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Antecedentes
  • Senado
  • Sesión Especial N° 3
  • Celebrada el
  • Legislatura Extraordinaria periodo 1971-1972
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Intervención
ANÁLISIS DE LA SITUACION POLITICA DEL PAIS.

Autores

El señor DURAN.-

No deseo traer al debate aquellos hechos, pues se apartan de la materia central en discusión. Pero no sentiría respeto por mí mismo si, abocado a la obligación de tener que decir mi juicio sobre la actuación de entonces de nuestro Honorable colega, no recordara que Su Señoría tuvo términos muy duros en contra del partido y de los parlamentarios que sostuvimos la acusación, englobándonos, lo mismo que ahora, en esta concepción gigantesca pero siempre vaga: "Los elementos de la reacción que pretenden imputarme cosas que no he realizado". Nosotros éramos entonces, como lo somos hoy día, un partido político de Izquierda, que discrepaba, y acusamos a un Ministro en uso de nuestros derechos, porque creíamos que había violado normas legales en perjuicio del interés público. La acusación no prosperó, luego de un debate en que hubo términos duros, e incluso se hicieron publicaciones en igual sentido. Lo digo, porque el señor Senador afirmó que no había atacado al Partido Radical ni a sus hombres. No es así.

Esto acontece en política. Ahora, lo queramos o no, cuando un gobernante actúa en contra de un partido, y a su alrededor quienes con él colaboran tienen una actitud de silencio, adoptan una posición solidaria con quien de manera tan injusta persiguió con saña a funcionarios que no cometieron otro delito que no compartir sus tesis, entonces la actitud es mucho más grave. Por eso, insisto en que la hora que vivimos nos obliga a analizar los hechos de manera más justa.

¿Cómo no vamos a recordar también lo ha traído al debate el Honorable señor Rodríguez lo que se ha dicho a propósito de' la campaña electoral que culminó con la elección del doctor Marín? Que el Partido Nacional y la Democracia Cristiana andan juntos: ¡juntos en lo del cobre, juntos en lo de Valparaíso, juntos ahora!

¡Miren qué curioso, señores Senadores! Cuando se juntan socialistas y comunistas ambos marxistaleninistas con el API, con unos cristianos mucho o poco, no lo sé, pero parece ser que de cristianos ya no les va quedando nada para dar una contienda. . .

El señor JEREZ.-

Seguramente Su Señoría es autoridad en la materia, puesto que está juzgando...

El señor DURAN.-

Respecto del cristianismo sé poco, a pesar de que una que otra vez doy alguna vuelta a la Biblia; no como Su Señoría, que, estudiando en el Seminario, se especializó en la materia.

El señor JEREZ.-

Por eso soy cristiano, y no acepto que una persona qué se declara ignorante en estos asuntos venga a formular cargos a un grupo político respetable.

El señor DURAN.-

No estoy discutiendo con Su Señoría ninguno de los dogmas y mandamientos de la Iglesia; si así fuera, tendríamos que caer en un debate personal para ver si he roto yo más mandamientos que el señor Senador, y creo que esto no interesa al país ni al Senado.

El señor JEREZ.-

No opine sobre lo que no conoce, señor Senador.

El señor DURAN.-

Pero el hecho de que no sea cristiano, no asista a la iglesia ni me confiese, no implica que no lea la Biblia de vez en cuando, en alguna medida, ni que deje de escuchar o leer los mensajes de la gran autoridad eclesiástica que es el Papa, que expresa a través de las encíclicas todo ese conjunto de ideas que esbozan una doctrina espiritual, no materialista como lo es la marxista. Pero no me detendré en todo este proceso, porque no es materia de la discusión.

Me estaba refiriendo al problema de la elección complementaria de Valparaíso. Allí se juntó de todo: los que iban a misa, católicos de Izquierda, algunos masones, bastantes marxistaleninistas, etcétera.

