Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Especial N° 15
- Celebrada el 02 de mayo de 1972
- Legislatura Extraordinaria año 1972
Índice
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El señor
Afirmó Su Señoría que el problema que en este instante debatimos es esencialmente político, y quizás sea aquí donde radica el más grave de los inconvenientes iniciales de la materia que nos preocupa. Porque me parece que lo natural, lo lógico y lo moral es plantear estatutos que configuren una fórmula democrática para elegir los representantes del Poder Legislativo, en una hora en que, alejados del enfrentamiento partidario, haya la bastante frialdad para buscar un camino que se acomode más al anhelo común de que los representantes parlamentarios sean efectivamente, como lo manda la Constitución Política del Estado, proporcionales a la fuerza que cada pensamiento ideológico tiene en el país.
¿Cómo nace este proyecto de ley y cómo se va formando ambiente en torno de él?
Considero útil hacer un recuerdo, que de paso mencionó el Honorable señor
Sin embargo, debo decir una palabra con relación a la justicia de esa hora de feria. Los partidos pequeños, que implican determinado pensamiento ideológico, pueden no obtener representación parlamentaria aun cuando tengan representación real y clara a lo largo del país, en atención a que sus candidatos son derrotados en circunscripciones chicas por aquellos partidos que tienen mayoría. O sea, su electorado se distribuye en distintas circunscripciones; y así resulta que una colectividad que en la expresión ciudadana reúne 200 mil o 300 mil votos, no logra designar representantes mientras que un partido con un electorado numéricamente superior, no obstante no triplicar a lo largo del país las fuerzas de aquella colectividad pequeña alcanza, sin embargo, una representación múltiple en la Cámara y en el Senado. Se genera así la situación anómala de que un contingente importante, aunque menor, no tiene expresión, a pesar de poseer a través de Chile un conjunto de militantes disciplinados que constituyen una fuerza de arrastre y traducen determinado pensamiento político.
Respecto de lo que el Honorable señor
Es lógico que un Gobierno trate de aglutinar alrededor de sí un conjunto de fuerzas parlamentarías que le permita gobernar. Si no logra desde su inicio contar con mayoría parlamentaria adicta, habrá de buscar, mediante el entendimiento con otras fuerzas políticas más o menos similares o por medio de planes de desarrollo políticos donde haya comunidad de pensamiento, mayorías parlamentarias que le permitan impulsar lo esencial de su programa, sea en su integridad o modificándolo.
¡Perverso sistema de inspiración antidemocrática es el de aquel que, sin obtener mayoría ciudadana ni en la calle ni en el Parlamento, con una soberbia presuntuosa y ajena al espíritu democrático, trata de imponer su voluntad porque simplemente le viene en gana! Ese pensamiento tiene sus raíces en propósitos totalitarios, se nutre de ellos y es ajeno al juego normal que llamamos de democracia y libertad, porque es una minoría que trata de imponer su voluntad soberana por sobre el pensamiento de la mayoría del país.
¿Qué ha acontecido con relación al proyecto en debate? Su Excelencia el
El sistema electoral con diferentes tipos de compensación se hace fácil entre los partidos marxistas, en especial cuando ellos son acompañados por otras pequeñas colectividades que, sin compartir sus tesis ideológicas, colaboraron a la elección de un gobernante. A ello debe agregarse el que esos partidos marxistas, con una disciplina de acero, tienen la posibilidad, aun sin pacto, de ir buscando en las distintas circunscripciones fórmulas que en el fondo acomodan un pacto. De tal manera que si los comunistas presentan lista cerrada en la Agrupación de Tarapacá y Antofagasta, cerrada también será la lista del Partido Socialista en la Agrupación de Atacama y Coquimbo. Es decir, sin existir pacto, en el hecho las fuerzas marxistas, dado el montaje acerado de sus disciplinas, se van traspasando votaciones de una agrupación a otra, y ello sorprende a las fuerzas democráticas sumidas en disputas internas, largas, múltiples, y muchas veces sin reales fundamentos ideológicos, cayendo inclusive en caudillismos subalternos. Pero el pensamiento libre siempre tiene frente a sí la posición adversa de la línea que arranca del debate amplio y de la posibilidad real de la discrepancia. Porque la democracia no es el asentimiento unánime de los demócratas: es el sistema que entrega un terreno abierto para que los demócratas expresen pensamientos distintos.
