Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 49
- Celebrada el 13 de septiembre de 1967
- Legislatura Ordinaria año 1967
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Homenaje
HOMENAJE A LA REPUBLICA POPULAR DE BULGARIA CON MOTIVO DE CONMEMORARSE DE 23º ANIVERSARIO DE SI INDEPEDENCIA.
Autores
La señora
La República Popular de Bulgaria ha celebrado el 8 de septiembre el 23? aniversario de la liberación del yugo nacifascista y del comienzo de la edificación de la nueva sociedad socialista. Tras el día de la insurrección victoriosa contra los ocupantes germanos y los escasos títeres que formaban el llamado gobierno oficial, quedaban los años de una larga epopeya, de una lucha casi cinco veces secular por la libertad.
El pequeño país búlgaro, de historia grande y fecunda, presenta dentro del-con- junto de los pueblos eslavos algunas características especiales. Desde allí con el alfabeto cirílico, adaptado del griego por dos monjes, se derramó al mundo eslavo la nueva etapa de la cultura que se abre con la escritura de la lengua. Allí se mantuvo una resistencia tenaz contra la invasión de los otomanos, como antes, durante dos o tres siglos, se había luchado por rechazar los afanes de dominación de los bizantinos.
De esta manera, el Estado búlgaro presenta una fisonomía bastante particularizada y avanzada para la época, en los mismos comienzos del segundo milenio. En definitiva, Bizancio nunca consiguió aplastar del todo a ese pueblo; y, más tarde, en los siglos XV y XVI, cuando la invasión otomana consigue finalmente avasallar todo el oriente de Europa, con excepción de Rusia, los búlgaros resisten heroicamente, por más de 350 años.
La guerrilla contra el ocupante otomano jamás se apagó en los montes, al igual que en la vecina Grecia; y fueron innumerables los mártires que en esos cuatro siglos regaron la tierra patria con su sangre y defendieron el sentido nacional. Este no pudo ser desarraigado ni con las más feroces represiones, ni siquiera con el traslado masivo de poblaciones que solían efectuar los ocupantes extranjeros.
La epopeya de la guerrilla y la resistencia al invasor resucitó, después de varias décadas de independencia, cuando las hordas de Hitler lanzaron su terrible maquinaria de destrucción y muerte sobre toda la Europa. Ya antes, el pueblo búlgaro se había distinguido por sus acciones antifascistas. Recordemos que la ascensión del nazismo al poder está marcada en la historia junto al episodio del incendio de Reichstag y al famoso proceso en que se pretendió inculpar a Dimitrov y a otros militantes comunistas. El gran dirigente búlgaro asombró al mundo con su valerosidad y su defensa se convirtió en acusación contra el fascismo y en advertencia a los pueblos del peligro que se cernía sobre la humanidad. El anticomunismo, en su forma extrema del nazismo, llevaría al mundo a una catástrofe si no se lo detenía.
Desbaratado ya todo el aparato montado por Hitler para condenar a Dimitrov, éste, una vez libre, prosiguió su batalla y fue precisamente a él a quien cupo más tarde la misión de proclamar la consigna del Frente Popular, el llamado a la unión de las izquierdas, para enfrentar y detener al nazismo.
Pese a la lucha de los pueblos, pese a los esfuerzos de la Unión Soviética y de los comunistas de todos los países, la política ciega y el anticomunismo enfermizo de los gobernantes de los principales países capitalistas desembocaron en la agresión hitleriana a los pueblos. A partir de Münich, una serie de fechas fatales marcan el inicio de la larga noche de la ocupación germana para los países europeos. El 22 de junio de 1941 era invadida Bulgaria, y ese mismo día la prensa clandestina del Partido Comunista llamaba a la resistencia armada contra el invasor.
La resistencia en la ciudad, en la aldea, en el campo, en la montaña, fue cada vez más potente, a pesar de que cíen mil patriotas agonizaban en prisiones y otros 40 mil, en campos de concentración.
En esta tarea heroica de defender el suelo patrio y hostigar al invasor y sus títeres, el papel del pueblo búlgaro tuvo un carácter distinguido. Su acción fue tal, que al régimen nazi-fascista le fue imposible distraer unidades militares para cooperar en la invasión alemana a la Unión
Soviética. El movimiento popular búlgaro en su lucha contra el fascismo obtuvo triunfos bien concretos. No salieron destacamentos búlgaros al frente ruso; no se sacó a la población hebrea de Bulgaria a los campos de exterminio. Son méritos muy grandes, logrados con heroísmo generoso por el pueblo búlgaro; y es bueno destacarlos ahora, cuando rendimos homenaje al aniversario de la liberación. Ese pueblo estaba vivo y se movía, presionando al enemigo y a su gobierno títere en todos los frentes. La acción armada tomaba cuerpo día tras día, hasta transformarse en una auténtica guerra popular, en un proceso progresivo y ascendente, siempre victorioso, hasta la insurrección general, el 8 y 9 de septiembre.
