Labor Parlamentaria
Participaciones
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Antecedentes
- Senado
- Sesión Especial N° 11
- Celebrada el 19 de octubre de 1966
- Legislatura Extraordinaria periodo 1966 -1967
Índice
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El señor
Puede apreciarse que, en los 17 años transcurridos entre 1949 y 1965, hemos exportado 713 millones 700 mil dólares e importado 1.912 millones 600 mil dólares, con un saldo en contra en nuestra balanza de pagos ascendente a 1.198 millones 900 mil dólares.
Puede calcularse por un instante lo que hubiera podido hacer Chile con esa inmensa suma. Podría haber reducido su deuda externa; consolidado el valor de su moneda; desarrollado su economía con nuevas industrias básicas; elevado el nivel de vida de la población; construido escuelas, hospitales, viviendas, caminos y aeródromos; robustecido el potencial bélico de sus
Fuerzas Armadas, etcétera, con tan sólo haber dejado de importar 1.198 millones 900 mil dólares en alimentos, sin contar su ingreso normal por concepto de otras exportaciones, principalmente de minerales. Si a la sangría gigantesca que constituye el déficit agrícola se agrega que este país perdió en los sismos de mayo de 1960 y marzo de 1965 casi 1.000 millones de dólares, pueden apreciarse la intensidad del castigo recibido por nuestra economía, las reales causas de nuestro lento desarrollo y la estagnación de los problemas sociales.
Disponibilidad limitada de tierras.
Luchar contra el déficit alimenticio es ya una tarea y una responsabilidad nacional, a la cual nadie puede sustraerse. Y corresponde a esta generación prevenir a las venideras contra el hambre, porque, a los problemas agrícolas susceptibles de resolverse, se agrega otro factor de mucha mayor gravedad: que la capacidad de tierras del país está limitada y se acerca a su saturación, de modo que, una vez asimiladas las áreas que pueden incorporarse, no quedará más disyuntiva que la aplicación de la técnica y el cultivo intensivo llevado hasta el último extremo.
Según Carlos Keller, en su libro "Revolución en la Agricultura", la superficie territorial de Chile alcanza a 75 millones 700 mil hectáreas, prescindiendo de la Antártida. De esta superficie, son útiles 23 millones 100 mil hectáreas, las que, con una serie de medidas de sana y visionaria política de incorporación y desarrollo, podrían ampliarse en 3 millones 300 mil hectáreas más, para llegar a un total de 26 millones 400 mil hectáreas. O sea, solamente 35% del territorio nacional es aprovechable, y 65% es improductivo total.
De la superficie de Chile, sólo 16% es cultivable, o sea, 12 millones de hectáreas; pero, según el Ministerio de Agricultura, como muchas de estas tierras tienen serias limitaciones, prácticamente es cultivable 8,4% del total, o sea, poco más de 6 millones de hectáreas.
El excelente informe que, para este Senado, ha presentado el secretario de nuestras Comisiones unidas de Hacienda y de Agricultura, señor Pedro Correa, contiene un resumen completo de cuadros estadísticos que arrojan plena luz sobre las posibilidades agrícolas de Chile, de manera que omitiré dar a conocer muchas otras cifras.
Los terrenos cubiertos con pastos naturales representan un porcentaje de más o menos 55% del total de las tierras cultivables o arables, y las tierras en barbecho 12%.
Manifiesta el señor Trivelli su seguridad de que Chile dispone realmente de más o
menos 6 millones 500 mil hectáreas arables, pero que, desgraciadamente, el levantamiento aerofotogramétrico del país ha revelado el gran avance de la erosión, que afecta más o menos al 60% de la superficie territorial, circunstancia ésta que entraña una gravísima amenaza, contra la cual el país tendrá que movilizarse en resguardo de su misma subsistencia.
Distribución de la tierra.
Cabe recordar, para la comprensión del problema y para evitar caer en error, que la superficie arable de Chile, según el Ministro de Agricultura, es de un máximum de 6.500.000 hectáreas y que las grandes propiedades están muchas veces constituidas por cordilleras, pantanos, matorrales y selvas inaprovechables, como también que las estadísticas son totalmente distorsionadas por la existencia de grandes propiedades existentes al sur del Canal de Chacao, dedicadas a la crianza de ovejas con resultados admirables.
Según el censo de 1955, de las 151 mil explotaciones agrícolas, 76 mil, es decir, más del 50%, tenían menos de 10 hectáreas cada una, considerando todo tipo de suelos, y disponían en conjunto de menos del 1% del total de la tierra censada del país. Dentro de este total, 28.246 explotaciones eran de menos de una hectárea, revelando toda la triste tragedia del minifundio y la miseria del pequeño agricultor chileno.
