Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 11
- Celebrada el 12 de junio de 1973
- Legislatura Ordinaria año 1973
Índice
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En seguida, tiene la palabra el Honorable señor
Palabras sobre Colo Colo.
Señor Presidente:
Sus hinchas dicen, en los días de los grandes encuentros, que Colo Colo es Chile. Yo creo que todos los clubes de nuestra patria son Chile, como es Chile todo lo que ha nacido en esta tierra y alienta por ella. Pero Colo Colo es el club popular por excelencia.
No quisiera que jamás esto se entendiera como un signo de animadversión hacia nadie, ni menos hacía, otras naciones. Luis Alamos respondió sabiamente a un periodista que lo interrogó en Lima, cuando le preguntó si atribuía al encuentro en- los equipos nacionales de Chile y del Perú un significado de choque entre dos naciones. Dijo Lucho Alamos que un partido de fútbol dura 90 minutos, y la patria dura siempre.
Esta Corporación se preocupa hoy de hablar de un tema que habitualmente no figura dentro de su repertorio. Considero que lo hace por un deber social y sin caer en concesiones baratas a la frivolidad ambiente, porque, al fin y al cabo, el hombre no sólo trabaja y lucha por sus ideales políticos y humanos, sirio que afronta un gran problema de todos los tiempos, agravado en la época contemporánea : el de las horas libres, de la necesaria expansión del espíritu, del esparcimiento, de la diversión, de la necesidad de hacer una pausa en el torbellino de las responsabilidades cotidianas agobiadoras) a fin de respirar por un instante el mundo que plantea dicho problema, afrontando esta parte de su existencia, no como un drama, sino como una posibilidad de reecontrarse inclusive por un instante con ciertas pasiones colectivas elementales.
La revolución deportiva.
Así ha sido el deporte. A ello responde a veces el espectáculo público. Yo quiero verlo también en función de la revolución deportiva. Vale decir, estimo que todo gran cambio social debe producir una modificación profunda de las estructuras de la economía, de la vida política, social y cultural. Pero considero indispensable dar también a todos los miembros de una sociedad las posibilidades del máximo desarrollo físico. Hemos sido una colectividad de criterio a ratos torcidamente humanístico, limitativo y fragmentario, que ha relegado a la cultura física en el último patio de la casa, como una especie de superfluidad prescindible, que no contribuye al desarrollo sano del individuo y del pueblo.
Creo que por tal razón los chilenos brillaron antes más que hoy en las grandes justas deportivas internacionales. Y estimo que se vincula también a un problema de déficit biológico que ha ido achicando el promedio de estatura de nuestro pueblo, disminuyéndolo físicamente como ser humano, según estadísticas implacables, en el curso de los setenta años de este siglo.
La vieja gimnasia de nuestros días escolares, la educación física de hoy, continúa siendo, desde el punto de vista escolástico, una especie de obligación que se cumple malamente, reduciéndose al mínimo, sin darle importancia ni en la escuela primaria ni en el liceo, salvo en algunos establecimientos, generalmente tutelados por profesores extranjeros. Creo que ha llegado la hora de formular un planteamiento a fondo que convierta el socorrido lema mens sana in corpore sano en una verdad real, desde el punto de vista del desarrollo de nuestro pueblo y de nuestra educación.
Cultura física para millones.
Estoy esperando el gran proyecto total en que se aúnen todas las iniciativas de los diversos partidos, de todos los chilenos interesados en un problema de tamaña entidad, a fin de dar realmente a la educación física su condición de necesidad humana y social que atienda a cada chileno desde los primeros años. Es decir, que se inicie en la educación parvularia, se proyecte a la enseñanza básica, se extienda a la vida del joven, y en lo posible del adulto, y abarque también las poblaciones, los sindicatos, el campo, para constituir así una gigantesca pirámide donde practiquen deporte no 22 jugadores que luchan en un estadio ante cien mil espectadores, sino que millones de chilenos hagan cultura física en una época de su vida para permitir la existencia sana del pueblo y para formar accidentalmente -porque ésta no es su misión básica-,como la culminación de todo este proceso, una selección nacional entre grandes multitudes de deportistas.
