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Antecedentes
  • Senado
  • Sesión Especial N° 6
  • Celebrada el
  • Legislatura Extraordinaria periodo 1966 -1967
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Intervención
SITUACION PRESUPUESTARIA DE LA UNIVERSIDAD TECNICA DEL ESTADO.

Autores

El señor ALLENDE.-

Señores Senadores:

¡Once días de huelga! ¡Marcha de An-tofagasta a Copiapó, La Serena, norte grande y norte chico! ¡ Mil quinientos kilómetros! ¡Valdivia, Temuco, Concepción, Talca, en el sur! ¡800 kilómetros!

¿Por qué y para qué hacen esto los estudiantes? Para reclamar el pago de lo adeudado a la Universidad Técnica del Estado; para que se curse la suplementación presupuestaria de ese plantel, correspondiente al año 1966, y para que sean entregados 83.000 escudos que solicita dicha universidad, cantidad necesaria para que ésta pueda continuar desarrollando su fructífera labor. Todo ello es la expresión de una conciencia de alto nivel de parte de los estudiantes de la Universidad Técnica del Estado, todo ello al margen de cualquiera tendencia política y con una profunda y honda inquietud que debe merecer el respeto y la comprensión de los poderes públicos.

En nombre del Partido Socialista, expreso, en esta mañana, mi amplia y absoluta solidaridad con los jóvenes estudiantes de la Universidad Técnica del Estado; les expreso nuestro apoyo a sus justas peticiones y declaro que tanto los jóvenes universitarios como el personal docente y administrativo de esa universidad están unidos en esta justa y noble lucha por el progreso de dicho plantel, lo cual implica el progreso mismo de Chile.

Deseo esta mañana ampliar un tanto mis observaciones por considerar que algunos importantes aspectos han sido abordados en profundidad en los discursos pronunciados por mis Honorables colegas señores Teitelboim y Barros. Pido excusas al Senado por la forma cómo deberé exponer mis observaciones, pero, en verdad, no he tenido tiempo para esquematizar mis ideas ni para buscar los documentos pertinentes. Pero pienso que, aun así, improvisadamente, podré exponer algunos aspectos que entroncan con la vida misma de nuestro país y están directamente vinculados al futuro de Chile y a su destino.

Deseo -quizás no cometa un error- cumplir con el deber de hablar a los señores Senadores, pero no puedo ignorar que en tribunas y galerías hay, en estos instantes, nutrida concurrencia, fundamentalmente de juventud chilena, de muchachas y muchachos de la Universidad Técnica del Estado. Quiero decir a los señores Senadores -y los estudiantes lo oirán- que ser estudiante universitario en un país subdesarrollado como el nuestro, constituye un privilegio extraordinario, es una ventaja que alcanzan tan sólo unos pocos, es una realidad que implica la injusticia económico-social de un sistema. También los que hemos pasado por la universidad somos privilegiados. Basta recordar que hoy día, de cada cien alumnos que hay en la universidad, solamente dos son hijos de obreros. Es decir, tanto la educación superior como las educaciones media y primaria, están evidenciando en Chile la existencia de un privilegio para unos pocos frente al ansia infinita de todos por tener derecho al pan espiritual.

Por eso, más que nada, y aunque sea en forma improvisada, me interesa plantear ante el Senado cuál es el destino, cuál es el futuro del país. Para ello quisiera, con el respeto con que deben tratarse estas materias, recordar algunos hechos. Chile marca, con cifras de fuego, una realidad social brutal que afecta a la mujer chilena: la segunda causa de mortalidad general de la mujer, en nuestro país, es el aborto. Aquí comienza el drama del destino de la patria. ¡ Ciento ochenta mil abortos al año, producidos por causas económicas y sociales! La mujer, que tiene como misión maravillosa de la vida prolongar la existencia; que tiene, como sublime expresión de femineidad, el ansia infinita de ser madre, se ve compelida a arrancarse de las entrañas el futuro hijo, por motivos ajenos a su voluntad y a sus sentimientos. Ciento ochenta mil abortos al año marcan el drama brutal de una realidad económico-social, que tantos tratan de ocultar, pero que golpea tan violentamente.

