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Antecedentes
  • Cámara de Diputados
  • Sesión ordinaria N° 5
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria año 1973
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Intervención
ACUSACION CONSTITUCIONAL EN CONTRA DE LOS MINISTROS DEL TRABAJO Y PREVISION SOCIAL Y DE MINERIA, SEÑORES LUIS FIGUEROA MAZUELA Y SERGIO BITAR CHACRA, RESPECTIVAMENTE

Autores

El señor MUÑOZ BARRA, don Roberto (Vicepresidente).-

Con la venia de Su Señoría, tiene la palabra la señora Pinto.

La señora PINTO (doña Silvia).-

Gracias.

Señor Presidente, a quienes sostuvimos la acusación en la Comisión Acusadora, si no hubiéramos ido nunca a Rancagua, sólo los antecedentes que se nos entregaron nos habrían bastado para pronunciarnos a favor de ella.

Si usted me permite una versión periodística del trabajo de la Comisión, él se desarrolló en dos planos. Mientras, por una parte, quienes sostuvimos la acusación invitamos responsablemente a personas que pudieran aportar antecedentes de hechos concretos y pudieran entregar declaraciones que dieran luz a quienes debíamos pronunciarnos, 3a parte que representó al Gobierno festinó el quehacer de la Comisión, pues invitó a declarantes que yo descalifico moralmente, porque concurrieron no a entregar antecedentes, no a hacernos aportes, sino que a pronunciar discursos políticos, concientizados previamente antes de entrar en la Sala de la Comisión.

Quiero referirme, en primer lugar, a lo que señalaron los dirigentes de la zonal El Teniente, encabezados por Guillermo Medina, quien fuera Presidente del Comité Independiente de la campaña a Diputado de Héctor Olivares y once años dirigentes de El Teniente. Por lo tanto, juzgue la Cámara cuáles son los antecedentes políticos de don Guillermo Medina: no es ni fascista, ni entregado a la CIA, ni es de Oposición, sino que un hombre de Izquierda. Representa a nueve sindicatos. Nos señaló que para él como también para todos los dirigentes de El Teniente que están, en este momento, sosteniendo la acusación y que nos pidieron que la presentáramos, los causantes del inicio y de la prolongación de esta huelga tienen nombres y apellidos; y esos nombres y apellidos son los de Sergio Bitar y Luis Figueroa, Ministros de Minería y del Trabajo, respectivamente.

En primer lugar, dijo Guillermo Medina: La empresa nada hizo para reunirse con los trabajadores. Solamente cuando Luis Figueroa comenzó a terciar en el conflicto, pensamos que se solucionaría, porque él nos conoce y nosotros lo conocemos. Pero él no actuó de mediador ni intervino en las reuniones; y pudimos ver, con profunda sorpresa que quien estuvo siempre con los trabajadores, se constituyó poco menos que en tribunal nuestro. Oyó a las partes y entregó, por secretaría, un fallo adverso. Este fallo adverso va en contra de las conquistas conseguidas por los trabajadores del cobre a través de treinta años de lucha. Y hoy quienes están defendiendo al Gobierno llaman democracia a asambleas que terminaban a bofetadas; a asambleas en las cuales los dirigentes que representan al Gobierno hablaban y se llevaban el micrófono, o al hecho de que un sindicato que cuenta con mil socios realice una asamblea con ciento cincuenta de ellos y saque un acuerdo a favor de la empresa.

¿Qué ocurrió con los señores Ministros de Minería y del Trabajo en esas reuniones con los trabajadores? Cuando Sergio Bitar fue a Rancagua, no se reunió con los trabajadores de El Teniente. Los citó a Santiago; los hizo venir expresamente. Aquí les lanzó la primera monserga, la que han repetido insistentemente los defensores del Gobierno: No queremos hablar de reajuste sobre reajuste.

Luego vinieron las reuniones con Luis Figueroa. La primera se realizó el 12 de mayo. Pero ese día llegaba a Chile un Ministro del Perú, y el señor Luis Figueroa les dijo a los trabajadores que lo excusaran, pero que iba a recibir a su colega peruano. Los trabajadores le preguntaron: ¿Va a sostener reuniones importantes con el Ministro peruano? No, les dijo, él viene al partido de fútbol. Y los citó para el día siguiente.