Me agrada que haya llegado el Honorable señor Rodríguez a la Sala, porque me estaba refiriendo a su gente.

Pues bien, cuando ese conjunto que forma la U. P. comunistas, socialistas, radicales, API, cristianos de Izquierda, MAPU, etcétera proclaman su candidato, el señor Del Canto, militante socialista, dirigente de la Central Unica de Trabajadores, entonces se produce lo que se llama "la unidad del pueblo". Se han juntado todos quienes anhelan el bien de Chile. Pero cuando se les ocurre a los nacionales, sin pactos, sin conversaciones, sin programas comunes, decir: "Este señor Marín es un buen ciudadano, es un hombre correcto que ha servido a la zona y está vinculado con sectores populares, de modo que parece ser un buen candidato: apoyémoslo", ¡entonces todo este arreglo pasa a ser algo execrable, una cosa ilegítima, el contubernio!

Antes pertenecimos a la gran familia radical: antes de que se atomizara y nos jibarizáramos todos un poco, o "un mucho", ya lo dirá la elección de 1973. Pues bien, recuerdo que un día en el Partido Radical unos "doctrinarios", que siempre los hay en todos los partidos, durante el Gobierno de Ibáñez yo pensaba que Ibáñez era una amenaza por su tradición golpista y dictatorial, pero aquí a los muertos se les venera, con olvido de la historia, y mucha gente dice: "Ah, yo fui partidario de Ibáñez, pero del segundo período, no del primero", sin recordar que moro viejo no puede ser buen cristiano, cuando vivimos con el alma en un hilo pensando que en cualquier momento al General le podían bajar las viejas ganas y podía "tirarse el salto", plantearon un día que el partido debía actuar sólo con la Izquierda y no podía hablar con liberales ni conservadores. Entonces yo les dije una cosa muy simple: "¿Por qué, entonces, no planteamos un voto derecho, un voto honesto: digamos que el Partido Radical no se junta con nadie y le aseguramos a Ibáñez, de aquí para adelante, todas las elecciones complementarias?" Puedo tener cara de imbécil, por una úlcera que tuve de niño y de la que me he mejorado, pero esa vez me opuse a la tesis y enfrentamos a Ibáñez. Un día protestamos con Gumucio, y con Gumucio ganamos, incluso con el apoyo de los comunistas y de demócratas.

El Honorable señor Juliet no ha querido recordar tal vez por su condición de ex Canciller que cuando se formó la TOCORA allá en el Norte, para atajarnos, se dieron la mano de todos lados, de Mónteseos a Capuletos, abrazados, en contra de don Luis Cuevas. Ese fue un hecho.

Entonces, no adjetivemos respecto del adversario en la forma como lo hemos escuchado esta tarde. ¡Si este país no se divide en santos y bandidos! Lo que sucede, señores Senadores, es otra cosa. Creo que con Quinteros pasó lo mismo. Quinteros era socialista, y con él enfrentamos y ganamos a Ibáñez. Si hubiera hecho caso a los "doctrinarios" y al lenguaje de entonces, otra habría sido la situación. En esa ocasión también se decía: "Esto es contubernio. Miren cómo se juntan los radicales con liberales y conservadores". Sí, pero de esa forma ganamos a Ibáñez y se mantuvo la democracia.

