Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Especial N° 56
- Celebrada el 12 de enero de 1967
- Legislatura Extraordinaria periodo 1966 -1967
Índice
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El señor
Honorable Senado:
Como se sabe, el Presidentede los Estados Unidos Lyndon Johnson ha invitado al Presidente de ChileEduardo Freí a efectuar una visita oficial a Washington, para los días 1° y 2 del próximo mes de febrero.
Curiosos términos de una invitación.
La invitación del Presidente de Estados Unidos dice:
"Estoy particularmente interesado en conocer más a fondo, a través del PresidenteFrei, las realizaciones de su gran experimento de la "Revolución en Libertad"."
Agrega: "Naturalmente analizaremos también el curso futuro de la Alianza para el Progreso en relación con los preparativos de la reunión de Presidentes de las Repúblicas americanas."
El Presidente de Chile, en su respuesta y aceptación de la invitación, manifiesta:
"He aceptado esta invitación, porque la considero de gran importancia, pues nos permitirá exponer los planes del Gobierno de Chile,...".
No nos confundan.
Señor Presidente, no quisiera que la voz de los comunistas se confundiera con la de sectores políticos de este Senado y del país que ayer y anteayer, en todo un pasado muy extenso, marcharon entusiastamente del brazo con el Gobierno de Washington, y hoy día, por razones de sentimiento, de despecho político, al verse preteridos en los favores del imperialismo norteamericano por una nueva fuerza gobernante en Chile, la Democracia Cristiana, rasgan vestiduras a última hora, postulan una posición de rechazo, que no es precisamente la antimperialista que nosotros sustentamos: un antimperialismo de siempre, objetivo, científico, fundado en el hecho de que el mayor drama de América Latina es no ser un continente plenamente independiente, sino dominado en sus riquezas fundamentales y mediatizado por una servidumbre económica y política derivada del hecho de que sus riquezas básicas no pertenecen a los países que lo integran, sino a los grandes consorcios norteamericanos.
Formulo esta declaración, de entrada, porque nuestra posición es contraria al imperialismo de ayer y de hoy, y porque hay antimperialistas sospechosos del momento que fueron proimperialistas furiosos de siempre y continuarán siendo proimperialistas de mañana. En realidad, lo que están diciendo o...
El señor
Sus Señorías, ayer y hoy, han sido partidarios del imperialismo de la Unión Soviética, el más brutal que existe.
El señor
¡No hable disparates!
El señor
Es la monserga más elemental, de primera preparatoria, que se escucha en el Senado.
Realidades frías y punzantes.
El imperialismo es una realidad desde el punto de vista económico y político. Está representado por cualquier país capitalista que, habiendo llegado a la etapa del capitalismo financiero, exporta capitales y se apodera de las fuentes básicas de materias primas de países económicamente más débiles. No es el caso de la Unión Soviética, que no es dueña de ninguna mina de cobre ni de hierro ni de nada, en Chile ni en América Latina ni en ninguna parte del mundo. Si ayuda a los países en vías de desarrollo, lo hace sin convertirse en propietaria de ninguna de las empresas que en ellos se creen. Por lo tanto, el antimperialismo es una concepción económica y política definida, a la cual responde precisamente la realidad inversionista y la conducta de los Estados Unidos respecto de nuestros países y nada tiene que ver con la situación del mundo socialista, que surgió, precisamente, para eliminar el imperialismo...
El señor
El imperialismo de Su Señoría es militante.
El señor
Señor Presidente, deseo continuar sin ser interrumpido. Los señores Senadores disponen de tiempo dentro de sus respectivos turnos y podrán contestar todo lo que yo diga. A mi vez, espero contar con la posibilidad de retrucar sus réplicas.
Continúo mi raciocinio, señor Presidente.
Los comunistas queremos dejar muy en claro que nuestra posición ante el problema que hoy se debate, deriva de una consideración básica: la conveniencia del país.
¿Chile gana o pierde?
¿Chile pierde o gana con este viaje? ¿Qué pierde y qué gana? ¿Se justifica realmente dicha gira en las actuales circunstancias del acontecer chileno y latinoamericano y del suceder político en los Estados Unidos? Este punto debemos dilucidarlo con serenidad y hondura, sin apartarnos de la realidad objetiva.
Aquí se ha dicho que a Estados Unidos van todos los gobernantes del mundo. El señor Ministro expresó en la Comisión de Relaciones Exteriores que, por término medio, cada semana o cada quince días, un Jefe de Estado visita Washington. No somos en absoluto contrarios a los contactos directos entre gobernantes. Los estimamos, en general, positivos, siempre que se cumplan determinados requisitos de conveniencia para el país. Por eso, concurrimos con nuestra opinión favorable a la gira del señor Frei a Europa a comienzos de 1965, sin dejar de considerar las muchas limitaciones de aquel viaje. Señalamos como positiva la visita a los países europeos, una mirada al viejo mundo, y destacamos el contraste de ese viaje con la tradicional gira de besamanos que la generalidad de los Jefes de Estado latinoamericanos, gorilas abiertos o simulados, hacen a la capital del imperialismo luego de ascender al poder.
Ahora tenemos que decir que el Presidente Frei no mantuvo en toda su gira por Europa esa reserva vigilante y cuidadosa consistente en dar seguridades de responder a la confianza que se le había dispensado, pues se dejó atrapar por la maquinaria de la guerra fría, al hacer algo que aquí el Ministro de Relaciones aseguró que no haría. Lo aseveró, porque nosotros manifestamos nuestra inquietud al respecto. Me refiero a la visita espectacular, truculenta, que forma parte del ocio internacional, a que se invita a los huéspedes para presenciar lo que se llama el "espectáculo del muro de Berlín". No es el momento de discutir ahora este hecho, pero aquel muro es una frontera de defensa de una república que precisamente trata de evitar ser derribada por los imperialistas norteamericanos y de ser socavada económicamente.
