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Antecedentes
- Senado
- Sesión 48 ordinaria, legislatura 370
- Celebrada el 17 de agosto de 2022
- Legislatura número 370
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Homenaje
HOMENAJE EN MEMORIA DE EX SENADOR SEÑOR ARTURO ALESSANDRI BESA, RECIENTEMENTE FALLECIDO
Autores
El señor CRUZ-COKE(de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).-
Muy buenas tardes.
Señor Presidente ; estimada Vicepresidenta; estimados familiares de Arturo Alessandri , especialmente Arturo , Patricia , Magdalena y Francisca . Les agradezco que nos acompañen hoy día en este homenaje.
No puedo referirme a don Arturo Alessandri Besa solo como el destacado político que fue, o como el candidato presidencial de una campaña que se sabía ex ante que perdería, lo cual habla sino de su nobleza, de su compromiso con las ideas que defendió y con todo aquello en lo que creyó.
Tampoco voy a explayarme aquí en lo que ya señaló mi colega Paulina Núñez , en su labor como Senador, en su cooperación con los acuerdos más relevantes que se derivaron en momentos políticamente complejos para la república y para hacer de Chile, probablemente, el país más pujante de América Latina, desde la década de los noventa en adelante, en este Senado, en este lugar de acuerdos donde se cimenta de manera imprescindible la tradición republicana del país, su historia política y la capacidad de una nación para sobreponerse a los avatares sociales, por medio de aquello que Arturo Alessandri Besa cultivó: el diálogo, el acuerdo, la caballerosidad.
Del mismo modo, no voy a abundar en su profesión de abogado, como experto en materia de patentes, marcas y propiedad intelectual; cabeza del estudio de abogados que fundara su abuelo, labor que prosiguiera su padre, destacado decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, uno de los prohombres del Derecho, a quien el país mucho debe, y conocido como un académico que cambió la disciplina y el estudio del derecho en nuestro país y también como quien legó ese magnífico edificio ubicado en la calle Pío Nono que hoy es la sede de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y en la cual se han formado los más relevantes hombres públicos de distintos espectros políticos del país. Y es por eso que hoy muchos lo señalan como un mito viviente.
Pero no, señor Presidente.
Esta tarde quiero evocar, a riesgo de ser impreciso, algunos recuerdos personales y algunos otros que heredé de mi padre.
Me voy a referir al Arturo Alessandri que yo conocí: al hombre de la cultura; al melómano; al fundador de la Sociedad de Amigos de la Ópera y de la Corporación Cultural de Santiago; al amante de las artes; al fanático de la lírica; al poseedor, según muchos, de una de las mejores colecciones de ópera del país, y que solía decir, medio en serio medio en broma: "la ópera es lo único importante".
Nació en la casa de todos, en La Moneda, cuando su abuelo era el Presidente -precursor social de la Derecha liberal chilena-; cuando se usaba, precisamente, que los presidentes habitaran la casa de Moneda, y cuando Santiago se extendía desde la Estación Central hasta un poco más allá de la plaza Baquedano , por el oriente.
Hijo de un Chile sobrio, republicano y austero, valores que estuvieron siempre en la base de su formación cívica. Como él mismo señalaba, esos valores hacían que su tío Jorge, Presidente de la República , se fuera apagando luces en la medida que iba saliendo hacia la calle para no gastar electricidad, y caminara por la calle Moneda hasta la Plaza de Armas a su departamento en la calle Phillips , lo que evidentemente respondía a otro momento de Chile. Pero así era, más simple y austero.
Hablo de personas que instalaron la semana corrida en las empresas que les tocó dirigir, incluso antes de que fuera ley.
Menciono esto porque esos fueron los ejemplos con los que Arturo Alessandri Besa vivió y que reprodujo en su vida. ¡Y vaya que nos hemos olvidado de la importancia de estos en la función pública! Esos fueron los ejemplos que le dieron su padre, Arturo ; su tío Jorge ; su madre, Raquel Besa , y toda su familia, destacada en los valores más altos y sentidos de la chilenidad, del respeto a la tradición de la república, del civismo, de la educación y de la consideración por el otro.
A mí, un niño chico, me llamaba la atención su calidad personal, su sonrisa amable, su encanto y su elegancia personal, la que iba mucho más allá de su formalidad para vestirse.