Creo que el país requiere reformas claras y profundas, pero ellas se han venido realizando desde hace tiempo. No me parece que sea efectivo que la Democracia Cristiana hiciera un Gobierno reaccionario. No. Hizo un Gobierno de acuerdo con la época. Fue avanzando en muchas cosas. Cometió errores está integrada por seres humanos que combatimos. ¡Cómo no vamos a recordar que combatimos al señor Frei, si Frei, al igual que Allende, cuando era Senador y estaba entre nosotros, gritaba de la manera más estrepitosa! Frei nos decía lo mismo que Tomic y Allende: "En La Moneda no hay un Presidente, sino un monarca, o un pacha" para dar en el gusto al Honorable señor Tarud "que tiene poder sobre lo divino y lo humano. Sin embargo, cada cierto tiempo viene a pedirnos facultades extraordinarias. Le queda chico el total del poder." ¡Para qué decir lo que opinaba Salvador Allende, con ese tono tribunicio que todos le conocemos y que empleó el día en que vino a decir al Senado, del que se despedía en la misma ocasión, que el entendimiento o acuerdo a que había llegado con la Democracia Cristiana respecto de las garantías constitucionales tenía el aval de su palabra y de su honor de caballero. Es decir, ahí no pactó la U. P., de modo que ésta debe cobrarle la cuenta a Salvador Allende si no le gustan las facultades y las reformas. Aquí nuestro ex colega y actual Primer Mandatario nos dijo lo mismo que Frei y Tomic: que el Presidente entonces lo era don Jorge Alessandri sólo quería constituir esta república en una monarquía para él. No podían acusarlo de intentar establecer una monarquía hereditaria, porque don Jorge Alessandri no tiene hijos. Si los hubiera tenido, también le habrían imputado ese cargo.

Ha llegado al Mando Supremo Salvador Allende, y antes llegó Eduardo Frei. Cuando notaron que la camisa les quedaba chica, comenzaron a aflojarse el botón del cuello, porque se sentían ahogados por la Constitución. Más tarde, en la misma medida en que pasan los días, cuando sube el calor político, se desabrochan la camisa y quedan un poco en paños menores. Esto nos está pasando. Ahora al Primer Mandatario le queda chica la ropa interior, y quiere más y más poder, tanto que nos habla de la Asamblea del Pueblo y de que llevarán adelante el Programa de la Unidad Popular porque lo aprobó el pueblo. En esto también se equivocan.

Ellos afirman que lo dice el programa, como quien cita la Biblia o el Corán. ¿Y a mí qué me importa el programa de la Unidad Popular? ¿De dónde han sacado que ése fue el programa que se dio ChilEº A esta declaración de principios la apoyó el 36% del electorado; en consecuencia, no nos digan como excusa ante el conjunto de atropellos que se cometen: "¡Está en el programa!" Tengo la certeza de que si le preguntamos qué le parece el programa a alguno de sus firmantes, va a decir honradamente: "No tuve oportunidad de leerlo". Esta es la verdad.

Estoy seguro de que hay señores Senadores a quienes no gusta nada este "negocio" de la Asamblea del Pueblo, que generaría los tribunales populares y un Poder Ejecutivo elegido por ella. En especial, los Honorables colegas a los que quedan seis años y medio de mandato deben sentir cierta repugnancia por esta idea, porque significa perder una "cola" más o menos larga del período que les resta.

Más allá del conjunto de cosas que se dicen, no cabe duda alguna de que, con su propia mentalidad, los distintos partidos han planteado líneas y soluciones frente a los problemas que se nos han venido encima. Pero el que discrepemos de diversas colectividades de Gobierno o de Oposición, ¿cree alguien que autoriza a usar el lenguaje que se ha empleado?

¿Por qué no dicen aquí Sus Señorías mirándonos a la cara si son partidarios de una lucha de clases en que los asalariados deben eliminar a la burguesía? ¿Todos la desean?

Los católicos tienen como mandato esencial amar a su prójimo como a sí mismo. Fíjese, Honorable señor Jerez, cómo lo recuerdo. ¿Es una manera de amar lanzar a la calle a la clase asalariada para que se haga justicia por sus propias manos y se arme para el degüello? ¿Qué quiere decir esto de liquidar a la burguesía? ¿Es quitarle sólo sus herramientas? No, señores Senadores. Los fundadores de la doctrina marxista y sus principales ideólogos dicen que hay que exterminar a la burguesía mediana y pequeña hasta que no queden vestigios de ella.