Momento inoportuno.
Pero ahora nos encontramos con que el Primer Mandatario aceptó la invitación para reunirse con el Presidente de Estados Unidos. ¿En qué momento se produce la visita? Debemos reconocer que en instantes muy desagradables, en circunstancias penosas que, a mi juicio, se van a traducir en situaciones poco decorosas para el país y para el propio PresidenteFrei.
Una semana antes de la llegada a Washington del señor Frei, Presidente constitucional, el señor Johnson recibirá con ceremonias más o menos parecidas, aunque todavía no invista la calidad de Presidente en ejercicio de su país, y con grandes agasajos, al supremo nuevo gorila brasileño Mariscal Costa e Silva, colocado en el Poder por el ejército de su país para continuar el asesinato de todo vestigio democrático, que inició el general Castello Branco. No podemos olvidar que el señor Lincoln Gordon, inmediatamente después del golpe que derribó al Presidente constitucional Joao Goulart, manifestó públicamente sus plácemes, su alegría por el derrocamiento de este mandatario, hecho que estimó auspicioso para los intereses norteamericanos en Brasil.
La visita del dictador brasileño a la Casa Blanca, como es natural, producirá reacciones justificadamente adversas en vastos círculos norteamericanos, fieles a la idea de la democracia representativa que en su tiempo auspició con entusiasmo, desde su punto de vista, que no es el nuestro, el difunto PresidenteKennedy, y de la cual se habló con gran pompa en Punta del Este.
Los cálculos de Johnson.
Con la visita de Costa e Silva se agregará un nuevo factor a las causas crecientes de impopularidad interna del señor Johnson, que, según encuestas norteamericanas, baja en la aceptación pública cada día más, en la misma medida en que suben los bonos de su posible oponente a la próxima candidatura presidencial, el SenadorRobert Kennedy. Entonces, nada mejor que la visita de uno de los escasos Presidentes constitucionales de América Latina, para neutralizar la mala impresión del viaje del gorila brasileño. Así, Chile, sin que haya razones de peso para asumir este riesgo, aparece prestándose para una torpe maniobra política del Gobierno norteamericano. No creo que ésa haya sido la intención del señor Frei al aceptar la invitación, pero tal es el hecho objetivo. Y de eso se aprovecha el PresidenteJohnson. Más que una conversación que puede ser muy grata y amena con el señor Frei, le interesa su propia posibilidad, que le quita el sueño, de ser reelegido por un nuevo período. En este marco, aquél contabiliza la visita del señor Frei. ¿Y quién pierde con este paso de comedia ideado precisamente en esta fecha, propuesta por intermedio del señor Sol Linowitz, emisario personal del PresidenteJohnson ante el Presidente Frei? Sin duda, pierde Chile en su respetabilidad internacional, e insisto que también pierde el Presidente Frei en su prestigio personal.
Una tribuna mundial.
Pero no es sólo inoportuna la visita del Presidente Frei al PresidenteJohnson por las razones señaladas, sino porque ella se produce, además, en circunstancias en que desde todos los rincones del mundo se eleva un clamor indignado por los crímenes que las fuerzas norteamericanas cometen en Vietnam, mediante la sangrienta violación de todo principio internacional y de las leyes humanitarias más elementales.
El PresidenteJohnson y su equipo gobernante tienen una responsabilidad personal enorme. No se trata simplemente de la protesta de los comunistas. El Gobierno inglés insiste en que haya paz. El Pontífice Paulo VI, también aboga por la paz en Vietnam y, sin embargo, la guerra de escalada sigue cada día peor.
Un hombre, que no es comunista, filósofo reputado, Bertrand Russell, ha convocado en estos momentos nada menos que a un proceso mundial al PresidenteLyndon Johnson por los crímenes de guerra en Vietnam. Muchas de las más ilustres personalidades internacionales de la época contemporánea patrocinan esto que se llama el "nuevo Nüremberg" de los pueblos.
El filósofo Bertrand Russell sostiene que la responsabilidad del PresidenteJohnson en Vietnam es monstruosa. Si se recuerda que hay más muertos vietnamistas que todos los que causó la guerra de Corea; que sobre Vietnam se descargan cada día 1.400 toneladas de explosivos; que se realizan, semanalmente, como término medio, 650 operaciones aéreas; que la cantidad total de las bombas lanzadas sobre ese desventurado país supera al de todas las arrojadas durante la segunda guerra mundial y a la de Corea juntas, y que por órdenes del PresidenteJohnson y del Pentágono, el Ejército norteamericano está experimentando, al norte y al sur del paralelo 17, toda una gama de armas nuevas, desde el gas paralizante, pasando por el super "napalm", las bombas de fragmentación y los agentes químicos. De esto se trata. ¿Acaso no lo sabemos?
Entre David y Goliath, entre Caín y Abel.
El mismo filósofo se pregunta si algún occidental yo quiero agregar, si algún chileno puede ignorar esos hechos, de los cuales hay información todos los días en el cine, la prensa y la televisión. ¿Acaso no hemos visto las fotografías de los niños y de las mujeres muertos en Vietnam? ¿Acaso no hemos leído las cifras? ¿Acaso no sabemos que esa lucha la libra el pueblo vietnamita por su independencia, que él está en contra de ese agresor extraño que le manda muerte desde el cielo día tras día? ¿Y no sabemos que nosotros, aunque no lo queramos, por medio de la visita del Presidente Frei, en esa lucha entre David y Goliath, entre Caín y Abel, nos ponemos, en el hecho, de parte de Goliath, del lado de Caín; y nos hacemos cómplices, aunque silenciosos, cuando nuestro Presidente va a estrechar la mano del agresor, del mayor genocidio de los últimos veinte años?