Chile no ha seguido nunca este camino. Y de ahí deriva también nuestra falencia general en las grandes competencias internacionales. Hay otros, países que se han preocupado de hacerlo. Uno de ellos-, con 17 millones de habitantes -no alcanza al doble de la población nuestra-, la República Democrática Alemana, brilló en la última Olimpíada de Munich al ocupar el tercer lugar, después de dos grandes potencias deportivas y económicas que tienen diez o veinte veces más población que ella.: la Unión Soviética y Estados Unidos. No es un azar, una casualidad. Es el resultado de una política de 25 años de atención al niño, a la juventud y a las posibilidades de desarrollo humano.
Algo más que la hinchada
En nuestra América, y con una población mucho menor que la nuestra, tenemos el caso de Cuba, que también en las competencias olímpicas de Munich aventajó inclusive al coloso físico del continente: Brasil. Precisamente porque en Cuba también se desarrolla una política deportiva que hace de la cultura física no un espectáculo para lucimiento de grandes figuras, de campeones, sino para dar a cada ser humano la posibilidad de ser físicamente lo más sano posible, así como entregarle, en lo cultural, la posibilidad de desarrollar todas sus potencialidades.
Yo creo, y lo he oído decir a Lucho Alamos, que lo grande de estas confrontaciones que despiertan la emoción colectiva y sacuden 3 los pueblos, como acaba de suceder con ocasión de la competencia por la Copa Libertadores de América y a raíz de la participación de la Selección Nacional en las eliminatorias para el Campeonato Mundial de Fútbol, radica en que ellas suscitan, especialmente entre las nuevas generaciones y los adolescentes, un interés apasionado de emulación
que, a nuestro juicio, no debe quedar circunscrito al simple campo de los entusiasmos por parte de las fans, de los hinchas, a veces frenéticos, sino que debe proyectarse hacia el plano constructivo de un gran despertar que dé a la cultura física el lugar que ésta debe tener en nuestra patria, como elemento indispensable en el desarrollo pleno de un pueblo, absolutamente necesario en todo sentido.
Pienso que una de las mayores responsabilidades de nuestros Gobiernos -no excluyo a ninguno, pues tampoco el de la Unidad Popular ha propuesto hasta el momento una legislación sistemática.- es no haber afrontado este problema „con la responsabilidad profunda de quien .se preocupa por la salud de su pueblo. Tal vez muchos de ellos dejaron de hacerlo, no por desidia, sino por falta de comprensión de que éste es un problema político nacional, una responsabilidad estatal, un asunto que compete a los Poderes Legislativos, una responsabilidad del más alto sentido y que no puede seguir ignorada.
Hecho masivo.
Puede parecer muy extraño que uno, dos o tres políticos hablen aquí de un tema respecto del cual se les considera pro fanos. Bueno, yo alguna vez he dicho que cada chileno tiene derecho a emitir juicio sobre cualquiera materia, inclusive sobre el deporte. Nadie puede prohibirlo. En el fondo, en el alma de cada chileno hay, por lo menos, un espectador. Además, y como alguna vez lo escribí y lo dije, en nuestra lejana prehistoria personal trabajamos como cronistas deportivos. Ya a los 16 años empezamos a redactar crónicas sobre partidos de fútbol, de box, de básquetbol o sobre campeonatos de natación, y conocimos las largas o cortas tardes de los sábados o de los domingos, calentando los duros asientos de madera de los antiguos Campos de Sports de Ñuñoa o de Santa Laura, en los mismos momentos en que moría el fútbol amateur y nacía el profesional. Así nos mantuvimos algunos años como reporteros y así conseguimos percibir nuestros prime- ros escuálidos salarios, que necesitábamos desesperadamente para poder vivir y estudiar en la Universidad.
Aparte lo anterior, el fútbol es hoy, más que nunca, un incontenible hecho público, masivo, de alcance mundial; un fenómeno arrollador en la sicología de las sociedades modernas; Una, pasión colectiva que enardece a las muchedumbres. En este sentido, el fútbol habla un lenguaje fascinante e hipnótico para las multitudes. Significa una cierta forma de alienación, menos cruel y sangrienta, desde luego, de lo que en su tiempo fue el espectáculo del Coliseo romano o aún lo son, en ciertos países, las corridas de la plaza de toros.
Como artículo de primera necesidad, llena cada día páginas de la prensa, se transmite por radio, y ahora, sobre todo, por la televisión, que crea un público de millones, trasladando por los medios audiovisuales y hasta por la vía satélite el sentir de estadios de países lejanos, a veces remotos, hasta la intimidad del living de cada hogar.