Pese al tiempo transcurrido, al aumento vegetativo de la población y al avance de la técnica médica, siguen en pie algunas cifras que, con valentía, estampé en un libro hace veintiséis años, cuando fui Ministro de Salubridad de PedroAguirre Cerda. En la primera página de ese libro, "La Realidad Médico-Social Chilena", bajo una fotografía que muestra a un niño que tiene en sus brazos a otro que duerme, mientras pasa indiferente un transeúnte, expresé lo siguiente:

"Por cada veinte partos, nace un niño muerto. La mortinatalidad nuestra equivale al 50,5% de los nacidos vivos; por cada mil nacidos vivos, mueren doscientos cincuenta. Por cada diez niños nacidos vivos, muere uno antes del primer mes de vida; la cuarta parte, antes del primer año; y casi la mitad antes de cumplir nueve años. Cuatrocientos mil niños no concurren anualmente a ninguna escuela, lo que representa el 42% de la población en edad escolar. Tenemos seiscientos mil jóvenes analfabetos. El 27,9% de los nacidos vivos son hijos ilegítimos, cifra ésta la más alta entre los países civilizados" que tienen estadística.

Si partimos de estos hechos y, con un esfuerzo no muy grande de la imaginación, vamos siguiendo el derrotero de los que pueden nacer, de los que sobreviven al primer año de vida, de los que empiezan a ser niños y de los que llegan a ser jóvenes, encontramos otros hechos que la juventud de nuestra patria no debe desconocer.

Chile señala el hecho brutal de que un porcentaje extraordinario de nuestra infancia se alimenta mal. A consecuencia de ello, una alta proporción de nuestros niños tiene alteraciones en el desarrollo, sufre de enfermedades por carencia que van marcando, lenta pero profundamente, a una raza. Dice un trabajo del Colegio Médico de Chile:

"Nacen en Chile 260 mil niños al año, de los cuales 35 mil (13%) mueren durante el primer año de vida, de cuya cifra el 75% sería evitable. Datos concretos indican que el 60% de los niños chilenos tiene tallas bajo lo normal; el 62% acusa peso igualmente subnormal; el 42% presenta anemias por carencia de glóbulos rojos; el 19%, anemias por falta de hemoglobina; el 15% revela encías esponjosas y sangrantes, y el 86% muestra dentaduras en pésimas condiciones. La mortalidad general del país es muy 'alta, ya que llega al 12,2%".

Aparte eso, tengamos presente que se producen 180.000 abortos al año. Cifras brutales de morbimortalidad infantil; porcentajes dramáticos que configuran el cuadro de una raza empobrecida, marcada por una injusticia que, indiscutiblemente, está indicando la suprema responsabilidad de los poderes públicos y, sobre todo, de aquellos que, teniendo el poder y diciéndose revolucionarios, marchan por los viejos y rutinarios caminos que han conducido a esta realidad económica y social.

Señores Senadores, ¿qué sucede con los niños campesinos? ¿Cuál es el porcentaje de muchachos campesinos chilenos que logra siquiera alcanzar a leer? ¿Qué proporción de ellos alcanza a tener tres años de escolaridad, que es el promedio de la escolaridad en Chile? ¿Será necesario repetir incansablemente lo que es la pirámide de la incultura, para que nos demos cuenta, alguna vez, cómo se derrocha en nuestro país lo que más vale: el potencial de inteligencia de nuestros niños y jóvenes? ¿Podrá alguien pensar que una nación llegará a alcanzar niveles superiores de progreso si no existe una preocupación básica y esencial encaminada a dar a las generaciones presentes y futuras por lo menos la posibilidad de prepararse y de educarse? ¿Hay crimen mayor, injusticia más dramática, interrogante más amarga, para un padre o una madre, que no poder educar a sus hijos?

