Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Especial N° 34
- Celebrada el 17 de agosto de 1965
- Legislatura Ordinaria año 1965
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Intervención
PROYECCIONES DEL VIAJE DE S. E. EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA POR EUROPA Y AMERICA LATINA.- EXPOSICION DEL SEÑOR MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES
Autores
El señor
Señora Presidenta, sean mis primeras palabras para manifestar la suma complacencia con que el Diputado que habla se dirige a Su Señoría.
De la exposición que la Cámara ha escuchado al señor Ministro de Relaciones Exteriores, se desprende claramente que este debate es oportuno. Muchos han sostenido que el ideal habría sido efectuarlo hace algunos días atrás, pero creo que éste es el momento preciso, porque ahora, cuando ha transcurrido ya cerca de un mes desde que Su Excelencia el Presidente de la República regresó de Europa, estamos conociendo las verdaderas y auténticas proyecciones de su viaje. Esto se debe a que durante la gira la propaganda por medio de diarios, radiodifusoras, televisión, etcétera, fue, tal vez, exagerada y excesiva. Hasta cierto punto, creó el clima de sobreestimar, quizás en demasía, los resultados de la gira.
En este viaje, tenemos que distinguir (dos aspectos: uno, de orden económico- financiero; y otro, al cual se le da ahora especial énfasis, la presentación de la realidad chilena en el extranjero, en Europa.
En este aspecto debo reconocer que el Jefe del Estado, por su talento y muchísimas condiciones que adornan su personalidad, hizo un buen papel, como igualmente el señor Ministro de Relaciones Exteriores. Esas magníficas condiciones les permitieron a ambos hacer una presentación de la realidad chilena, en especial de la democracia, de la libertad, de nuestra tradición jurídica, a las viejas naciones europeas, indicándoles lo que realmente es Chile y cuál es la misión que tiene hoy en el concierto de las naciones americanas y del mundo.
Quiero también aprovechar esta ocasión para referirme a otra persona acerca de la cual, por desgracia, no he escuchado palabras de reconocimiento. Ella es la Primera Dama de la Nación, la ilustre señora María Ruiz-Tagle de Freí, quien, como mensajera nuestra, también dio realce al viaje. En un papel muy propio de la mujer chilena, se ubicó en un plano de extremada y delicada dignidad, contribuyendo a enaltecer aún más el nombre de Chile en el exterior.
Tanto la Primera Dama como' la señora Silvia Soublette de Valdés, esposa de nuestro Canciller, dieron un sello especial a este viaje, representando a la mujer chilena, de lo cual nuestros parlamentarios y quien habla se sienten plenamente interpretados y orgullosos.
Nosotros no podemos negar que, aunque el Excelentísimo señor Freí no llevara la representación oficial de América Latina en este viaje, su personalidad lo habilita plenamente para que en el hecho, sea un líder americano. Sobre todo representaba a un país que por su tradición hace cabeza en Latinoamérica.
El Excelentísimo señor Frei representa a un país que por muchas razones puede ostentar, con legítimo título, una situación de dirigente de la política americana. Esto supo hacerlo con brillo el Primer Mandatario en su visita, lo que también es para nosotros motivo de complacencia y de legítimo orgullo.
Una de las razones principales de este viaje -lo informó el señor Canciller en la Cámara y lo hizo, días atrás, en el Senado- fue, precisamente, permitir un acercamiento y renovar con ellos lazos de comunidad histórica, política y cultural con algunos pueblos del viejo continente. Por eso, vuelvo a repetir algunas de las observaciones que formulé tres o cuatro días antes de este viaje, en el sentido de que no debía haber sido excluida España de esta gira. Los vínculos de orden histórico y cultural que nos ligan a la Madre Patria aconsejaban plenamente que esta gira, que por primera vez en ciento cincuenta años de vida independiente un Jefe de Estado chileno, en la plenitud de sus facultades constitucionales y legales, realiza a Europa, se iniciara por España, para rendir un homenaje, en tributo de gratitud hacia aquella nación que formó a nuestra patria y a gran parte de América.