Genera no sólo narradores familiares, sino también exegetas y analistas, incluso aquellos que no desdeñan la reflexión teórica o el intento de una especulación llamémosla filosófica.
Vivimos una sociedad de masas, donde Su Majestad el espectáculo, estrechamente ligado como negocio al dinero, vende productos alucinatorios. Abre una fábrica de ídolos, de personajes casi míticos, de héroes del día, de ilusiones. Desarrolla una liturgia y exacerba el vedettismo profesional a través del divertimento. Por el valor de una entrada, entrega una válvula de escape a la exaltación del público, abre una puerta a la evasión semanal.
Compraventa de jugadores.
Algunos sicólogos afirman que la embriaguez del estadio libera las tensiones, obra como calmante de insatisfacciones y penas, compensa decepciones, amortigua dramas. Operaría como momentánea solución de reemplazo y estupefaciente inofensivo que apacigua por unas horas obsesiones y angustias.
Hoy día he visto en la prensa una información según la cual la directiva de Colo Colo, encabezada por su máxima autoridad, Héctor Gálvez, visitó ayer al mediodía al PresidenteAllende para agradecer la ayuda prestada por el PrimerMandatario durante el desarrollo de la Copa Libertadores de América; y que Gálvez invitó, en nombre del Directorio y del plantel de jugadores, al Jefe del Estado para el próximo viernes a una comida que le brindará la familia colocolina.
El presidente deColo Colo -agrega la información- añadió que se había conversado con el Presidente eje la República acerca de la situación del delantero Carlos Caszely, y que manifestó al Jefe del Estado que el jugador aceptó el ofrecimiento hecho por el Gobierno para quedarse en Chile, lo cual favorece al equipo albo, por cuanto el club desea mantener un plantel de primera categoría, a fin de lograr nuevamente competir por la Copa Libertadores de América. Sin embargo, el dirigente indicó que aún son varios los clubes que han manifestado su interés por contar con los servicios de Caszely, siendo posible que se vaya a España.
Bueno, esto es un asunto muy discutido. Puede parecer baladí, pero se ha transformado en tema de controversia pública. Porque, como lo decía de alguna manera sin personalizar, el Honorable señor Foncea, se trata de un deporte del cual no se excluye la creación, la imaginación. Es evidente que tampoco se excluye el trabajo de equipo por excelencia. Y hay ciertos jugadores en los cuales brilla la chispa personal intransferible que de repente enciende el relámpago del gol, del tanto en las mallas adversarias.
Según sus fanáticos más sofisticados, el fútbol es arte, ciencia y condición física, como parte de la condición humana. Esuna tarea conjunta que requiere estrategia y táctica y fluctúa entre el esplendor de las victorias y la miseria, tristeza o desconsuelo de las derrotas.
En medio de los fervores de la multitud, en el cielo bullente, bullicioso, contradictorio del Estadio Nacional o del de Maracaná o del Estadio de Lima, ha nacido un nuevo astro: el fenómeno Caszely, que suscita los gritos, las pasiones y las esperanzas de la multitud. Suyos son, por hoy, la gloria, el éxito. Y también la posibilidad de la riqueza, del lujo, del 'universo principesco, de la ascensión social, si ese muchacho de 22 años se entrega dócilmente a su destino de mercancía transable en la bolsa internacional del fútbol. Por ahora se ha autodefinido, con mordiente ironía, como la bella del harem por la cual se ofrecen en el mercado hasta 120 mil dólares.
La estrella filante del estadio.
A la pregunta de cuánto cuesta un hombre, o un jugador, se puede contestar con otra: ¿cuánto cuesta ser hombre? Porque resulta que este muchacho de 22 años no quiere ser un hombre-cheque, sino un hombre-hombre. No lo marean por ahora el vértigo de la fama, el poder del dinero a manos llenas, la magnificencia del joven multimillonario. Ha dicho que prefiere seguir vistiendo la camiseta alba del Colo Colo o la casaca roja de la Selección Chilena.
Claro, el ofrecimiento resulta tentación mayúscula. El futbolista es como un actor efímero. Ejerce una profesión eminentemente selectiva. Son muchos los aspirantes, los jugadores de las pichangas en los potreros, pero pocos los elegidos. Sin embargo, a la vez, la carrera del futbolista es dramáticamente temporal, estrella filante, breve como la juventud. Actúa como un trabajador, un asalariado del espectáculo, pero lo persigue el saber que es flor de corta temporada en las canchas, héroe pasajero de la afición, imagen fugaz de las pantallas.
Su inevitable transitoriedad como astros de primera magnitud plantea a los jugadores de fútbol el problema de la rentabilidad financiera. Los induce a tratar de asegurar en unos pocos años la cobertura económica de toda la vida. Siempre tienen presente que forman parte de un sistema complicado de rápido apogeo y declinación; que son piezas movibles y desechables de una compleja organización, de un mecanismo comercial, de un negocio peregrino, sujeto a leyes y jerarquías bastante deshumanizadas. No ignoran que la vida activa del futbolista asalariado resulta limitada y precaria; que son sujetos de primera plana, pero, a la vez, objetos alquilables o vendibles. Y muchos quieren ser transados, pero sólo los más sobresalientes se cotizan en bolsa.
Trabajar para la juventud.
Lo extraordinaria de la historia reside en que Caszely no quiere ser simplemente un valor en bolsa. Desea quedarse en Chile, contribuir a la tarea en que está empeñado el pueblo. Piensa en esto, pero, en particular, en la necesaria revolución deportiva que debe generar toda verdadera revolución integral, para hacer del deporte no la hazaña de un pequeño grupo que baja dos kilos o más por partido, que suda la gota gorda para deleite de cien mil espectadores sentados, sino una posibilidad de contribuir al desarrollo físico y mental de millones de chilenos.
Por eso Caszely estudia para ser profesor de educación física. Por eso se resiste al, hechizo seductor del dólar. Quiere quedarse en Chile a fin de contribuir a la preparación deportiva de las nuevas generaciones y de proyectar, asimismo, la divulgación de la cultura física a las masas por medio de la televisión.
Así, este muchacho se resiste por ahora a las suculentas ofertas de los compra-dores de hombres. Y opta por trabajar en su patria, por su patria, por la juventud y por su pueblo. No quiere ser una tuerca en el sistema capitalista de los valores, donde todo parece sujetarse a contratos de compraventa.
Lo extraordinario es su gesto. Habla de una conciencia de ser chileno y hombre con responsabilidades frente a su país y a su época.
Un proyecto justificado.
Por eso, estimo que la actitud de Caszely merece algo más duradero que una ovación: el respeto admirativo de sus hinchas y de aquellos que no van al estadio. Pero considero que, sobre todo, merece que lo ayuden, y que la mejor manera de hacerlo es pensar, en la gran deuda pendiente que tenemos con la niñez y la juventud chilena en el sentido de fomentar el desarrollo de la cultura física y hacerla accesible a todos nuestros compatriotas.
Por eso, también, hoy nos atrevemos a abordar este tema en el Senado como homenaje a su equipo, como homenaje a un muchacho que ilusiona y entusiasma el corazón de las multitudes y, asimismo, porque su conducta positiva representa un ejemplo que envuelve cierta significación ética y social. Y la significación ética y social es una cosa que los hombres nunca deberíamos mirar en menos. Ese gesto parece, tal vez, un buen gol de Caszely, y eso es mucho decir.
El Senador del Partido Comunista, Luis Valente Rossi, ha presentado un proyecto, del cual se dio cuenta hoy en el Senado, que consiste en la aplicación de un pequeño gravamen para proporcionar al Colo Colo los medios económicos a fin de que termine la construcción de su estadio, inconcluso durante décadas. Lo considero un gesto concreto, fundado, que merece el apoyo del Congreso Nacional.
Hace algunos días, a raíz de la transmisión del mando en la República Argentina, tuvimos ocasión de conversar en la
Embajada de Chile con los jugadores del Colo Colo, con su presidenteHéctor Gálvez y con su entrenador Luis Alamos. Esto sucedió al día siguiente de su segundo partido con Independiente. Aquéllos nos plantearon la necesidad de que los Poderes Públicos tiendan la mano a Colo Colo de la manera más efectiva; o sea, ayudándole a financiar la terminación de su estadio que, por ahora, es un gran elefante blanco un poco muerto, porque no está terminado.
Considero que esta idea debe escucharse y que la proposición del Honorable señor Valente interpreta esa necesidad. Espero que cuente con el respaldo de esta Corporación, porque estoy seguro de que tiene también el apoyo del pueblo de Chile.