El día siguiente fue muy largo, porque todo fue antesala. Sólo a las 8 de la noche los recibió, para recitarles la misma canción: No quiero hablar de reajuste sobre reajuste. Cuando le recordamos -dijo Guillermo Medina- a Luis Figueroa cuál había sido su posición en el pasado con respecto a los trabajadores, nos señaló: Ah, es que ésos eran otros tiempos. Agregaron los dirigentes: Nosotros le pedimos al MinistroFigueroa que sostuviera un diálogo con los trabajadores, que fueran los Ministros, que intervinieran, que hablaran a los trabajadores y que luego nosotros votaríamos en secreto. Y Luis Figueroa nos contestó: Yo no voy a esas reuniones. Para eso tengo al Canal 7 de Televisión, para hablarles a los trabajadores.

Ese ha sido el trato que han recibido los mineros del cobre de quienes durante toda una vida han jurado defenderlos.

Pero o más grave para estos trabajadores, para estos dirigentes, es que en estos momentos se haya decretado una reanudación de faenas y se haya nombrado a interventores con facultades para desahuciar gente y para contratar personal nuevo, lo cual ocurre por primera vez en la historia del cobre.

En seguida -dijo el dirigente- nos echan en cara que recurramos, para dar nuestras informaciones, para dar nuestras versiones, a diarios como El Mercurio, La Segunda, La Prensa.

Yo les pregunto: ¿a quién quieren que recurramos? ¿Al diario El Siglo? Y nos mostró, señor Presidente, los titulares vergonzosos del diario comunista, del diario oficial de los comunistas, en los cuales los tratan de fascistas. ¡A los trabajadores del cobre, a los que juraron defender!

Luego, los dirigentes gobiernistas de la CUT les han señalado que ellos están actuando en forma dirigida. Y nos preguntaba el dirigente del cobre si acaso la CUT no tiene una formación política. ¿Con qué autoridad moral se refieren dirigentes de la CUT, que incluso falsearon elecciones, a gente que ha sido trabajadora y dirigente sindical toda su vida?

Los mineros nos pidieron que formáramos una Comisión investigadora, para que fuéramos a los lugares de trabajo y allí comprobáramos, por nuestros propios ojos, cómo los equipos se están echando a perder, porque están manejados por manos inexpertas, por gente que ha sido contratada exclusivamente para hacer el simulacro de que hay faenas en El Teniente. Nos manifestaron que a través de una Comisión investigadora podría comprobar que en 1972 se perdieron 46 millones de dólares en El Teniente, tan sólo por el ausentismo y por la irresponsabilidad laboral que allí impera.

Luego, un representante de los tontos útiles del Gobierno que oficiaba en la Comisión, les preguntó por qué no habían recurrido a la justicia ordinaria. Entonces, le contestó Guillermo Medina: ¿Es posible, señor Diputado, que usted nos diga a los trabajadores que recurramos a la justicia ordinaria, cuando tenemos un gobierno de los trabajadores? Está bien, señor, que eso se hubiera hecho cuando estaba en la mina el señor Hoffman o cualquiera de los gringos.

Luego habló Horacio Maldonado y dijo: Soy obrero. No se ha recurrido a los Tribunales de Justicia porque nosotros teníamos una presentación a la Junta de Conciliación, en la cual estaba el señor Ministro del Trabajo. Y ese fallo fue lapidario para los trabajadores de El Teniente; y cuando nosotros llevamos ese fallo a la asamblea de Sewell y Minas, ésta estalló. Las bases nos sobrepasaron a los dirigentes. Por eso existe esta huelga, porque los dirigentes no pudimos contener a las bases, que estallaron de ira cuando supieron de este fallo.

Luego el Diputado Maira les preguntó si era efectivo que hay trabajadores en El Teniente que ganan 90 mil escudos mensuales. Ojalá Dios lo escuche, señor Maira, le contestaron. Y citaron ejemplos de los sueldos millonarios de estos privilegiados trabajadores chilenos: un obrero con 48 años de servicio gana 19 mil escudos mensuales, más 80 horas de sobretiempo al mes que debe hacer. ¿Y sabe usted, señor Presidente, cuál es la jornada de trabajo de los obreros de El Teniente para ganar 412 escudos diarios? Simplemente deben levantarse a las cuatro de la mañana para regresar a su hogar a las 18 horas, es decir, después de 14 horas de trabajo, y para ganar un sueldo un poco pasable deben completar, además, 80 horas mensuales de sobretiempo. ¿Alguien que trabaje 14 horas diarias puede hacer sobretiempo? Eso es lo que expresaron los trabajadores, los dirigentes de El Teniente. Agregaron que lo que en Chicago se consiguió con sangre, en El Teniente este Gobierno lo está borrando con el codo.