¿Cuál es la posición de los distintos partidos de la Unidad Popular? ¿Sus Señorías creen que el Honorable señor Juliet y excúseme, Honorable colega, porque le tengo mucho afecto, un jurista, un hombre que se formó en el derecho, un demócrata, va a salir a la calle a encabezar las huestes para degollar a la burguesía? ¡Tendría que empezar él mismo por hacerse el "harakiri', porque es, como nosotros, un burgués!

Entonces, aclaremos conceptos. Desean aplicar fórmulas de violencia y dicen que quieren armas, porque hay que aplastar el proceso sedicioso. ¿Cuál proceso sedicioso? ¡Ah, no se sabe! ¿Quiénes son los sediciosos? ¡Tampoco se sabe! "Pero, mientras tanto, dennos armas para liquidarlos". Bueno, ¿y qué sucederá cuando tengan las armas? ¡Porque la gente compra armas para disparar, no para entretenerse! Una vez que se les haya dado armas, ¿qué ocurrirá en el país?

¿El Gobierno no sabe que existen fuerzas armadas totalmente ilegales? Es lamentable que estas cosas se silencien. En Curarrehue mataron al campesino Camus que no era terrateniente por defender su casa, su hogar, su predio de una hectárea y media básica. El otro día, cuando pregunté al Honorable señor Montes qué haría si asaltaran su casa, me contestó: "¿Qué haría? Mataría, pues". Cuando el Honorable señor Montes mata a un asaltante, está en su derecho; cuando Camus defiende su hectárea y media, es un "momio asesino". ¡Un "momio" con los pantalones rotos, que no obtiene de su trabajo los medios suficientes para vivir! ¡Un "momio reaccionario"...! ¡Cuánta distorsión de los hechos!

Mientras tanto, uno le pregunta al teniente de Carabineros: "¿Quiénes son esas personas de chaqueta negra y corta, que andan con revólver y metralleta? ¿Son milicias? ¿Y usted no ha dado cuenta a sus superiores?" "¿Cómo voy a dar cuenta" contesta el teniente "si aquí estuvieron el Jefe de Carabineros y el Intendente y los vieron?" Sin embargo, los responsables máximos del Gobierno nos vienen a decir al Senado: "No sabemos nada. Formulen denuncias". ¿Qué es lo que quieren? ¿Que preguntemos a los guerrilleros? Si uno de nosotros se acerca a interrogarlos, ¿cuál será la respuesta? ¡La Asistencia Pública, por preguntones, pues! Es decir, el Gobierno presenta un rostro cuando fija su actitud ante la opinión pública, y otro distinto en sus actuaciones en el terreno, permitiéndolo todo.

Este debate se originó, esencialmente, por el problema del ciudadano señor Pablo Gumucio. Mala suerte para el señor Senador don Rafael Agustín Gumucio lo que le pasó a su hermano. Lo siento más que nadie; pero no tratemos de vincular a una persona con otra en una actitud tan inhumana. Don Rafael Agustín Gumucio es un distinguido Senador, honorable y caballeroso. ¿Qué tiene que ver con lo que haya hecho don Pablo Gumucio? Nada. Los hermanos no se eligen, ni siquiera los padres de uno pueden hacerlo, y en las familias se da de todo: uno resulta inteligente y el otro, tontón; uno es honrado y el otro, vivacho o loco. De todo se da. ¿Por qué, entonces, se arma un escándalo y se utiliza al autor de un delito común, que se está investigando, para hacer baja política?

¿Y quiénes arman el escándalo, señores Senadores? Los diarios de la Unidad Popular, los diarios adeptos al oficialismo, lanzados en contra del señor Pablo Gumucio, hermano del hombre que está actuando con ellos en el Gobierno. ¿Por qué? Porque más allá de este vínculo familiar que olvidan, resulta un elemento útil para disparar contra la Democracia Cristiana, porque se supone que pertenece a ese partido y, en consecuencia, tiene que haber repartido el producto pecuniario de su delito entre sus militantes y, a lo mejor, hasta el propio ex Presidente Frei recibió una tajadita de la torta. Entonces, ¡vamos canalizando el odio en contra de ciertas personas! Ahí radica el problema.