Y de ahí nace un hecho que, desde el punto de vista filosófico, es esencial que los demócratas entiendan: las fuerzas marxistas tienen un extraordinario talento creador; no sólo ubican las líneas generales de sus propios partidos, sino que, mediante slogans hábilmente ideados y repetidos de manera profusa, van creando un clima que les permite ir encajonando, con complejo de culpa, a los diversos grupos democráticos.
En este instante, si uno pregunta en Chile si los anhelos planteados por el Excelentísimo señor Allende obedecen al deseo de unificar fuerzas de posición de avanzada o si, por el contrario, se trata del montaje desde el Gobierno de fórmulas electorales que permitan a los Partidas Socialista y Comunista de tendencia marxista-leninista declarada aumentar su poderío, se encuentra con el hecho fatal de que el Ejecutivo ha ido pretendiendo sistemáticamente plantear ante la vida ciudadana las alternativas electorales con criterio del todo injusto y falso.
No es verdad que en Chile sólo los partidos de Gobierno tengan inquietudes de tipo popular y ánimo de servir a las grandes mayorías nacionales, como tampoco lo es que, separadas por un Rubicón infranqueable, se encuentren (las fuerzas negativas, las fuerzas que son calificadas con slogans de esta especie, que a veces penetran, pero que, a fuerza de ser repetidos, se tornan majaderos, resbalan y se desprestigian. Así, en este lado del Rubicón se hallan los reaccionarios, los momios, los sirvientes del imperialismo y los agentes de la CIA. Y, alternativamente, van cayendo en este cuadro que ellos fabrican, con habilidad, distintas fuerzas partidarias. Ya no son sólo el Partido Nacional y la Democracia Radical quienes, sufriendo el embate de la consigna y la repetición, son caricaturizados hacia el exterior como partidos sin sensibilidad frente a los problemas del pueblo.
Para la elección del señor
Así, van sumando diversos sectores al grupo que califican de Derecha, de momios reaccionarios y de agentes de la CIA, para configurar un plano electoral absolutamente falso, en donde el marxismo, con habilidad, aprovecha la debilidad de los grupos democráticos, que, sin entender lo que es una democracia en su fondo la posibilidad de discrepar, sienten temor ante la adjetivación mantenida con criterio de acero mediante una prensa hábilmente maniobrada, no sólo por el grupo de Gobierno, sino inclusive y esto duele observarlo como chileno por los propios organismos del Ejecutivo, que la orientan y dirigen.
Ayer tan sólo integraba los grupos de Gobierno un partido que, con condiciones, entró a compartir responsabilidades en el Ejecutivo. Y ex correligionarios míos que hoy integran el Partido de Izquierda (Radical, junto con jurar representantes suyos que asumían cargos gubernativos, recibieron las loas de toda la prensa oficialista. Los Senadores señores
De esta manera se configura lo que, con honestidad y razón, el Honorable señor
¿Qué hacer frente a la acción de un Gobierno que, de manera inteligente y yo diría diabla, plantea fórmulas electorales que, al margen de la prohibición de los pactos, permiten a los partidos que lo sustentan, no sólo porque en su estructura más fuerte son marxistas, sino además porque son Gobierno, formar listas buscando cualquier tipo de compensación: administrativa, Embajadas, y ahora, generosamente, dentro del área privada, a través de interventores? Este gran mecanismo del Ejecutivo, que le permite manipular, llama a los partidos democráticos a observar el acontecer y a darse cuenta de que el entendimiento entre ellos es imposible. Y nace el complejo hábilmente montado por esas fuerzas totalitarias, para ir señalando la imposibilidad de entendimiento entre unos y otros. A los democratacristianos les dicen que no pueden entenderse con el Partido Nacional, y tocan las campanas del escándalo cuando el proyecto de reforma constitucional que fija los límites de las áreas económicas, estableciendo las áreas mixta, privada y social, cuenta con los votos de todos los grupos democráticos; llaman a cada uno de estos grupos, según sean las posibilidades, a desoír la voz de la democracia, que grita unidad, usando el lenguaje acariciante, para no estropear su figura de hombres de Izquierda, y soplándoles al oído palabras tentadoras.
Así, se entiende que en este instante las fuerzas democráticas acepten el planteamiento de los pactos, que no rechazo, pero que deseo analizar ante mis Honorables colegas para dejar constancia histórica de los pasos que nuestro país dará en lo futuro.