En contraste con esta extrema división de la tierra, el censo reveló 6.326 explotaciones constitutivas del 4% de las explotaciones agrícolas de Chile, con una superficie de más de 500 hectáreas cada una, las cuales, en conjunto, reunían una superficie de 22 millones de hectáreas, o sea, casi 81% de la superficie total censada.
Estas mismas 6.326 explotaciones disponían de 2 millones 800 mil hectáreas arables y de 582.000 hectáreas regadas, cantidades que representan 51,1% y 53%, respectivamente, de los totales censados.
En contraste violento, las 76 mil explotaciones de menos de 10 hectáreas sólo disponían de 2,8% de las tierras arables y de 4% de la tierra regada, con respecto a los totales respectivos arrojados por el censo.
La población que vive en los campos.
En el año 1920, sólo 50% de la población chilena vivía en los campos; en 1960, esta proporción descendió al 34,7%, y calcula CIDA que, en el año 1975, descenderá al 26,1% con una población rural de 2.841.400 personas, siendo la población urbana de 8.056.000 habitantes, con un total nacional de 10.897.400 personas.
Cabe agregar que el problema se agrava al extremo, pues, de las familias que aparecen como dueñas de tierras, que son menos de la mitad de las familias campesinas, 127 mil disponen de tierras de superficie igual o inferior a la unidad agrícola familiar, pero la mayor parte son minifundios absolutamente incapaces de sustentar un nivel mínimo de vida con el trabajo familiar, debido a la escasez de tierra, a su mala calidad y al deterioro que por las pésimas formas de explotación se acumula sobre ellos.
La distribución del ingreso nacional.
Para completar el cuadro sombrío que sobre las estructuras agrarias del país arrojan las serias cifras que he estado analizando, y precisar cuán indispensable es la realización de la reforma agraria, conviene considerar también la forma como se distribuye el ingreso nacional por sectores de población, pues así comprenderemos las razones que provocan el grado de sórdida miseria que viven millones de nuestros compatriotas y la urgencia de realizar cambios fundamentales que establezcan el equilibrio perdido y abran paso al acceso del pueblo a la cultura y a formas mínimas de civilización.
Veamos el índice del ingreso promedio calculado por la CORFO, basado en el ingreso geográfico neto, por persona activa y por sector económico, entre los años 1950 y 1960:
En cuanto a la distribución de los ingresos entre los factores de producción, la situación chilena presenta casos de extremos. A partir de 1950, en ningún año la participación de la propiedad en los ingresos ha dejado de ser menos de 50%,. hecho que revela el alto grado de concentración de la riqueza y, al mismo tiempo, el elemento causal para mantener esa concentración, punto de partida de las hondas diferencias sociales y de la sórdida miseria que se observa en las clases populares..
Las conclusiones del estudio de los técnicos de la FAO, de la OEA, del BID, de la CEPAL, de la IICA, en síntesis, del Comité Interamericano de Desarrollo Agrícola, elaborado a base de conceptos de desarrollo económico y social contenidos en la Carta de Punta del Este, a fin de evitar controversias acerca de la definición más aceptable, me parece indispensable repetirlas en esta Sala, para amplia difusión en la opinión pública y para que aprecie el país por qué la reforma agraria en Chile debe considerarse irreversible.
En el estrato bajo, a más de movilidad horizontal y ocupacional, suscitada sobre todo por las migraciones, puede advertirse un cierto grado de movilidad interna, mediante la cual se produce una corriente de ascensos y descensos de posición y una variedad de ingresos que oscilan entre cero para el desempleado temporal y uno más alto que el corriente para las personas que logran pequeños progresos. El acceso a la pequeña propiedad puede hacerse a través del escalón de la aparcería, pero: "El paso del inquilino a la clase de los pequeños propietarios es difícil y lento en razón de elementos de distancia social existentes sobre todo en las regiones donde predomina el latifundismo".
Todos los guarismos confirman inapelablemente que la estructura agraria en Chile se caracteriza por la preeminencia del sistema latifundio-minifundio. Los sistemas de tenencia prevalecientes en la agricultura chilena constituyen un obstáculo al desarrollo económico y social.
Existe un uso ineficiente del recurso tierra. Se desaprovecha el recurso mano de obra. Hay ineficiencia en el uso del capital.
La mayor parte de la población campesina presenta un deplorable nivel de vida. (Salud, habitación, alimentación, facilidades sanitarias, etcétera).
La estructura agraria nacional se caracteriza por su rigidez y, en consecuencia, se ha mantenido relativamente estabilizada, principalmente en Chile central, que contiene proporcionalmente los mejores recursos agrícolas del país.