Estaba acompañado siempre de su señora, Nancy Cohn , su mujer y compañera de años, con quien tuvo cuatro hijos -que nos acompañan aquí- y una buena cantidad de nietos y bisnietos, a los que -me consta- adoraba. Ella, además, era hermana de Felicia Montealegre , quien estaba casada con Leonard Bernstein , ni más ni menos que el autor de Amor sin barreras, una persona que dirigía en los teatros más prestigiosos del mundo, esos que Chile envidiaba, como el Metropolitan Opera House o Covent Garden.
Ese era el mundo de Arturo Alessandri: un hombre que vivía rodeado de cultura y de música.
En lo personal, lo recuerdo como un visitante habitual de mi casa, al igual que a otros hombres y mujeres formales. Lo recuerdo a él como si fuera otro barítono más, otro tenor u otro director de orquesta, de esos que recibíamos en nuestra casa o que pululaban por el foyer del Teatro Municipal, lugar donde trabajó durante muchos años ad honorem
Durante bastante tiempo un grupo de personas trabajó por hacer del Teatro Municipal lo que es hoy, cuando eso no existía. Arturo Alessandri estuvo liderando, durante una buena parte de sus años de vida, esos esfuerzos por hacer del arte lírico, de la ópera y del Teatro Municipal algo que valiera la pena.
Era un hombre encantador, probablemente hijo de su época, la de un Chile que se fue, con gente única en su especie: con enorme cultura general y gran formación intelectual; de otra época, una que probablemente no volverá.
Lo recuerdo también como amigo de mi papá, a quien dedico en parte este homenaje. Porque, más allá de compartir lo que mi padre señalaba como "la profesión a escala superior del humanismo constructor de la historia de la humanidad" -los abogados son así, los operáticos también: dramáticos, chovinistas-, compartían la pasión por la música, por el arte lírico y por la ópera. Y no solo en el goce de los diletantes, sino en el conocimiento profundo, casi enciclopédico, me atrevería a decir, de cada tipo de género y de voz, en la depuración de cada ópera de Verdi, de Puccini, de Monteverdi o de Leoncavallo.
Y cómo no, si como señala Orlando Álvarez en su libro , Arturo Alessandri descendía ni más ni menos que de Pedro Alessandri Tarsi , fundador del Teatro Victoria , ubicado acá mismo, en Valparaíso, a menos de diez cuadras, en la plaza Victoria , el cual fue demolido, por supuesto, porque en Chile tenemos esa propensión a pensar que tenemos que estar reescribiendo la historia cada cierto tiempo.
Ópera en Chile, Ciento ochenta y seis años de historia, 1827-2013
Pero también obras de Wagner, Bizet , Mozart y de muchos autores chilenos, quienes promovieron algo que ellos creían tremendamente relevante: no solamente hay que gozar y disfrutar del arte, de la música y de la cultura, sino también impulsar la labor de crear, hacer y acercar este arte y esa cultura generosa en espectáculo, en escenografía, en vestuario, en iluminación y en bel canto, a la ciudadanía a precios posibles y, particularmente, con gran calidad.
Y aquí me quiero detener.
Corría el año 60 cuando un grupo de jóvenes, entusiasmados por la lírica y ante la decadencia que estaba experimentado este tipo de arte en Chile, decidió llevar adelante un cambio, una revolución. Dentro de este grupo de jóvenes estaba Arturo Alessandri , sobrino del entonces Presidente de la República , y su padre intercedió precisamente para tratar de impulsar la cultura en Chile. Había ocurrido un terremoto y era imposible destinarle algo de dinero, pero este grupo de jóvenes logró constituir la Sociedad Chilena de Amigos de la Ópera y la Corporación de Arte Lírico, precisamente en un esfuerzo por sacar adelante la música nacional.
Y a partir de los años sesenta, Arturo Alessandri Besa crea, junto con este grupo de personas, la Sociedad Chilena de Amigos de la Ópera, la que dirige durante muchos años, y la Corporación Cultural de Santiago, que luego pervive como la Corporación Amigos del Teatro Municipal, y se afianza el Teatro Municipal como una de las principales plazas de la ópera en Sudamérica, solamente siendo superado, quizás, por el prestigiosísimo Teatro Colón de Buenos Aires, permitiendo que se hicieran permanentes los cuerpos estables del Teatro Municipal , que hasta ese momento no existían: su cuerpo de baile, su orquesta filarmónica y su ballet.
