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Antecedentes
  • Senado
  • Sesión Ordinaria N° 35
  • Celebrada el
  • Legislatura Extraordinaria periodo 1972 -1973
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Intervención Petición de oficio
INFORME DEL INSTITUTO DE NUTRICION DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE SOBRE PROBLEMAS DE DESNUTRICION INFANTIL.

Autores

El señor VON MÜHLENBROCK.-

Señor Presidente, Honorable Senado, en una reciente intervención analicé en este hemiciclo las investigaciones hechas por el Instituto de Nutrición de la Universidad de Chile y que dio a conocer ante la Academia Chilena de Medicina, al incorporarse como miembro de número, el doctor y profesor don Fernando Monckeberg.

Profundamente preocupado por la gravedad que para el porvenir de nuestro país encierran los estudios sobre nutrición infantil, quise traerlos a esta tribuna, ansioso de despertar el interés de los legisladores y llegar hasta la opinión pública, pues considero que del conocimiento de nuestra auténtica realidad social podría lograrse el comienzo de una rectificación del pavoroso proceso de decadencia a que ha sido conducida nuestra raza.

Por la magnitud de la tarea asumida, no dispuse de tiempo para abarcar en su conjunto las conclusiones del Informe Monckeberg ante la Academia de Medicina, por lo que deseo ahora continuar en su análisis.

Creo, sí, que para una clara perspectiva de todas las fases del problema de la desnutrición en Chile, habría que hacer un breve resumen de la primera parte de los estudios del Instituto de Nutrición, que comprenden el esfuerzo laborioso de un conjunto de investigadores en el curso de dieciocho años.

Yo enfoqué estos antecedentes al preocuparme del descenso de la producción de leche en el país, ocasionado indudablemente por la forma suicida como se ha orientado el proceso de reforma agraria, a espaldas de toda técnica y sentido común, al extremo de que pueda afirmarse que nuestro país quedó condenado a ser eternamente deficitario en materia de alimentos.

¿Es positivo el reparto del medio litro de leche?

Don Salvador Allende, en la número quince de sus famosas Primeras Cuarenta Medidas del Gobierno Popular, ofreció medio litro de leche a cada niño menor de quince años de edad, en reparto diario. La población menor de quince años alcanza en Chile a 48% de sus habitantes; o sea, más o menos 4.500.000 jóvenes y niños. Medio litro de leche diario durante los trescientos sesenta y cinco días del año equivale a un promedio de ciento ochenta litros anuales. Esta cifra, reducida a leche en polvo, equivale a 180 kilos por niño al año. Como los niños suman 4.500.000, la promesa de la Unidad Popular y el doctor Allende significaba el reparto de 81 millones de kilos de leche al año. Distribuir esta cantidad equivale a un desembolso de 89 millones de dólares. La estructura de la distribución de esta leche recarga su precio en 35% más, es decir, en 31 millones de dólares. O sea, el programa del medio litro de leche tiene un gasto de 120 millones de dólares. Ante la magnitud extraordinaria de esta cifra, el profesor señor Monckeberg se pregunta: ¿El éxito logrado en la tarea corresponde al gigantesco esfuerzo que se hace?.

El profesor Monckeberg analiza los resultados del avance logrado hasta la fecha.

La desnutrición afecta a los niños de cero a cinco años de edad.

El Estado chileno reparte leche desde hace quince años por intermedio del Servicio Nacional de Salud a los niños menores de dos años. En el año 1962, el Gobierno de don Jorge Alessandri incrementó ese reparto haciéndolo extensivo a los niños de cinco años de edad. Ese Gobierno y el del Presidente Frei llegaron a distribuir al año 18 millones de kilos de leche en polvo.

Ahora bien, los problemas de nutrición se concentran siempre en los niños de cero a cinco años. Esta es una regla que no tiene excepciones en todo país que padezca de problemas de nutrición.

El profesor Monckeberg formula la pregunta de fondo: si en diecinueve años de insistente distribución de leche no se ha podido resolver el problema de la desnutrición imperante entre los niños de cero a cinco años de edad, ¿qué se ganaba con extender el programa de distribución de leche, desde los cinco años a los quince años de edad?

La población de niños de cero a cinco años de edad representa el 9% de los habitantes de Chile, o sea, más o menos un millón. Este es el sector infantil donde debe concentrarse el gran esfuerzo y el gasto del país, pues sobre él actúan los factores más perniciosos de la desnutrición, y no sobre él sector de cero a quince años de edad, que constituye el 50% de los habitantes de la República.