"El grado de movilidad social es mínimo. Los asalariados encuestados en los predios de mediano a gran tamaño declararon no tener posibilidad alguna de ascenso; en la mayoría de los casos, el "status" social de sus padres era igual al de los entrevistados; es decir, éstos no habían ascendido en la pirámide social, a pesar de haber mejorado su nivel de escolaridad". (CIDA, página 111).
Los absurdos mortales del crédito.
Señor Presidente y Honorable Senado, los Senadores del Comité Independiente, que con profunda adhesión votaremos en general la idea de legislar en favor de la reforma agraria en Chile, manteniendo la posición que tuvimos al dictarse la ley 15.020, creemos profundamente en la democracia y afirmamos que sólo en la libertad puede ella dispensar la totalidad de los admirables y superiores atributos que brinda al hombre.
Pero, para actuar sinceramente como demócratas y hacer de la democracia una verdad y no una mascarada, para darle contenido y fuerza realizadora a sus magníficos principios, es preciso no experimentar temor de penetrar en los vacíos que en nuestra sociedad subsisten, y corregirlos sin vacilaciones.
El problema crediticio es uno de los factores más determinantes del desarrollo agrícola, ya que nuestra agricultura precisa de constantes inversiones y se ha visto enfrentada durante largos años a dos fuerzas contradictorias: por un lado, los precios irreales de sus productos y, por el otro, el alza siempre constante del precio de los insumos.
, Pero, si es serio el problema crediticio de los propietarios normales, en lo que se refiere al acceso al crédito de los pequeños propietarios agrícolas existe un abismo que refleja cómo la injusticia social corroe las entrañas de nuestra sociedad y cuán indispensables y premiosas son las reformas que puedan llegar a corregir tales aberraciones.
La agricultura recibe, en Chile, según cifras de los años 1961 a 1963, más o menos 35,6% del crédito que se otorga a las actividades nacionales, y la industria exactamente la misma suma, o sea, 35,6% ; sin embargo, mientras la agricultura concurrió en los mismos años al producto interno bruto con 10%, la industria aportó 18%.
¿Cómo se distribuyó ese 35,6% del crédito nacional otorgado a la agricultura chilena? Veamos las cifras.
Distribución del crédito agrícola entre los productores clasificados según el tamaño de las explotaciones. (Años 1961-1963). En porcentaje:

El crédito supervisado establecido para ayudar al mediano y pequeño productores, toma una pequeña proporción: sólo 0,6% del crédito agrícola total en el trienio 1961-1963, y fue otorgado por el IN-DAP y el Banco del Estado.
Se llega, entonces, a la conclusión de que el crédito está, en Chile, mal distribuido, pues tiende a concentrarse entre las personas que también concentran la propiedad y el ingreso agrícola.
De todos los antecedentes registrados, fluye una conclusión categórica: para provocar el ascenso de condición de los tres millores de seres que viven en los campos, resolver los hondos problemas sociales que los afectan y provocar su plena incorporación a la economía y la cultura, es indispensable quebrar con intensidad el inmovilismo en que yace esa gran masa humana, lo que se logra con la filosofía del proyecto de ley que discutimos y que tiende a crear, en el plazo de más o menos siete años, 100.000 propietarios de unidades familiares.
Las constantes pérdidas de la agricultura.
En reiteradas ocasiones he dado a conocer datos sobre las constantes pérdidas que por los trastornos climáticos experimenta la agricultura, especialmente aquella que se desarrolla desde el Bío-Bío hasta Magallanes, en una zona que se caracteriza por su clima riguroso, con lluvias, heladas y nevazones que caen indistintamente todo el año, sin distinguir los veranos de los inviernos.
Asimismo, son frecuentes las pérdidas por la acción de plagas en los cultivos y ganadería, como, por ejemplo, el tizón de la papa y la fiebre aftosa, que han arruinado a miles de agricultores.
El difícil cultivo del trigo, con resultados del todo afectos al azar del clima, ha endeudado intensamente a la agricultura sureña, que, en la práctica, debe el valor de tres cosechas, y es muy difícil que se reponga de tan crueles impactos.
Por esta causa, muchos productores se desalientan y abandonan los cultivos y la ganadería, pues a tales pérdidas hay que agregar la sangría de los precios políticos de los productos agrícolas, que sólo en el último año ha venido a frenarse.
Entre los mejores incentivos puestos en práctica en el mundo para llevar a los agricultores a una mayor producción, figura el seguro de cosechas y ganado. Tanto en el Japón como en Méjico y los Estados Unidos se han verificado programas completos de seguro general con excelentes resultados.
Llamo la atención del señor Ministro de Agricultura hacia los datos que estoy proporcionando sobre la organización en el mundo del seguro contra riesgos de cosechas y climáticos, pues espero comprensión de parte de Su Señoría en las Comisiones unidas para la aceptación de la indicación que me he permitido presentar al respecto.