Hemos entendido bien la filosofía del proyecto, y el país la conoce. Tiene una ventaja innegable sobre el viejo sistema de pactos. Se trata de que los partidos lleguen a acuerdos en el plano nacional. Como se ha hecho presente, se evita el procedimiento de que un partido vaya amarrado con un grupo en una circunscripción y con otro en la vecina. De tal manera que el pacto nacional me parece útil como resguardo moral contra los defectos que antes señalaba.
Pero digamos las verdades completas en este debate. Es muy importante lo que estamos discutiendo, porque de aquí nacerá un Congreso que va a tener determinada estructura ideológica, de acuerdo con los pactos y las mayorías que se configuren.
El proyecto me parece que ésta es su filosofía central tiene por finalidad dar preponderancia y hegemonía a los partidos políticos grandes, y no sólo postergar a los chicos, sino tragárselos, después de succionarles toda su savia. O sea, esta iniciativa tiene por finalidad, como diría un penalista, agregar la ignominia a los efectos propios del delito. Primero se llega al pacto, y una vez dentro de él, se aplica el sistema de la aplanadora del grande en contra del chico, que aporta a aquél sufragios y le permite así completar nuevas cifras repartidoras.
Y para que los señores Senadores tengan absoluta y clara conciencia de que el hecho se configura como señalo, basta analizar algunas normas del proyecto.
El Honorable señor
Y nos señala que se autoriza para que cada pacto lleve 50 % más de los candidatos por elegir. No se obliga, en consecuencia, a los partidos a encajonar el número de sus candidatos de tal manera que, sumados los candidatos de un pacto, den con su total el número de asientos por llenar, lo que sería entendible y lógico. Si un pacto aspira a obtener representación parlamentaria, completará entre todos los partidos que lo integren el número de candidatos que se puedan elegir.
¿Por qué el 50% más? ¿Por qué no el 75%, o el 93%, o el 300% más? ¿Dónde está la lógica jurídica de todo este sistema de martingala electoral ideado? ¿Es acaso su finalidad solucionar los problemas que puedan plantearse entre las colectividades de Gobierno, para que los Partidos Comunista y Socialista lleven más candidatos, y los chicos, sólo uno, perdido entre la montonera de los fuertes; un candidato que aporte un pequeño contingente de votación, que ayude a los partidos grandes? Y esos partidos grandes les darán las gracias. Sin embargo, el cálculo de los coeficientes y cifras repartidoras sorprenderá en la berlina a los partidos chicos instalados en el patio de los jurados, sin haber logrado mediante las sumas de los votos de cada uno de estos pequeños grupos que a lo largo de Chile representan una posición ideológica, ninguna expresión que les permita intervenir en la Cámara de los representantes. Es un sistema de los grandes para acallar el pensamiento de los chicos, que no siempre es malo, porque a veces suele ser decidor depende de la calidad de sus integrantes y puede ser el orientador de alguno de los debates que se produzcan en el Senado o en la Cámara.
Bueno, pero uno se pregunta, señor
En consecuencia, el sistema, hábilmente ideado por los partidos grandes, sirve para pisar a los chicos y succionarles su savia.
Pero, señor
¿En qué consiste el sistema de coeficiente electoral? ¿En dar realmente una proporción justa a los grandes en relación con los chicos? ¿Es esto verdad? El sistema de cuociente electoral ideado por D'Hont tenía como contrapartida el sistema de lugares de multiplicación y de derrame; pero, suprimidos ambos elementos de la ley que nos rige, cada uno se bate con sus propios votos. En consecuencia, para los partidos chicos que colaboraron en el pacto; que a lo largo del país, con sus sufragios, con su pequeña votación en una circunscripción tenían la posibilidad de multiplicarla y ser elegidos en representación de todo ese gigantesco conjunto de voluntades que apoyó a sus candidatos, y cuya votación se canalizó a favor del socio, ahora ni siquiera les asiste la posibilidad de expresar ideológicamente una tendencia. Aquí el chico es tragado en todas y cada una de las circunscripciones. Algunos señores Senadores me dirán, por cierto: ¡Qué se va a hacer si no obtuvieron votos en una circunscripción! Está bien; pero ¿qué pasa con los demás votos que expresan un juicio, un criterio, una voluntad ciudadana que se pierde en todas las otras circunscripciones de Chile y respecto de los cuales los grandes se aprovechan en beneficio propio, sin siquiera sacarse el sombrero para dar las gracias al chico que les completa su cifra repartidora? ¡Se los aplasta! ¡Esta no es manera de legislar!
