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Antecedentes
  • Cámara de Diputados
  • Sesión ordinaria N° 11
  • Celebrada el
  • Legislatura Extraordinaria año 1972
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Homenaje
HOMENAJE EN MEMORIA DEL EX CONTRALOR GENERAL DE LA REPUBLICA, DON HUMBERTO MEWES BRUNA, FALLECIDO RECIENTEMENTE.- NOTAS DE CONDOLENCIA

Autores

El señor ANHUEZA (Presidente).-

Tiene la palabra el señor Urra, don Pedro.

El señor URRA (de pie).-

Señor Presidente, hoy recordamos a un hombre comprometido con su tiempo y con su pueblo. En nombre de los Diputados de la Izquierda Cristiana, entregamos nuestro testimonio de admiración y de gratitud a una persona que surgió, justamente, como un símbolo de nuestro tiempo y del compromiso social en el combate diario.

Recordamos a un digno y honesto magistrado, a un recio Contralor General de la República, a un consecuente político de la Izquierda chilena.

Algunos parlamentarias han recordado esta tarde, con mucha exactitud los numerosos cargos que con posterioridad a su ingreso al Poder Judicial, después en su vida política y, en general, en su presencia en la vida chilena, ofrece la vida de don Humberto Mewes. Queremos, de todas maneras, recordar algunas referencias que simbolizan y testimonian, en los términos más claros, el sentido que tuvo su conducta entre nosotros.

En 1946 fue nombrado Contralor General de la República, cargo que desempeñó hasta 1952. En esa época le correspondió a don Humberto Mewes una gran responsabilidad como magistrado y, fundamentalmente, como contralor general del proceso jurídico chileno. Eran también momentos decisivos en la historia chilena.

Gomo juez, le correspondió dirigir el proceso contra el régimen nazi, contra quienes operaban en contra de los intereses de Chile en ese tiempo en nuestro país. En aquella oportunidad, la opinión pública pudo comprobar la reciedumbre de su espíritu y su intransigencia para defender los intereses de la patria. Si bien es cierto que no alcanzó a dictar fallo en aquel proceso, Chile conoció a un magistrado incorruptible, que nos dejó una va-liosa enseñanza para los días actuales, particularmente cuando el combate contra el nazismo de ayer se convierte también en el combate cotidiano contra lo que es, en este proceso chileno y en los tiempos que vivimos en América Latina, la amenaza fascista.

Sin duda que algunas de sus palabras pueden resonar todavía entre nosotros. Dijo, por ejemplo, en uno de sus informes a la Corte Suprema: "Interpretar estos hechos como el mero ejercicio del derecho de asociación garantizado por la Carta Fundamental por no haberse usado aún de violencia para destruir el régimen, ni empleado armas para atacar la independencia del país importaría simplemente un suicidio, a menos que no se tenga ningún interés en conservar nuestra organización política, ni orgullo alguno en mantener incólume la soberanía de la República.".

Su acción contra el nazismo en esa época sirvió para que cientos de chilenos que hasta entonces permanecían impávidos ante aquella amenaza se movilizaran en defensa de la democracia y de la soberanía del país.

Más tarde, al ser designado Contralor, sin duda que el país recibió tal nombramiento con mucha satisfacción y confianza. Defendió los intereses del país y los de cada persona que solicitaba justicia administrativa. Evidentemente, esta conducta intransigente le significó ganarse la enemistad de ciertos sectores, ser desafiado a duelo en una oportunidad, y ser diariamente insultado por la prensa derechista de esa época, incluso ser acusado constitucionalmente y ser presentado como un enemigo de grandes intereses, que en ese momento controlaban la vida institucional, económica y política del país.

Pero tuvo también el cariño del pueblo chileno. Queremos recordar, por ejemplo, su enfrentamiento con la Compañía Chilena de Electricidad, a la que no permitió alzas de tarifas que eran una estafa, en ese tiempo, para nuestro pueblo. Igualmente, su valiente defensa de los empleados y obreros del Estado, amenazados de arbitrarias aplicaciones de la Ley de Defensa de la Democracia, que muchos recuerdan en este país. Cuando la Derecha perseguía a los hombres y mujeres progresistas, el Contralor Mewes le salió al camino como una valla insalvable.