¿Es esto propio? Por ello se ha llamado a la creación de un tribunal internacional contra esos crímenes de guerra. Por esta razón hay en el mundo todo un movimiento destinado a juzgar al Presidente Johnson por los siguientes delitos: agresión; violación de los tratados y convenciones entre Estados, en particular de las convenciones de Ginebra; experimentación de armas nuevas; bombardeo de hospitales, escuelas, sanatorios, diques y otros objetivos de carácter exclusivamente civil; genocidio; campos de trabajo forzado; ejecución en masa; y otras técnicas de exterminio de la población.
Y no se trata de decir que es una guerra en que no podemos tomar partido, porque si comparamos a los dos sectores combatientes diciendo que son lo mismo, es como si no distinguiéramos entre Hitler y sus millones de muertos, entre la guerra de invasión y la de liberación y autodefensa que están obligados a librar los pueblos que son invadidos en su territorio.
Guerra de independencia.
Estimamos deplorable la fecha que se ha fijado para la visita del PresidenteFrei a Washington. No hubiéramos tenido inconveniente, pese a todo, en considerarla en momento más oportuno, después que se hubiera hecho la paz en Vietnam, porque pensamos que esa paz, dado al clamor de tantos sectores, de distintas convicciones y diversas creencias religiosas, ha de llegar, a pesar del señor Johnson. Por otra parte, esa guerra está hundiendo, políticamente, al señor Johnson.
El Presidente de Chile no debe ir a Estados Unidos mientras siga el lanzamiento diario de bombas, mientras se continúe matando en un país cuyo único delito es estar librando, como Chile en 1810, su propia guerra de independencia.
Por eso, señor Presidente, creo que nuestro Mandatario tiene que pensar en un argumento que ha de hacerle más fuerza que lo que podamos decir nosotros: él es cristiano, católico militante. Pues bien, incluso el Vaticano ha abandonado el tono vago de sus declaraciones habituales para pedir con firmeza el cese del terrorismo yanqui en Vietnam. Y ya son varios miles los hogares de norteamericanos que deploran muertes tan inútiles como inexplicables, y en algunos círculos, incluso, se especula en torno del destino diferente que habría tenido el conflicto de no haber sido asesinado el PresidenteKennedy.
El prestigio de Johnson desciende, pues, de día en día. Y los Gobiernos latinoamericanos, en su gran mayoría débiles portavoces de su propio interés de casta, y dóciles aceptantes de la política internacional yanqui, no se han atrevido a decir una palabra condenatoria en el caso del Vietnam. Ello retrata toda la cobardía, toda la falta de contextura moral de la mayoría de tales gobernantes, que son marionetas en manos del que maneja los muñecos, del que mueve los hilos desde Washington. ¡No han dicho una palabra sobre la carnicería del Vietnam!
El señor
¡Existen varios imperialismos!
El señor
Su Señoría viene llegando, y al igual que otros Senadores, se quedó con la onda en el pasado. Además, es una persona...
El señor
¿Me permite una interrupción?
El señor
Muy bien. Con todo gusto.
El señor
Con la venia de la Mesa, puede hacer uso de la palabra el Honorable señor Pablo.
El señor
Le ruego que sea preciso.
Muy preciso.
Señor Presidente, soy de los que creen que el imperialismo existe. ..
El señor
Su Señoría repite algo que ya se dijo cuando estaba ausente.
El señor
Cuando algunos personeros insisten en mencionar "al imperialismo", yo afirmo que existen varios, y que tanto el que ejerce su acción en América Latina como el de tras la Cortina de Hierro, suelen realizar cosas parecidas a las que acaba de señalar el Honorable colega.
El señor
Puede continuar con el uso de la palabra el Honorable señor Teitelboim.
El señor
Agradezco profundamente la intervención del Honorable señor Pablo. Me parece espléndida, oportuna, porque se ha tratado de presentar un cuadro en que las llamadas, según el lenguaje oficial, "extrema Derecha" y "extrema Izquierda" marchan por el mismo camino.
Mis primeras palabras fueron para decir que ésta es una intención propagandística. Fui interrumpido, y lo mismo que ha dicho el Honorable señor Pablo, que es hombre de entradas furtivas, por lo menos a muchas reuniones del Senado ello le impide seguir todo el desarrollo del debate, lo dijeron antes, con sus propias palabras, por cierto, tanto el Honorable señor Bulnes como el Senador señor Pedro Ibáñez.
El señor
Es una verdad que ve todo el mundo, excepto Sus Señorías!
El señor
Muy bien. Quiere decir que en esas bancas los imperialistas están unidos. Tanto el Partido Nacional como el Demócrata Cristiano, por lo menos el Honorable señor Pablo...
El señor
Masacraron Hungría.
El señor
En el caso de Hungría, ¿de qué se trataba? De una contrarrevolución,' en que se abrieron las fronteras y en que un sacerdote, que se convirtió en jefe de Gobierno, en líder político de la contrarrevolución, el señor Mindszenty...
El señor
Comerciante del mercado negro.
El señor
No opinan así las Naciones Unidas, que tienen al respecto un informe completo.
El señor
Estoy diciendo que el señor Mindszenty era jefe del Gobierno contrarrevolucionario. Es un hecho histórico, es como decir que el señor Frei es Presidente de Chile, con la diferencia de que el señor Frei es un Presidente constitucional, y aquél fue jefe de la contrarrevolución y, en consecuencia, no podía, después, refugiarse en los hábitos sacerdotales invocando su condición de Cardenal: los había abandonado.