¿Qué es la justicia de la masa, sino el azuzamiento cobarde de la multitud, hecho en forma anónima, para que, en el instante en que se señale al acusado, uno tire una piedra, otro un peñascazo y, después, se recoja un guiñapo de ese ser humano agredido? ¿Y quién lo mató? Nadie lo sabe. ¿Su muerte la causó una piedra o un palo ? ¿ Quién le pegó el último puntapié en su agonía? No se sabe. Lo asesinan los que incitan.

A mi juicio, éste es el problema más grave y profundo que debe plantearse en esta Corporación. Se está produciendo un envenenamiento colectivo que se inyecta por medio de la prensa adicta al Gobierno, que debería desear un ambiente de tranquilidad y paz para llevar a cabo su programa.

Han dicho al mundo que llegarán al socialismo por una nueva ruta y que son capaces de aplicar esta fórmula por la vía democrática. Es una experiencia interesante, porque en el mundo no se conoce, y los personeros de la Unidad Popular lo saben. Por eso, sostienen con énfasis que defienden las concepciones básicas para la convivencia libre y, al mismo tiempo, para realizar los grandes cambios que, desde el punto de vista económico, son necesarios para una justicia verdadera que se concrete en bienestar popular. ¿Cómo lograr esta fórmula? La democracia está establecida. El problema consiste en saber con cuál herramienta o mecanismo montar la transformación económica. Discutámoslo. Algunos creerán que un camino es bueno y otros, que es malo. Sus Señorías han encontrado en el Senado, como en la Cámara, las puertas abiertas a todas las normas de transformaciones sociales en este sentido de justicia y de avance, que es lo económico y lo social. Esto es lo que interesa al mundo. No es la ley de divorcio ni el viejo debate sobre el problema educacional, fenómenos que los hechos históricos remontaron. ¿Por qué no lo discutimos?

No se trata de defender a uno o a otro industrial. Estoy convencido de que lo producido es irreversible, de que no puede volverse atrás en las cosas que se han realizado, buenas o malas, según el derecho o en contra de él. De lo que se trata, es de formularse otra pregunta: ¿Cree honestamente la Unidad Popular que Chile pueda desarrollarse sin que se precisen las áreas de la economía? Esto no sólo lo ha solicitado la Oposición. Lo han pedido partidos y Senadores de Gobierno. Lo planteó el Movimiento Radical Independiente de Izquierda y, antes que ellos, el Honorable señor Tarud y su partido, el API: fijemos las áreas de intervención, respecto del Estado, las sociedades mixtas y la propiedad particular. Si quieren que esta última no exista, díganlo. Si quieren respetar sólo el domicilio de las personas y determinar el traje que usarán, debatámoslo. Pero no continuemos en esta cosa vaga, amplia, elástica, sujeta a la voluntad de un César; y, lo que es más grave, de un grupo de estudiantes para Césares, porque en cada repartición pública aparece un "satrapita al tres cuartos" que actúa por su propia cuenta, como una especie de sucursal. Ni siquiera el propio Gobierno conoce muchas de las cosas que allí ocurren.

Cuando uno dice al Ministro: "Los asaltos a los predios están dirigidos, incluso, por funcionarios de organismos oficiales"; la respuesta es: "¡ No puede ser!" Sin embargo, se levantaron actas en que se dejó constancia del atropello y que tienen el respaldo de personeros de los partidos de la Unidad Popular y, también, de intendentes y gobernadores. Entonces, ¿qué quieren?