Canadá promulgó en 1959 la ley de Seguro sobre Cosechas. Suecia inauguró en 1961 un programa de seguros sobre cosechas, en virtud del cual se conceden indemnizaciones por los perjuicios que resultan cuando el volumen de la recolección, que se determina sobre la base de los rendimientos medios durante un largo período para cada una de las zonas de evaluación de cultivos, es inferior en más de 15,5%. Ceilán, Chipre, la India, etcétera, han recorrido ya largos caminos en esta experiencia; y el Brasil, en 1965, reorganizó el Instituto Nacional de Seguros de Cosechas. En Puerto Rico, el seguro de cosechas, que se limitaba al café, ha sido extendido al banano.
Cuando discutimos, bajo la Presidencia de don Jorge Alessandri, la reforma agraria que se convirtió en la ley 15.020, tuve el agrado de presentar una indicación destinada a facultar al Ejecutivo para crear, en el Instituto de Seguros del Estado y con participación de las compañías de seguros particulares, un sistema completo de seguros contra riesgos en la ' agricultura. El Honorable Senado aprobó esta indicación, que, por desgracia, no encontró eco en la Cámara, la cual la rechazó- en el tercer trámite y después no hubo quórum para insistir.
Como considero que ahora existe, en materia de agricultura, una nueva mentalidad en el país, deseo insistir sobre tan trascendental materia, que podría reemplazar por completo al discutido sistema de las bonificaciones de abonos, con mucho mejores beneficios para la colectividad.
Al respecto, formularé indicación en el segundo informe y espero obtener éxito en la tarea de colocar a Chile al nivel del progreso de las naciones que han sabido estimular sus agriculturas y amparar el esfuerzo de sus productores.
La investigación agropecuaria, ancho horizonte.
A lo largo de mi intervención, he insistido en que la reforma agraria quedará, en un país de las condiciones de Chile, condenada al más absoluto fracaso, pese a su indiscutida justificación social, si sus partidarios incurrimos en el error de considerar que reforma agraria significa solamente modificar el régimen de tenencia de la tierra.
Por fortuna, el proyecto de ley consigna el camino que es preciso seguir para alcanzar la diversificación de las múltiples medidas de fomento que constituyen una política agraria, cual es, en primer lugar, la renovación del Ministerio de Agricultura, con amplias atribuciones, y que pasa a convertirse en el corazón del sistema, un órgano capaz de irradiar poderosos estímulos a todo el sector agrícola.
De todos los múltiples factores que es necesario tomar en cuenta, desde la incorporación de nuevos suelos hasta la expansión de la industria azucarera, pasando por insumos, precios, distribución, transporte, créditos, etcétera, creo indispensable fijar el acento en lo que representa para el éxito de todos los programas el que nuestro país organice en forma adecuada la investigación agrícola.
Hasta hoy, el agricultor ha estado entregado a su simple iniciativa personal luchando solo entre los factores naturales adversos: clima, plagas, mala calidad de las semillas, etcétera, condenado a la rutina, careciendo casi en absoluto del respaldo decisivo que es la técnica, la investigación científica, la difusión del avance que otras naciones logran en su lucha para mejorar los rendimientos y métodos de trabajo.
De todas las armas de que dispone la humanidad para derrotar el hambre y conseguir alimentos suficientes, la principal es la investigación agropecuaria, ciencia que ha hecho ya conquistas impresionantes abriendo horizontes insospechados donde hasta ayer imperaban el desaliento y el fracaso.
La reforma agraria tiene que ser principalmente técnica y no sólo van a aplicarla la CORA y el INDAP, sino que a ella deben contribuir todos 'los organismos susceptibles de cooperar, con una mentalidad nueva que permita superar las formidables dificultades por vencer.
La agricultura debe ser elevada en su nivel. La asistencia, la investigación, la prestación de servicios, la difusión amplísima de la técnica, tienen que acompañarla y formar parte de ella. En este sentido, corresponde a las Universidades un papel trascendente. Es indispensable crear en cada provincia, en cada región agrícola, centros de extensión agropecuaria, provistos de laboratorios, clínicas, veterinarias móviles, hospitales veterinarios, estaciones de inseminación, estaciones genéticas de toda clase de semillas, especialmente forrajeras, etcétera, que permitan mejorar métodos de trabajo, combatir las plagas, aumentar los rendimientos, etcétera. Todo cuanto se invierta en tales servicios, el sacrificio en que incurran el Estado y los particulares, será compensado con creces.
Las universidades deben orientarse definidamente a la economía, abandonando el excesivo humanismo que hasta hoy las caracteriza y que ha desviado nuestra educación hacia lo teórico descuidando lo práctico.
La labor del Instituto de Investigaciones Agropecuarias.
