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Antecedentes
  • Cámara de Diputados
  • Sesión Especial N° 32
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria año 1966
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Intervención Petición de oficio
REGIMEN CARCELARIO OFICIOS

Autores

La señora LAZO.-

Señor Presidente, las intervenciones de todos los sectores de la Cámara, para referirse a este problema indican que era necesario plantearlo con la debida seriedad y profundidad.

Cuando se anunció, por la prensa y por algunas radios, que habíamos solicitado esta sesión, varios reos, hombres y mujeres, también se interesaron por hacernos llegar su punto de vista respecto de esos problemas. Sin embargo, yo no he querido dar lectura aquí, a algunas cartas -cínicas unas o dramáticas otras- porque no he deseado rebajar el nivel que a mi modo de ver debe tener una sesión de esta importancia.

En efecto, he recibido cartas que me informan sobre el problema de Cobián, de Tessier; y he recibido también cartas de mujeres en que me cuentan la situación en que se encuentran. Por mi parte, y haciendo uso del derecho que tenemos los parlamentarios, solicitaré el envío de oficios al señor Ministro de Justicia, para que este Secretario de Estado se preocupe de conocer y resolver los casos que nos han sido planteados.

Deseaba referirme en especial a un hecho que también se ha mencionado aquí: el de las personas que están en las cárceles, en prisión preventiva. Uno de estos casos que conoció la prensa y la radio, es el de un señor Marambio Marambio, que lleva cinco años esperando que lo condenen. Hace pocos días, como ya se dijo aquí, esta persona pretendió huir, y todos tuvimos conocimiento de la noticia. Yo me pregunto -y casi me podría contestar - ¿por qué esta demora tan tremenda en decidir sobre la suerte de un hombre que ha sido acusado de un delito? Porque todo nuestro sistema judicial está malo, porque, hace poco tiempo, hemos sabido la situación en que se encuentran los jueces y los funcionarios de Justicia, porque conocemos perfectamente bien la pésima situación económica en que se hallan y la falta de personal para atender esos servicios. Estas causas crean otras, y estas nuevas causas, a su vez, significan un hacinamiento de inocentes y delincuentes y, por lo tanto, también, un hacinamiento de seres humanos en las condiciones que ya se han descrito aquí.

Se trata, entonces, de que el Gobierno de Chile, el señor Ministro de Justicia, y la propia Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados, se dediquen, como ya lo hemos solicitado, al estudio profundo de todo este problema, a través de un proyecto de ley y que no se preocupen sólo de un caso aislado o de otro, porque los casos que llegan a conocimiento de la opinión pública son solamente botones de muestra de una trágica realidad que todos nosotros conocemos y que el país también conoce a veces con claridad prístina. Es necesario que no solamente se hable de una o de otra cosa.

Todos pensamos que es conveniente buscar los medios (económicos necesarios para habilitar establecimientos carcelarios, de los cuales el hombre no salga convertido en fiera enfurecida, sino donde sea posible reeducarlo para que, convertido en un verdadero ser humano, vuelva a servir a la sociedad. Y es muy necesario también considerar lo que manifiestan los funcionarios de prisiones en esta solicitud que denantes no permitieron leer los democratacristianos. Pues bien, en esta carta abierta del personal de la Asociación Nacional de Funcionarios de Prisiones, ANFUP, dirigida al Presidente de la República, se dice que los funcionarios profesionales del Servicio de Prisiones no tienen los mismos sueldos que reciben los que ejercen funciones similares. O sea, hay muchos problemas muy hondos, muy profundos en estos Servicios, no sólo se trata de la instalación de los hombres y mujeres que están presos en estos establecimientos; no sólo de las condiciones en que labora y de los horarios de trabajo excesivos que tiene el personal.

Hace poco, leía que un funcionario de Prisiones va a su casa cada 15 ó 20 días y ese funcionario también tiene hijos.

Nosotros necesitamos ver a nuestros hijos, revisar sus tareas, examinar si sus dientes están cariados; necesitamos hacer una caricia a nuestros hijos, conversar con ellos, dirigirlos en la vida. Eso mismo necesita hacer el hombre que está trabajando en una cárcel o en un establecimiento de ese tipo, y con mayor razón todavía, después de una oleada de indignación pública, justa o no, porque los hijos de esos funcionarios tienen que hacer en sus escuelas; todos hemos sido pequeños alguna vez y sabemos lo crueles que, a veces, son los niños, en su inocencia o ignorancia.

Entonces, esos niños necesitan más que otros, a sus padres y a sus madres, porque hay muchas mujeres que también trabajan en el Servicio de Prisiones, por lo cual estos hogares están abandonados por exceso de trabajo de sus padres.

¡Cuántas oficinas públicas hay, a las cuales nosotros vamos por cualquier trámite, donde vemos a una señorita que está arreglándose los cachirulos, limándose los uñas o mandando al mozo a buscar una taza de té!

¿Por qué a esas nuevas "promovidas" de la revolución en libertad no las mandamos a engrosar el Servicio de Prisiones o los organismos que están ahora en calidad de postergados, para desatochar de trabajo a esos Servicios y para dejar respirar a sus funcionarios, a fin de que puedan vivir en mejores condiciones? ¿Por qué esas señoritas sólo se mantienen en las partes donde el trabajo es cómodo, donde hay que dar cuatro picotones a la máquina de escribir para justificar un sueldo mensual? ¿Por qué, señor Presidente, no se hace una estructuración seria de la administración de estos Servicios? Seguramente van a decir que no hay plata -ya los estoy oyendo- y que la Caja Fiscal está en falencia; pero quisiera, que ojalá el Honorable colega señor Morales tuviera la lista de sueldos de asesores, que fue leída en el Senado hace poco tiempo, cuando tuvimos una reunión con los profesores. Pues bien, con esa plata, que a ellos se paga; con otros dineros que se dilapidan en una propaganda excesiva, a veces por un hecho baladí, pero que tiene importancia política, con otras platas que se gastan en el bombo con que todos los días nos machacan la cabeza, tratando de meternos a veces una idea que nosotros sabemos que está abortada antes de nacer; con todas esas platas, sería posible solucionar estos problemas

Me dicen que el bombo se ha trasladado a Bogotá. A mí no me causa extrañeza. Pero yo suprimiría el bombo, o sea, pediría más hechos, menos propaganda y menos musiquita de media hora todos los días porque todo eso cuesta plata.

Juntemos los dineros, Honorables señores Diputados y Honorable Cámara, para que, en serio, no nos quedemos sólo con estos bonitos discursos de Fulano y Zutano, sino para que, en serio también, resolvamos un problema que nos avergüenza.

Yo dije, en mi discurso anterior, que más que como Diputada, hablaba como mujer; y más que como mujer, como madre, porque muchos sabemos de la educación de los hijos de la gente de la clase obrera, o de la gente que tiene tan preocupados a Sus Señorías y que vive en los aledaños de la ciudad, como esos jóvenes denominados "coléricos", que no tienen un destino para su vida, que no encuentran un hueco en la escuela o en el liceo, y que, a veces, por deficiencia en la estructura de sus hogares, caminan sin rumbo, sin brújula, son pasto del delito y de los vicios, y son los que llegan a engrosar la población de las cárceles y de los presidios.

A esa gente, es posible salvar; pero, no a través del castigo que significa permanecer preso en una cárcel con ratones, con los pies mojados, metido entre los piojos y en la miseria. A esa gente es posible salvarla y regenerarla con educación, con buenos ejemplos, con decencia, con limpieza.

Nosotros, los marxistas, decimos que el medio en que se vive determina la propia conciencia. Si yo tengo que vivir en medio del barro, en medio de la mugre, en medio de la desesperación, tendré alma de puerca. Pero, si vivo en una casa limpia, o por lo menos engalanada, con pisos decientes, y si me alimento con una comida humana, tendré conciencia de ser humano. En consecuencia, no rebajemos más la ¡condición humana de aquéllos que han caído, y oigamos también lo que expresa el personal del ¡Servicio de Prisiones en esta carta que los Honorables colegas no permitieron insertar en la versión y que, aun cuando dice cosas muy dunas, ellas no llegan al Presidente de la República. Pero dice verdades. Yo había pedido que se incluyera en la versión, porque en ella no sólo se habla de la situación del personal de Prisiones, sino también de la situación de los reos, del estado de las ¡cárceles, del sistema carcelario, porque el sistema es el malo.

No sacamos nada tampoco con decir que el Ejecutivo va a mejorar la situación de tales o cuales funcionarios, o que va a aumentar la planta en tanto o cuantos nuevos empleados. Es necesario, además, que los locales de castigo o de reclusión de los reos sean apropiados. Es necesario que no se destinen para cárceles locales que ocuparon un molino abandonado, una fábrica o un matadero insalubre, que luego se transformará en un matadero humano.

Es necesario que nosotros, en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, busquemos la manera de solucionar los problemas de los que ¡están a veces dos o tres años esperando las condenas, y después les sale una condena de 61 días o de 360 y tantos días. O sea, el hombre o la mujer se dan cuenta de que han estado a veces años, pagando de más por un delito que no cometieron o por un delito de mucha menor categoría que el que se les imputa.

Yo no sé si los colegas de la Democracia Cristiana estarán de acuerdo con nosotros en que es necesario hacer esta reforma. Es posible que lo estén. Nuestro proyecto, que ya ha sido entregado a la Mesa, pide cosas sencillas, porque lo que menos queremos hacer con un problema tan serio es festinarlo o hacer demagogia a costa de él. No nos habría costado nada, porque también somos capaces de hacerlo, tratar de tocar las fibras íntimas de las mujeres que vinieron de Rancagua, y que yo sé que ¡están ¡en las tribunas, o tocar las fibras íntimas de los funcionarios de prisiones, hablando de su propio problema personal. Pero hemos querido darle a ¡este problema una categoría ¡de mal nacional, de lacra nacional, de ¡enfermedad ¡nacional, y tratar, por lo tanto, como así lo sugiero, de buscar una solución legal, una solución definitiva y profunda, una solución seria.

Para esa solución seria no basta que la Cámara de Diputados haga una sesión especial. Es necesario que el Ministro de Justicia tome cartas en el asunto, que vea si es cierto, si es posible, que en un régimen llamado de revolución en libertad hay cárceles que son una vergüenza para la condición humana.

Es necesario que el Ministro de Justicia vea si es posible que una planta de funcionarios tenga que trabajar jornadas inhumanas para atender un trabajo de por sí duro e ingrato. Es necesario que el Presidente de la República estudie las fórmulas para financiar la construcción de edificios en que viva esta gente y también busque la manera de ampliar la planta del personal, porque, de otra manera, vamos a seguir en las mismas condiciones.

Con respecto a donde empieza la antesala de la cárcel, que es el juzgado, también conviene que las autoridades de nuestro país, los que tienen "la sartén por el mango", los que están realizando la revolución en libertad, piensen que en el estrado de los jueces también hay miseria. Y donde está el secretario también hay miseria. Mientras esto no se solucione, seguirán esperando los reos y los no culpables que se dicte una sentencia para ellos...

El señor SIVORI (Vicepresidente).-

¿Me permite, Honorable Diputada? Ha terminado ¡el tiempo del Comité Socialista.

El turno siguiente corresponde al Comité Demócrata Cristiano.

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