La primera conclusión aparece clarísima y aplastante. Lo costoso del problema radica en haber extendido el suministro de leche a los niños de cinco a quince años de edad, sin haber podido resolver la gravísima desnutrición que afecta a los niños de cero a cinco años, precisamente el sector que siega la muerte.

Las causas del problema son más complejas.

Afirma el profesor Monckeberg:

El problema de la desnutrición tiene causas más complejas que la falta de un alimento como es el caso de la leche.

Por ejemplo, una población marginal de Santiago. Investigaciones minuciosas hechas han demostrado que, como promedio, el 35 al 40% del total de las calorías que el niño consume, se le van en diarreas y se pierden en diarreas porque las condiciones sanitarias del medio en que vive el niño no pueden ser peores.

Expuso el profesor Monckeberg ante la Academia de Medicina:

Sólo el 20% de la población de Chile cuenta con alcantarillado o sistema de excretas adecuado.

Sólo el 30% de la población cuenta en su casa con agua potable. En estas condiciones, la leche se convierte en un caldo de cultivo de toda clase de microbios. No es un factor de vida, sino un vehículo que transporta la muerte.

Cuando se analiza la mamadera que se da a un niño en verano, en tales condiciones, se comprueba que el 90% de las veces es un caldo de cultivo.

Uno se pregunta a veces: ¿Qué esfuerzo está haciendo el Estado para mejorar las condiciones sanitarias del medio ambiente en que vive nuestro pueblo?

El presupuesto de obras públicas para alcantarillado1 fue en 1971 de dos millones de dólares. El presupuesto de obras públicas para agua potable fue de un millón quinientos mil dólares en el año 1971. En materia de vivienda, el presupuesto entero del Ministerio de la Vivienda fue en el año 1971 de 24 millones de dólares.

Las trágicas condiciones ambientales.

Y el profesor señor Monckeberg sigue entregando conclusiones ante la Academia de Medicina de Chile:

Las estadísticas evidencian que el 78% de la población de Chile no alcanza a finalizar la educación primaria.

El 35% de la población de bajos recursos económicos no puede digerir la lactosa, circunstancia conocida por el mundo entero. Este, es el hecho que ocasiona que, como consecuencia de la ingestión de leche, se produzcan las mortales diarreas infantiles. La sobrecarga de lactosa provoca en el niño de cinco años más o menos 40% de diarreas y en el lactante más o menos 100% de diarreas.

En Chile, apenas el 20% de las madres da de mamar a sus hijos por más de dos meses.

¡Chile es el único país subdesarrollado que padece y exhibe esta circunstancia! Y el Instituto de Nutrición, que dirige el profesor Monckeberg nos entrega un dato desolador:

Sus investigaciones han constatado que sólo el 30% de la leche que la madre recibe del Estado llega al niño.

Hasta aquí, señor Presidente y Honorable Senado, las cifras y datos que en mi primera intervención traje a este hemiciclo, sinceramente angustiado al conocer la exposición que, ante el eminente círculo científico que es la Academia de Medicina de Chile, formuló el profesor señor Fernando Monckeberg.

Los penosos guarismos sociales.

Deseo continuar ahora analizando la segunda parte de un documento que tendrá que hacer meditar a los chilenos. Es mi anhelo que en esta Corporación se recoja el problema para un amplio examen en el que participen quienes están encargados de la defensa de la salud de nuestro pueblo.

Textualmente dice el profesor señor Monckeberg:

Conocíamos ya y nos habíamos formado una idea del desnutrido que llegaba al hospital con toda su gama de complicaciones; pero nada, sabíamos de la realidad nutritiva de la población infantil de nuestro país. Comenzamos a abordar este problema mediante la realización de encuestas nutritivas y exámenes médicos y antropométricos. Esto nos dejó una enorme enseñanza que, nuevamente, nos obligó a cambiar de forma de pensar.

Nos dimos cuenta de que estos desnutridos graves que habíamos visto en los hospitales eran relativamente escasos y no pasaban del 1 al 2% del total de la población; pero, en cambio, sí que había un problema muy grave de subalimentación, que afectaba a un porcentaje muy alto de la población. Nos pareció que' hasta ese momento estábamos mirando el problema como a través del ojo de la llave.