Para él, la ley no era ni podía ser un trozo inerte de papeles y libros. La ley, por el contrario, no podía sustentarse sino en íntima e indisoluble relación con los derechos del hombre y de las naciones. Por eso, por ejemplo, tienen validez sus palabras ante la Asociación Internacional de Juristas Democráticos, en Bruselas: "A los juristas que no miramos la ley como una fórmula fría, destinada sólo a perpetuar los privilegios, nos corresponde la noble tarea de levantar la dignidad de la ley. Debemos profundizar las relaciones entre la economía de nuestros países y su legislación, a fin de luchar con pleno conocimiento de los intereses de nuestros pueblos, para que se afiance en las leyes mismas el principio de la defensa y recuperación de las riquezas básicas de la economía nacional. No siempre los letrados han defendido esos principios y por ello inspiran desconfianza."

Por eso, más tarde, se le acusaría constitucionalmente en el Senado. Habiéndose constatado que la acusación era política y que su votación significaría la destitución del Contralor, él procedió a renunciar al cargo, antes de permitir que tal hecho se consumara. Lo hizo por respeto a la dignidad de su cargo y por su íntima convicción de la justicia con que había actuado. Corría el año 1952. Y queremos agregar una referencia. Un Diputado, que en ese entonces representaba al Partido Liberal, exclamó en su discurso: "Creo que ha llegado el momento en que el Congreso Nacional diga al señor Mewes: ¡Basta! Es necesario decírselo, aunque haya una parte de la opinión pública que considera al señor Mewes como símbolo de la decencia.".

Renunciado a la Contraloría, Mewes tuvo réplicas para algunas de estas expresiones. Así, declaró, por ejemplo: "Pasará algún tiempo antes que penetre en los espíritus que existe un poder contralor tan auténtico e indispensable como los tradicionales, pero no tengo ninguna duda que al fin desaparecerá la resistencia que se le opone por quienes tienen interés en eludir el control,".

Los pasos que lo singularizan en el campo de la Izquierda chilena han sido recordados en esta tarde por los señores parlamentarios. Se incorporó, como es sabido, a las luchas del vasto movimiento popular, que ya tomaba un sentido orgánico en ese tiempo, y se convirtió, definitivamente, en un auténtico líder de la Izquierda chilena. Fue candidato a Senador por el FRAP en dos ocasiones, incluso a sabiendas de que su postulación no podía resultar triunfante, y precandidato presidencial, como lo hemos recordado, en el año 1958.

En plena actividad política, Mewes no era un hombre joven. No le faltaron, sin embargo, el ímpetu y la decisión para decir las cosas con claridad en toda su vida. Y en el transcurso de su última campaña senatorial, empleó tal franqueza para referirse a la política económica y social del Gobierno de entonces, que eso le significó una encargatoria de reo, a raíz de un proceso incoado en su contra por las autoridades de la época.

El relato de su vida indica que no vivió la vida, sus angustias y sus esperanzas, desde un balcón o a la vera del camino; estuvo en el nervio y en el alma del combate social.

Cuenta Dante que al recorrer algunos de los más profundos círculos del Infierno, entre los peores tormentos, encontró, en su peregrinar por esos lugares, a aquellos que en su vida, en su tiempo, habían sido neutrales y no comprometidos con las tareas y las angustias de su pueblo. Si en nuestro tiempo Dante hiciera este mismo recorrido, serían muchos los que se encontrarían con él en estos profundos círculos del Infierno. Hay muchos neutrales, muchos cobardes, muchos débiles, muchas personas ajenas a su tiempo y a su pueblo. Creemos que Mewes no se habría encontrado con Dante. Las palabras que hemos escuchado y lo que su vida fue ante Chile indican que no fue débil, que no fue neutral y que estuvo, justamente, comprometido con su tiempo y con su época.

He dicho, señor Presidente.

El señor SANHUEZA (Presidente).-

Si le parece a la Sala, se enviarán las notas de condolencia a que han hecho mención los señores Diputados, en nombre de la Corporación.

Acordado,

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