El señor
¡No se trata del señor Frei, sino de la autodeterminación de Hungría!
El señor
Después nos explica el caso de los países bálticos.
El señor
Ya seguiremos conversando y discutiendo. Lo único que me interesa establecer ahora es la absoluta comunidad de posiciones, en esta materia, entre la Democracia Cristiana o, por lo menos, el Honorable señor Pablo, y el Partido Nacional.
El señor
¡Sus Señorías están votando en la misma forma!
El señor
No se precipite, señor Senador. No sabe cómo votaremos. Estamos desarrollando un pensamiento.
La señora
¡No se desespere!
El señor
No se desespere, señor Senador.
Invitar para ser invitado.
El prestigio del señor Johnson baja de día en día, y él tiene que adoptar medidas para reflotarlo de alguna manera. Surge, entonces, la necesidad, como paso político desde el punto de vista interno y de su postulación electoral, de visitara distintos jefes de Estado y de ser invitado a Latinoamérica, para tratar de neutralizar ese desprestigio interno y también de defender la política de agresión en Vietnam. Desde hace mucho tiempo, desde que existe la sociedad humana se sabe que la mejor manera de ser invitado es invitar, y no cabe duda de que invitando al Presidente de Chile, el señor Johnson se asegura, en nombre de la llamada reciprocidad diplomática, ser invitado por aquél, y, en realidad, la invitación al señor Johnson, en el hecho, está decidida, aun cuando no se le haya dado publicidad.
A los chilenos, como latinoamericanos, no puede sernos indiferente que venga a nuestro país el señor Johnson, con las manos ensangrentadas en Vietnam, y no queremos facilitarle móviles de política interna, ayudarlo a levantar prestigios justamente caídos, máxime cuando se trata del Presidente de una potencia que, a pesar de las sonrisas y las buenas palabras, nos ha explotado y nos sigue explotando económicamente, por medio de la propiedad de nuestras riquezas básicas y de los términos leoninos en intercambios desfavorables; de un Gobierno que mantiene ün bloqueo ilegal contra el país hermano de Cuba; que trata de convencer a otros países latinoamericanos, en especial los del Caribe, a que lo sigan en sus agresiones; que invadió Santo Domingo y lo ha ocupado militarmente, pasando sobre los cadáveres de tres mil patriotas; que día a día hace tabla rasa de toda norma jurídica internacional en su intervención en Vietnam... ¡Que no se diga que nuestras relaciones con Estados Unidos son de respeto mutuo, de reciprocidad, que no tenemos problemas con su Gobierno, y que podemos tratar igualitariamente con él!
Problemas bilaterales.
Ese es nuestro asunto. Ese es nuestro drama. Se ha dicho aquí que muchos mandatarios del mundo van a Estados Unidos, incluso que van Ministros de la Unión Soviética. En verdad, la situación es distinta. La Unión Soviética y Estados Unidos son las dos potencias más grandes del mundo actual y, naturalmente, están en condiciones objetivas, reales, de tratar de igual a igual. Nosotros queremos que nuestro país también pueda tratar a Norteamérica de igual a igual y no en términos que suponen que uno de los interlocutores es más poderoso que el otro, y que de alguna manera, aunque sea a la chita callando, o en forma diplomática, discreta y cortés, impone sus condiciones. Precisamente, nuestros mayores problemas derivan de nuestra dependencia económica de los Estados Unidos.
El señor Ministro manifestó en la Comisión y en alguna forma lo reiteró aquí por otra parte, está en los términos de la invitación, que las conversaciones entre ambos Presidentes versarían sobre problemas bilaterales y sobre asuntos relativos a los ámbitos latinoamericano y mundial. Pero muy de paso sostuvo también el señor Valdés, en una declaración que luego rectificó, que, propiamente, problemas bilaterales no había entre Chile y Estados Unidos. Me permití manifestar una opinión divergente, porque creo que sí los tenemos, y que son enormes, derivados de nuestra dependencia económica de los monopolios yanquis; y que políticamente nuestra independencia se ve disminuida por humillantes imposiciones. Nadie se escandalice si nombramos realidades bien concretas. ¿No participamos acaso en la OEA, a sabiendas de que se trata de un instrumento dócil y servil de la política norteamericana? ¿Por qué Chile no tiene relaciones con Cuba si no tenemos problemas reales con ese país? No los tuvimos cuando se rompió con él, ni cuando subió a la Presidencia el señor Frei, y los que ahora puedan existir, por palabras más o palabras menos, no son razón suficiente para no abrir conductos de relación y establecer vínculos diplomáticos y comerciales normales con un país que es nuestro hermano.
¿Hay agenda concreta?
¿Acaso no calificamos de antijurídico el acuerdo de la OEA que dispuso la ruptura de Relaciones? ¿Por qué obedecemos un acuerdo ilegal, si no es a causa de una presión concreta, que no necesita ponernos cada mañana el puñal al pecho y decirnos: "Ustedes, nada con Cuba", sino que obra mediante otras espadas de Damocles, otros actos de presión, como son, incluso, los convenios del cobre y las inversiones? ¿Por qué no abandonamos la OEA cuando se pisoteó la soberanía de un país hermano, cuando se invadió el territorio de Santo Domingo y se masacró a la población? ¿Por qué no levantamos nuestra voz, si también lo hace el Sumo Pontífice, contra el genocidio de Vietnam, donde, de haberse cumplido el Tratado de Ginebra de 1954, no habría problema alguno?
