Labor Parlamentaria

El señor DURÁN (don Eduardo).-

Señorita Presidenta, ningún país del mundo puede estar inmune a lo que está ocurriendo en el Medio Oriente, puesto que si el conflicto que allí se desarrolla escala a una situación mundial, todo lo que podamos hacer aquí, las políticas del gobierno, todas nuestras políticas deberían ser reorientadas y reorganizadas.

Por eso, todos los esfuerzos que podamos hacer en favor de la paz, del diálogo civilizado y de la exclusión de la violencia y el terrorismo son fundamentales. El terrorismo no tiene cabida en una sociedad civilizada. Sean ETA, IRA, la CAM en Chile, Hamás o la agrupación que sea, no tienen el derecho de imponer su posición a través del terror y la destrucción, pues los más afectados siempre serán los más indefensos de la sociedad.

La chilena que fue secuestrada por Hamás trabajaba en una fábrica de plásticos y su padre es un bombero. Es gente de bien. Y así como ellos, en los kibutz que fueron atacados, la gente se dedicaba a la agricultura y a la ganadería. Era gente de paz. Así y todo, sus victimarios criminales exhibieron como trofeo la masacre realizada.

Israel fue atacado a mansalva. Es histórico el deseo de sus vecinos de destruir a una nación que ha demostrado que, desde la nada, puede lograrlo todo; una nación que en el siglo pasado se quiso que fuera exterminada, llevándola al sacrificio, pero que, desde las cenizas -así, literalmente, desde las cenizas-, se levantó y hoy es un ejemplo de resiliencia y desarrollo para todo el mundo.

Desde esta tribuna quiero expresar no solo mi solidaridad con Israel en un momento nuevamente tan duro, sino también mi aprecio y mi apoyo.

Para terminar, me sumo a las palabras del discurso del primer ministro: “Podrá la moral estar baja, pero ánimo, hay esperanza, porque el que guarda a Israel no se ha adormecido”.

He dicho.