que se cumpla cada una de las medidas estipuladas por la Corte Suprema, en su fallo de 2019.

Señorita Presidenta, el proceso que dio el puntapié inicial, hace pocos días, se viene discutiendo hace años. Las personas que habitan en las zonas de sacrificio ya no pueden esperar más promesas, y menos comisiones investigadoras. Ya no es solo una urgencia, sino un deber moral acabar con la concentración del poder económico y político que permite y profundiza la desigualdad social. La justicia ambiental es justicia para las comunidades que han sufrido por años los estragos de una planificación hecha a la medida de las empresas, que a diario vulneran los sueños de la niñez y generan angustia y dolor en los adultos mayores, además de no dejarlos respirar.

Señorita Presidenta, el cierre de la fundición representa un respiro de aire fresco para quienes viven en el territorio; pero no es el final. Es el puntapié inicial para poner fin, de una vez por todas y sin medias tintas, a la zona de sacrificio, porque ningún ser humano merece ser sacrificado por unos míseros o por muchos pesos.

He dicho.

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