Existen, sí, problemas para conversar con el Gobierno yanqui tenemos muchas situaciones pendientes con Washington, pero no los vemos en ninguna agenda y creemos que no se tratarán, pues será una reunión para considerar los problemas por lo alto, a fin de evitar la brasa que está ardiendo y no mirar las realidades clamantes de nuestro país. Porque, ¿de qué se hablará, si no existe una agenda concreta?
Creo indispensable que en este intercambio de opiniones entre Jefes de Gobierno se plantee el problema de los términos del intercambio, el hecho de que nuestros precios no son todo lo elevados que debieran ser cuando vendemos materias primas y de que lo que pagamos por las importaciones de las manufacturas norteamericanas sube por el ascensor, mientras lo que recibimos asciende por la escalera, a paso de tortuga, como se suele decir.
Una reunión dividida.
Además, desde el anuncio de la visita del Presidente Frei a Washington se ha estado diciendo que ella sería un preludio, algo así como una reunión preparatoria de la que debe efectuarse en abril entre todos los Jefes de Estado de los países afiliados a la OEA.
La verdad es que esa proyectada asamblea de Presidentes y de dictadores Presidentes, los que estarán en amplia mayoría, resulta tan injustificada, tan insípida, que nosotros la estimamos una lamentable pérdida de tiempo.
Imaginen los señores Senadores qué utilidad práctica puede tener una reunión en que el Presidente Frei se siente con los títeres de los países del Caribe, se dé la mano con el señor Somoza, converse sesudamente con el señor Costa e Silva, hable de democracia representativa con el gran repúblico Teniente General Onganía y charle también acerca de derechos humanos, del muro de Berlín y de Hungría con ese libertario inefable, conmovedor, deslumbrante, que es el PresidenteStroessner, de Paraguay.
¿Qué sentido tiene una reunión con representantes de países divididos por sus minorías ahítas de privilegios, con Gobiernos de orientación discordante, al extremo de que viven fomentando rencillas fronterizas azuzadas periódicamente, no sólo por las oligarquías locales o castrenses, sino también por los propios agentes norteamericanos? ¿Qué sentido tiene juntarse, bajo la batuta de Johnson, con la orquesta desafinada y monótona de los gobernantes nativos obsecuentes, que se lanzan en gastos militares desorbitados, con delirio de grandeza, pero no para defenderse de ninguna agresión externa, que no se divisa, sino para mantener tropas de represión interna contra su propio pueblo; de países con graves problemas de estructura económica derivados de su dependencia y con debilidad mil veces comprobada ante los dictados provenientes de fuera ?
Si somos realistas, tendremos que concluir que bien poco o nada provechoso se sacará de esa reunión.
Se habla de integración económica, y éste es un tema que al Gobierno de Chile produce euforia desbordante. Son planteamientos que en principio no pueden considerarse negativos, que en determinadas circunstancias podrían tener aplicación y vigencia, pero que, actuando sobre el cuadro real actual de América Latina, se convierten en planteamientos semiutópicos, en fórmulas académicas y, además, en cobertura elegante para no dejar ver los verdaderos problemas que hay en el trasfondo dramático de nuestra América. Las propias declaraciones del Canciller señor Valdés, a raíz de la última conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores de los países de la ALALC, y el hecho de que hubiera abandonado esa conferencia antes de su término, son decidores al respecto.
Vana Conferencia de Presidentes.
Las pugnas intestinas entre los países de América Latina no provienen ciertamente de sus pueblos, que poseen sólo interese comunes, sino de sus Gobiernos y de la presencia siempre perturbadora de un intruso que hace el negocio de la división, para imperar sobre ella. Los factores de discordia no han sido superados ni parece estar cercana su superación, a menos que surjan Gobiernos realmente populares.
Las contradicciones no podrán menos que salir a luz en la conferencia de Presidentes, y en ella no veremos nada claro ni edificante. Lo grave es que, además de las consabidas. y repetidas declaraciones generales, con su retórica falsa, de esa conferencia pueden salir engendros peligrosos para el resto de independencia de los países latinoamericanos.
No es misterio para nadie que el Departamento de Estado y el Pentágono no han dado por perdido el sueño del Ejército Interamericano, para luchar contra estos pueblos. Tanto Johnson, impulsor de las intervenciones en Santo Domingo y en Vietnam, como el propio Congreso norteamericano, en declaraciones explícitas, que en su oportunidad fueron reproducidas por todas las agencias noticiosas, han manifestado su propósito de echar por la borda los principios de autodeterminación y de independencia de las naciones, al expresar que los Estados Unidos se arrogan el derecho de intervenir militarmente en cualquier país que se dé un Gobierno popular o en que haya la posibilidad de que surja un Gobierno que a los consorcios les parezca comunista o que ellos califiquen de tal.
La suerte de la OEA.
Existe, pues, un peligro concreto en esta conferencia de Presidentes, que, según dice el Mandatario norteamericano, será uno de los temas de conversación en su entrevista con el PresidenteFrei.
Se corre también el albur de que dicha asamblea se aboque a modificar la estructura de la OEA a gusto del dueño de casa, del patrón, que sería el Departamento de Estado, tornándola en un engendro peor de lo que es hoy, por difícil que parezca.
Durante la gira, por Europa, el Presidente Frei habló de un sistema interamericano sin presiones, sin hegemonías. Posteriormente, nuestra Cancillería ha formulado planteamientos críticos frente a la estructura de la OEA, y es el caso de preguntar qué cosa concreta se ha hecho en este sentido. Eso pregunté al señor Ministro en la Comisión: ¿cuáles son nuestras proposiciones respecto de la modificación de la estructura de la OEA?