Pero respecto de la gira misma, en este aspecto que hemos señalado y que se refiere a la presentación de la realidad chilena en el exterior y a la reafirmación de lazos comunes de amistad con los países europeos, hay hechos que deben ser planteados con franqueza, porque cuando un Jefe de Estado realiza una visita y cree oportuno hacerlo, no tiene por qué no decirlo también a su país.
He observado que, a raíz de este viaje, se han hecho resaltar ciertas visitas y conversaciones, como, por ejemplo, la que hiciera al Excelentísimo señor Freí el escritor Maritain; y las efectuadas por el Primer Mandatario a otras personalidades que actualmente no figuran en el plano político europeo, pero que han tenido notoria influencia en el desenvolvimiento de la política mundial actual. Esto lo ha señalado el Presidente de la República, y con orgullo.
Pero, también debió haberse dado cuenta de la visita que hizo el Jefe del Estado al Gran Maestre de la Orden de Malta. No sé por qué se silenció, por qué no salió publicada en ningún diario, por qué no se ha dado cuenta de lo que se conversó. Yo no tengo ningún ánimo en contra de la Orden de Malta. La considero una institución respetable, que presta servicios tan- to en tiempos de guerra como de paz; precisamente sirve para dignificar el aspecto positivo que pueda tener el alma humana en las épocas de catástrofe y de desgracia. He extrañado el hecho de que no se hubiese dicho que el Presidente de la República visitó al Gran Maestre de la Orden de Malta, en circunstancias que, por las informaciones que tengo -las cuales, por supuesto, no son oficiales- así sucedió.
Igualmente, respecto de esta institución, se acreditó, como un representante especial ante ella -tengo entendido que por vías no aconsejables en la diplomacia, sin cumplir con las formalidades que la Constitución Política del Estado señala para la designación de altos funcionarios en el exterior- al Embajador ante el Vaticano. Estimo que el Gobierno, el cual tiene la facultad de calificar con quién debe tener relaciones o no debe tenerlas nuestro país, perfectamente podría legitimar este nombramiento, pidiendo la aprobación del Senado para nombrar Ministro ante la Orden de Malta al señor Clemente Pérez Zañartu. Embajador de Chile ante el Vaticano. Esto es lo tradicional y, por lo demás, esta designación no irrogaría ningún gasto al erario.
Ahora bien, el aspecto económico y financiero del viaje, es donde las cosas no han sido precisadas. Se han entablado diálogos, y son respetables todos ellos. Todavía no conocemos nada concreto respecto a las conclusiones a que se ha arribado en esta clase de conversaciones. Lo único, sí, que vislumbramos, por las informaciones de prensa o por lo que ha manifestado el señor Canciller, es que se han adelantado conversaciones con grandes empresas y con círculos financieros europeos, con objeto de que se interesen por realizar inversiones en nuestro país, que contribuyan a nuestro desarrollo económico.
Pero hay un aspecto en el cual disentimos con el Gobierno, en relación a estas materias. En efecto, yo me pregunto: ¿han sido orientadas estas conversaciones en el sentido de que las grandes empresas hagan sus inversiones en Chile de acuerdo con las leyes existentes en nuestro país? ¿ O estas empresas exigen que se celebren convenios bilaterales entre ellas y el Estado chileno, con el objeto de convertir en realidad estas aspiraciones y concretar en la práctica estas inversiones?
Esto no lo sabemos y nos habría gustado conocerlo, porque, por desgracia, la tendencia del actual Gobierno es precisamente la celebración de esta ciase de convenios.
Por mi parte, declaro que soy partidario de la libre empresa y no lo niego; pero soy partidario de ella en el sentido sano que tiene este término; o sea, en el sentido de permitir la realización de inversiones en nuestro país, por parte de organismos y empresas extranjeras, en iguales condiciones en que lo pudieran hacer también las empresas chilenas.
Por desgracia, el camino que se ha seguido en esta materia es precisamente el establecimiento de convenios bilaterales, que, evidentemente y aunque no lo queramos, engendran privilegios en favor de ¡os grandes círculos financieros internacionales, lo cual se opone, desde mi punto de vista doctrinario, en todo principio en favor de un capitalismo sano.