Afirmo que, de acuerdo con la tesis matemática de D'Hont, ese sistema, con la tesis chilena, no da ninguna proporcionalidad, no sólo por la razón señalada, sino, además, por otra: en una circunscripción donde deban elegirse dos representantes, la lista del partido grande obtiene los dos cargos y el chico, que no alcanza en sufragios a la mitad de la cifra repartidora lograda por el grande, saca cero. ¿La proporción dos a cero no es talo significa simplemente la cosa más increíble e indefinidamente desproporcionada? Porque dos a uno es una proporción: son dos tercios contra uno; pero dos a cero es millones contra nada. Entonces, ¿dónde está la representación proporcional?
Por eso, quienes estudian las materias electorales buscaron un sistema distinto calculando cifras repartidoras sin el coeficiente, que era también otra trampa. La cifra repartidora se calcula dividiendo el total de los electores por el número de cargos de representación popular que de acuerdo con la ley deben ocuparse. Cada partido, para entrar al Congreso con un representante, debe pagar un boleto cuyo monto corresponde a la cifra repartidora, y disputa los otros cargos con sus votos sobrantes. En consecuencia, el partido chico tiene la posibilidad de luchar con la segunda mayoría relativa del partido mayoritario o del matón electoral, que también ha debido pagar su entrada y gastar parte de su contingente electoral.
La situación planteada se agrava en relación con las agrupaciones de escaso electorado. ¿Acaso no sabemos que con cierta inteligencia algunos candidatos a Senadores trasladan electores a la zona donde la cifra repartidora es más baja? Porque hay Diputados que cuestan más caros electoralmente hablando. Las cifras repartidoras con que resultan elegidos los Diputados de ciertos distritos de Santiago, en especial del Tercero y del Cuarto, son más altas que las calculadas para algunas agrupaciones senatoriales. Un Senador por Santiago es elegido con cifras repartidoras que quintuplican las de agrupaciones como la de Bío-Bío, Malleco y Cautín o la de Atacama y Coquimbo. ¡Y siguen hablando de proporcionalidad! Si se anhela, realmente, un Congreso que represente la voluntad mayoritaria de Chile, los parlamentarios de los partidos más importantes de Gobierno y de Oposición debieron buscar un camino que, limpiamente, nos permitiera salir a la calle a decir: Este es un sistema donde todos los partidos y grupos políticos han tenido posibilidad de obtener expresión ciudadana.
De ahí que impugnemos las tesis del proyecto en debate, y no sólo por el problema del plazo, analizado en forma amplia por el Honorable señor
Insisto: el plazo de 10 días, además de las causas ya analizadas, es como poner la cabeza en el riel a los partidos que carecen de importante fuerza electoral.
En mi opinión, el sistema que el proyecto establece para la determinación de los votos de lista y dé los votos de pacto constituye el adorno superior de una torta de novia que sólo el novio comerá. ¡Estatuye el sistema de doble cifra repartidora! Primero se calculan los sufragios obtenidos por el pacto, tarea en la cual cada uno de los socios defiende sus intereses, por decirlo así, con una carabina recortada en la mano. En seguida, se determina la segunda cifra repartidora, que, en buenas cuentas, no constituye sino el mismo sistema de coeficiente anterior, que no da proporcionalidad alguna y que representa el atropello institucionalizado. A los partidos pequeños se les aprieta el tornillo y se les impone una segunda cifra repartidora. Entiendo que si las colectividades grandes pretenden obtener mayor representación, fraternalmente deben correr el mismo riesgo que las pequeñas. Sin embargo, el proyecto que discutimos asegura a los candidatos de los partidos importantes. Si hubiera una sola cifra repartidora, la del pacto, sería razonable que los grupos menores compitieran mano a mano con los grandes, porque si éstos se disparan con muchos candidatos, los chicos tienen la posibilidad de meterse en medio y de perderse uno de los candidatos de los partidos grandes ¡Ah!, pero en este caso se confecciona con bastante minuciosidad la torta de novia a que me referí denantes. Ahora viene la segunda cifra repartidora. En la primera, fueron muy importantes los votos de las colectividades menores, de las que están divididas, de las que colaboraron con sus fuerzas a que el pacto diera hartos representantes: muchos comunistas y socialistas, en el del Gobierno, y muchos democratacristianos y nacionales, en el de Oposición. Y todos quedan satisfechos de la ayuda prestada por estos pequeños grupos que, en el caso del Gobierno, sirvieron para darle un rostro más democrático, como afirman haciendo sonreír a quienes sabemos de política. Sostienen que son un Gobierno pluralista, porque hay en él muchos partidos. Debe de haberlos, pero dos de ellos son los más importantes. Los demás sólo obedecen. Y en el futuro no sólo obedecerán, sino que serán achicharrados, convertidos en polvo, después de haber ayudado a elegir al Gobierno, a darle un rostro democrático. Ahora los meten en un sistema de pactos con dos cifras repartidoras. Entiendo la del pacto. Es lógico que así sea. Me gusta más el sistema de pagar la entrada.