Creemos que la Organización de Estados Americanos no sirve para nada; que es simplemente el Departamento de Colonias del Gobierno de Washington. Creemos que toda su actuación no ha sido sino un rosario repulsivo de claudicaciones y que ella es una especie de Celestina o trotaconventos cuyo papel es justificar los crímenes del patrón, santificando todas las intervenciones contra los países latinoamericanos.
El Gobierno de Chile piensa otra cosa, pero tampoco parece contento con la estructura actual de la OEA, aunque no sabemos qué modificaciones concretas propone. ¿En qué sentido? Pues, si la correlación de fuerzas es la misma que existe ahora no tenemos por qué creer que de aquí hasta abril cambiará mucho América Latina y se van a reunir los mismos Presidentes de facto o los Presidentes constitucionales, todos aquellos que forman parte de la cuadrilla que lleva la larga cola al señor de la Casa Blanca, ¿qué posibilidad hay de que se impongan los planteamientos renovadores de la Cancillería chilena si es que los tiene y los plantea?
El crepúsculo de la Alianza.
Cierta prensa ha destacado la visita del Presidente Freí al PresidenteJohnson como una revitalización de la Alianza para el Progreso, Y ello no es una invención caprichosa, pues en el intercambio de invitaciones se habla concretamente de ese asunto. Los dos Mandatarios hablarán acerca de la Alianza para el Progreso, y el Presidente de Chile expondrá los planes en que está embarcado su Gobierno para llevar adelante los compromisos contraídos por Chile en Punta del Este, a la luz de la Alianza para el Progreso. Y el señor Johnson también lo dice.
Primero, no nos parece ésta la forma más conducente para mantener en alto, en actitud orgullosa y firme, la dignidad nacional. La verdad es que se expresa allí que el Presidente de Chile dará cuenta de los planes de su Gobierno. Nos duele esa frase; nos duele ese pensamiento y ese planteamiento, porque significa que nuestro país y el Presidente de la República, van a una capital extranjera a dar cuenta ante un Mandatario extraño de lo que se está haciendo en nuestra nación. Consideramos que eso repugna al principio de la soberanía nacional y es lesivo para el concepto de autodeterminación de los pueblos. No tenemos por qué dar cuenta a nadie. Este problema se arregla entre chilenos. Y si el Presidente tiene que rendir cuenta ante alguien, es ante el Congreso Nacional, el 21 de mayo, con ocasión del mensaje a la nación, al país, al pueblo de Chile. Condenamos el hecho de que se vaya a exponer los planes del Gobierno chileno a un Gobierno extranjero, cualquiera que sea.
El espectro de Cuba.
Sin embargo, esto no es tan casual, pues lo cierto es que el Gobierno chileno se comprometió en la Alianza para el Progreso. Y la plantilla, el programa que está realizando el Gobierno de Chile es, en realidad, el programa ideado por la Casa Blanca y el Departamento de Estado, por intermedio del PresidenteKennedy. El Presidente Kennedy pensó que la situación de América Latina estaba cruzada por ráfagas de tormenta, donde el peligro de la revolución se levantaba como un fantasma temible. Desde el 1º de enero de 1959, la situación cambió radicalmente en el continente. Y este vuelco profundo que hizo que América Latina comenzara a ser distinta y la actitud norteamericana mucho más inquieta y preocupada éste es un hecho básico que divide la historia contemporánea continental, es la revolución cubana, una revolución que siguió su propio curso y devino socialista.
Entonces vinieron febriles los cónclaves desesperados de los grandes negocios norteamericanos, que habían perdido totalmente sus inversiones en esa isla, que fue como la perla de su corona. Veían dibujarse este peligro en la esfera de toda América Latina. Entonces pensaron en la necesidad táctica de elaborar una política que evitara nuevas Cubas en este continente, o sea, que otros países se liberaran del imperialismo yanqui y siguieran un camino de absoluta independencia, empezando por nacionalizar sus fuentes básicas de materias primas. De allí nació. la Alianza para el Progreso, que dijo lo siguiente: "Nosotros tenemos que pedir a aquel que tiene cien que dé uno, para salvar la bolsa; debemos ayudar a los pobres para salvar a los ricos; tenemos que hacer nuestra propia revolución para evitar la de los marxistas, y la revolución que proponemos se hará dentro de los moldes actuales, respetando estructuras establecidas desde el punto de vista de las democracias representativas, que Kennedy prefirió a las dictaduras militares. Pero es necesario que hagamos algunas cosas."
Kennedy y su recetario.
Fue Kennedy quien propuso, por intermedio de la Alianza para el Progreso, exigir en América Latina, como necesidad preventiva para evitar las revoluciones, primero, la realización de la reforma agraria; luego, la tributaria y la educacional.
Es decir, todo cuanto se está haciendo en Chile perdónennos el señor Ministro y los Senadores del partido de Gobierno no es original de la Democracia Cristiana, sino una receta ideada por un hombre lleno de angustia ante la suerte del capitalismo norteamericano, que dijo: "El garrote y el terror ya no sirven para detener la rebeldía de los pueblos del continente. Es indispensable que abramos un poco la caja de caudales y, sobre todo, que hagamos algunos cambios; pero éstos tendrán alguna limitación. Podemos hacer pagar a todos: a los pueblos, que siempre han pagado todo; incluso, a las oligarquías del latifundio, y a las antiguas aristocracias de la tierra de América Latina. Auspiciamos la reforma agraria".
De allí el origen del descontento del Partido Nacional, descontento legítimo y razonable desde su punto de vista.
El señor
No es por eso, señor Senador.