Y en contrate con estas declaraciones de hombres curtidos en la mina, curtidos por el trabajo de 14 horas diarias, con el chuzo y la pala muchas veces, estuvieron las declaraciones de los concientizados por la Unidad Popular.

Primero, escuchamos a tres dirigentes de la construcción, que nos dijeron simplemente que no iban a hablar del cobre, sino a apoyar a los Ministros, concretamente a Luis Figueroa, un obrero con tendencia campesina, según expresaron. Vaya a entender usted, señor Presidente, este concepto.

Luego habló Juan Ponce, comunista, jefe del departamento de comunicaciones de la CUT, quien señaló que era un grupo minoritario el que estaba en huelga; desconoció a la directiva de la zonal de El Teniente y se quejó -óigase bien- se quejó un comunista, porque hoy se están atropellando las normas y la tradición. ¡Ese lo dice un comunista en este año 1973!

Luego, fueron las mujeres de los trabajadores krumiros; y aquí presenciamos un espectáculo penoso, un espectáculo que, como mujer, me avergonzó y me apenó. Porque vimos a tres mujeres consumidas por los nervios, por la vergüenza y tal vez un poco por el miedo de las cosas que iban a decir, de las cuales no estaban seguras y que no entendían. Y se presentaron ante la Comisión tres mujeres chilenas y que llevaban instrucciones dadas por los comunistas, antes de entrar a la Sala, escritas en tarjetas con membrete de la Cámara. ¡Esta es la seriedad de los datos que llevaban! Y cuando se las comenzó a interrogar, cuando el Diputado Baldemar Carrasco les preguntó si conocían el libelo acusatorio, vinieron las vacilaciones, porque ni siquiera sabían lo que es un libelo; y cuando se les preguntó cuánto ganaban sus maridos, tampoco supieron responder. ¡Esas son las pruebas que nos presentaron los representantes del Gobierno!

Y luego fue la Federación Nacional Textil, cuyos dirigentes dijeron representar a 65 mil trabajadores, pero fueron incapaces de responder en qué fecha había sido la última reunión, a qué bases habían consultado, a quiénes representaban, especialmente, al apoyar a los Ministros. Y su exposición no arrojó ninguna luz a la Comisión. Fue simplemente una exposición marxista, un discurso político más.

Luego tuvimos la paciencia de escuchar a representantes de cinco sindicatos industriales. Todos estuvieron de acuerdo con la reanudación de faenas y con la contratación masiva de gente inexperta en la mina, y señalaron que las medidas del Gobierno no son represivas. Todo esto jalonado de amenazas: No nos vamos a quedar tranquilos; los vamos a aplastar como cucarachas; ustedes están aquí para legislar, no para acusar. En fin, todas las lecciones aprendidas rápidamente de memoria pocos minutos antes de entrar a la Sala, toda la escuela de odio que predican los marxistas y que hacen que la sigan gentes sin instrucción, gente a la cual utilizan. Por eso fue que con vergüenza ajena escuchamos estas declaraciones; pero los trabajadores utilizados no son los culpables. Los verdaderos culpables, lamentablemente, están ausentes de la Sala, porque no han querido oír nuestras acusaciones; pero las haremos oír aquí y en cualquier otro lugar del país, porque somos nosotros los que tenemos la razón y somos nosotros los que defendemos a los trabajadores que ellos dejaron botados después de una larga vida de contarles mentiras.

Afortunadamente, el esquema marxista, a dos años y medio de aplicación en Chile, el esquema de la lucha de clases, en virtud de la cual lanzaban a los trabajadores contra la clase media, contra los sectores burgueses, contra el barrio alto, hoy se ha roto, porque ahora están lanzando a trabajadores contra trabajadores, como ha quedado en evidencia.

Por estas razones, nosotros creemos que ambos Ministros merecen de más ser destituidos, y no sólo ellos sino también todo el Gabinete de Salvador Allende.

- Aplausos.

El señor MUÑOZ BARRA, don Roberto (Vicepresidente).-

Puede continuar el señor Monares.

El señor MONARES.-

He concedido una interrupción al señor Arnello.

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