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Antecedentes
  • Senado
  • Sesión Ordinaria N° 45
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria año 1970
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Intervención
DENUNCIA DE REOS DE CARCEL DE VALDIVIA.

Autores

El señor CHADWICK.-

Debo renunciar a seguir en este análisis, y digo estas palabras porque me parecen absolutamente indispensables, pero estoy en la necesidad de ocuparme en una materia bastante alejada de las especulaciones puramente doctrinarias y que no es otra que la carta que el Director General de Prisiones, don Luis Minchel, envió al Honorable señor Alejandro Noemi.

Desde luego, debo manifestar mi extrañeza porque una carta de tipo personal y privado se haya incorporado a la Cuenta de la sesión de hoy del Senado. La tengo a la vista. Está dirigida "Al Honorable SenadorAlejandro Noemi Huerta", y el tratamiento es de "Distinguido amigo y Senador". Ella termina con el siguiente párrafo: "Entiendo que hará una intervención en el Senado al respecto, adjunto minuta de los daños robos y destrucción que hicieron los reclusos de Valdivia, dirigidos por el extremista Renato Moreau Carrasco y su grupo."

No me ha parecido correcto introducir a la Cuenta este documento de carácter privado y particular. Pero de hecho ha ocurrido así, y en él, como era de esperar, al referirse al incidente inconcebible que se produjo entre este funcionario público y el Senador que habla el 30 de julio recién pasado, se hacen afirmaciones enteramente desprovistas, no digo de verdad, sino del más ligero fundamento en lo sustantivo. El señor Minchel sostiene que el

Senador que habla "se entrevistó con el suscrito para representar el traslado de los reos procesados por la Ley de Seguridad Interior del Estado, en forma especial, por el reo Renato Moreau Carrasco y su grupo detenido en la localidad de Chaihuín." Y agrega: "El Honorable Senador denunció a varios funcionarios de haber violado y flagelado a 6 reos pertenecientes al grupo denominado "MIR", agregando a ello la afrenta de haberlos desnudado completamente al ser trasladados.". Luego añade que "estos cargos fueron rebatidos por el suscrito, atendido el hecho de ser muy graves y estar basados en fuentes mal informados y por lo tanto no dignas de crédito." Y termina diciendo que "yo tenía informes fidedignos que desvirtuaban lo aseverado por el señor Senador, ya que los funcionarios habían actuado en todo momento con corrección. Le señalé además, que eran inaceptables los términos en que se refería a funcionarios de mi Servicio, los que no merecen ser víctimas de cargos infundados. En mi calidad de Jefe Superior de este Servicio, tuve que representarle al señor Chadwick que, a mi juicio, consideraba errada la información y lamentaba que Su Señoría no hubiera analizado en forma objetiva tan delicada situación."

El motivo central de mi visita al señor Director General de Prisiones fue el reclamo que, por mi intermedio, quería hacer llegar hasta esa jefatura de un servicio administrativo una distinguida abogada, doña Raquel Carrasco, a quien se habría dado un trato vejatorio y desconocido los fueros propios de su profesión.

De todo esto, el Director General de Prisiones no hace la menor mención.

En seguida, es cierto que también hice saber al señor Director General de Prisiones lo que doña Raquel Carrasco me informaba respecto del traslado de su sobrino. Pero éste no era el motivo principal ni el caracterizante en este asunto. Si yo nada sabía en concreto de lo ocurrido en la cárcel de Valdivia; si lo del traslado del sobrino de esa señorita abogada estaba relacionado con la forma como a ella se le había impedido tomar contacto con un detenido o procesado y con la manera vejatoria en que se le había hecho saber esa negativa, mucho menos podría yo haber denunciado a varios funcionarios de haber violado y flagelado a seis reos pertenecientes al grupo denominado MIR.

Lo que desencadenó la reacción violenta, descontrolada e irrespetuosa del señor Minchel, fue la observación que yo le hice en el sentido de que en Valdivia se comentaba que aparentemente los reos digo los de la cárcel de esa ciudad habían sido objeto de malos tratos. Yo no he ido a denunciar a funcionarios, porque no podría haber dicho de quiénes se trataba; no conocía sus nombres ni tenía datos precisos. Con una sola salvedad: que dé la entrevista que había tenido la madre de uno de los procesados trasladados a Osorno con el alcaide de la cárcel de Valdivia, había resultado claro que se los había llevado semidesnudos y descalzos, pues este funcionario le ofreció primero, arrepintiéndose después, entregarle la ropa para que la llevara la propia madre.

Entretanto, se han ido acumulando antecedentes que me han llegado con motivo de esta intervención. Tengo una declaración de los padres de uno de los procesados, Rigo Quezada Videla, que me permitiré leer, si me alcanza el tiempo.