El señor
"Pero" agregó "hay un dique, algo que nunca podremos tocar, ni se debe tocar, porque por eso lo proponemos: los intereses norteamericanos. Estos son sacrosantos e intangibles. No sólo no deben ser tocados, sino, por el contrario, estimulados y acrecentados, a fin de que las inversiones norteamericanas encuentren campo abierto, ancho, propicio, en todas las tierras de Latinoamérica. Por eso hacemos la revolución en libertad."
Extraño desprendimiento.
Eso es lo que se está haciendo en Chile; lo que explica el cuadro que presenta el país, la situación política nacional y la oposición del FRAP, puesto que se está siguiendo una política pro imperialista. Eso explica, también, la oposición del Partido Nacional, pues se quiere hacer una reforma agraria la compartimos entusiastamente, por haber sido siempre partidarios de ella no aceptada, como es natural, por los afectados. Porque por algo la Derecha ha dicho: "Bueno, pero nosotros tenemos que pagar todo, y ustedes, nada. Entonces, propondremos algo que nunca sugerimos, y en lo cual se ha insistido mucho: nosotros, que hemos sido siempre los grandes y verdaderos amigos de las inversiones norteamericanas, vamos a proponer la nacionalización de las minas de cobre". Y la propusieron.
Ello explica también el por qué de esa frase de las invitaciones. Por una parte, el Presidente Frei explicará los planes en que está empeñado el Gobierno chileno; por otra, el PresidenteJohnson hablará acerca de la realización del "gran ideal de la Alianza para el Progreso".
En realidad, no se trata de cosas extrañas, sino convenidas de antemano, pues la política de la Alianza para el Progreso y lo que el Gobierno de la Democracia Cristiana está haciendo aquí son una misma cosa.
El señor Ministro de Relaciones no ha dejado de decirlo con cierto orgullo, porque la verdad es que, respecto de la receta del Presidente Kennedy que está cada día más abandonada, porque no tiene padre, está huerfanita porque a ese Mandatario lo mataron, tal vez el único país que ha hecho algo, o está intentando hacer algo por seguirla, es Chile.
Si se trata, por ejemplo, del señor Somoza, ¿qué reforma agraria puede hacer en Nicaragua, en circunstancias de que es dueño de casi toda la tierra de su país? ¡Jamás lo podrá hacer! Lo mismo ocurre con otros tantos gobiernos,
¿Por qué se hizo la revolución en Brasil? Se hizo, sobre todo, porque Goulart tuvo el desparpajo, la osadía tremenda de establecer ligeras limitaciones respecto del dominio territorial.
El señor
Pero él era uno de los más grandes terratenientes.
El señor
Yo no soy goularista, pero creó que a todos los grandes terratenientes debe aplicárseles la ley, sean Presidente de la República o no lo sean. Y considero que también hay que aplicarla a los terratenientes democratacristianos, y no sólo a los del Partido Nacional.
El señor
Se la estamos aplicando, señor Senador.
El señor
Vamos a ver. Todavía no se les aplica nada. Inclusive, he oído decir a parlamentarios democratacristianos: "Ni a tiros me hacen la reforma agraria. Conmigo no se metan".
El señor
En la zona que represento, he conocido casos de democratacristianos a quienes les han expropiado todos sus fundos, y aún no se ha aprobado el proyecto.
La señora
¡Deben ser "fundillos"...!
El señor
Seguramente, les han pagado muy bien.
El señor
¡Se libraron a tiempo...!
El señor
Por eso, la fórmula de invitación no me extraña. En verdad, es una especie de sociedad supranacional, donde un socio actúa aquí y se va a dar cuenta al gerente general de la firma mundial
Pugnas.
No digo esto en desmedro ni en forma peyorativa. Son términos de expresión gráfica. Pero es un negocio común. Y esto no nos gusta, por la simple razón de que creemos que ni el pueblo ni la nación chilenos sacarán provecho de ello.
Después de la muerte del PresidenteKennedy, en Estados Unidos y en América Latina se produjo una pugna profunda, entre otras cosas, respecto de la política de la Alianza para el Progreso. Algunos sectores en Norteamérica consideran que esa política es temeraria, pues los pone en situación de inferioridad y priva a los grandes negocios yanquis de sus amigos de siempre, con los cuales han trabajado a lo largo de varias generaciones.
Por otra parte, en América Latina, en las así llamadas "Repúblicas", hay sectores gobernantes que dicen: "Bueno, esto es como traer el comunismo". Y, como es natural, las grandes oligarquías agrarias y financieras de muchos países latinoamericanos se pronuncian en contra de la Alianza para el Progreso y no desean ningún tipo de reforma agraria, financiera, tributaria o educacional. Quieren que América Latina siga exactamente como estaba antes de la revolución cubana, y creen que el remedio bueno no consiste en hacer cambios, sino en seguir dando palos y manejar las ametralladoras, pues para eso cuentan con el apoyo de Estados Unidos, compran bastante armamento, y los ejércitos, en muchos de estos países, se constituyen en el principal o único partido político o en el partido dictador, como sucede en Brasil, nación que ocupa prácticamente la mitad del territorio de América del Sur, y en países que le vienen en importancia, como es el caso de Argentina.
Ante esta situación, la Alianza para el Progreso está de capa caída, tiene grandes problemas, y el PresidenteJohnson no manifiesta por ella el mismo entusiasmo que tenía Kennedy. Está a punto de ser sepultada. Se hablará de ella con tono lírico, porque es buen lema propagandístico respecto de América Latina; pero, en concreto, será cada día más vaciada de todo contenido real. Es una especie de política que va siendo abandonada, y si aún no ha sido arrojada al canasto de los papeles inútiles, es porque puede servir desde el punto de vista externo.