Nuestra visión estaba muy limitada. Pudimos ver que el problema de la desnutrición era como un iceberg, que hasta ese momento sólo habíamos visto en la parte que estaba sobre la superficie, lo que era un error, porque el gran problema estaba oculto. Ya al año de edad casi el 30% de los niños de Chile estaba subalimentado, y este porcentaje se elevaba hasta el 60% a los siete años de edad.

Es decir, un alto porcentaje de nuestros niños no recibía el alimento suficiente para crecer y desarrollarse de acuerdo a su potencial genético. Así, por ejemplo, al analizar poblaciones marginales de Santiago, a los siete años de edad como promedio, un niño mide 17 centímetros menos de estatura que lo que debiera medir a esa edad.

Una infancia condenada de antemano:

Y prosigue diciendo el profesor señor Monckeberg:

Estos niños subalimentados, no sólo presentaban un retraso en el crecimiento y desarrollo, sino que, además, su capacidad de defensa ante el medio ambiente estaba limitada. Ante cualquier enfermedad que para un niño normal pudiera ser banal, ellos corrían un alto riesgo. Un sarampión constituye para ellos un elevado riesgo de complicaciones y muerte. Lo mismo que una diarrea o una bronconeumonía u otras enfermedades. Sin lugar a dudas que esta subalimentación de niños que, aparentemente son normales, es la principal causa de la alta mortalidad en los primeros años de vida.

Los débiles mentales.

Escuche el Honorable Senado, y medítelo el país, porque lo que voy a comentar ahora, señor Presidente, es tal vez la más grave de las resultantes de las investigaciones del Instituto de Nutrición y lo que me ha movido a utilizar esta alta tribuna, en la esperanza casi ilusa de que quienes dirigen el proceso económico de Chile se detengan a meditar y frenen el vértigo de muerte a que impulsan a Chile.

Agrega el profesor señor Monckeberg:

El problema lo vimos aún como más serio cuando comenzamos a evaluar el rendimiento intelectual de estos niños. Al principio con temor, porque no creíamos en nuestras propias cifras, pero ya después con mayor firmeza, las dimos a conocer. A los cinco años de edad, en una población marginal de Santiago, el 40% de los niños eran francamente débiles mentales, y el 25% subnormales. Sólo el 30% podía ser considerado como normales.

Y termina diciendo:

El problema es interesante estudiarlo, pero probablemente nunca se llegue a una conclusión definitiva, ya que se hace imposible aislar el factor ambiente desfavorable del factor desnutrición. Ambos van muy estrechamente unidos y constituyen lo que llamamos el submundo de la miseria.

Las cifras parecen alarmantes y cuesta creerlas. Uno se pregunta: ¿Dónde están esos débiles mentales que no podemos apreciar en forma objetiva? La verdad es que están y no los hemos querido ver. Sólo una cifra nos parece lo suficientemente demostrativa: en Chile, de cada cien niños que comienzan la educación primaria, sólo treinta logran terminarla.

¿Qué causas motivan la deserción escolar?

Honorable Senado, las palabras del profesor señor Monckeberg son positivas. Ese es su mérito. Por ello he dicho al comenzar mis observaciones que me he sentido angustiado y que mi propósito va más allá de las doctrinas y más lejos que las diferencias partidistas.

La investigación no sólo arroja sombras, sino que proyecta luz. Un examen desapasionado nos permite vislumbrar el camino, un camino realmente acorde con los destinos de Chile, muy diverso, por supuesto, de la ruta del odio y del encuentro fratricida a que estamos expuestos en una confrontación que parece inevitable.

Pregunta el profesor Monckeberg, buscando lo positivo del problema: ¿Qué causas originan la deserción escolar, el fracaso total de la escolaridad? ¿Por qué, señor Presidente? ¿Cuántas universidades, liceos y escuelas tenemos? ¿Cuántos profesores? ¿Cuántos miles de millones de escudos gastamos en cada presupuesto anual, para que surja el trágico guarismo, aberrante, dramático, ominoso de que sólo el treinta por ciento de los niños de Chile termina la educación primaria?

¡Al igual que en el caso de la leche! Un proyecto audaz, visionario, a primera vista decisivo: 120 millones de dólares para entregar medio litro de leche a cada niño menor de 15 años. ¿Para qué? Para que el Instituto de Nutrición compruebe, tras numerosas encuestas, que ¡sólo el treinta por ciento de la leche que el Estado entrega llega al niño!

Creo que el fondo del problema radica en analizarlo con fría objetividad, sin prejuicios y sin menoscabar intenciones. Hasta aquí hemos estado siguiendo un camino equivocado. Como dice el profesor Monckeberg, hemos estado mirando, por el ojo de la llave.

Un esfuerzo de 120 millones de dólares conduce a un 30% de valor positivo. Todo el esfuerzo gigante de la educación nacional, que cuesta decenas de millones de escudos, conduce también a la resultante de que sólo el 30% de la infancia termine la instrucción primaria o básica.

Planteados así los hechos, surge la imperiosa necesidad de una rectificación, de un replanteo, si se me perdona la frase, porque no cabe la menor duda de que la inexorable crisis que postra a Chile debe tener una explicación y, posiblemente, una salida. Los rumbos han sido equivocados. No marchamos por rutas de éxito. Vamos derecho a la encrucijada, y lo que se juega es la suerte entera de la nación, ya no interpretada con criterio político, sino a través de la luz inexorable de la ciencia.

Por ello voy a leer textualmente un párrafo del Informe Monckeberg ante la Facultad de Medicina, para que el país pese el dilema ominoso a que estamos marchando:

Cuáles son las causas de la deserción escolar; del fracaso escolar; de la capacidad de aprender. Otras pseudo razones aparecen a primera vista: que se necesita al niño para que trabaje en la casa; o que la escuela está lejos; o que no tiene ropas, pero la razón de fondo es no alcanzar a percibir ningún beneficio con que el niño vaya a la escuela, ya que no ven progreso alguno y ante cualquier razón secundaria, retiran al niño de la escuela. De hecho, los que terminan la educación primaria son sólo los niños que presentan un estado nutritivo aceptable y una capacidad intelectual normal. El problema es sin lugar a dudas muy grave, ya que un porcentaje muy alto de nuestra población no alcanza los niveles de escolaridad adecuada y por lo tanto quedan' definitivamente marginados de la sociedad.

Hoy en día, que estamos viviendo la era de la Revolución Tecnológica, se exige el máximo de las capacidades del individuo si es que se pretende que se incorpore efectivamente a la sociedad: Un individuo que no alcanza a terminar su edificación primaria debido a deficiencias en su rendimiento intelectual queda relegado en nuestra sociedad a posiciones muy secundarias, con bajos salarios y muy pobres condiciones de vida, persistiendo en el submundo de la miseria, con muy pocas posibilidades de que abandone esta posición, ni él, ni sus hijos ya que la, situación se va repitiendo de generación en generación .

¡Para la sociedad es un individuo inútil y representa sólo un lastre que dificulta el desarrollo!

Señor Presidente, Honorable Senado, he aquí la realidad de Chile, expuesta científicamente, sin tergiversaciones y sin sombra de propósitos partidistas. Como en una vivisección, el investigador nos revela lo que somos, los errores del pasado, los crueles errores del presente, pues éstos no tienen la excusa de no haber contado con la investigación científica, y las luctuosas perspectivas del porvenir.

¿Tendrá coraje Chile para analizar su cuadro auténtico? ¿Lo reconocerá o lo negará? ¿Adecuará su camino, reformará su política, volverá atrás en su ciego precipitarse en el abismo para tornar a los horizontes racionales, donde toda la humanidad busca la solución de los problemas de la especie?

El planteamiento del profesor señor Monckeberg y de su equipo de investigadores -al que no quiero postergar porque nada más ajeno a mis propósitos que olvidar que la palabra del profesor señor Monckeberg es la palabra autorizada de un equipo de científicos de probada calidad y alta solvencia profesional- no ha temido ni que se lo interprete mal ni ser objeto de tergiversaciones.

Devorados como somos por los sofismas doctrinarios, arrastrados como estamos por el febril planteamiento de ideas que ya hicieron crisis y que el hombre moderno, por suerte, arrinconó en el desván de las cosas viejas, es muy difícil que en Chile, en este instante, encuentre eco la verdad ni mucho menos la investigación.

El Servicio Nacional de Salud confirma.

Por fortuna, para el Instituto de Nutrición y el equipo de científicos que dirige el profesor señor Monckeberg, y para mí en mis palabras, en el diario El Mercurio, del 9 de noviembre, aparecen publicadas las conclusiones del Seminario de la Salud Escolar que por cuatro días se celebró en el Teatro Municipal con participación de distinguidos especialistas y expertos y con el patrocinio del Área Hospitalaria Norte del Servicio Nacional de Salud, conclusiones prácticamente en coicidencia con las resultantes obtenidas por el Instituto de Nutrición de la Universidad de Chile que he estado analizando.

El equipo de este seminario está integrado por Hilda Power, enfermera; doctor Mario Sepúlveda, Jefe del Servicio de Psiquiatría Infantil del Hospital Roberto del Río; doctor Luis Weinstein, HigienistaMental del Centro de Antropología de la V Zona de Salud y el doctor señor Mario Fliman, médico psiquiatra, Jefe de la Salud Mental de la Dirección General del Servicio Nacional de Salud.

Las conclusiones de dicho Seminario, según la información del diario El Mercurio son:

Según los expertos, el 48,2 por ciento de nuestra población infantil y juvenil, (de cero a veinte años de edad) sufre alguna forma de desorden mental. Tal porcentaje corresponde a 2.496,278 niños y adolescentes chilenos.

El Honorable Senado y la opinión pública pueden apreciar que las investigaciones del Instituto de Nutrición de la Universidad de Chile y los responsables estudios del Servicio Nacional de Salud avanzan y coinciden en un examen que establece ya premisas incontrovertibles.

Hace muchas décadas que nuestro país debió rectificar rumbos, pero la pasión política ha triunfado sobre la razón. En lugar de unirnos, nos hemos dividido; en lugar de crear riqueza, hemos pulverizado las bases de nuestra economía; y en lugar de caminar por las rutas de la técnica, del progreso científico y del avance intelectual, hemos seguido los viejos enfoques de la lucha clasista que, ya está probado, fracasaron para la humanidad.

La politización chilena surge como suprema negación del imperativo científico, de la realidad quemante que nos niega acceso al futuro. No tenemos porvenir como nación; los cimientos mismos de la raza están amenazados si no reaccionamos. ¿Y cómo reaccionar cuando un huracán de odio, de fanatismo y de ceguera quema los corazones, anula la razón y busca lanzar a un sector del país contra otro sector, en nombre de sofismas quebrados, anacrónicos y estériles?

He ahí la disyuntiva de Chile en esta hora de amarga prueba que -cosa curiosa- tiene lugar bajo un signo revolucionario, bajo un esquema de Gobierno marxista-leninista que ya ha cumplido dos años en el poder, y que, como ninguna otra Administración de nuestra historia, tiene más responsabilidad y más agravantes. Los anteriores Gobiernos, en sus errores, tienen siquiera la excusa de no haber dispuesto de los indicadores de la técnica y de la ciencia. El actual dispone de todo el magnífico dispositivo del avance tecnológico y de la investigación científica. Está en su mano reaccionar, rectificar, reconstruir, por sobre prejuicios, doctrinas y antagonismos, en obediencia suprema al interés colectivo.

Para terminar el análisis del Informe Monckeberg ante la Academia Chilena de Medicina, quiero reproducir la respuesta que el Instituto de Nutrición da a aquella esperanza, que los chilenos llevamos siempre en el corazón: Chile no puede hundirse; Chile tiene un hado benefactor; nuestra raza es capaz; puede haber un milagro chileno para recuperar el viejo y perdido estado en forma.

Señor Presidente y Honorable Senado, repito aquí párrafos del profesor señor Monckeberg para que Chile los medite, porque resumen el proceso al futuro de la raza chilena, como lo denominé en mi anterior discurso. Porque mi anhelo es que estas frases encuentren eco y la política chilena pueda cambiar, en nombre de los marginados, de la miseria, del dolor de un pueblo digno de mejor destino, que hace muchos años busca su realización sin poder lograrla y del cual puede definirse, que hasta hoy no ha sido interpretado, ni correspondido ni mucho menos guiado a una meta positiva, aunque se le deslumbra con todos los espejismos y los más impetuosos torrentes de retórica.

¡Ojalá, señor Presidente, que todos los partidos políticos, el Gobierno y la Oposición y todo lo que en Chile tenga trasunto de responsabilidad y de honor, recojan la advertencia científica que nos dispensa el Informe Monckeberg y el Seminario del Área Hospitalaria Norte del Servicio Nacional de Salud, porque creo que no puede permanecer impasible un país cuando, en nombre de la investigación probada y de la ciencia, se le dice que casi el 50 % de su población es débil mental!

¿No puede haber un milagro chileno?

Dice el Informe Monckeberg: Si imagináramos que las condiciones sanitarias fueran óptimas y que el nivel cultural y educacional fuera el adecuado, y que también la atención médica fuera la adecuada y que la población tuviera todos los conocimientos de nutrición necesarios; incluso así toparíamos con un problema; en la actualidad los bajos ingresos económicos imposibilitan a casi el 50% de los padres de familia proporcionar una: alimentación adecuada a todo el Grupo Familiar dependiente de él. Es decir, volvemos al punto de partida; los salarios son bajos, y son bajos porque la productividad es baja, lo cual es una característica, del subdesarrollo. Podrá pensarse que todos nuestros esfuerzos deberían estar dirigidos a obtener un progreso rápido en el desarrollo socioeconómico y esperar que, como consecuencia, se solucione el problema de desnutrición. Creemos que esta forma de pensar también es simplista, porque no es posible el progreso socioeconómico mientras el 50% de nuestra población está lesionada en sus posibilidades físicas, fisiológicas y psíquicas. Muchas veces nos preguntamos: ¿Por qué no puede haber un milagro chileno; como hubo un milagro alemán, francés o italiano después de la Segunda Guerra Mundial? La respuesta es fácil. No lo puede haber ni lo habrá porque un porcentaje muy alto de nuestra población está menoscabar da en sus capacidades físicas; de salud e intelectuales. En estas condiciones el desarrollo socioeconómico no es posible, o si es posible, demorará mucho tiempo en mejorar las condiciones nutritivas de toda nuestra población.

Hasta aquí, señor Presidente y Honorable Senado, las trascendentales declaraciones hechas a la Academia de Medicina de Chile por el Consejero de la Organización Mundial de la Salud y Director del Instituto de Nutrición de la Universidad de Chile profesor don Fernando Monckeberg.

La influencia del medio.

No he querido reproducir otros párrafos del Informe Monckeberg ante la Academia de Medicina, por considerarlos temas ya de directa interpretación técnica; pero creo que basta y sobra con los antecedentes traídos a esta Sala, para que el país y su Gobierno sepan a qué atenerse respecto del futuro que aguarda a nuestra raza.

El enfoque hecho sobre el problema de la desnutrición de nuestro pueblo tiene su segundo factor en todos los aspectos que integran el medio en que se desenvuelven los sectores medio y modesto de la nación. Y uno y otro son inseparables e imprescindibles, sin penetrar en un tercer rubro que abarca distintas complejidades, pero que cae ya en las particularidades de la especialización psíquica.

Comprobamos que nuestro país y sus Gobiernos tienen que verificar una urgente y profunda rectificación en la forma como se ha considerado la salud pública y reconocer que cualquier tesis ha de sostenerse sobre el sincero reconocimiento de que en tan difícil y costosa lucha tropezaremos desde la partida con nuestras condiciones de subdesarrollo económico.

La conducción política dada al país no ha superado el subdesarrollo económico. Por el contrario, lo ha agravado, pues, por exceso de fanatismo, de doctrinarismo y pasiones, juntamente con dividir al país en dos bandos irreconciliables y crear la confusión, la inestabilidad y la desconfianza, se han destruido los pilares bases de la economía, como son el cobre, hasta ayer nuestra principal producción básica y fuente de ingreso de moneda dura, y la agricultura y ganadería, ya deficitarias, con lo cual se ha aniquilado no sólo la propiedad bien trabajada, sino que se ha abatido, en forma inmisericorde al empresario agrícola, el único realmente capaz de producir y de aplicar técnicas e iniciativa creadora.

Por desoír la técnica; por olvidar la prudencia y por exceso de fanatismo, el país derivó a la culminación de los déficit alimentarios, en una escasez que agravará hasta el espanto los guarismos que sobre desnutrición y trastornos mentales en la población arrojan las investigaciones científicas.

Creo, señor Presidente y Honorable Senado, que es elemental el reconocimiento de prioridades. Muchos rubros que hasta hoy aparecen en primer plano han de ser no sólo disminuidos, sino cancelados. Porque pueden hacerse preguntas quemantes: ¿Cuántos miles de millones de escudos ha pagado Chile para obtener como resultante la destrucción de la agricultura y la escasez alimentaria que lo abate! y en que derrocha estérilmente sus principales, ingresos de divisas? ¿Cuántos miles de millones de escudos nos cuesta la mantención de un sistema educacional en que la investigación científica proclama que sólo el treinta por ciento de los niños termina la enseñanza básica?

Los sacrificios de toda una nación, el paso del tiempo, el continuado bregar político, tienen como resultante el que el Seminario de Salud Escolar verificado bajo el patrocinio del Área Norte del Servicio Nacional de Salud arroje como trágico guarismo de que el 48,2% de nuestra población infantil y juvenil de cero a veinte años de edad, sufra alguna forma de desorden mental.

¿Qué frutos está cosechando Chile en su desenvolvimiento, sosteniendo la más enconada contienda política de toda su historia, mientras las computadoras le indican sin atenuantes que no posee la mínima probabilidad de éxito si no retorna al camino de la cordura, la fraternidad y el trabajo mancomunado, que en todos los tiempos ha permitido el triunfo del hombre ante los obstáculos que se le interponen?

El avance social, la estabilidad económica, el disfrute de todas las conquistas del progreso serán sólo espejismos ante nuestro pueblo si no iniciamos las prioridades que la ciencia establece y no frenamos vigorosamente una orientación política que en su colosal fracaso no sólo derrumba las bases económicas, sino que precipita al país en una inflación que en diez meses ha llegado al 130,2%, lo que torna innecesario todo otro diagnóstico, ya que el éxito o fracaso de un sistema económico se mide por el valor que alcanza la moneda del país que lo experimenta o desarrolla.

El Instituto de Nutrición no recibe ayuda fiscal.

No quisiera terminar mis palabras, señor Presidente, sin aludir a dos conceptos señalados por el profesor señor Mon-ckeberg en su decisivo informe ante la Academia de Medicina. El primero se refiere a lo realmente difícil que es realizar investigación científica en Chile. Y sobre el particular he hecho algunas averiguaciones, constatando con asombro que el Instituto de Nutrición no recibe un solo centavo de apoyo fiscal, ni del Ministerio de Salud, ni del Servicio Nacional de Salud, subsistiendo únicamente por la ayuda extranjera.

Por el contrario, a este instituto científico se le han estado creando problemas en los últimos meses, como sería la pérdida del propio edificio donde funciona dentro del Hospital Arriarán, lo que, a primera vista, aparece como inconcebible.

La ley de Jardines Infantiles.

El otro aspecto es la preocupación demostrada por el profesor señor Monckeberg sobre la urgencia de incrementar el mejoramiento del medio y la protección del niño, como sería el desarrollo integral de un Plan de Jardines Infantiles.

Como se ha dictado la ley Nº 17.301, de 22 de abril de 1970, sobre Jardines Infantiles, y como en ella ciframos tantas esperanzas, yo quisiera conocer los frutos que hasta el momento está brindando este cuerpo legal y cómo se invierten los fondos que origina.

Solicito dirigir oficio a la Contraloría General de la República y al señor Ministro de Salud, para solicitar los siguientes datos: rendimiento durante los años 1970, 1971 y 1972 de la ley Nº 17.301, en cifras separadas para cada año; detalle del plan de trabajo cumplido hasta la fecha y número de jardines infantiles u otras obras desarrolladas, y cantidades invertidas en cada año y fondos que en cada año quedaron disponibles o pasaron a rentas generales de la nación.

Honorable Senado, creo haber cumplido con mi deber al traer el quizás más profundo drama que vive nuestra patria, drama que establece la inutilidad de la lucha política que divide a los chilenos y lo realmente imperioso de una renovación rectificadora.

Desventurado el país que olvide la investigación científica y la ciencia para construir su economía y la realidad incontrovertible de que el avance social se logra sólo con una economía próspera, fruto del esfuerzo y de la iniciativa de toda la colectividad.

¿Estaremos nosotros a tiempo de rectificar la ruta de la república? ¿Quién puede afirmarlo? ¿Podría producirse la reacción que nos lleve a superar la crisis? En todo caso, están en pie los índices científicos que establecen con dureza el destino que aguarda a nuestras generaciones.

-Se anuncia el envío de los oficios solicitados, en nombre del señor Senador.

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