Sigamos andando con el análisis de lo que hay.
Una vez que se sabe el número de candidatos por elegir tres o cuatro Senadores, por ejemplo, en uno de los pactos, se aplica el tornillo del sistema del coeficiente de lista, y volvemos a la misma fórmula que rige hoy, según la cual, para la proporcionalidad, se calculan los coeficientes dividiendo cada lista por uno, dos, tres, cuatro, etcétera, según el número de candidatos que se elegirán. Luego se ponen estos dividendos o coeficientes en orden decreciente y se determina la cifra repartidora en el coeficiente correspondiente al número de cargos que corresponde llenar. Se toma el número de votos de cada lista y se le aplica la cifra repartidora. Entonces puede darse el caso de que un partido grande saque dos Senadores y de que un chico quede sin representación en ésa y en todas las demás agrupaciones, por obtener solamente nueve décimas, no obstante poseer un tercio de electores con relación al partido grande, que tendrá expresión en lo que se denomina un Congreso popular, al que llegan representantes de todas las ideas y de todas las tendencias.
El señor
El señor
El señor
El señor
Entonces, tenemos esta segunda cifra repartidora funcionando como una soga, apretada al cuello de los partidos chicos que entregarán sus votos sin ser elegidos en ninguna parte. En consecuencia, el sistema es injusto.
El Honorable señor
En efecto, de acuerdo con lo dispuesto en el articulado del proyecto, decía el señor Senador, se repetirá un fenómeno injusto que se produce según la ley actual: cuando una lista lleva menos candidatos que los que en definitiva puede elegir, pierde todos sus votos sobrantes y esas cifras repartidoras completas pasan a beneficio del adversario. Este las aprovecha de manera muy simple. Supongamos que en ciertas elecciones la lista de los candidatos de Oposición permite elegir a tres personas, habiendo llevado sólo dos postulantes, y que el Gobierno obtiene una votación suficiente para elegir a dos personas. En tal caso, como la Oposición llevó sólo dos candidatos, elige a esas dos personas, y el Gobierno pasa a elegir tres, en circunstancias de que tuvo votos únicamente para sacar a dos de sus postulantes. Podrán decir los señores Senadoras: Bueno, la culpa es de los dirigentes. No hay duda de que lo es. Pero ese hecho ha sucedido en más de una ocasión. Sin ir más lejos, en una elección general de parlamentarios, los democratacristianos tuvieron votos para sacar cuatro Senadores en Santiago. El Honorable señor
Creo que sucederá algo muy distinto de lo que ha expresado aquí el Honorable señor
De manera que el cartabón no sirve. Hay que tener también presente que otros pensamos mirando al fondo filosófico del debate, no sólo del chileno, sino del mundo; que los planteamientos en este instante giran alrededor de tesis centrales; que todos los grupos políticos tienen conciencia de que un despertar del mundo los impulsa a seguir caminos de carácter popular, de justicia y de nivelación, y que quienes no desean entender ese lenguaje son dejados atrás con el desprecio de la historia. El problema radica en determinar con qué sistemas se consiguen esas metas. Unos creen que a través de la dictadura del proletariado, con partidos minoritarios en los respectivos países, pero que, no obstante, imponen su ley porque se sienten tocados por una doctrina que sus ideólogos plantearon hace tantos años; otros pensamos que se puede avanzar, desarrollar, progresar y buscar justicia dentro de normas jurídicas y de respeto al derecho, a la libertad y a la dignidad, no sólo del que discrepa en política, no sólo del adversario, sino también del enemigo de partido o personal. En consecuencia, ese lenguaje destinado a agrupar a la gente en uno o en otro lado, según el criterio que sustentó el Honorable señor
Por el contrario, es muy posible, en la medida en que se vaya acercando la hora fatal, después de comenzar a regir este proyecto, y ya encima del otro proceso que, como antes señalé, se agrava con el plazo de diez días que se establece en sus disposiciones, que los partidos chicos se pregunten: ¿Qué hago yo aquí con estos aliados que no me dejan pasada por ninguna parte ? Puede ser que en los grupos de Oposición suceda lo mismo, y que los partidos pequeños digamos: No tenemos más camino que buscar una ruta para salvarnos algunos, para que determinado pensamiento, por lo menos, llegue al Congreso. Y empezaremos a crear, impulsada por nosotros, una fórmula que, desde el punto de vista moral, es absolutamente repudiable, pues quienes están en una posición ideológica deben mantenerse dentro de ella, pero siendo respetados por los que constituyen grupos de mayoría, ya se trate de partidos de Gobiernos o de Oposición.