¿Qué beneficios recibiría el país si las universidades tomaran a su cargo en programas conjuntos, para aprovechar los recursos disponibles, la tarea de cooperar con el Ministerio de Agricultura y el Instituto de Investigaciones Agropecuarias para coordinar la investigación, la asistencia técnica, la docencia y la prestación de servicios en un plano nacional, organizando en especial la divulgación técnica de manera práctica, para que de veras llegue hasta el agricultor, principalmente el pequeño propietario y el obrero agrícola, abandonando la investigación su ropaje académico para realmente alcanzar hasta al último huaso de nuestros campos?
Por fortuna, el Ministro señor Trivelli, técnico notable, ha sabido captar toda la importancia de esta sensible falla de nuestra agricultura, y, en los dos últimos años, ha dado gran impulso a la investigación, vigorizando el Instituto de Investigaciones Agropecuarias, en la actualidad a cargo del distinguido investigador y profesor, ingeniero don Manuel Elgueta, de amplia experiencia americana y vinculado estrechamente al esfuerzo científico internacional en la materia.
Los resultados obtenidos hasta el momento por el Instituto son sorprendentes y permiten formular muchas halagadoras esperanzas sobre los beneficios que el país puede recibir en la expansión de su agricultura.
Daré a conocer algunos detalles de esta verdadera revolución que puede producirse en la agricultura chilena, la cual, pesándola en la balanza, tiene, a mi juicio, extraordinaria importancia: la reforma del sistema de tenencia de la tierra.
Existe una interacción positiva entre dosis de nitrógeno y densidad de siembra en maíz, es decir, ambos factores se complementan para producir grandes rendimientos. La densidad corriente de siembra de 35-45.000 plantas por hectárea, puede-elevarse a 60-70.000 plantas con aplicaciones de hasta 200 kilos de nitrógeno por hectárea, lográndose rendimientos de más de 100 qqm/ha.
Cantidades limitadas de semilla de las siguientes nuevas variedades de trigo de pan creadas por el Instituto, se entregarán en 1966: Centrifén, resistente a polvillos y la de mayor rendimiento en los ensayos; Yafén, variedad resistente a polvillos y de calidad panadera excepcional; Novafén y Coüafén, las dos primeras variedades semienanas producidas en Chile y con resistencia a los polvillos de la hoja y del tallo.
En 1966 se iniciará la distribución de Alifén, nueva variedad de trigo candeal, única variedad de este tipo disponible en el país resistente al polvillo del tallo.
Se están multiplicando 3 nuevos híbridos de maíz, semiprecoces, de excelente rendimiento, en la Estación Experimental La Platina.
Han alcanzado los siguientes rendimientos promedio en la Estación Experimental La Platina, 1964-65: MA-3, 130,00 qq/ha; MA-4, 124,00 qq/ha, y MA-5, 125,00 qq/ha.
La introducción de dos variedades precoces de maravilla, de origen soviético, Armavirski 3497 y Peredovik, que serán entregadas en 1966, permitirá el reemplazo de la variedad Saratov. Su mayor contenido de aceite hace que, a pesar de su menor rendimiento en grano, se pueda obtener 20% de mayor producción de aceite por hectárea.
Se ha logrado un control de un 95% de avenilla (Avena fatua L.) en sementeras de trigo con el uso de 2 nuevos herbicidas ensayados: Avadex BW y Carbyne. El incremento de rendimiento en campos muy infestados ha sido entre 10 y 12 qqm/ha.
Para controlar las malezas en el establecimiento de un alfalfar se ha comprobado la efectividad de la combinación Eptam-Dinitro. El Eptam, aplicado antes de la siembra e incorporado al suelo, controla las gramíneas anuales. El Dinitro, aplicado cuando la alfalfa tiene 3-4 hojas trifoliadas, controla las malezas de hoja ancha.
Gracias a este sistema -no sé si voy a golpear al señor Ministro de Agricultura-, ha sido posible mantener una producción diaria de 20 litros de leche por vaca durante 5 meses, en pradera de riego, con una carga animal superior a 2 vacas por hectárea.
En crianza de terneros, es posible suprimir a éstos el consumo de leche a los dos meses de edad, y con algunos cuidados en su alimentación y manejo se logra un crecimiento satisfactorio a la mitad del costo del sistema tradicional.
Se ha llegado a obtener novillos de 2 años de edad con peso vivo de 550 kilos, en pradera de riego y utilizando alimentación suplementaria durante el invierno.
Producción de carne hasta de 1.600 kilogramos por hectárea, se ha podido conseguir en 8,5 meses con novillos sometidos sólo a pastoreo en pradera de riego.
Cerdos híbridos comerciales han alcanzado peso de mercado a los 6 meses de edad, con raciones basadas en granos de maíz y cebada.