¿De cuántos minutos dispongo, señor Presidente?

El señor FERRANDO (Presidente accidental).-

De trece, señor Senador.

El señor CHADWICK.-

Esa declaración dice:

"Nosotros, Mercedes Lidia Videla Stefoni, carnet Nº 1.383.579 Santiago y Luis Quezada de la Paz, carnet Nº 40.359 San Miguel, padres de Rigo Quezada Videla, estudiante secundario, 20 años de edad, actualmente preso en la cárcel de Osorno por el proceso que se sigue en Valdivia por infracción a la Ley de Seguridad Interior del Estado, declaramos:

"a) Que con fecha 29 de julio pasado nos entrevistamos en la cárcel de Osorno con nuestro hijo Rigo Quezada Videla, a mediodía, en presencia de gendarmes y del abogado Mario Valenzuela y después de ingentes esfuerzos para obtener la debida autorización por el Alcaide de Osorno, quien debió consultar a autoridades superiores, según dijo, y atendiendo a que el padre de Rigo estando muy enfermo, se encontraba en la puerta del penal, y

"b) Que en esa oportunidad nuestro hijo nos hizo el siguiente relato que transcribimos fielmente palabra a palabra y tal como lo escuchamos:

"Fuimos traídos aquí, a la cárcel de Osorno, el sábado 25, hace cuatro días, en la mañana. A las seis horas, más o menos, de ese día, mientras dormíamos en nuestra celda de Valdivia, fuimos despertados bruscamente a golpes de palos, patadas e insultos. Vi dentro de la celda como a treinta individuos que usaban parkas y sus capuchones sobre la cabeza. No alcanzamos a vestirnos y descalzos nos sacaron de allí sin dejar de golpearnos e insultarnos. Los golpes eran con lumas, puntapiés y con los puños. Nos condujeron a la salida de la cárcel donde hay una sala y ahí nos amarraron las manos a la espalda, a continuación nos ordenaron que nos pusiéramos vueltos a la pared y nos comenzaron a golpear en forma salvaje. Con los palos nos dieron golpes en los riñones, en el estómago y puntazos en la espalda. A cada golpe nos estrellábamos contra el muro. A Víctor Muñoz Espinoza le machacaron los dedos de los pies con el taco de los bototos, haciéndolos girar. Sin cesar de golpearnos nos sacaron a la calle. A consecuencia de los golpes que nos daban caímos varias veces al barro y sin poder levantarnos debido a que teníamos las manos atadas a la espalda, nos incorporaban del pelo. Así recorrimos la distancia que separa el edificio de la cárcel de la calle, algo así como 50 metros.

"Afuera había un furgón y a golpes y empellones nos hicieron subir a él. Al poner el pie en la pisadera recibí un feroz golpe que me dio uno de los individuos, que me lanzó de espaldas contra la calzada. En el suelo otro me dio una feroz patada que me lanzó debajo del vehículo. Me sacaron de ahí arrastrándome del pelo y varios siguieron golpeándome en el suelo. En ese momento afortunadamente intervino un oficial de Gendarmes de Valdivia y les gritó que ya era suficiente, que no me pegaran más. Fue así como pude subir a empellones al furgón y reunirme en su interior con mis compañeros. El estado de los cinco, al igual que el mío, era calamitoso. Como única indumentaria López iba en calzoncillos y camiseta. Todos íbamos descalzos y cubiertos de barro.

"En Osorno nos encerraron en sendas celdas de castigo e incomunicados. Por todo abrigo nos dieron una frazada a cada uno. Dos días después nos enviaron de la cárcel de Valdivia nuestra ropa imprescindible de vestir y zapatos.

"No sabemos cuánto tiempo permaneceremos aquí ni cuánto durará la incomunicación.

"Pienso que todo esto tiene relación con el motín que se originó en la cárcel de Valdivia, el miércoles 22, por los reos comunes a raíz del castigo corporal que sufrieron dos menores y su encadenamiento en la celda de castigo, por haber reñido entre ellos. La cosa empezó como a las 18.30 horas, cuando los castigados empegaron, a gritar y a entrechocar las cadenas. Los ruidos y el griterío se generalizó rápidamente en todo el penal y, a medida que los ruidos se acrecentaban, los reos se iban enfureciendo al extremo que en pocos minutos todo era un infierno. Las puertas de hierro de sus dormitorios fueron derribadas y armados de palos con puntas aguzadas, cuchillos, fierros y botellas avanzaron por los patios haciendo destrozos y liberando a los castigados.