Por eso, sin romper la tradición del Senado, he dicho que, sin ignorar la presencia de universitarios en este recinto -habitualmente al margen de quienes concurren a nuestras sesiones-, he querido empezar mi intervención improvisada señalando el privilegio que implica ser estudiante universitario. Pero me complace que dicho privilegio lo ejerzan, en este instante, con preocupación ciudadana y alto sentido de responsabilidad, los estudiantes de la Universidad Técnica del Estado, empeñados en obtener de parte de un poder sordo y ciego que se aboque al estudio de una solución justa, a fin de que la universidad pueda lograr el nivel de desarrollo reclamado por el país.

Si el hijo del campesino queda marcado por la injusticia de un régimen que le impide llegar hasta el primer ciclo de la educación primaria, el del obrero o el del empleado ¿alcanzan siquiera satisfactoriamente una educación que los capacite y los prepare para su propia existencia, no digo ya para contribuir a la gran tarea común y colectiva que debe realizar un país en razón del esfuerzo de un pueblo, que, como el nuestro, registra tan tremendos desniveles expresados en hambre, desocupación, enfermedad, mugre, miseria fisiológica y miseria moral?

Tengo a la mano algunas cifras que expusimos oportunamente en un folleto que editamos en la campaña presidencial de 1964. En él consignamos datos de la Federación de Maestros, que señalan lo siguiente :

"Por cada 100 estudiantes chilenos, concurren :

80,6'/ a la enseñanza rimaría.

11,9% a la enseñanza secundaria.

5,9% a la enseñanza especial.

1,6 a la enseñanza universitaria.

"Además, de cada 100 niños que ingresan al primer año primario, sólo 17 llegan al 6º año primario.

9 llegan al 1º año de humanidades.

3 llegan al 6º año de humanidades.

1,5 llegan al 1° año de la universidad".

Creo que esta pirámide de la incultura constituye el discurso más elocuente y condenatorio contra un sistema, un régimen, y sus sostenedores.

De cada cien niños, veinte, por razones ajenas a su voluntad, no pueden ingresar a la educación primaria. Por eso, tenemos una cifra extraordinariamente alta entre analfabetos absolutos y relativos: 40% de la población.

De cada cien niños, 11,9 alcanzan la educación secundaria.

¡ Fíjense, señores Senadores, cuántos se quedaron y qué nivel de educación elemental alcanzaron, en circunstancias de que la escolaridad primaria promedio en Chile llega a tres años! Así, de cada cien niños, 5,9 alcanzan a la enseñanza especial y 1,6 la universitaria. Por eso, dije que nosotros y la juventud universitaria -es decir, los que hemos pasado por la Universidad y quienes están en ella- somos privilegiados.

Quienes fuimos estudiantes y hoy somos profesionales por habérnoslo permitido la situación económica de nuestros padres, y los que son actualmente universitarios, tenemos la tremenda responsabilidad de señalar con hechos y palabras que esta situación no puede continuar.

El tema que estamos analizando debiéramos y debemos plantearlo, inclusive, más a la de las fronteras políticas. No puede culparse sólo a este Gobierno; no podemos desconocer algunas tentativas realizadas, en especial respecto de la ampliación de la matrícula en las escuelas primarias, de la construcción de un número determinado de nuevos establecimientos escolares y de la creación de nuevas plazas de maestros. Ello constituye un aspecto positivo del Gobierno democratacrisliano. ' Si este Gobierno tuviera la honradez, junto con el partido político que lo sostiene, de decir que es un Gobierno capitalista más, yo calificaría de auspicioso el esfuerzo que ha hecho en la educación primaria. Pero tratándose de una Administración y un partido que dicen ser revolucionarios, sobre todo cuando este último, a lo largo de muchos años, expresó su decidida voluntad de cambios, a mi juicio, uno tiene derecho para afirmar que el esfuerzo realizado no tiene ni las proyecciones que debería tener, ni corresponde a la concepción de lo que es el desarrollo planificado de la educación chilena. En mi concepto, ni siquiera tiene derecho a llamarse reformista en profundidad, no digo revolucionario.

He reconocido el esfuerzo de este Gobierno en el campo de la educación primaria. ¿Pero qué se ha hecho en el de la secundaria o respecto de la obligación del Estado de preocuparse de la educación superior?