Doy gracias a la Divina Providencia por permitirme curiosear entre tantos libros debido al extraordinario interés que tengo por la agricultura nacional, y por haber podido obtener estos datos y difundirlos desde esta alta tribuna. Porque ésta es la verdadera revolución de la agricultura; porque el Ministro señor Trivelli está haciendo una obra gigantesca al fomentar las investigaciones agrícolas, y porque esto es mucho más fundamentar.
importante y brillante para una nación y el hambre que amenaza a Chile, que la reforma agraria, inclusive.
La reforma agraria es eminentemente técnica.
Señor Presidente, es un hecho consagrado por la experiencia de las naciones que realizaron reformas agrarias, que una de las consecuencias de éstas es la brusca caída que se produce en la producción de alimentos al desorganizarse el mecanismo agrícola. Tal caída ocupa muchos años en ser superada, y mientras tanto ocasiona en los países afectados crueles trastornos sometiendo a ruda prueba sus economías. Si el déficit alimentario se genera en naciones poco desarrolladas, el impacto produce un vertiginoso proceso inflacionista y la carencia de alimentos obliga a adoptar medidas extremas para impedir el hambre.
En el estudio número 7, básico, publicado por las Naciones Unidas a raíz de la campaña mundial contra el hambre, se previene contra el inevitable fenómeno de la caída de la producción en los siguientes conceptos:
"Lo mismo que otras regiones insuficientemente desarrolladas, la América Latina está atravesando un período de rápidas transformaciones sociales. Es posible que los actuales sistemas de tenencia de tierras cambien en los próximos años, lo que posiblemente ocasionará un trastorno temporal en la producción agropecuaria y de alimentos".
Crueles trastornos en Rusia después de la Revolución de Octubre, al verificarse la toma de la tierra por el Estado, llevaron a millones de habitantes al hambre. La experiencia de la India, China, Bolivia y Méjico en América Latina, y otras muchas, acreditan, hasta la saciedad, que una reforma agraria no es sólo la modificación de los sistemas de la tenencia, sino un conjunto armonioso de medidas en las que la técnica y la modernización de métodos ocupen el primer lugar.
La agricultura, para desarrollarse, necesita por excelencia de investigación, asistencia y prestación de servicios técnicos que induzcan al productor a obtener los más altos rendimientos. Debe haber amplios incentivos para los agricultores, a fin de que produzcan mayores cantidades de alimentos. Es necesario desarrollar mercados seguros, disponer precios estables y reales y servicios para el transporte, almacenamiento, conservación, manipulación y elaboración.
Conviene recordar que el minucioso y completo estudio que sobre la comercialización de alimentos realizó la Corporación de Fomento, arrojó como resultante la paradójica realidad de que en Chile, del costo total de venta de un producto al consumidor, el agricultor recibe sólo veinte por ciento, y el intermediario absorbe el ochenta por ciento restante.
Asimismo, deben ampliarse los medios de suministro de fertilizantes, pesticidas y semillas mejoradas, y reformar profunda y eficazmente los sistemas de crédito, que deben ajustarse a las modalidades de la producción y abarcar todos los sectores de la agricultura, en particular a los pequeños propietarios y sus organizaciones cooperativas.
Debe obtenerse e invertirse capital no sólo en el desarrollo de los recursos agrarios y el equipo agrícola, sino también en el sector no agrícola de la economía, como plantas industriales, ferrocarriles, caminos, establecimientos educacionales de especialización y preparación de la mano de obra, servicios de almacenamiento, laboratorios de análisis de suelos.
La organización de un gran Ministerio.
De las extensas discusiones realizadas en las Comisiones unidas, fluye, a mi juicio, un hecho incontrovertible y que tiene para el país tanta importancia como la misma reforma de los sistemas de tenencia de la tierra. Me refiero a. la organización definitiva en nuestro país de un Ministerio de Agricultura en forma.
Creo, señor Presidente y Honorable Senado, que uno de los legítimos méritos de este proyecto de ley -lo que me induce también a apoyarlo-es que contiene disposiciones para dotar a Chile del eficiente, realizador y poderoso Ministerio da Agricultura que el país precisa, y cuya labor será eliminar el déficit alimentario, incorporar al campesinado a la economía y a la dignidad humana, desarrollar y convertir la agricultura en una actividad próspera y, por sobre todo, salvar al país del hambre que lo amenaza.
En el año 2.000, Chile tendrá 25 millones de habitantes, y en caso de prolongarse los actuales déficit alimentarios, en esa época estaremos importando alimentos por 500.000.000 de dólares, desastre al que el país no puede exponerse ni remotamente, pues cabe recordar que nuestros yacimientos minerales, que producen 80% de las exportaciones, llegarán a agotarse para esa época.