"Nuestra celda se encuentra en el primer patio y escuchábamos asombrados cómo la marea humana se acercaba a la salida, para lo cual, debían pasar necesaria mente frente a nosotros. Fue entonces cuando nos pusimos a abrir un boquete en la parte superior de la puerta y salir, para evitar fuera derribada desde el exterior y de ese modo proteger nuestras pertenencias. Sólo tres de los seis alcanzamos a salir por ese hueco, cuando vimos venir hacia nosotros al Alcaide, acompañado de algunos gendarmes, y junto con pedirnos les ayudáramos a tranquilizar a la gente, abrió los cerrojos de nuestra celda para que salieran los otros tres compañeros y todos nos diéramos a la tarea de contener a la turba incontrolable.

"Moreau y Torres se enfrentaron entonces a los amotinados que no cesaban de gritar y proferir insultos y amenazas. Los compañeros les hablaron en términos que debían tranquilizarse y que no siguieran avanzando, por cuanto los gendarmes, armados con metralletas, estaban a pocos metros de ahí. Los reos vociferaban y uno de ellos, imponiendo silencio, les dijo a los compañeros "que algunos caerían, pero que ellos siendo cerca de trescientos, barrerían con los gendarmes y con cualquiera que se pusiera por delante". Sin embargo, Moreau y Torres con gran presencia de ánimo, continuaron explicándoles que las reclamaciones debieran hacerlas por escrito y que debieran nombrar una comisión para redactarlas. Los reos aceptaron la idea y nombraron a 15 para que los representaran. A continuación volvieron a sus patios a petición de Moreau.

"Redactado el petitorio fue puesto en conocimiento del Alcaide, Visitadora Social y la señorita Intendente subrogante, los que accedieron a él, por estimar de legítima justicia las modestas demandas de los reos. Para constancia firmaron las autoridades nombradas y entregaron copia a la comisión. (Al imponerse la población penal del resultado de las gestiones recibieron alborozados la noticia y volvieron a sus celdas).

"En el intertanto los otros cuatro compañeros, nos dedicamos a resguardar el economato y la escuela para evitar el saqueo, ya que merodeaban grupos de los más exaltados ocasionando desmanes. De pronto a pesar de nuestra resistencia insistieron en entrar en los recintos nombrados y sólo cuando fuimos amenazados con cuchillas puestas en nuestras costillas resolvimos retirarnos. El economato y la escuela fueron saqueados.

"Queda en claro que nosotros intervinimos en todo instante para calmar el motín e impedir peores consecuencias. Y todo esto a pedido expreso del Alcaide con riesgo de nuestras vidas.

"Moreau y Torres fueron felicitados por el Alcaide una vez que se normalizó la situación esa noche y reconoció que a no mediar la intervención nuestra, la situación fatalmente habría conducido a un desastre de proporciones. Al día siguiente, el Jefe Zonal de Prisiones, abrazó a Moreau y lo felicitó por su comportamiento.

"Por todo esto nos resulta incomprensible el maltrato y las flagelaciones de que fuimos víctimas tres días después, y la situación que sufrimos en estos momentos. Especialmente cuando todo se había normalizado, e incluso al día siguiente del motín los reos recibieron como de costumbre sus visitas."

"Hacemos esta declaración firmada por nosotros, con el objeto de ser agregada a la presentación que miembros del Colegio de Abogados de Chile han hecho ante la Excelentísima Corte Suprema para representarle la violación continuada que se viene produciendo en nuestro país de los derechos humanos, garantías constitucionales y garantías procesales. Tan pronto cese el estado de incomunicación en que actualmente se halla nuestro hijo, esperamos obtener de él una declaración suya manuscrita y pormenorizada respecto de estos mismos hechos.

"Santiago, 6 de agosto de 1970.

"Luis R. Quezada de la Paz. Mercedes Lidia Videla Stefoni."

Señor Presidente, en consonancia con esas declaraciones de los padres de un reo sometido a proceso, a quienes éste les entregó -Los antecedentes del caso, está una publicación del diario "La Segunda", de Santiago, aparecida el jueves 23 de julio de 1970, que en la parte pertinente dice:

"Guerrilleros.

"Se señaló en un comienzo que estaban involucrados en el motín los guerrilleros detenidos en el campamento de Chaihuín, especie que fue desmentida por las autoridades del penal, quienes señalaron que gracias a la intervención de Renato Moreau se evitó que el asunto llegara a mayores.

"Este, junto a sus dos compañeros, fue el mediador entre los amotinados y el Alcaide Hernán Venegas, quien afrontó, en un momento determinado, totalmente solo la situación, dejando de lado las fuerzas del orden, evitando con ello un enfrentamiento sangriento."