Sobre la sangre de los mártires y las ruinas dejadas por el invasor, comenzó en ese septiembre de 1944, hace 23 años, a levantarse un nuevo mundo, una nueva sociedad, otra Bulgaria, libre de explotación, dueña de su destino.
El pueblo búlgaro comenzó de inmediato la gran tarea del socialismo, restañando sus heridas en la misma alegría de construir un país sin miseria, sin hambre; de echar las bases de un desarrollo económico sólido y armónico; de desatar y desarrollar las fuerzas productivas en beneficio del hombre, de cada uno y de todos los búlgaros.
Muchos serían los logros que podríamos destacar en estas dos décadas y tres años de socialismo en Bulgaria. Pero no creemos oportuno entrar en cifras sobre desarrollo económico.
En cambio, sí quisiera destacar un aspecto fundamental del desarrollo de la nueva sociedad socialista. En ella el centro no es el dinero, el lucro, sino el hombre, todos y cada uno de los seres humanos del país. Hay realidades que, aun cuando no tengan gran incidencia en lo económico, muestran en forma viva la preocupación humanista del régimen socialista.
En Bulgaria los sanatorios para la tisis han perdido, como en otros países socialistas, casi totalmente su vigencia, al llegarse a niveles bajísimos en esa enfermedad, prácticamente erradicada. Hay una red de casas de reposo, en el campo, la montaña y la playa, donde los trabajadores se someten a exámenes preventivos y descansan, auxiliados por diversos elementos, dispuestos para una recuperación de las energías físicas y psíquicas. Son mansiones que cuentan con teatro, cine, salas de conferencias, salas de juego y recreación, bibliotecas y aulas de lectura. Todo está dispuesto para servir al trabajador que allí llega, para procurarle un reposo reparador mientras se realiza un examen general de su salud. Esto se puede hacer no sólo en virtud de los éxitos económicos del socialismo, sino, también, por la dirección esencialmente humanista del régimen social.
Relacionado con la atención de los enfermos, signo también de esa orientación humanista, está todo el sistema de atención a los ancianos. El panorama de la vejez triste, en la miseria económica, en la inutilidad física y psíquica; la imagen del anciano esperando morirse para dejar de ser carga y sujeto a una amarga desesperanza, propia del régimen capitalista, ha desaparecido por completo. A ello ha contribuido no sólo el sistema de seguridad y previsión social que asegura un nivel económico que le permita subsistir sin angustia ni inseguridad, sino también todo el sistema de atención geriátrica creado por el Estado. Esta atención comprende el aspecto médico y asistencia!, y un aspecto humano fundamental: la creación de una actividad para el anciano, imposibilitado ya de trabajar en la producción. Existen los hogares de ancianos, donde en forma científica se prevén todas las posibles actividades y recreaciones que pueden desarrollar los ancianos. Y muchas de ellas son, a veces, de carácter creativo. El anciano en esos hogares no es un ser que está de más, sino todo lo contrario: es el centro de la atención. No es un ser inútil; puede distraerse, desarrollando variadas actividades livianas y cultivando sus aficiones; el anciano no es un ser aburrido o triste. Tiene a su alcance recreaciones adaptables a su condición física y mental.
Las mentes que funcionan en el espíritu del capitalismo dirían con seguridad: "rubros antieconómicos, caros y no reproductivos". Para el socialismo son aspectos humanos a los que el Estado atiende y a los que la sociedad toda contribuye conscientemente. El criterio básico es servir al hombre y hacer su vida más segura, más dichosa e integral en su desarrollo, y no la reproducción del dinero en beneficio de una minoría.
Este es uno de los aspectos de la Bulgaria socialista que tuve ocasión de ver con mis ojos, y que, a mi juicio, mejor reflejaban su grandeza.
Por desgracia, la brevedad de estos homenajes no permite recordar, con ocasión de este aniversario de la Bulgaria liberada, muchos otros ejemplos: la participación extraordinaria de .las mujeres en la lucha antifascista, antes y después de la guerra; su incorporación entusiasta a la construcción del socialismo; la amistad búlgaro-soviética, cimentada tradicional- mente con lazos estrechos, desde que la lucha nacional búlgara recibió la ayuda solidaria de Rusia y desde que el ejército soviético en su ofensiva contra las hordas hitlerianas contribuyó a las condiciones favorables que culminaron con el triunfo de la insurrección final del pueblo búlgaro.