La agricultura puede tener todos los defectos que se le quiera atribuir y merecer las críticas que puedan formulársele, pero también hay realidades que subsisten invariables, como el hecho de que el país la descuidó por decenios, abandonándola a su propia iniciativa, limitándola con los precios políticos, negándole recursos en los presupuestos, manteniendo su obra de mano en la triste condición de parias, sin comprenderla ni animarla, sin procurarle nuevos horizontes ni consagrarla como la suprema actividad de la nación.
Organizar, prestigiar, modernizar y hacer producir a esa actividad es el gran papel del Ministerio de Agricultura, y para ello hay que partir de conceptos totalmente nuevos, otorgándole moderna, descentralizada y expedita estructura; proveyéndola de plenas y completas atribuciones, arrancándolo de la rutina y la burocracia, del anquilosamiento y del temor, que son la característica de nuestra organización administrativa.
Resulta absurdo que sólo la Corporación de Fomento, empresa autónoma del Estado, haya hecho más por la agricultura que el propio Ministerio del ramo: la creación de la industria de azúcar de remolacha; el plan ganadero y de frigoríficos; la limpia y drenaje de pantanos; el plan de fomento pesquero en el Norte Chico; el desarrollo de la industria lechera; la organización de la industria maderera, papel celulosa; el incremento de la mecanización agrícola; etcétera, etcétera. Esto prueba fehacientemente cómo nuestro país descuidó su Ministerio de Agricultura, limitándolo a marchar tras la carreta y a cumplir simple función administrativa y estadística, levemente orientadora, en circunstancias de que, por el contrario, a dicho ganismo le cumple investigar, planificar y ejecutar todo lo que se realice en el sector agrícola.
Desde este ángulo, el proyecto de ley llena vacíos que no pueden subsistir. El Ministerio tomará en sus manos la responsabilidad integral de la orientación del sector agrícola y será descentralizado, como asimismo sus instituciones fundamentales: la Corporación de la Reforma Agraria, el Instituto de Desarrollo Agropecuario y el Servicio Nacional Agrícola y Ganadero, en que pasa a convertirse la actual Dirección de Agricultura y Pesca. Se crean indispensables nuevos servicios, como el Consejo Nacional de Crédito Agrícola, la Oficina de Planificación Agrícola, el Servicio de Informaciones Agropecuarias, la Dirección General de Aguas y la Empresa Nacional de Riego, y se modifica la organización del Comité Ejecutivo Agrícola de la Corporación de Fomento y del Instituto de Investigaciones Agropecuarias.
Posibilidades de los asentamientos agrícolas.
Es realmente interesante y, a mi juicio, positiva, la forma como el proyecto trata de prevenir la caída brusca y prolongada de la producción que origina la modificación profunda de la tenencia de la tierra.
Sabido es que las reformas agrarias, fruto de presiones políticas y tensiones sociales muchas veces violentas, que pueden desencadenar en sangrientas revoluciones, como en los casos ocurridos en Latinoamérica -México, Bolivia y Cuba-, incurren en el error de tratar de realizar todo nuevo desde un principio.
De ahí que el mayor argumento contra una reforma agraria es la pregunta: ¿Cuánto cuesta? ¿Tiene nuestro país realmente capacidad económica para afrontar las cuantiosas inversiones a que empresa tan gigantesca da lugar?
El problema consiste en que siempre se considera a la reforma agraria como un proceso distinto de la agricultura. Se expropia el fundo 8 inmediatamente se paraliza. Desaparecen los propietarios y todos los campesinos ocupantes. Luego viene el interminable trabajo de loteo, construcción de cercos, galpones, casas, caminos, silos, que demora a veces años, para entregar finalmente al nuevo propietario, un día glorioso, la llave de un predio flamante, al que a la vez se dotó de maquinaria, ganado, semillas, fertilizantes, crédito, etcétera.
Este es el panorama ideal. Así se ha tratado de hacerlo en casi todas las naciones del mundo y así actuaron en Chile la Caja de Colonización Agrícola y la Corporación de la Reforma Agraria hasta el año 1964.
Una reforma agraria de este tipo es imposible e irrealizable en Chile. No disponemos de los recursos fabulosos que tal sistema requeriría. Tampoco podemos cometer el absurdo de paralizar la producción y lanzar a la cesantía a miles de campesinos.
Para reducir al mínimo los trastornos, el proyecto establece el sistema de asentamientos, con una organización fundamentada en el uso del cooperativismo. Creo, sinceramente, que tal sistema es práctico, positivo y se ajusta a las modalidades nacionales.
Los campesinos que trabajan en un fundo expropiado no lo abandonarán; por el contrario, permanecerán en él y seguirán explotándolo conforme a los sistemas en uso y al conocimiento que ellos tienen de la producción que puede dar. Los campesinos se organizarán dirigidos por un comité que ellos mismos elegirán, bajo la tuición de técnicos especialistas de la Corporación de la Reforma Agraria.