Antes de terminar mis observaciones deseo hacer un llamado a mis Honorables colegas, en especial a los que integran los partidos más importantes, esos partidos que han preparado el guiso y han hecho bien el plato y que en estos instantes están con la servilleta puesta, listos para iniciar el banquete electoral: no les vaya a resultar un bodrio el plato preparado y vayan a crear un sistema electoral monstruoso, que las grandes mayorías nacionales terminen por repudiar.
Tuve oportunidad de asistir a las dos marchas que acaban de realizarse en la capital. Más bien dicho, asistí a una y a la otra sólo fui a mirar, pues en manifestaciones de esta naturaleza apenas le divisan a uno el rostro le dicen cosas que no es conveniente oír. El hecho es que miré la marcha de la Unidad Popular y pensé en sus alcances.
La Democracia Cristiana, que es el partido más fuerte de los opositores comúnmente está en la Oposición, aunque a veces tiene ciertos coqueteos que miran al Gobierno, y que yo respeto porque es un partido de inspiración ciudadana, efectuó una reunión a la cual asistieron 70 mil u 80 mil personas, es decir, llenó el Estadio Nacional en una concentración gigantesca. Hace pocos días, la democracia, más allá de los límites de los partidos políticos nacionales, demócratas radicales, etcétera, es decir, la ciudadanía democrática de Chile, la que no ha firmado ningún registro, la que, simplemente, tiene un corazón que palpita alrededor de los conceptos de libertad, se precipitó por las calles y reunió gente para llenar ocho o nueve Estadios Nacionales. No se engañen, entonces, quienes creen que mediante el sistema de pactos gobernarán a su amaño a un electorado que precisa definiciones.
Cuando vino el señor Castro a dar un espectáculo su presencia era un espectáculo por su estructura y su lenguaje crítico hacia la Oposición democrática de Chile y del mundo, de modo que innegablemente su presentación era un número trascendental para los partidos de la Unidad Popular, se ocupó medio Estadio Nacional. En seguida, el Partido Comunista repletó nuestro primer estadio. Y por muy mal que le haya ido a la Unidad Popular en la concentración que realizó después de la marcha de la democracia, debe de haber reunido la mitad: 500 mil o 600 mil ciudadanos. Pero no los juntaron los comunistas en el Estadio Nacional. Es gente que sigue a esos partidos dentro de la línea doctrinaria que plantea el Gobierno.
Por eso, no estén tan seguros los partidos grandes, aquí en esta Sala ni en la de la Cámara de Diputados, de haber clavado la rueda de la fortuna, ni en estos instantes ni para lo futuro. Pesará sobre sus hombros la responsabilidad antidemocrática de arrollar a los partidos chicos, de silenciar su pensamiento. No vaya a suceder que las tendencias políticas a las que hoy se niega representación por ser minoritarias, mañana sean mayoría y sigan una línea de revanchismo que nunca conviene a una democracia.
El sentido común y un espíritu de justicia, me han llevado a levantar la voz en nombre de un partido pequeño, de un partido hoy chico que, sin embargo, permanentemente ha defendido tesis destinadas a ampliar los horizontes a las distintas corrientes ideológicas.
Llamo a razonar a mis Honorables colegas, y anuncio que al término del debate del proyecto solicitaré segunda discusión, a fin de contar con mayor tiempo para su estudio y no despachar una iniciativa tan trascendental no diré entre gallos y medianoche, porque esta sesión, con mucho talento, se citó en la mañana. Considero inconveniente actuar con una premura que cierre posibilidades al raciocinio, y soy partidario de buscar, mediante entendimiento, una modificación profunda de la actual Ley Electoral, que tiene defectos, pero que en el transcurso del tiempo ha demostrado ser más útil que la anterior; y de que, por la vía de la evolución, planteemos fórmulas que cuenten con respaldo en la justicia y en la moral.