Si queremos que se realicen nuevas inversiones en nuestro país, es necesario que dictemos un estatuto jurídico, un estatuto tributario o un estatuto del inversionista, de amplios alcances, en virtud de los cuales, los que desean dedicarse a determinadas actividades productoras sepan, como vulgarmente se dice, cuáles son "las reglas del juego"', o sea, cuáles son ¡as condiciones que el Estado chileno impone para que estas inversiones puedan realizarse.
Está bien que se respeten las propuestas internacionales, cuando queremos favorecer a alguien en particular; pero no sigamos aplicando este sistema que precisamente sirve -repito- para favorecer a grandes "trust" internacionales, con lo cual desnaturalizamos la doctrina de un capitalismo sano y permitimos el enriquecimiento indebido de algunas personas que pertenecen a estos grandes círculos mercantiles de orden internacional.
A propósito de lo anterior, debo decir que ésta es precisamente una de las críticas que yo formulo a la Unión Soviética, porque ésta ha procedido así, por ejemplo, con la explotación y venta de diamantes, rubro que está entregado, en aquel país, a una empresa internacional privada, cuyo principal director es el Primer Ministro de Sudáfrica, el mismo que es líder de un Estado segregacionista.
Nadie desconoce que, muchas veces, la actividad privada puede realizar mejor las funciones, dentro de una economía, que el propio Estado; pero nosotros opinamos que para que eso sea justo, debe realizarse en forma amplia, sin engendrar privilegios ni exclusividades de ninguna especie, sino que debe darse a todos la oportunidad para que, cumpliendo ciertos requisitos, ciertos estatutos jurídicos y tributarios previamente establecidos, puedan realizar inversiones que contribuyan al progreso económico y social de un determinado país.
Señora Presidenta, he querido hablar con franqueza en esta ocasión. Ni durante el transcurso del viaje del Excelentísimo señor Freí, ni antes tampoco, había formulado estas observaciones. No lo había hecho, porque no deseaba que apareciera una voz disidente cuando se requirió la unanimidad de todos los sectores respecto de esta gira presidencial. A pesar de que personalmente me dolió el hecho de que el Presidente Freí no visitara a España, no hice cuestión de ello cuando se solicitó y concedió el permiso constitucional correspondiente al Presidente de la República para ausentarse del país. Pero, ya pasado el tiempo, tenemos legítimo derecho a levantar nuestra voz para señalar tanto nuestros puntos de vista sobre aquello que consideramos positivo en el viaje de Su Excelencia el Presidente de la República, como las reservas que nos merecen algunas situaciones producidas durante su transcurso. Por ejemplo, se atribuyen al señor Ministro de Relaciones Exteriores algunas expresiones de las cuales no me he hecho cargo, porque no me constan. Se nos ha dicho que él habría manifestado que la Derecha sería la única defensora del imperialismo norteamericano en Chile. Creo que basta señalar cuál ha sido nuestra actitud respecto de muchos proyectos, algunos de los cuales se discuten actualmente en el Congreso Nacional, para demostrar que eso no es efectivo. No le formulo cargo alguno al señor Ministro, porque no me consta que esas expresiones hayan sido vertidas por él.
En todo caso, estimo que debemos mantener una posición internacional independiente. Por eso, como nuestro Gobierno dice sustentar esa política -expreso esto desde el punto de vista del Ejecutivo, haciendo abstracción de mi posición doctrinaria-, debería establecer relaciones con Alemania Oriental, y no limitarse a mantenerlas sólo con algunos países de la órbita comunista, porque no faltarán quienes piensen que Chile tiene independencia respecto de los Estados Unidos de Norteamérica, pero no del Gobierno de la República Federal de Alemania. Advierto que en esto no hago cuestión doctrinaria, sino que señalo contradicciones, poniéndome, precisamente, en la manera de pensar de nuestros actuales gobernantes.
Por último, espero que, en el orden financiero y en el orden cultural, este viaje haya sido de provecho para nuestro país. Las condiciones de quienes lo realizaron los capacitan plenamente para haber tenido éxito en una misión tan importante para el futuro de América como la que ahora hemos analizado.