Si he planteado como interrogante el destino de la juventud chilena, ha sido porque también puedo señalar otro aspecto que está contenido en mis palabras: la defensa y protección de la salud y el desarrollo equilibrado del ser humano. Al respecto, aparte un aumento apreciable en la distribución de leche, para dar cumplimiento a una ley de iniciativa de estas bancas, nada amplio y serio se ha hecho en lo tocante a ¡a salud, por intermedio del Servicio Nacional de Salud.

Al decir esto, estoy destacando que en los dos aspectos más esenciales y básicos de un país, la salud y la educación, el Gobierno actual exhibe una actitud similar a la de los anteriores; actúa parsimoniosamente, sin apremio, sin la inquietud que debería tenerse para recuperar las horas muertas y perdidas durante años y años en un país que se desangra, ¡según demuestran sus cifras de morbimortalidad; en un país que desprecia y bota lo que más vale: la capacidad potencial de sus generaciones futuras y presentes.

Cuando desde las bancas cuantitativamente semidesiertas de enfrente y de las casi desiertas de la Democracia Cristiana, se levantan voces para criticar a los regímenes socialistas, uno ve falta de preparación o pasión ciega.

Cuando el Gobierno, por intermedio da personeros de la Democracia Cristiana, por ejemplo, plantea sus soluciones como camino de liberación de los pueblos de América Latina y, por otra parte, el imperialismo se empeña en anteponer a la revolución cubana el reformismo democratacristiano, uno piensa tan sólo en algunas cifras relativas al desarrollo de la educación y de la cultura alcanzado en Cuba, para demostrar la diferencia tangencial que existe entre una revolución falsa y una auténtica.

Cuba, agredida militarmente, saboteada, cercada, sin poder comerciar, invadida; Cuba -no según nosotros, sino a juicio de los organismos técnicos de Naciones Unidas- terminó en un año con el analfabetismo. ¿Por qué? ¿Acaso porque fueron sólo maestros quienes cumplieron esta alta tarea? No. Se movilizó un pueblo. Personalmente, tuve la satisfacción de ver muchachas de dieciséis años y ancianas respetables de 70 y 80 años, engrosando las brigadas alfabetizadoras. Se movilizó todo un pueblo bajo un lema tan simple como maravilloso: "Si no sabes, aprende; si sabes, enseña"

Cuba, agredida militarmente, saboteada, injuriada, calumniada, tiene más de 70.000 becarios de provincias estudiando en La Habana. No diré que ha triplicado, sino multiplicado por quince o veinte, la posibilidad de dar cabida, en una concepción amplia de universidad para Lodos, a todos los jóvenes cubanos que quieren estudiar. Pero más que eso, les ha exigido a éstos que se preparen. Las cifras que deben alcanzarse en las distintas profesiones demuestran la gran visión revolucionaria que indica que no hay progreso si no se cuenta con base técnica, conocimiento, estatura intelectual.

En Chile, nos enfrentamos con esta realidad que hoy aflora en la expresión justa de protesta de los estudiantes de la Universidad Técnica del Estado.

A propósito de ello, agradeceré a la Mesa, cuando haya quórum, solicitar el acuerdo de la Sala para insertar en mi intervención algunos cuadros estadísticos que temo no poder analizar en esta oportunidad, ya que no deseo monopolizar el uso de la palabra. Dichos cuadros dicen relación a la realidad económica de esa universidad.

-Los cuadros, cuya inserción se acordó con posterioridad, son los siguientes:

Nos encontramos -repito- frente a una realidad educacional que nosotros analizamos honesta y seriamente en un folleto que publiqué al cumplirse un año del acceso al Poder del Gobierno democratacristiano. En él dediqué algunas páginas y cifras a la política educacional de la Democracia Cristiana. En el epígrafe de este folleto, expreso:

"Un vago "Bien Común" es base educacional de la Democracia Cristiana. Sus propósitos se identifican con la posición confesional. Aun con la mayor matrícula de 1965 subsisten las mismas vacancias clásicas. Enorme aumento burocrático y prescindencia de las organizaciones de maestros son índice del Ministerio de Educación. Asfixia financiera de la U. de Chile." Es decir, el movimiento popular, el Partido Socialista, que con satisfacción

al cambio de Eº 3.30 e/u al cambio de Eº 3.30 e/u al cambio de Eº 3.30 c/u al cambio de Eº 4.50 c/u al cambio de Eº 4.50 c/u al cambio de Eº 4.50 c/u representamos en este hemiciclo, advirtió todo esto; no ahora, no porque haya una huelga, no para culpar única y exclusivamente al Gobierno, sino, inclusive, reconociendo que éste ha tenido más preocupación que otros, pero que ella ha sido insignificante con relación a la gran tarea que debe realizarse. Si tomamos en consideración la filosofía del pensamiento del Gobierno democratacristiano, en ese concepto tan vago del bien común, aparece reflejada una vez más la ambigüedad vacilante que tiene esa expresión en otro ángulo. Cuando habla de las (transformaciones que llevarían al régimen comunitario y cuando tras esa fraseología ampulosa e inconexa del bien común apunta la decisión de mantener los privilegios de una educación particular; cuando se habla de la caducidad de los principios de un estado docente para levantar la oriflama de la libertad de enseñanza que lleva envuelta la concepción de mantener privilegios que desconocen la labor del Estado y su obligación fundamental, y cuando todo ello tiene como resultado evidente el estrangulamiento económico de los organismos superiores de la educación, que son las universidades, uno comprende que también en esta materia la Democracia Cristiana y el Gobierno defienden jesuíticamente su pensamiento, que es, indiscutiblemente, trasnochado, frente a la gran tarea de crear un hombre nuevo, con mentalidad distinta, con pensamiento abierto, sin fronteras y frente a la realidad de un mundo que está en revolución, donde crepitan los pueblos y se levanta una voluntad insobornable de dar el derecho a la educación, a la salud y al trabajo al hombre común de nuestro continente.

Mientras tanto, uno ve cómo el poder ciega y hace soberbios a hombres que en apariencia eran modestos en su actitud pública, como es el caso del ciudadano Presidente de Chile, que en carta dirigida al Rector del Internado Barros Arana, desconociendo estas 'realidades, usa expresiones condenatorias para una inquietud que, por suerte, tienen los universitarios chilenos.

¡Qué amargura tendría yo al término de mi vida física y política, si viera castrada mental y espiritualmente a la juventud! ¡Qué drama sentiría por el fracaso de mi vida, dedicada a una preocupación pública honesta, y de los esfuerzos populares, si la juventud chilena no vibrara y no se preocupara por sus propios problemas!

Por eso, desde aquí, con pasión de médico, con fe de revolucionario, con ansias de chileno, destaco la justicia de que los jóvenes se vuelquen a las calles, usen sus cantos rebeldes para sacudir la inercia de un Gobierno y el silencio de los Poderes Públicos, para que haya una preocupación seria y realmente revolucionaria ante la realidad que confronta nuestro país en el campo educacional.

Se ha dicho, también, que ser universitario es un privilegio. Desde aquí hablo a los universitarios de Chile para que ellos, que pueden entender, comprendan que, de cada cien muchachos, 1,6 llega a la Universidad; para que los hijos de profesionales, como son los míos, de gentes que tuvieron los medios económicos paira hacerlos estudiar, entiendan cómo quedan a la vera de la educación cientos y males de miles de muchachos y de niños en nuestra patria.

Reclamo de esos estudiantes que han dado esta lección cívica extraordinaria, más y más preocupación, no sólo por el problema que a ellos atañe, de su grande y querida universidad, sino por el problema general de la educación en nuestro país. Mientras hay problemas en la Universidad Técnica, y los hay angustiosos en la Universidad de Chile; mientras hay problemas en la enseñanza superior del Estado, como lo ha demostrado con cifras irrefutables el 'Honorable señor Teitel-boim, en una actitud que entraña toda una política, toda una táctica, toda una estrategia, el Gobierno levanta conceptos de una filosofía destinada a cercenar las posibilidades de que el niño, el joven o el hombre de Chile tengan la visión de un mundo en la amplitud extraordinaria que hoy da el avance de la técnica y la ciencia.