Se hicieron grandes aportes a la cultura, liderados, entre otros, por el alcalde Manuel Fernández Díaz , además de la cooperación del Presidente Frei Montalva y del maestro Juan Pablo Izquierdo .
Allí se sentaron las bases, finalmente, de lo que fue esa institucionalidad cultural que no existía, creándose una plaza de nivel internacional, la que logró durante esos años autofinanciar sus espectáculos con figuras de primer nivel a bajísimos costos.
Lo anterior fue producto del empuje de personas como Arturo Alessandri ; Orlando Álvarez ; Arturo Carvallo; el inolvidable Ramón Vinay , el gran "Otelo chileno"; la mítica Claudia Parada , y otros que injustamente no menciono acá.
Vinieron estrellas que era imposible pensar tener en Chile, como Mary Costa y Raina Kabaivanska . Pero se hizo más aún, y esto tal vez es muy importante: debutaron astros mundiales como Sherrill Milnes , Renato Bruson , y un joven tenor que daba sus primeros pasos, siendo Chile su primer destino internacional: ni más ni menos que Plácido Domingo.
También se inauguró en ese momento la galería a precios asequibles, para que la ciudadanía pudiera ir a estos espectáculos a valores posibles. Así se inició un período dorado, con llenos totales por anticipado y venta de abonos por temporadas.
En ese tiempo se mezclaban los elencos nacionales con los internacionales, fomentándose el intercambio artístico entre artistas locales y estas verdaderas estrellas de la lírica mundial.
Como bien señala Soledad Ferreiro en la entrevista que le hizo el 2008 a Arturo Alessandri , entonces se repuso el gran espectáculo en Chile, en un Chile pobre, en un Chile muy distinto, muy austero, muy provinciano, que hoy día tal vez cuesta mensurar, en la medida que ha ido pasando el tiempo.
Cuenta Arturo Alessandri que iban a buscar a los cantantes al aeropuerto; que los convidaban a comer, a alojar -no siempre se los podía tener en buenos hoteles-; que los metían en unos departamentos chicos -incluso Plácido Domingo sentado en la cama de una pieza-, porque había que sacar adelante la ópera en Chile.
Actuaba movido por una pasión, por sus ganas de hacer una labor relevante, con calidad, y a la altura de lo que él consideraba que se debía brindar a este país con mucho orgullo.
¡Todo hecho con esfuerzo y dedicación personal!
Iban a comprar los arreglos de flores a la Vega Central; ellos mismos iban a dejarlos a los camerinos; atendían a los artistas. Habían logrado rematar en Aduanas unas escenografías de una compañía italiana que había quebrado. Y con la ayuda de Jorge Dahm, y de algunos reggiser nacionales, habían logrado montar los primeros espectáculos.
Podría extenderme largamente sobre los méritos profesionales, humanos, políticos y de calidad personal de Arturo Alessandri, pero he querido, con estas palabras, evocar los recuerdos de una faceta muy personal y mayormente desconocida para el público general, que conoció probablemente al Alessandri político, al Alessandri candidato presidencial, Senador.
Fue un prohombre de la cultura, que compartía esa inquietud de aquellos que entienden que es ahí donde se encuentra la trascendencia humana del espíritu. Alguna vez Gabriel Valdés , otro gran Senador, cuando fui nombrado Ministro de Cultura , me dijo, para mi sorpresa: "Mire, usted tiene a cargo el Ministerio que debiera ser el más importante". Él entendía que quienes se acercan a la lectura, a la música, al arte, tocan una parte sensible de la persona, que puede cambiar vidas.
Finalmente, ese acercamiento con el arte, con la cultura, con la belleza, es algo que estuvo muy cerca en la vida de Arturo Alessandri Besa, además de todas sus otras cualidades profesionales, políticas y humanas que hemos alabado esta tarde.
Hoy probablemente está compartiendo con Nancy, con Raquel, con su padre, Arturo , con sus familiares, y con todos aquellos ídolos de la lírica que él ayudó a formar y que admiró tanto.
Querido Arturo Alessandri , has dejado un valioso legado con tu vida a tu prójimo y también a tu país.
Con enorme cariño y amistad, ¡descansa en paz!
He dicho, señor Presidente.
(Aplausos en la Sala y en tribunas).