Lentamente se los va a instruir, formar y capacitar para la función de propietarios. Producirán en forma cooperativa, y con las utilidades que obtengan financiarán la explotación y pagarán sus cuotas a la CORA, la que velará por resolver sus problemas de producción, créditos, comercialización, transporte y, en general, todo lo relacionado con la marcha de la reforma.
El Instituto de Desarrollo Agropecuario, por otra parte, intensificará en forma más efectiva y descentralizada la ayuda que presta a ¡os pequeños agricultores, y, en conjunto con la CORA, abordará la difícil, delicada y costosa tarea de resolver el problema del minifundio.
Incompleta, muy incompleta, sería esta iniciativa de reforma agraria, si no considerara al pequeño propietario agrícola, al hombre del minifundio, cuyas condiciones de vida he analizado en este discurso y a quien hay que ayudar con el mismo interés e intensidad que se pone para el campesino sin tierra.
Que sean efectivamente los 100.000 propietarios.
Si bien estimo que el sistema de asentamiento en la forma auspiciada por este proyecto evitará caer en los errores y fracasos de muchas reformas agrarias, a mi juicio es indispensable dejar constancia de que el éxito de toda la empresa debe descansar en el insustituible factor psicológico del derecho de propiedad.
Los campesinos deben llegar a ser dueños en dominio individual e independiente de sus unidades familiares, aunque se les fije obligación, sin excepciones, de actuar en cooperativas por criterio de la CORA.
No debe prolongarse el sistema de asentamientos descuidando la propiedad individual, pues el hecho de ser dueño, por fin, de un pedazo de tierra -la tierra que soñaron sus mayores, que nunca creyó él poder llegar a conseguir y que ama sobre todas las cosas- será para el campesino el mágico aliciente para responder a la confianza que en él se deposita.
Tanto el Ministro señor Trivelli como el señor Moreno dejaron clara constancia en las Comisiones unidas de que el espíritu de la reforma agraria, su clara filosofía, el contexto de sus disposiciones, es dar preferencia a la propiedad individual de los campesinos asignatarios.
Prolongar indefinidamente los asentamientos equivaldría a incurrir en el mismo fenómeno que provoca el arriendo. Quien arrienda no tiene interés en cuidar la tierra ni en mejorar y embellecer el predio. Se mueve únicamente por el espíritu de lucro, por el afán de obtener la máxima utilidad. Los asignatarios de tierras, privados del poderoso aliciente de ser propietarios, dejarán de actuar como dueños responsables para convertirse en meros obreros fiscales.
La respuesta del campesinado en los asentamientos ha sido magnífica hasta la fecha. La experiencia obtenida por la Iglesia Católica chilena, al entregar sus tierras y en los asentimientos de <http://asentimientos.de> la CORA, revela que las 150 a 200 jornadas que trabajaba antes, el grupo familiar campesino las ha subido hasta 500 y 600 en el año, lo cual significa que laborando en lo propio, movido por la fe y el ansia de ascenso, nuestro esforzado huaso trabaja inclusive los días festivos y permanentemente horas extraordinarias.
Es de esperar que el partidarismo y el choque de ideologías se detengan respetuosos ante la reivindicación del campesinado chileno y no actúen como fuerzas negativas en la noble tarea de crear cien mil nuevos propietarios, sobre la base de quienes hasta ayer sólo conocían la esperanza.
El inquietante problema ganadero.
De los múltiples rubros que integran la agricultura chilena, uno de los sustanciales es la ganadería, donde se registra un fuerte déficit con relación al consumo de carne, al extremo de que el país ha debido racionar su consumo e importar fuertes cuotas de tan vital alimento protector, indispensable para la salud de la población.
La ganadería no ha experimentado mayor crecimiento en los últimos años. El censo agropecuario de 1955 registró una existencia de 2.866.097 cabezas de ganado vacuno, y diez años más tarde, en 1965, ese número había subido sólo a 2.889.085-cabezas. El número de cabezas ha aumentado en las provincias del Sur y disminuido apreciablemente en las del Centro y Norte Chico. La Dirección General de Estadística nos entrega, para el año 1964, los siguientes datos: caballares, 543.687;. ovejunos, 6.451.663; porcinos, 1.006.879.
Para mejor comprensión del problema, deseo incluir los siguientes cuadros, que he obtenido gracias a la gentileza de la Gerencia Agrícola de la Corporación de Fomento. Ruego al señor Presidente solicitar la venia de la Sala para insertarlos-en esta parte de mi discurso.
-Los cuadros, cuya inserción se acordó con posterioridad, son del tenor siguiente: