Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Especial N° 48
- Celebrada el 03 de febrero de 1970
- Legislatura Extraordinaria periodo 1969 -1970
Índice
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El señor
Señor Presidente, la necesidad de nacionalizar las empresas de servicio público constituye hoy día, en todos los países, una inquietud situada en primer plano, y más todavía cuando tales servicios públicos representan para el país egresos de divisas de significativa importancia, como es el caso precisó de la Compañía Chilena de Electricidad.
En Chile se viene aplicando -si no me equivoco, desde el año 1944- un plan de desarrollo eléctrico concebido por la EN-DESA, al cual han debido adaptarse las empresas particulares que atienden este servicio público, que han existido o existen en el país.
En casi todas las provincias de Chile, son la Empresa Nacional de Electricidad y una serie de subsidiarias de ella las que generan y distribuyen. Pero se da el caso verdaderamente extraño de que en las principales provincias, donde el mercado es más fuerte, sea una empresa extranjera la que realice, en especial, el negocio de la distribución. Es decir, en nuestro país una compañía foránea está prestando un servicio al mercado interno y llevándose por ese concepto moneda dura, la que, como es lógico, debería quedar en Chile. Ni siquiera se trata de negociar un producto que deba comerciarse en mercados exteriores, donde hay problemas de competencia y de otra índole, dificultades que no afrontan las empresas de servicio público que actúan en el mercado nacional.
Por eso, estimo falaz la observación vertida por los Senadores nacionales, quienes sostuvieron que expropiar las empresas de servicio público en un país no es una necesidad económica y social. A mi juicio, lo es, porque se trata precisamente -repito- de compañías qué se llevan divisas al exterior, por prestar servicios dentro del mercado nacional.
Esta situación ha sido analizada por economistas de muy diversas tendencias, y todos llegan a la conclusión de que, a la larga, un problema de esta naturaleza resulta insostenible.
Tan así es que el propio Estados Unidos -para citar un solo ejemplo- ha procedido en este orden de cosas con una línea perfectamente definida. Algunos de los señores Senadores aquí presentes deben de recordar que hasta la Primera Guerra Mundial la Empresa de Servicios Eléctricos de Nueva York era alemana. Una de las primeras exigencias que se hicieron a raíz del término de ese conflicto fue la de traspasar el dominio de esa compañía a Norteamérica, previos los pagos pertinentes, argumentándose, entre otras cosas, que se trataba de una empresa de servicio público.
El señor
Fue una indemnización de guerra.
El señor
Así es, señor Senador. Pero, entre las primeras medidas que adoptó Estados Unidos, estuvo la de obtener el control de los servicios interiores.
El señor
¡Estados Unidos sería feliz hoy día si fueran extranjeros!
El señor
Esta situación se ha ido repitiendo. En la mayoría de los casos, sobre la base de una solución similar a la adoptada respecto de la Empresa Nacional de Electricidad, se ha llegado a la nacionalización de esos servicios.
En Chile se justifica la nacionalización, tanto más cuanto que 72% de la energía del país es producida por ENDESA, es decir, por el Estado chileno.
El Estado chileno se ve obligado a vender a la empresa de suministro eléctrico de Santiago y de las provincias centrales, CHILECTRA, el 46% de lo que distribuye, para que ella obtenga las utilidades y ventajas de la distribución. ¿Es posible mantener tal estado de cosas? Desde los puntos de vista económico y nacional, es inadmisible seguir en estas condiciones.
Por tal motivo, desde hace muchos años, representantes de todos los partidos políticos sostienen la necesidad de abordar a fondo el problema de la nacionalización. Personalmente, me alegro de que sea el Gobierno del Presidente Frei y de los grupos políticos que lo apoyan quien haya dado el paso que, en definitiva, significará dar respuesta de una vez por todas a ese anhelo de toda la ciudadanía.
Algunos sectores políticos han expresado que sería preferible la expropiación antes que la negociación que se concreta mediante el proyecto de ley en debate. Me atrevo a decir que un análisis detallado de lo que podría significar una expropiación en los momentos actuales nos llevaría a la conclusión de que, para Chile, sería una operación plagada de dificultades y muchísimo más onerosa que la que se encara en esta iniciativa.
Si en lo futuro, ante la eventualidad de una expropiación, se debiera recurrir a los tribunales, nos encontraríamos con el hecho de que el valor total de los activos de las compañías, al 31 de diciembre de 1968 y al 31 de diciembre de 1969, era de aproximadamente 237 millones de dólares y que, descontando el pasivo exigible, la empresa tendría un capital cercano a los 100 millones de dólares, en cifras redondas, de los cuales, también en cantidad aproximada, 75% pertenecería a la SAPCO. Estas son las cifras que estarían en debate en los tribunales ante la posibilidad de una expropiación.
¿Qué se plantea, en cambio, mediante la iniciativa que ocupa al Senado? Que los 75 millones de dólares de capital que en teoría pertenecen a la SAPCO sean adquiridos, en virtud de una serie de circunstancias que nadie niega, y en virtud también de la insistencia del Gobierno chileno en la política de obligar a la compañía a aceptar ciertas condiciones, en un millón seiscientos mil dólares.
Por tanto, se trata de una negociación que para el Estado chileno, enfrentado a la eventualidad de una expropiación discutida en los tribunales, es de extraordinaria conveniencia. Por tal motivo, el Gobierno ha hecho bien al preferir el camino de la negociación antes que un eventual proceso expropiatorio, que sería difícil y de resultados aleatorios.
Desde otro punto de vista, es indudable que en los momentos actuales la nacionalización es todavía más conveniente, tanto más cuanto que ella se realiza cuando el Fisco está preparado para afrontarla. La circunstancia de que 72|% de la energía eléctrica nacional sea producido por empresas estatales, la existencia de gran cantidad de personal capacitado y la condición de chilenos de cuantos en la practican manejan, resuelven y planifican la política futura de la propia Compañía de Electricidad determinan que el traspaso de una empresa extranjera a manos nacionales esté a punto.
No hay duda alguna de que el Estado respetará todas y cada una de las conquistas que el personal de CHILECTRA ha adquirido en el curso de los años. Por lo demás, se han impuesto de ello los representantes de ese gremio que concurrieron a algunas de las reuniones de la Comisión. Ellos se han demostrado conformes con la nacionalización proyectada y, prácticamente, aun cuando hubo algunas diferencias de criterio en los términos de la negociación, no conozco ningún juicio disidente entre las personas consultadas.
Ha sucedido eso, porque, sin duda, como ya lo dije, el sindicato está controlado por el Partido Comunista. De manera que el personal debe tener mucha cautela para expresar sus verdaderos sentimientos sobre esta materia.
El señor
¡Qué frescura! ¡Es el personal el que elige a sus dirigentes; no Su Señoría ni el Partido Nacional!
El señor
En reiteradas oportunidades, cuando han acudido a conversar conmigo personas de distintos sectores de la Compañía Chilena de Electricidad, me han manifestado que debían hacerlo con cautela, porque oficialmente no podían expresar su pensamiento. Esto lo digo en alta voz, con el objeto de que mis palabras queden en la versión y para que ese personal se imponga de que he recogido sus justos anhelos.
El señor
El señor Senador está contra el personal y también contra los consumidores.
El señor
Lo único que puedo señalar respecto de las afirmaciones del Honorable señor Ibáñez es que el personal que habló con los miembros de la Comisión -incluso los funcionarios superiores- ha expresado su concordancia con el proyecto y su deseo de que la compañía sea nacionalizada.
El señor
¡El Honorable señor Ibáñez inventa personal! ¡ Es un personal fantasma!
El señor
Yo estaba presente en la Comisión cuando llegó la delegación de CHILECTRA a conversar con el Honorable señor Ibáñez.
El señor
¿Qué personal?
El señor
Por otra parte, la opinión de quienes se oponen...
El señor
¡Ellos dicen que se trata de un buen negocio!
El señor MONTES.-
¡Deje hablar al Honorable señor Palma!
El señor
¡Convenza al Honorable señor Ibáñez!
El señor
Vale la pena destacar -el informe lo precisa bien- que la no nacionalización de la Compañía Chilena de Electricidad implicaría para el país en los próximos años, si ella eventual-mente congelara sus inversiones -lo que por cierto no podría hacer-, y sin adquirir su propiedad, la salida de 265 millones de dólares en los próximos 25 años.
El señor
¡Treinta años!
El señor
En los próximos treinta años. En cambio, la negociación que se realiza significa pagar 149 millones de dólares, más o menos, lo que se traduce en un beneficio para el país del orden de los 115 millones de dólares.
El señor
Se trata de 115 millones sin impuestos y de 265 millones con impuestos. Esa es la diferencia. Se paga 70% de impuestos. No aparece este cálculo entre los datos.
El señor
Respecto de los impuestos, debo hacer otra advertencia, ya que el señor Senador aborda el tema.
En la actualidad, CHILECTRA debe hacerse cargo del impuesto adicional sobre los intereses y dividendos que se pagan a la SAPCO. De manera que son los usuarios de la Compañía Chilena de Electricidad, por medio de las tarifas, quienes están cancelando impuestos sobre intereses que se llevan al extranjero. Como esta situación se modificará, es posible que en este aspecto -aparte muchísimos otros relacionados con la coordinación de todos los servicios eléctricos del país- se revisen las tarifas en beneficio de los consumidores.
Por este mismo motivo, quiero destacar también, en el aspecto tributario, que algunos puntos de vista no han sido analizados; pero, contrariamente a lo dicho por el Honorable señor Ibáñez, ellos pueden y deben traducirse, por lo menos, en una no alza de las tarifas de CHILECTRA; no me atrevo a decir rebaja.
El señor
¡Qué buena la frase!
El señor
Por lo expuesto, ninguna razón justifica los temores con relación al manejo de la Compañía Chilena de Electricidad, sobre todo cuando se ha dicho que en toda la conducción de la empresa hay un solo extranjero.
¿Quién fija las tarifas y los criterios de ella? ¿Acaso la propia CHILECTRA? No, señores Senadores: los fija la Dirección de Servicios Eléctricos, en función de diversas consideraciones. De tal manera que no hay razón para temer que lo que ha funcionado relativamente bien en esos últimos años no pueda continuar en igual forma en el futuro, pues seguirán interviniendo' en la Compañía los mismos elementos.
Por todos estos motivos, se concluye que es conveniente la nacionalización; que la negociación se hace en buenas condiciones, y que, evidentemente, la adquisición de la compañía tiene gran importancia para la economía nacional, no sólo por el ahorro de las divisas que ahora se llevan al extranjero, sino también por el hecho de que en los años venideros será menester coordinar todo el sistema con los planes generales sobre electricidad.
Aquí se ha dicho que la compañía, ha efectuado inversiones importantes en dos plantas térmicas: la de Ventanas y la de Renca.
El señor
Y también la de Laguna Verde.
El señor
La adquisición de estas plantas -que implican inversiones bastante considerables por la compañía en los últimos años- y de las redes de redistribución, significa la compra de medios modernos y adecuados, considerando las necesidades de renovación de cada día.
Quiero insistir en que dentro del informe del Sindicato de la Compañía Chilena de Electricidad, al cual se ha dado lectura aquí, hay un error de apreciación, pues él se refiere a la primera parte de la negociación y no a las fórmulas definitivas a las cuales se ha llegado, pues, al adquirir CHILECTRA dentro del plan aquí esbozado, la tasa de depreciación de los bienes de su activo se eleva a 3,2%. No es ni el l,75%, que era el habitual anteriormente, ni el 2% aceptado por la Dirección de Servicios Eléctricos, ni el 2,5% previsto. El aumento señalado es consecuencia del valor que se da en definitiva a las acciones que posee la South American Power Company.
La adquisición de la Compañía Chilena de Electricidad debe apreciarse de acuerdo con las posibilidades de desarrollo eléctrico de Chile. Es muy cierto y razonable lo planteado aquí en cuanto a que el país está llamado a tener un desarrollo importante en este campo, especialmente en lo relativo al potencial hidroeléctrico, pero es evidente que toda acción en este sentido debe completarse con las plantas térmicas, dada la inestabilidad climática del país.
De acuerdo con sus planes, actualmente la Empresa Nacional de Electricidad está construyendo dos plantas, una de ellas, la denominada Bocamina, en Arauco, que es similar en tamaño a la de Ventanas.
El señor
Está en Coronel.
El señor
Repito: no es casual la política de la Compañía Chilena de Electricidad con relación a estas plantas termoeléctricas. Ella obedece a las líneas generales de desarrollo eléctrico del país.
¿Qué acontecerá con la Compañía Chilena de Electricidad? Sin duda, será necesario regularizar la situación que se producirá en lo futuro y entregar a ENDE-SA, eventualmente, la generación de la energía y a CHILECTRA la distribución de ella, con una acción más racionalizada. En esta forma, podremos tener un óptimo aprovechamiento de las instalaciones y de los medios técnicos y materiales.
Por otra parte, debo destacar que la Comisión estableció en la ley en proyecto la obligatoriedad de la participación de los representantes de empleados y obreros en el directorio de la empresa, con lo cual se quiso resolver una situación que causaba inquietud y que se refiere a problemas de información, política, estabilidad, empleo y otros, que interesan vivamente al personal.