El Senador que habla representa zonas agrícolas donde todo el desarrollo de la lechería ha sido hecho astillas. Si el Estado quiere expropiar un predio de los denominados "latifundios"; como los que antes tuvieron, por ejemplo, la Caja de Empleados Particulares, la Caja de Empleados Públicos y la Beneficencia puede que la medida sea útil; mas si estaban bien trabajados, debe mantener una línea de planificación del desarrollo. Pero esto no es lo que está aconteciendo. Después de 15, 20 ó 30 años de esfuerzo, en que los pastizales formaron alfombras que fueron elementos fundamentales para la producción de ganado, leche y carne, ¿qué ha pasado? Que llegaron nuevos técnicos improvisados y, con un sentimiento de odio, metieron el arado, y las tierras de migajón grueso quedaron privadas de producir estas cosas vitales para el consumo popular, porque allí se plantaron pinos. Entonces, como chileno, uno se desespera. Queremos que nos planteen algo serio, de tipo programático, realizable.

¿Quieren que exista su Asamblea Popular? ¡Tráiganla! Dense el gusto. Envíen el proyecto al Congreso y lo debatimos. Si tienen votos, ganan; si no, vamos al plebiscito. Pero, ¡démosle a Chile una salida! ¡No sigamos en esta incertidumbre! Uno no sabe qué va a pasar, y ésta es la mayor inquietud que siento por mi patria.

En general, hace mucho tiempo que en Chile la gente que tenía algún medio económico lo dio por perdido. Uno observa que no son los accionistas los que enfrentan la política de expropiaciones ilegales que se viene desarrollando. Hay un camino para que se expropie de acuerdo con la ley. Planteémoslo. ¿Las hilanderías, el algodón, deben pasar a manos del Estado? Que nos lo digan. Tengo la certidumbre de que cuentan con amplia mayoría en <al Congreso. Dígannos, además, qué quieren hacer con los pequeños accionistas, los que economizaron durante mucho tiempo algún dinero para invertirlo en la hora de su vejez. ¿Les quitarán también sus pequeños ahorros? ¿Llegarán al despojo? ¿Cuál es el límite posible del ahorro? Es indispensable precisarlo. Por otra parte, ¿vamos a traer capitales foráneos para montar nuevas industrias?

Estas son nuestras interrogantes como chilenos.

Cada año, ochenta mil seres humanos piden posibilidades de trabajo: un estadio nacional repleto de jóvenes que quieren empleo, que solicitan ganar su sustento, para constituir, a su vez, una nueva familia. ¿Y qué se responde a esos ochenta mil chilenos? ¿Les han dado más trabajo porque expropiaron Yarur, Hirmas, Said o cualquiera otra de estas fábricas? ¿Hay más empleo por eso? No se ha creado ninguna nueva actividad. El Gobierno ha tomado compromisos, porque de alguna manera se tendrán que pagar esas expropiaciones. ¡Algo se pagará! Representa esto un gasto. ¿No es mejor montar nuevas maquinarias? Tengo la seguridad de que muchas de esas fábricas están envejecidas; se lo he oído a técnicos hilanderos. Los telares horizontales antiguos fueron reemplazados por los circulares en la producción del mundo. En consecuencia, nos vamos a encontrar con el mismo negocio de los carros. Si los carros son chilenos, aun cuando estén desvencijados, ahí nos quedamos: con el pago de las jubilaciones de los funcionarios que allí trabajaban. No vaya a resultar un mal negocio. Estudiémoslo.

Si por desgracia se acabó mi tiempo, como lo hace notar el señor Presidente, no tengo más que decir que a mi juicio lo esencial del debate de hoy es advertir al país que los sectores ubicados en la política de la injuria, que crean un clima descompuesto, deben entender que ser Gobierno implica lineamiento para el futuro. Lo que Chile quiere es más trabajo y una línea clara. La que nos señalen. Pero no continuemos en una ruta estéril, donde todos los días sólo recibimos puntapiés, injurias y tratamiento soez, porque esto nos hará blanco, en la hora de satisfacción de los grandes criminales, para que la masa nos transforme en un guiñapo. Pero con esos crímenes no habrán logrado tener razón ni estarán proyectando un Chile grande, que yo creo debe ser la ambición de todos los patriotas.

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