No concibo estudiantes universitarios al margen de sus propios problemas; no concibo estudiantes universitarios ajenos a la realidad económica y social del país; no concibo estudiantes universitarios sin entender el significado de que 20% de nuestra población no sepa leer ni escribir y que hay 40% de analfabetos absolutos o parciales; no concibo estudiantes universitarios indiferentes a las cifras brutales que he dado respecto del drama de las mujeres chilenas y la mortalidad infantil; no concibo a los profesionales del mañana sin entender el drama de su propia frustración, de la frustración de un país, cuando sabemos que miles y miles de sus universitarios van más allá de las fronteras materiales de Chile para buscar posibilidad de subsistencia mejor.

Lo que ocurre es que también este régimen prepara a la gente esencialmente para conquistar ventajas económicas por medio de su esfuerzo, porque nuestra educación no tiene contenido democrático y ni siquiera la finalidad de enseñar ampliamente, por lo menos, lo que es una auténtica democracia, aun en un régimen capitalista. Para qué hablar de una educación que niega la existencia de corrientes filosóficas, no obstante que más de mil millones de seres humanos -y nosotros, con satisfacción- nos empapamos en su contenido, en el análisis de los fenómenos del mundo y la interpretación de los hechos históricos por medio de un pensamiento realista y científico como es el marxismo.

¡Estamos retrocediendo! ¡Democracia Cristiana, Gobierno revolucionario, revolución en libertad! ¡Borracheras de palabras que no tienen contenido ni vitalidad, ni fuerza dinámica ni fe! No puede haber fe, no puede haber confianza ni puede ser revolucionario un Gobierno que, en Jugar de orientar y estimular la acción rebelde de la juventud, procede por medio de sus funcionarios, como lo ha hecho en Temu-co, a bajar de los autos y camiones a los muchachos que querían llegar hasta aquí, y a castigar y multar a los conductores de esos vehículos por el tremendo delito de recoger a esos estudiantes. ¡Gobierno revolucionario que inventó el "slogan", envejecido antes de nacer, de la "patria joven", para negar a ¡los jóvenes, auténticos patriotas, el derecho a protestar por algo que los toca tan de cerca, como es el destino de su propia universidad, que es el destino de la juventud chilena!

Desde estas bancas, con la autoridad moral que nos da el habernos preocupado siempre de estos problemas, con la solvencia que concede el haber escrito hace 30 años sobre estas materias, cuando éramos Gobierno -y bastante hicimos para

terminar con algunas lacras que todavía subsisten-, con fe en el pueblo y, sobre todo, con confianza en la juventud, porque una juventud sin vitalidad, sin fuerza creadora, sin espíritu rebelde, no es juventud ; desde estas bancas -repito-, digo al Gobierno, que tanto ha derrochado la confianza del pueblo, que siquiera cristianamente se preocupe del destino de Chile, que está en su juventud; que no levante viejas banderas que niegan el pensamiento libertario, en la concepción del hombre, su destino y su desarrollo; que no trate de imponer la educación religiosa como una necesidad para todos, porque hay hombres que 'tenemos un sentido profundamente humano de la vida a pesar de carecer de creencias religiosas; que no venga a imposibilitar el desarrollo de la educación superior por medio del cercenamiento de los presupuestos para las universidades del Estado; que no desconozca la obligación fundamental de un Gobierno de hacer de la educación la preocupación básica de su acción.

Un hombre que era maestro y que se proyecta en la historia de Chile con los caracteres imborrables de un estadista -me refiero a don Pedro Aguirre Cerda-, tomó como lema de su Gobierno "Gobernar es educar y dar salud al pueblo". ¡Qué aprenda Frei de la historia y de los que ayer, con más derecho que él, llegaron a ser Presidentes de Chile! ¡Recuerde el Jefe del Estado que el destino de un país está en su juventud! ¡No niegue al niño chileno el derecho a la salud y a la escuela! ¡No niegue al muchado chileno el derecho a la educación! ¡ No niegue al universitario chileno el derecho a ser un técnico al servicio de su patria y al destino común por el cual estamos luchando!

He dicho.

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