Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 52
- Celebrada el 01 de agosto de 1973
- Legislatura Ordinaria año 1973
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Señor
De allí señor
Se hizo justicia al, oficial a Luis Emilio Recabarren.
Hace algunos años, antes de la victoria de la Unidad Popular, en la Catedral de Santiago, durante la ceremonia llamada de Acción de Gracias, con que la Iglesia Católica adhiere a la celebración del aniversario de nuestra Independencia, el sacerdote que tuvo a su cargo la prédica, haciendo una síntesis histórica de nuestra lucha emancipadora y de los proceres que contribuyen a ella, junto a O'Higgins, los Carrera, Camilo Henríquez y Balmaceda, ubicó y mencionó a Luis Emilio Recabarren.
De ese modo se hacía justicia oficial, ante las más representativas autoridades de la nación y del Estado, al hombre que consumió su existencia en servicio de los trabajadores, de su organización y de Chile, como el más puro, limpio y eminente de los patriotas; y se hizo precisamente ante los representantes del mismo Estado que en vida lo persiguió, encarceló y violentó.
Ese hecho es todo un símbolo de la significación histórica de Luis Emilio Recabrren y de la clase social de la cual provenía, por cuya liberación definitiva luchó.
El proletariado, es una clase en ascenso.
El historiador Hernán Ramírez, quien ha dedicado muchos desvelos a dilucidar la verdadera esencia de nuestro desarrollo histórico, a caracterizar las fuerzas motrices y su movilidad en el proceso de avance social, en su libro Historia del Movimiento Obrero en Chile sitúa al proletariado chileno en el lugar histórico que le corresponde, afirmando: El proletariado posee en la vida nacional una importancia y una influencia que nadie puede desconocer. Es una clase en ascenso que crece y se fortalece en la misma medida en que la parte más progresiva de la economía crece y se fortalece. A este respecto, ya se puede observar que en el proceso social de la producción chilena la parte de mayor valor descansa, en forma notoria, sobre la enorme fuerza productiva que el proletariado representa actual y potencialmente. De esto se deduce que el proletariado es en Chile -lo mismo que en todo el mundo- la clase a que pertenece el porvenir. Siendo engendrado por un modo de producción que en Chile todavía no ha alcanzado su plena madurez, el proletariado es, dentro de ese modo de producción, la vanguardia que tiene en sus manos, en su cuerpo y en su espíritu, la única fuerza creadora para la sociedad: el trabajo.
Precisada así la importancia social del proletariado, nada más pertinente, entonces, que dar una mirada a la vida, al pensamiento y a la obra del Organizador, del Guía, del Maestro del proletariado, chileno, Luis Emilio Recabarren Serrano, cuya figura, con el paso de los años, se agiganta, y a la que conviene recrear de tarde en tarde, sobre todo para las nuevas generaciones, obligadas a penetrar en la verdad de nuestra historia para cumplir mejor su papel en el porvenir.
Primeros años de Luis Emilio Recabarren.
Nació Luis Emilio el 6 de julio de 1879, del hogar formado por José Agustín Recabarren, pequeño comerciante, y Ana Rosa Serrano. Al cumplir 10 años había hecho algunos estudios en el Colegio de los Padres Franceses, pero debió iniciarse en la dura vida del trabajo para subvenir a las necesidades de su madre y de sus 5 hermanos, pues el progenitor se dirigió al Norte en busca de recursos y pronto fue tragado por la implacable y trágica pampa, desapareciendo en el olvido. He aquí un hecho que hermana a Recabarren con Mariátegui, que padeció la misma situación filial, pero que empezó a trabajar a los 14 años.
Tenaz, inteligente, honrado, responsable, Luis Emilio, a los 11 años, era obrero tipógrafo, desempeñándose a los 18 como regente de la imprenta Vicuña Mackenna.
La Guerra Civil de 1891, que sorprendió a Recabarren con impetuosos 15 años, hizo comprender al joven obrero las negativas consecuencias de aquella lucha fratricida, que terminó con la preciosa existencia nde José Mapuel Balmaceda, sacrificado por oponerse a la entrega de nuestra riqueza salitrera y a los voraces apetitos imperialistas del agente inglés, Coronel North, en complicidad con elementos de la burguesía entreguista, antipatriota y antinacional.
Comprendió Recabarren que la clase obrera se hallaba en manifiesta desigualdad de derechos y que trabajando con sacrificio duras jornadas, no se lo graban remuneraciones justas para comer y vestirse, no disponía de leyes sociales que la amparara ni mucho menos de los más elementales derechos cívicos. En fin, Recabarren se dio cuenta de que la clase obrera, su clase, era una clase explotada cuya condición adquirió caracteres dramáticos con el advenimiento del régimen de venganza del Almirante Montt, cabecilla militar del levantamiento armado que ahogó- en sangre el programa nacional y progresista del inmortal Presidente Balmaceda.
Poco a poco, Recabarren fue comprendiendo que la clase obrera requería de la organización para afrontar la lucha que le permitiera lograr conquistas de orden social y político, escanciando sus esfuerzos en dirección de las organizaciones mutualistas de la época, que jugaron gran papel, y exitoso en muchos aspectos, en la década de 1890 a 1900 y cuyas directrices y antecedentes se remontan a Fermín Vivaceta y Francisco Bilbao.
Ingreso al Partido Demócrata.
Posesionado ya de la ideología obrera, aunque de insuficiente claridad en algunos aspectos, Recabarren ingresa a un partido que inscribía en sus banderas programas reivindicativos e igualitarios: el Partido Demócrata, cuna política que lo vio desplegar ingentes esfuerzos en defensa de sus hermanos de clase.
Trabajaba Recabarren por un programa, que, en el tiempo que evocamos, consignaba los siguientes puntos: protección social para el trabajó, libre ejercicio de los derechos ciudadanos, sanciones contra el cohecho, libertad de imprenta, instrucción laica, bienestar para las masas laboriosas, y otros. A los 20 años, gracias a su perseverancia y extraordinaria capacidad de estudio, lo promovieron a la calidad de dirigente del Partido Demócrata, en el cargo de Secretario de la Agrupación Santiago.
Teniendo ya claro el papel y la importancia incuestionable de la prensa, que habría de ser una de sus pasiones, Recabarren se transformó en redactor del periódico El Demócrata.
Nace el periódico La Democracia.
Desde este cargo el futuro líder luchó sin dar ni pedir cuartel por la observancia y libre ejercicio de los derechos cívicos y por el cumplimiento a la letra de la Constitución de 1833, en vigencia en aquella época. En 1898, el 22 de enero, fundó en Santiago el periódico La Democracia, en cuyo primer editorial escribía estas palabras: Trataremos de interpretar fielmente las aspiraciones e ideales del proletariado y de nuestra patria, con lo que ya evidenciaba comprensión del proceso de la lucha de clases.
El prestigio de Recabarren fue acrecentándose paulatinamente, al tenor de las luchas que libraba como periodista obrero, al tiempo que prestigiaba también al Partido en que reconocía filas.
Ricos y pobres.
Esta labor y la difusión de los claros y valientes conceptos contenidos en su folleto Ricos y pobres, fueron elementos de valía que posibilitaron su elección en el cargo de presidente de la Convención Nacional del Partido Demócrata, celebrada en Santiago en 1901. En el folleto mencionado escribía Recabarren estos conceptos, que transcribiremos para una cabal inteligencia del proceso evolutivo del pensamiento del Maestro: El primer aspecto de la lucha social en Chile está entablado entre, el proletariado y la burguesía; pero a pesar de ello estas dos clases sociales tienen puntos coincidentes frente a la acción y predominio de la oligarquía en las actividades nacionales.
A mediados de 1901 se trasladó a Valparaíso, donde siguió publicando La Democracia, al mismo tiempo que entregaba sus esfuerzos a la organización sindical de los trabajadores, dando vida a gremios como los ferroviarios, gráficos, jornaleros y panaderos. Desde su periódico, creó condiciones para que fuera elegido
La prensa es un arma poderosa para educar a los trabajadores.
En septiembre de 1903 se dirigió a Tocopilla, accediendo a una invitación de las organizaciones obreras del Norte, donde se dedicó a dirigir el periódico de la Mancomunal, llamado El Trabajo. En uno de los editoriales de esta nueva trinchera, escribía Recabarren: La prensa es un arma poderosa para educar a los trabajadores en el desempeño de sus deberes frente a la clase explotadora. Las organizaciones obreras, si desean asegurar su porvenir, deben luchar hasta obtener una prensa a su disposición.
Los obreros nortinos de la época eran inhumanamente explotados en jornadas de 14 y 16 horas de trabajo, pagados con fichas y vales, con viviendas insalubres, pésima alimentación, carencia de protección social y de trabajo, y sufrían una administración de justicia sometida de manera servil a las empresas patronales, sin disimular su carácter clasista. Era un exterminio lento y fatídico de los obreros, consumidos lentamente por la pampa y la explotación capitalista.
Por ello, la prédica de Recabarren alarmó sobremanera a patrones y autoridades, pero él se dedicó sin pausa a fortalecer la organización de la Mancomunal y a difundir la prensa obrera, creando' La Vanguardia, en Antofagasta, y La Voz del Obrero, en Taltal, el año 1905.
Persecución contra Recabarren y la Mancomunal.
Comenzaba así su labor orientadora y de guía de la clase obrera chilena. Pero la Reacción redoblaba a su vez la persecución contra Recabarren y la Mancomunal.
Antes, en enero de 1904, el local de la
Mancomunal, su cooperativa y el periódico El Trabajo habían sido clausurados y Recabarren encarcelado.
Tres meses más tarde, en libertad, Recabarren multiplicaba con mayores bríos sus actividades, pero esta vez los locales fueron saqueados, destruida la imprenta, y su director condenado a 541 días de prisión. En esta coyuntura, a las protestas de los trabajadores se unieron los de otros sectores sociales y las de algunos periodistas, lo que evidenciaba avance de la clase obrera a través de su organización.
En 1906 Recabarren fue elegido Diputado por Tocopilla y Taltal, con la primera mayoría. En la Cámara, y en oportunidad de proceder al juramento de rigor, pronunció las observaciones conocidas contra la fórmula obligatoria, pretexto que utilizó la mayoría reaccionaria para despojarlo de su mandato popular. Este episodio acrecentó la reputación de Recabarren y de sus ideas.
Más adelante, el Maestro fundó el periódico La Reforma, desde el cual orientó no sólo a la clase obrera, sino al pueblo en general y a los militantes del Partido Demócrata, organización política amenazada por las peligrosas desviaciones del grupo de Malaquías Concha.
Recabarren viaja a Argentina y Europa.
A fines de 1906 se falló el proceso contra la Mancomunal y sus dirigentes, aplicándose condena a Recabarren, quien, perseguido por la policía, optó por dirigirse a Argentina, donde se radicó.
En la vecina república, Recabarren participó en las luchas obreras, y como antiguo gráfico representó a sus compañeros en la Junta Nacional de la Unión de Trabajadores y llegó a ser Secretario General del Partido Socialista Argentino, sin perder sus vínculos y contactos con las luchas de los trabajadores de Chile, a los que orientaba desde la distancia.
En marzo de 1908 se dirigió a Europa.
En España desarrolló activa labor de difusión de las luchas y logros del movimiento obrero chileno y de América Latina, relacionándose con el jefe de los socialistas españoles, Pablo Iglesias.
En junio de 1908 viajó a Francia, donde conoció íntimamente la organización sindical gala así como su Partido Socialista. Más adelante visitó a Bélgica, donde estudió la organización internacional de la clase obrera con los dirigentes de la Internacional Sindical.
Al regresar, y de paso por Uruguay y Argentina, Recabarren venía premunido de un arsenal de interesantes experiencias y conocimientos que le permitieron orientar a las masas en la dirección política socialista.
En territorio chileno, fue encarcelado en Los Andes, en cumplimiento de la anterior condena pendiente, recuperando su libertad a fines del mismo año, lo' que le posibilitó realizar-una gira por el sur del país.
A mediados de 1910 se radicó en Iquique, dedicándose a la tarea organizadora de los obreros. Encabezando las luchas de éstos contra la opresión de clase. Mediante la venta de acciones, fundó El Grito Popular, que apareció en los últimos meses de 1911, y después, el 16 de enero de 1912, El Despertar de los Trabajadores, que reemplazó al anterior.
Abandono del Partido Demócrata y fundación del Partido Obrero Socialista.
La clara e irreversible filiación ideológica de Recabarren le acarreó, como era de esperar, dificultades en el estrecho partido de raíz burguesa en que militaba, el Demócrata, por lo que hizo abandono de él, fundando el Partido Obrero Socialista, el 4 de junio de 1912.
Constitución de la Federación Obrera de Chile.
Más tarde, fue elegido Presidente del Congreso Obrero, cuyas resultantes fueron la constitución de la Federación Obrera de Chile (FOCH) y una carta orgánica de contenido socialista que reconoce la lucha de clases, propicia la abolición de la propiedad-privada, la supresión de la explotación del hombre por el hombre y lucha por la organización clasista de los trabajadores, canalizada en su organización sindical.
En 1916, de mayo a agosto, visitó a Magallanes, donde dictó conferencias y trabajó en la organización sindical y política socialista.
La matanza de San Gregorio.
Febrero de 1921 sorprendió a Recabarren recorriendo la provincia de Tarapacá en preparación de los congresos regionales del Partido Socialista Obrero y de la FOCH, cuando la Oficina de San Gregorio apagó sus fuegos, lanzando a la cesantía a todos sus obreros.
Las autoridades impidieron a Recabarren tomar contacto con los compañeros en conflicto, los que, por lo demás, habían invitado a su dirigente indiscutido.
Planteaban los trabajadores de San Gregorio indemnizaciones inmediatas para paliar los efectos de la cesantía, notificando que no abandonarían la Oficina mientras no hubiese respuesta favorable a sus peticiones. La réplica del Gobierno fue una sangrienta represión.
Recabarren es nuevamente elegido
El 6 de marzo de 1921 eran elegidos dos Diputados de extracción obrera: Luis Emilio Recabarren, por Antofagasta, y Luis Víctor Cruz, por Iquique. El 15 de julio del mismo año, Recabarren pronunció un extenso discurso en la Cámara, que fue un acontecimiento histórico y político extraordinario en el curso del desarrollo de nuestro país, ya que era la primera vez que se levantaba una auténtica voz obrera en el recinto parlamentario de clase, impermeabilizado hasta la fecha al clamor proletario y sordo a las inquietudes del auténtico soberano de que hablaba Sarmiento. Ese discurso de Recabarren se editó más tarde en un folleto titulado Los albores de la Revolución Social en Chile.
Aspectos de la vida y obra de Recabarren.
Permítaseme que me refiera a algunos aspectos de la vida y obra del Maestro, que inciden en sus múltiples facetas de político, organizador sindical, teórico del proletariado chileno, internacionalista, periodista obrero, parlamentario popular y autodidacto genial.
Como activista obrero, Recabarren comprendió como nadie la importancia de la organización de los trabajadores para el logro de sus reivindicaciones inmediatas y mediatas. Constituyó la Federación Obrera Regional del Salitre, cuyos triunfos clasistas fueron divisa para los trabajadores del resto de Chile, que comprendieron la importancia de una organización férrea y disciplinada. Desarrolla en el centro del país los acerados organismos de la Federación Obrera de Chile, que se fueron templando en la lucha social, En 1912 se crea la Federación Obrera de Magallanes, que, como ya dije, fue visitada por el Maestro en 1916, permaneciendo allí durante cuatro meses, organizando y educando a los cuadros proletarios, al mismo tiempo que libraba fecunda lucha contra la negativa influencia anarquista en el movimiento sindical, influencia considerable, sobre todo por el flujo de trabajadores extranjeros llegados a la Patagonia.
Enseñó Recabarren a la clase obrera la importancia de la organización y de la práctica del internacionalismo proletario. Enseñó, también, a comprender la necesidad de la existencia de una prensa propia que refleje con fidelidad y exactitud la ideología proletaria, la ideología de clase de los obreros.
El Maestro enseñó a la clase Obrera chilena a comprender y amar los logros de la Revolución Socialista de Octubre y a inspirarse en su ejemplo y organización.
Después de visitar a la Unión Soviética en los duros años de los inicios del poder proletario, Recabarren intuyó la consolidación del Poder Soviético, la eficacia realizadora del Partido Comunista Bolchevique de la U.R.S.S. y el apoyo que todas las nacionalidades del vasto país brindaban al Poder Obrero Campesino, jefa-turado por Lenin.
Por ello, a su regreso, el líder obrero chileno escribía estas proféticas palabras, que aún suenan como latigazos sobre los rostros de los anticomunistas de todos los pelajes: Yo fui enviado a Rusia, delegado al 49 Congreso Internacional Comunista y al 29 Congreso de la Internacional de los Sindicatos Rojos. Y fui a Rusia llevando en mí la convicción de que los comunistas no habían podido construir todavía la sociedad comunista en Rusia, por las razones que leerán en el transcurso de estas páginas y que con el poder político y económico en sus manos, se ocupaban desde el 7 de noviembre de 1917 en acumular los elementos para la construcción de la sociedad comunista que tenemos trazada en nuestros programas y aspiraciones. Este modo de apreciar la situación en Rusia, durante los cinco años transcurridos y predicados durante el mismo tiempo en Chile, es lo que ha formado en la masa trabajadora organizada de este país, una idea clara y sin equívocos de la verdadera situación en que se desenvuelve la creación de la sociedad comunista en Rusia. Y agregaba: Pude ver con alegría que los trabajadores de Rusia tenían efectivamente en sus manos toda la fuerza del poder político y económico y que parece imposible que haya en el mundo una fuerza capaz de despojar al proletariado de Rusia de aquel poder ya conquistado. Pude constatar además que la expropiación de los explotadores es completa de tal manera que jamás volverá a Rusia un régimen de explotación y tiranía, como el que todavía soportamos en Chile. Pude convencerme de que no me había engañado cuando he predicado en este país que el proletariado de Rusia tiene en sus manos todo el poder para realizar su felicidad futura y va reuniendo los elementos para construir la sociedad comunista, como el verdadero reinado de la justicia social.
Esto lo escribía el Maestro en el folleto titulado La Rusia Obrera Campesina, editado en Santiago en 1923.
Como internacionalista, Recabarren vivió atento a todos los progresos, retrocesos y luchas de la clase obrera del mundo y, en especial, de la de Latinoamérica. Los proletariados argentino y uruguayo atestiguan este aserto.
Paulino González Alberdi, destacado escritor y ensayista argentino, ha dejado constancia de esta faceta del trabajo de Recabarren, valorando el aporte del líder chileno a la fundación del llamado Partido Socialista Internacional, desgajado del viejo y claudicante Partido Socialista de Juan Bautista Justo. Este Partido Socialista Internacional, que contribuyó a formar Recabarren junto con Victorio Codovilla, Rodolfo Ghioldi y otros, se transformaría más tarde en el Partido Comunista Argentino.
Un mérito innegable de Recabarren es el de haber comprendido, él primero, y de habérselo hecho entender a la clase obrera, la necesidad de que ella, al mismo tiempo de disponer de organizaciones sindicales fuertes y vigorosas para la defensa de su nivel económico, cuente, con un partido político de clase, impregnado de la ideología obrera, granítico, independiente, ágil y poseedor de un programa antioligárquico y antiimperialista, en estos países que forman el patio trasero del imperialismo yanqui.
Por ello, Recabarren entregó sus energías a la formación de este instrumento político que se llama Partido Comunista y que fue fundado con el nombre de Partido Obrero Socialista, en Iquique, el 4 de junio de 1912.
Como apunta certeramente Rufino Rosas, antiguo luchador obrero, compañero de Recabarren: Nació el Partido Obrero Socialista como un partido de la clase obrera, en los momentos en que -como consecuencia del desarrollo del capitalismo y de la penetración imperialista en las fuentes de materias primas (salitre y cobre) y, por lo tanto, en la política interna y externa de nuestro país;- el proletariado también se desarrollaba por efectos de la concentración en la industria y necesitaba, por lo mismo, de un partido político propio, con ideología propia que encauzara sus luchas y las del pueblo chileno.
Por otro lado, Carlos Flores Ugarte, también compañero de Recabarren y viejo comunista, explica en los siguientes términos el motivo de haber antepuesto el término Obrero al nombre de Socialista: En ese tiempo yo residía en Viña del Mar; representando nuestra sección vino Ramón Sepúlveda. -se refiere al Primer Congreso, y constitutivo del Partido Obrero Socialista- Yo fui incluido en el Comité Ejecutivo a proposición de Recabarren. La delegación de Iquique traía el mandato de proponer al Congreso que el Partido se denominara Obrero Socialista, tal como se llamaban ellos, pues las secciones de otras ciudades, entre ellas, Santiago, Valparaíso y Viña se llamaban solamente Partido. Socialista. Recabarren respaldó ampliamente la idea de los iquiqueños, argumentando que al decir Obrero1 se inspiraba más, confianza a los trabajadores y nos diferenciábamos de los, socialistas europeos, que habían asumida una actitud claudicante y patriotera ante la Primera Guerra Mundial, conflicto que desde sus comienzos Recabarren y el Partido denunciaron como lucha entre tiburones capitalistas.
El Partido Obrero Socialista fundado por Recabarren libró una batalla denodada y tenaz por educar a la clase obrera y por darle objetivos de lucha sin olvidar los deberes de solidaridad internacional del proletariado. Por ello, y considerando las nuevas condiciones de lucha de la clase obrera, la existencia del Primer Esta do en que la clase obrera se erige en Gobierno y las condiciones del cerco capitalista tendido contra la U.R.S.S., como asimismo el descrédito de la Segunda Internacional Socialista, a la que nunca adhirió, se efectúa en Rancagua en enero de 1922 el Quinto Congreso del Partido Obrero Socialista. Este torneo acuerda por amplia mayoría de votos, encabezada por Recabarren, un pasó de trascendencia revolucionaria: denominarlo Partido Comunista.
El Maestro luchó implacablemente contra la ignorancia y la esclavitud, contra los vicios fomentados por las clases dominantes para afianzar su preeminencia social, política y económica. De ahí que Recabarren escribiera:
Porque el alcohol nos embrutece y una vez embrutecidos quedamos esclavos del alcohol sin atender a nada.
Por esta razón no crece la organización de los obreros, porque muchos prefieren emplear su tiempo disponible en beber y su poco dinero también lo gastan en beber.
Cuando esto hace el obrero, después no tiene tiempo ni tiene dinero, ni voluntad para venir a las filas de la organización.
Y sin tener una grande organización no podremos librarnos de la explotación ni de la tiranía que sufrimos.
La taberna es el lugar donde se fraguan los proyectos que favorecen la corrupción cívica.
Al examinar con prolijidad, con espíritu científico no desprovisto de pasión revolucionaria, la ingente y multifacética obra práctica y teórica de Recabarren, abisma y desconcierta la poderosa intuición de que hizo gala, en medio de los factores adversos en que le correspondió actuar y, sobre todo, por la casi nula difusión de las obras de los clásicos del marxismo en América y en Chile.
De ahí que su visión coincidiera casi-matemáticamente -si es admisible el término- con la concepción marxista-leninista de la historia, al fijar los objetivos del movimiento democrático chileno afincado a la realidad nacional, que Salvador Barra Woll sistematiza de la siguiente manera: A) Por su lucha contra las corrientes oligárquicas y reaccionarias que oprimían y explotaban a la clase obrera y al pueblo; B) por su lucha destinada a incorporar al proletariado y hacerlo intervenir organizadamente en la disputa del poder; C) por sus esfuerzos en organizar gremialmente a los trabajadores para la lucha por sus reivindicaciones económicas y el mejoramiento de sus condiciones sociales; D) por el sentido clasista y proletario que imprimía a su agitación y propaganda desde su prensa y con su palabra, y E) por su implacable lucha contra todos los aspectos de la corrupción de la democracia fomentada por la oligarquía y la burguesía dominantes.
Es imprescindible dejar establecido que en la época en que le correspondió actuar a Recabarren -y de manera tan efectiva y fecunda-, la difusión de la literatura marxista era prácticamente nula, incluso con posterioridad al triunfo de la gran Revolución Socialista de Octubre. El pan ideológico de los dirigentes sindicales y políticos de avanzada eran los escritos anarquistas y socialistas utópicos, vulgarizados en los cientos de grupos de Estudios Sociales y, en general, en círculos intelectuales reputados revolucionarios.
Siendo el marxismo una doctrina esencialmente polémica, Recabarren, sin haberlo asimilado en sus fuentes primigenias, por las razones dichas, construyó el movimiento sindical y su partido de vanguardia en enconada polémica ideológica, en confrontación de ideas con los enemigos del progreso y del desarrollo social. Tal es el caso en que disputó, y salió airoso, con el dirigente y abogado conservador Marín Pinuer por la claridad de principios y objetivos del movimiento sindical chileno. Tal es también la lucha contra los equivocados métodos anarquistas tan en boga en su época mediante la acción desarrollada por la famosa I. W. W. (Trabajadores Industriales del Mundo).
Patriota ejemplar, Recabarren siguió la ejecutoria de amor al terruño, a las libertades y al humanismo que fueron la impronta de O'Higgins, Camilo Henríquez, Manuel Rodríguez, Francisco Bilbao y tantos héroes anónimos. Por ello, escribió: Yo no quiero que nadie odie a mi patria, por eso amo las patrias de todos.
De ahí el internacionalismo consecuente de Recabarren a que ya hemos hecho mención. El abrió el camino de la amistad de Chile con la Unión Soviética, porque avizoró las ventajas que para ambos países traerían apareadas estos contactos.
El panfletista y el educador incansable que fue Recabarren se manifiesta en algunos escritos, breves y concisos como sentencias, que entregó a través del periódico, de la conferencia o del folleto.
Respondiendo a quienes lo acusaban de antipatria -a él, que no tuvo otro norte en su vida que luchar por los trabajadores y por el pueblo, que todo es patria-, Recabarren respondió: ¿Dónde está mi patria y dónde mi libertad? ¿La habré tenido en mi infancia cuando en vez de ir a la escuela hube de entrar al taller y vender al capitalista insaciable mis escasas fuerzas de niño? ¿La tendré hoy cuando todo el producto de mi trabajo lo absorbe el capital sin que yo disfrute un átomo de mi producción Yo estimo que la patria es el hogar satisfecho y completo; y la libertad sólo existe cuando existe este hogar.
Siendo parlamentario, Recabarren -como siempre lo hace la Reacción con los luchadores que se destacan en la batalla contra los privilegios- fue acusado de agente del Soviet, y también en cierta oportunidad, de vendido al oro peruano. El Maestro respondió desde el hemiciclo de la siguiente y lapidaria manera: Se nos dice que traemos ideas importadas. Y en este recinto, ¿podría alguien reprochar a los Diputados socialistas chilenos que importamos teorías y doctrinas? Porque yo me atrevería a preguntarle a esta Honorable Cámara: ¿cuándo no ha importado doctrinas esta Cámara? ¿Qué ley ha salido de este recinto que no haya sido copiada de las de otros países más avanzados? Nadie puede evitar que sigamos un pensamiento universal. El cristianismo, ¿no es acaso un pensamiento y un sentimiento internacional? Ningún capitalista podría tampoco criticarnos estos sentimientos internacionalistas, porque nada hay más internacionalista que el capital. El capital no tiene patria, no tiene bandera. Apostrofando a quienes lo calificaban de rusófilo, de poco chileno, de admirar con exceso a la Revolución Socialista de Octubre, Recabarren decía: ¿No habéis vosotros defendido la Revolución Francesa, la Revolución de la Independencia... ? Entonces, sed lógicos, permitid que un trabajador defienda lo que otros trabajadores han hecho en otros puntos de la tierra.
A nuestro modesto entender, donde se agiganta la genialidad de Luis Emilio Recabarren es en la comprensión que tuvo de la esencia del marxismo-leninismo sin haber conocido los escritos de los clásicos del socialismo científico. Tema tan apasionante en la historia de las ideas de Chile y en el panorama sociológico y politico de nuestro país, le correspondió abordarlo a la luminosa inteligencia de nuestro recordado camarada, ex Secretario General del Partido Comunista, profesor Kicardo Fonseca.
Escribe Fonseca en su estudio sobre Recabarren y el Socialismo Científico: Decimos que Recabarren no alcanzó a conocer y estudiar seguramente las obras de los maestros del marxismo. En sus obras, así como en la propaganda de la literatura de los folletos, no se conocen más citas que las del Manifiesto Comunista, fuera de algunas otras dé los socialdemócratas. Por eso no alcanzó a profundizar seguramente en el materialismo histórico, en el carácter de las clases sociales de Chile, a comprender el predominio de la oligarquía semi-feudal vendida al capital financiero imperialista en su tiempo y hoy un sector de ella, de vueltas ya definitivamente contra la patria.. ..
Dando una dimensión clara de sus inquietudes, Recabarren dedicó un libro a problemas filosóficos, el que fue escrito y publicado en Buenos Aires, durante su destierro, en 1918. Este trabajo, titulado La materia eterna e inteligente, constituye palmaria demostración del pensamiento avanzado de Recabarren, del fruto de sus lecturas, así como de sus limitaciones, por las causas ya señaladas.
Escribe el Maestro en ese libro: Examinar las doctrinas o creencias antiguas, para demostrar sus valores, establecer la base de la verdad o error sobre que descansen, no puede ni debe tomarse como una falta de respeto ni de un ataque indebido.
Fonseca, en su interpretación de esta faceta de la labor de Recabarren, explica: Por eso, si bien no clarificó las clases sociales que detenían el progreso de Chile y no se refirió bastante a la oligarquía feudal, a 4os imperialistas, tampoco valorizó al campesinado como aliado del proletariado -ya decimos que estableció contacto con el leninismo en los últimos años del riquísimo curso de su vida-; sin embargo analizó con profundidad las consecuencias de esa dominación y la necesidad de unir a todas las fuerzas progresistas y patriotas en lucha contra sus enemigos.
Fonseca señala -y lo demuestra- que Recabarren no se detuvo en la consideración de los problemas referidos al programa, organización y tácticas de las luchas obreras, sino que comprendía que éstas debían cimentarse en conceptos filosóficos.
Al respecto, Fonseca escribe: Se lanzó por su cuenta a estudiar los problemas teóricos y filosóficos, comprendiendo la necesidad práctica de hacer claridad en un país atrasado y semifeudal en que la oligarquía utilizaba a la Iglesia para mantener su predominio bárbaro y sanguinario.
Recabarren comprendió como nadie la necesidad insoslayable de acrecentar el tesoro de conocimientos del proletariado para que éste pueda cumplir la histórica y trascendental tarea revolucionaria de transformación que descubrió .Carlos Marx.
Por eso, con modestia, escribía Recabarren en. Materia eterna e inteligente: No soy ni astrónomo ni naturalista, ni físico ni químico, ni matemático ni geólogo. Soy como la mayoría de la enorme muchedumbre y así escribo para ella, para que aunque ignorante de la ciencia -muy útiles de saberlas por cierto- nos formemos juicios sin ellas, mientras no estén a nuestro alcance, lo más exactamente posible de la verdad y de la realidad de las cosas.
De la lectura del libro citado se colige que Recabarren fue un materialista intuitivo que comprendió la importancia del movimiento y transformación de la materia, aunque cae en consideraciones de tipo idealista por insuficiencia de conocimiento de las obras de Marx y Engels.
Pero la conclusión final en este aspecto es que Recabarren fue un autodidacto extraordinario que, en los aspectos social, político y filosófico, desconoció fuentes teóricas que suplió en la práctica con intuición y audacia.
Los aspectos particulares humanos de la personalidad del Maestro han sido tratados por un numeroso grupo de compañeros de luchas gremiales y políticas en artículos periodísticos que, por lo mismo, se encuentran dispersos.
Lamentablemente, no ha aparecido todavía el biógrafo que, con criterio documental, realista y científico, enfoque la multifacética personalidad y obra de Luis Emilio Recabarren. Las dos obras que al respecto conocemos adolecen de insuficiencia en el análisis, son incompletas, truncas y no dan una visión global y humana de las características que conforman el todo complejo y .vital de Recabarren, enmarcado con perfiles inconfundibles en una etapa decisiva de la historia patria.
Algún día, cuando se escriba la verdadera y legítima historia del desarrollo de nuestra patria, en sus múltiples aspectos, habrá de señalarse con propiedad y sin mezquindades el sitial señero de Recabarren, ponderando su lucha y su eficiencia desde el punto de vista de educador, líder y guía del proletariado chileno, clase que es fuerza motriz del avance social de la patria, en pugna con las regresivas fuerzas del imperialismo y la oligarquía, que, con persecuciones, encarcelamientos, cerco por hambre, maltrato, procesos, infamias y calumnias, terminaron por agotar el sistema nervioso de este hombre genial y visionario, que puso fin a sus días por propia decisión. Ello el 19 de diciembre de 1924.
Su discípulo más fiel y aventajado, el inolvidable presidente del Partido Comunista, Elias Laferte -quien ocupó un sitial en este Senado-, escribe, lleno de dolor : Y hubiera muerto por su propia mano, él, a quien el enemigo ni en los peores momentos conseguía hacer caer en la desesperación. Era tan sereno, tan tranquilo, tomaba las cosas siempre con una calma tan envidiable que resultaba absurdo pensar que hubiera podido quitarse la vida.
Así transcurrieron la vida y la lucha del Maestro Luis Emilio Recabarren, cuyo recuerdo y cuyo ejemplo iluminan las luchas y menesteres gremiales y políticos de las fuerzas progresistas del país, en particular del partido que con su esfuerzo creó y organizó.
Sus funerales.
Sus funerales fueron la expresión -en la época en que todavía muchos contingentes de trabajadores no encontraban su camino liberador- del dolor y la pesadumbre de todo un pueblo. Pero dejemos que sea Lafertte quien nos lo relate: Se trasladó, pues, el ataúd con los restos a Bascuñán Guerrero (el local ferroviario), y un desfile interminable empezó esa misma noche, duró todo el sábado y las primeras horas del domingo, día en que se iba a celebrar el funeral. La clase obrera había recibido un golpe muy duro y todos querían ver el rostro del Maestro, de don Recabarren, del Viejo, como muchos lo llamaban cariñosamente, aunque el día de su muerte aún no cumplía cincuenta años. Desfilaban los gremios con sus estandartes y los obreros individualmente, junto al ataúd: venían los estudiantes, los políticos, gentes de todos los partidos, el zapatero que lo había conocido en Antofagasta, el cesante que lo había oído hablar en los albergues... Pasaban en silencio, con respeto y una actitud casi religiosa junto a él, hombres, mujeres y niños. Y muchas lágrimas caían sobre el ataúd, cubierto de flores rojas sobre la bandera del partido, y la ayuda solidaria sobre la alcancía.
Recabarren fue un tipo de hombre esencialmente bonachón, comprensivo y humano; sacrificado por la causa de los trabajadores, sobrio y pulcro en el vestir, carente de vicios, luchador y estudioso infatigable, poseedor de gran capacidad de trabajo; polemista avezado y de lógica demoledora. Desinteresado, buscaba sólo la mejor manera de llegar al alma y cerebro de los hermanos de clase, no desdeñando los conjuntos artísticos y teatrales, para los que escribió varias obritas y en las que desempeñó papel de actor el mismo Elias Lafertte.
Comprendió la necesidad de la política de aliados del partido de vanguardia y la practicó sin adbicar de los principios y sin hipotecar la independencia ideológica y clasista.
Preocupación de Recabarren por los campesinos.
Poco conocida es su preocupación por los campesinos y el papel que a éstos asignaba en la lucha revolucionaria.
Carlos Contreras Labarca, hoy Embajador en la República Democrática Alemana, compañero de luchas y amigo del Maestro, recordaba en este Senado: No puedo olvidar su indignación al denunciársele las atrocidades que se cometían en las grandes haciendas del centro y sur del país. Me tocó conocer su actitud en relación con los abusos cometidos con la hacienda de Acúleo, donde el señor feudal había sometido al tormento del cepo a un inquilino en el retén particular del fundo. Me encargó la defensa de la víctima ante el Juzgado del Crimen de Buin y desplegó una amplia campaña de prensa en solidaridad con el campesinado. Asimismo, con motivo de los sucesos de la hacienda La Tranquila, donde se había asesinado a obreros por haber intentado constituir el Consejo de Obreros Agrícolas de la FOCH, me encargó también la defensa de esos trabajadores ante el Juzgado del Crimen de Petorca.
El interés de Recabarren por los problemas campesinos lo indujo a incorporar en las resoluciones del Congreso del Partido Comunista, celebrado en 1923, un acuerdo que establecía que el partido no debe abandonar un solo momento la acción de educación de los campesinos, tomando en cuenta que el establecimiento de una sociedad comunista no es posible sin la cooperación de los campesinos.
El papel de las mujeres en las luchas por un mundo mejor.
Recabarren, con esa visión que poseyó de la problemática de la revolución chilena y latinoamericana, siempre tuvo en el primer plano de sus preocupaciones el papel que debían jugar en las luchas por un mundo mejor las mujeres y los jóvenes, y porque los calibró es por lo que permanentemente destacaba su valía e importancia, llevando a la práctica iniciativas audaces en las que participaban mujeres y jóvenes, preocupándose con énfasis de la formación ideológica.
No resisto el imperativo de leer algunas líneas del Maestro referidas a la mujer, escritas en su folleto Rusia Obrera y Campesina, publicado en 1923:
Que la mujer ha sido nacionalizada en Rusia y convertida, como los instrumentos necesarios al hombre, en propiedad común, fue una expresión de fuego que cruzó por todas direcciones del mundo, provocando el horror de las víctimas de esta grotesca falsedad.
Y más adelante agrega:
...no podemos apartarnos de la acción de la sociedad actual que ha obligado a la mujer a buscarse medios de vida, violando las leyes naturales, apartándola de la misión que la Naturaleza le ha dado, y entonces la mujer colocada en esta condición, en todo el mundo, por la acción despiadada de la sociedad capitalista, se ha visto lanzada al azar y obligada a buscarse los medios honestos de vivir.
Valorando la liberación de la mujer por el régimen soviético, el autodidacto chileno que regresaba impresionado por los logros del primer Estado en el mundo en que accedían al poder los trabajadores, agregaba:
Así también, esta revolución ha modificado fundamental y sustancialmente la sicología de la mujer. La ha modificado fundamentalmente cuando coloca a la mujer en la práctica en igualdad de condiciones que el hombre, y le garantiza esa situación con su participación en todos los actos públicos. La ha modificado sustancialmente cuando ha convertido en realidad lo que todavía es un programa de aspiraciones en el resto del mundo y cuando ha despertado el interés de la mujer por gozar de emancipación y cuando ha convencido al hombre de esta realidad.
Hoy la mujer en Rusia lleva en sus manos iguales armas que el hombre para conquistar su definitiva liberación.
Nosotros, a cincuenta años de haber escrito estas líneas el Maestro, podemos ratificar su aserto evocando la figura de Valentina Tereskova, científica y primera mujer cosmonauta del mundo, obrera y constructora del socialismo en su país soviético, símbolo de la definitiva liberación de la mujer de que hablaba el clarividente obrero chileno afincado en la ciencia y hasta en la profecía.
La personalidad de Recabarren se proyecta más allá, de Chile.
Luis Emilio Recabarren adquiere una proyección inmensurable en lo humano, en lo político, en lo social, en lo pedagógico, en lo patriótico, en lo chileno, en lo latinoamericano y en lo universal. Más todavía, como marxista, fundió en la lucha, en la batalla dura, en la penuria, en el hambre, en la pobreza, en la persecución, los lineamientos teóricos de su doctrina con la práctica social en la que estuvo inmerso. Fue un gigante, y hoy, en medio del sofocante sembrar de propagandas vacías y sin contenidos que encumbran valores que no son tales, su personalidad se proyecta por sobre los picachos de nuestros Andes, que él trasmontó para apurar el pan amargo del destierro, pero también para tender la mano al proletariado argentino en la formación de su partido de vanguardia.
Los epítetos, motes, calumnias, acusaciones y falsedades que a él se le enrostraron, aplicaron o atribuyeron, siguen presentes, golpean nuestros oídos en la prensa, radios y televisión clasistas. La historia se repite, pero la correlación de fuerzas nacional e internacional ha cambiado en sentido favorable a la ideología del humanismo, del futuro de la humanidad. Recabarren se hace presente como aurora tutelar de nuestros afanes y de nuestras luchas por el logro de nuestra liberación nacional y social.
Luis Emilio Recabarren sigue ganando batallas después de su muerte.
La conquista del poder por los trabajadores y el Gobierno de la Unidad Popular es la victoria de la clase y de Luis Emilio Recabarren, quien, como el Cid legendario, sigue ganando batallas después de muerto.
Nuestro Premio Nobel Pablo Neruda ha escrito con fundada razón: Muchos efímeros aniversarios se celebran; llegará un gran otoño en que caerán las hojas de los falsos héroes, de los que mataron y usurparon, de los que, solamente, derramaron la sangre y las lágrimas.
Recabarren es nuestro héroe, el defensor, el constructor, el que llegó a darnos conciencia y a darnos el pan de la verdad.
Recabarren, el nuestro, es el más grande líder de los trabajadores de todo el hemisferio y en nuestras tierras americanas puede compararse, únicamente, por su papel y su acción al grandioso Lenin.
Señor
En nombre del Partido Comunista de Chile, a noventa y cuatro años y veinticinco días del nacimiento de este hombre sencillo y genial, cuando la clase que él organizó en las mancomúnales y en la FOCH está fundida en la Central Única de Trabajadores y se inspira en el ejemplo sin sombras del Maestro, rindo homenaje a su memoria y a su conducta cristalina.
Que la pasión de Chile y sus trabajadores, que fueron la impronta de Recabarren; que la pasión de pueblo, que el amor a sus hermanos, que su batalla liberadora, que fueron los derroteros de este hombre de los ojos capotudos, sigan inspirando a obreros, campesinos, profesionales, estudiantes, hombres y mujeres de esta patria nuestra, en los azarosos días que vivimos.