Por eso, creemos que el Presidente Frei va a Estados Unidos a conversar con el señor Johnson cuando la política de reformas, ni siquiera secundarias, ya no interesa mayormente a la Casa Blanca, al Departamento de Estado ni al Pentágono, que se inclinan por la idea de que es más fácil detener la rebeldía de este continente por vías más rudas que la de los cambios.
La triste "doctrina Johnson".
Esto lo digo sin inventarlo, porque el PresidenteJohnson, frente a la doctrina de la Alianza para el Progreso doctrina del Presidente Kennedy, dio a luz el 28 de abril de 1965 su propia doctrina: la "doctrina Johnson".
¿Qué dijo Johnson en la doctrina que lleva su nombre? Expresó: "No ordenaré la salida de las tropas de Estados Unidos enviadas a la República Dominicana hasta que la nación del Caribe logre sus objetivos de proteger a los ciudadanos norteamericanos y evitar que los comunistas atrapen el poder allí. No nos proponemos quedarnos sentados aquí en nuestras sillas, con los brazos cruzados, y permitir que los comunistas establezcan misiones en el hemisferio occidental".
Esta es la "doctrina Johnson", o sea, aquella para la cual es bueno todo cuanto signifique defender los sacrosantos intereses de los consorcios é inversionistas norteamericanos, incluso la intervención y la intervención armada.
El Presidente norteamericano no se ha retractado de estas declaraciones. Entonces, la soberanía de los países latinoamericanos sigue en tela de juicio, continúa amenazada. Y la amenaza viene desde Washington, del hombre a quien el Presidente Frei visitará.
El experimentado diplomático mejicano don Luis Quintanilla ha señalado con nitidez cómo esa amenaza impide la real existencia de la solidaridad americana. ¡Y vamos a hablar de solidaridad americana!
"En los cincuenta años anteriores a 1933" recuerda el señor Quintanilla, "Estados Unidos intervino unas sesenta veces en los asuntos y territorios de los vecinos latinoamericanos, especialmente en el Caribe... ¿Cómo se puede hablar de solidaridad, de panamericanismo, de buena vecindad, cuando el mayor escollo para las buenas relaciones fue nada menos que la más poderosa república del hemisferio? La situación sólo podría cambiar si Estados Unidos se decidiera a abandonar de una vez por todas su intervencionismo imperialista."
¿Planteará esto el Presidente Frei en Washington? ¿Se dirá por qué Estados Unidos está estimulando Gobiernos que se movilizan contra Chile? No debemos creer que la actuación y el dinamismo extraordinario que desarrolla ahora el último gorila titulado de Presidente en el hemisferio, el señor Barrientos, de Bolivia, obedezca exclusivamente a iniciativa propia, si los norteamericanos están allí, son dueños de ¿Hasta dónde nos dejamos llevar por la ilusión, por las bellas palabras, y no vemos las realidades contradictorias con nuestros planes y las políticas que aquí se formulan?
Fronteras ideológicas.
Sin embargo, la Cancillería brasileña, en marzo de 1965, dirigió la siguiente comunicación a la Embajada yanqui:
"El Gobierno brasileño considera útil el nuevo espíritu del principio de soberanía, que debería estar basado en la existencia de un sistema económico y social común y no en obsoletas fronteras físicas o políticas. El principio de independencia debe tener un sentido práctico, tanto en la propuesta Alianza como en la Organización de Estados Americanos, a la cual se podría encargar de ciertas obligaciones, deberes y derechos, hasta ahora dependientes única y exclusivamente de los Gobiernos de los respectivos países miembros.
"La idea de la interdependencia tiene raíces ya profundas y cada vez se arraiga más mediante varios tipos de contacto y actitudes comunes no sólo en el campo cultural y político, sino también en la estrecha colaboración y cooperación militar."
Vemos formulada en la comunicación de la Cancillería brasileña a la Embajada yanqui, la teoría de las fronteras ideológicas. O sea, las fronteras físicas, naturales, políticas de un país, no tienen mayor importancia. Se abre ahora la frontera ideológica. Vale decir, las fronteras parten los países, los dividen entre aquellos que están con los norteamericanos y aquellos que no los aceptan, y dicen que la solución está en las fuerzas armadas, mediante la llamada colaboración militar.
¿Va a hablar el Presidente Frei con Johnson respecto de estas fronteras ideológicas?
Como la sesión se acerca a su término, , deseo concluir manifestando que, en nuestro concepto, este viaje no se justifica. Estimamos que nuestra política internacional se está moviendo por carriles ilusorios, por engañosas sendas. No se ha explicado qué utilidad puede significar realmente para Chile la visita al PresidenteJohnson. ¿Se tratará allá la posibilidad de ayuda norteamericana para el financiamiento de la reforma agraria? El Canciller Valdés dijo reiteradamente que no se va a pedir dinero; que no hay empréstitos de por medio. Pero están incluidas, dentro del programa de visitas, reuniones con hombres de negocios y grandes inversionistas norteamericanos ¿Qué se va a conversar con ellos? ¿Del estado del tiempo, de literatura, de la belleza de la Cordillera de los Andes o de los lagos del sur? ¿O se va a hablar de asuntos absolutamente prosaicos, relacionados con financiamientos?
Deseamos saberlo, señor Canciller, y nos interesa, por lo tanto, una respuesta a estas inquietudes que tenemos.
Respecto de la verdadera solución para América Latina reiteramos, ella no consiste en ponerse de acuerdo con Johnson, con el imperialismo norteamericano. A nuestro juicio, América Latina seguirá otro camino.
El señor
¿Me permite, señor Senador?
Ha llegado el término de la hora.
Queda con la palabra Su Señoría.