Esa información del diario "La Segunda" está en plena consonancia con lo que dice el mismo jueves 23 el diario "El Correo de Valdivia": "Los extremistas, sin embargo, no tuvieron directa participación en el amotinamiento, según afirmó el propio Alcaide, quien agregó que, por el contrario, Renato Moreau y Sergio Torres apaciguaron a los revoltosos y condujeron el movimiento en calma hasta lograr satisfacción a variados problemas planteados por los reos."

Yo me pregunto: ¿cómo puede el señor Director General de Prisiones suponer que yo iba a tener una versión particularizada de los hechos ocurridos en la cárcel de Valdivia, cuando los reos estaban absolutamente incomunicados ?

No soy parlamentario de la zona ni he viajado a Valdivia. Por lo tanto, he tenido que transmitir ése era mi ánimo y no otro al señor Director General de Prisiones lo que me hacía saber una persona de tan alta jerarquía moral y profesional como es doña Raquel Carrasco.

Con posterioridad, las cosas han llegado a un extremo extraordinariamente grave, porque son los recluidos que están en situación común quienes han denunciado tratos contrarios a los derechos humanos elementales. Me escribieron dos de ellos: Víctor Fernández y Celestino Brieva del Rosario, de la cárcel pública de Valdivia, y me dicen:

"Los firmantes y haciendo uso de las atribuciones elementales de ciudadanía que nos concede la Constitución Política del Estado, pese a ser reos de la cárcel de Valdivia, venimos en solicitar que esa Comisión que usted preside, haga luz, y se envíe un Ministro en visita, para conocer públicamente los horrendos crímenes contra los Derechos Humanos, que se han cometido por abuso de poder y de autoridad contra la integridad física, mental y moral de más de 200 recluidos de esta cárcel los días sábado 25, domingo 26 y lunes 27 de julio del presente año, y como represalia violenta, a raíz del motín de los reos de esta cárcel, que pedían mejor trato y mejores condiciones de vida dentro del penal.

"Nuestra denuncia, se hace en este instante, violando las disposiciones de estricta "seguridad" que hay dentro del penal, que impide que salgan a luz noticias sobre este escandaloso proceso interno que llevan las autoridades administrativas y uniformadas de la cárcel. Nos exponemos los denunciantes a ser flagelados y enviados a la cárcel de Victoria, pero no podemos más y enviamos a usted, adoloridos por la suerte corrida por nuestros compañeros, esta alarma, y se sirva usted y esa Ilustre Comisión investigar rigurosamente los hechos que están sucediendo en esta prisión de Valdivia."

Quiero terminar mis observaciones con la lectura de una publicación hecha por el diario "El Correo de Valdivia" el 24 de julio de 1970, o sea, un día antes de los traslados de los reos, que se titula "Normalizada situación en la Cáncel". En la parte relativa a las actuaciones, dice: "trámite que tuvo más de simbólico que real, puesto que los reos permanecieron en sus dormitorios sin puertas, las que habían derribado durante el motín. Se hizo el recuento sin que faltara ninguno y luego se distribuyó el pan para el desayuno con absoluta normalidad.". Y agrega más adelante: "El Inspector Zonal regresó a Osorno al mediodía de ayer, con parte del refuerzo. A las 18 horas, después del encierro de los reos, retornaron a Osorno un oficial y cuatro vigilantes que habían quedado para colaborar con la dotación local."

Estos antecedentes que registra la prensa permiten sostener que debe investigarse muy a fondo lo ocurrido en la Cárcel de Valdivia.

Yo me desentiendo ya del incidente con el señor Director de Prisiones, y pido oficiar, en mi nombre, al Presidente de la Corte de Apelaciones de Valdivia, enviándole todos -Los antecedentes que he mencionado, a fin de que uno de los señores Ministros de ese tribunal, si lo tiene a bien, interrogue a los reos y les pregunte cuáles son los hechos que ellos consideran atentatorios contra los derechos humanos elementales, que tienen también aquellos procesados, por muy aflictiva que sea su situación jurídica.

Se anuncia el envío del oficio solicitado, en nombre del señor Senador, de conformidad con el Reglamento.

El señor CHADWICK.-

No me ocupo de la intención que ha puesto el señor Director de Prisiones en sus explicaciones. Creo que cualquier persona con suficiente discernimiento podrá apreciar que un Senador de la República no va a una oficina de la Administración del Estado a justificar que se golpeen los escritorios y que se alcen voces destempladas para hacer las observaciones.

Lo ocurrido el día 30 de julio es absolutamente nítido para mí, que viví la experiencia, y para cualquiera que conozca al señor Minchel.

El señor FERRANDO (Presidente accidental) .

Ha terminado el tiempo de Su Señoría.

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