Labor Parlamentaria
Participaciones
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Ordinaria N°25
- Celebrada el 14 de mayo de 2019
- Legislatura número 367
Índice
Cargando mapa del documento
Intervención
REFORMA AL SISTEMA DE PENSIONES SOLIDARIAS Y DE CAPITALIZACIÓN INDIVIDUAL Y CREACIÓN DE NUEVOS BENEFICIOS DE PENSIÓN PARA LA CLASE MEDIA Y LAS MUJERES (PRIMER TRÁMITE CONSTITUCIONAL. BOLETÍN N° 12212-13)
Autores
El señor FLORES, don Iván (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Florcita Alarcón .
El señor
Señor Presidente, hay una palabra que se esconde detrás de este proyecto de ley, la idea en que se funda: el individualismo, la creencia de que solo por nuestra cuenta, o por cuenta de algunos, las personas pueden hacer todo. Los que piensan así son una minoría: la minoría de los poderosos, a la cual el resto está para servir sus necesidades y deseos; una minoría que pasa por encima de los demás, por la forma en que se encumbra en la pirámide social, que es a punta de codazos y empujones.
Los humanistas pensamos que la solidaridad, por sobre del individualismo, es la respuesta, porque tenemos la total certeza de que, tal como numerosas culturas lo han enunciado, no hay moral superior que el tratar a los demás como uno quiere ser tratado. Esa es la regla de oro. Pero lo que aquí reina no es esa moral, lo que se traduce en que el progreso de unos pocos es el que vale; sin embargo, el progreso de unos pocos es el progreso de nadie.
Además, esa regla de tratar a los demás como uno quiere ser tratado tiene diferentes excepciones, y, curiosamente, cuando hablamos de las relaciones laborales, se tiende a flexibilizar de forma brutal.
Para ellos, para los poderosos, hay otra moral superior: la que dicta el dios dinero, que en el caso de las mineras se resume en la siguiente frase: “Una gotita de agua genera treinta y siete veces más riqueza en la minoría que en los pueblos donde toman el agua”. ¿Qué moral es esa que no considera al ser humano o que lo considera un estorbo? Ejemplo de ello es lo dicho por la presidenta del FMI: que los ancianos perjudican a la economía.
Ahora, mientras discutimos esta iniciativa en el Congreso Nacional, las personas allá afuera lo están pasando mal. Mientras nosotros recibimos un sueldo equivalente a treinta y tres veces el sueldo mínimo, las personas allá afuera están endeudándose, trabajando doble jornada, porque cayeron en la trampa del neoliberalismo, que les dice: “Puedes comprar cualquier cosa; aquí todo se vende”. Claro, la gente empieza a comprar, pero, luego, para pagar ya no le alcanza su trabajo. Hay que endeudarse y tener dos y hasta tres trabajos. A esas personas se les muestra un modelo de vida que nunca podrán alcanzar, porque ese modelo solo se ha determinado para inmovilizar a la gente, para que la gente no vaya a las marchas, para que la gente no se meta en política, para que la gente llegue a su casa, no a dormir, sino a morirse, en vez de relacionarse con su familia; para que la gente que cree en lo espiritual ni siquiera tenga tiempo para sus ejercicios espirituales.
Si hay un Dios, ¡que ese Dios mire cómo se está haciendo vivir a las personas!
Pido a mis amigos evangélicos, que creen en Dios, que desde ese Dios vean cómo sufre la gente, porque aquí la única manera de enriquecerse es a partir del trabajo de otros, apropiándose de la voluntad del otro, a quien con el chantaje del salario se obliga a hacer lo que no quiere hacer. Hoy no hay trabajo, sino secuestros pagados.
Esa es precisamente la forma en que los humanistas definimos la violencia, no solo como el hecho armado de la guerra, sino que reduciendo la vida del ser humano, a ser secuestrado en vez de tener trabajo, que es nada más que la apropiación de la intención del otro.
Repito: nadie se hace millonario con su trabajo, sino con la especulación, con los negociados, con los bajos sueldos de sus trabajadores. Afuera del Congreso Nacional hay mucha gente que ha sido engañada y que sigue cayendo en las trampas del neoliberalismo, que le ofrece: “Compre todo lo que quiera, y si no tiene plata, endéudese; y si le falta la plata, consígase otro trabajo y llegue a la casa, ni siquiera a dormir, sino que a morirse. ¡Puta la hueá!
Después de varias décadas de trabajo, las personas se enfrentan a una vejez miserable, porque el nuevamente neoliberalismo mete la cola y nos hace creer que somos capaces de rascarnos con nuestras propias uñas.
¡No vamos a votar a favor de esta iniciativa!
He dicho.