Llegue, entonces, hasta el pueblo búlgaro, a su Gobierno y representantes diplomáticos en Chile, el homenaje de los parlamentarios de los Partidos Comunista y Socialista, como asimismo la expresión del deseo de más y más profundos éxitos en el camino emprendido hace 23 años.
He dicho.
El-señor CASTRO.- Quisiera, un poco apuradamente, pronunciar algunas frases para adherir al homenaje que el Honorable Senado rinde esta tarde a Bulgaria, con motivo del nuevo aniversario de su liberación.
Hace algunos años, tuve el agrado de visitar aquel país. Desde entonces a esta parte, hoy es la primera ocasión en que puedo decir breves palabras para recordar aquellos buenos amigos que me esperaban en el aeropuerto con un ramillete de flores y, más que nada, con el regalo de su cordialidad.
Para el hombre que ha viajado, que ha atravesado continentes, en fin, que ya por el mismo paso de la vida tiene alguna experiencia lograda al encontrarse con gente de diversas razas y de distinta condición humana, llegar a un pueblo donde el trabajo se ha transformado en alegría es, evidentemente, un descubrimiento que jamás se olvida.
He tenido oportunidad de visitar nuevos países, y de tener nuevos encuentros. Nunca más tuve contacto con institución alguna de Bulgaria. Jamás recibí correspondencia de allá. Sólo supe del desarrollo de ese país por las informaciones de los cables, por la charla de uno que otro viajero que, igual que yo, pasó por su capital, encontró un ramo de flores y descubrió la alegría del trabajo.
Sin embargo, aquella fugaz gira, viniendo de Grecia camino de Bucarest, Rumania, no la olvido. Tampoco la olvida mi esposa. Encontramos allí a unas gentes que -ya digo- habían compuesto una especie de canción al torno; habían enseñado a hablar al trigo y, en fin, fueron roturando la tierra para sacar de ella el producto albo que llevarían a la propia" mesa.
Este pueblo, que recibió el afluente de civilizaciones antiguas, tal vez el latigazo de invasiones, tuvo el coraje histórico suficiente para sobreponerse a la tiranía, construir la resistencia y, después, también empezar a levantar la liberación económica.
No olvidamos aquella gira, porque en esa nación, que tal vez en el mapa no ocupe gran lugar, sí tiene importancia por lo que significa de ejemplo como pueblo creador, que saca energía de sus condiciones humanas, de su capacidad inventiva.
Ellos no tenían materias primas,- por ejemplo, para levantar la industria de la maquinaria. Necesitaban explotar la tierra y, evidentemente, aprovechando la cooperación de la Unión Soviética, tan vecina en la geografía y en el afecto, y utilizando, naturalmente, su capacidad de siempre, construyeron una industria. Así, mediante instrumentos que venían de sus propios talleres, dieron forma a una agricultura que ahora, después de siglos, no estaba endilgada a enriquecer a poderosos, sino a hacer, en general, más accesible el pan y el alimento a la mesa del pobre.
Es menester que Chile, país latinoamericano subdesarrollado, con mil dificultades, con taras, con prejuicios, inconvenientes y abulia, siga este ejemplo, quizás el más claro y más digno de cogerse. Ese pueblo no sólo fue capaz de organizar su economía para resolver sus problemas internos de producción y abastecimiento, sino que al poco tiempo estuvo en condiciones de llegar con su producción al comercio exterior.
Nosotros conocemos la calidad de la maquinaria agrícola fabricada por la industria búlgara. Yo la he visto trabajar en Cuba. Con que agrado me mostraron los dirigentes de la agricultura cubana su rendimiento. No sé si los representantes de aquel país han podido realizar operaciones en Chile. Ojalá que lo hayan hecho, porque no me cabe la menor duda de que nuestra agricultura o cualquier otra industria chilena sacaría gran ventaja al usar maquinaria proveniente de Bulgaria. Este es un gran deseo mío, de chileno. He podido comprobar que a pesar de haberse reanudado las relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con algunos países del sector socialista, pareciera que los funcionarios subalternos, con mentalidad de administraciones pasadas, relacionados con intereses extranjeros, de naciones que siempre estaban monopolizando nuestro comercio, no querer entender la ventaja de comerciar y aprovechar la producción de los países socialistas.
Esta tarde deseo que de existir tales dificultades, se superen a la brevedad, pues, sin duda, nuestra economía y producción, se beneficiarán, también, con la eficiencia de esa maquinaria, que -como dije- primero sirvió para independizar económicamente a Bulgaria, para construir su economía y, después, le permitió abrir cauces importantes en su comercio con Europa y con países de otros continentes.
No quisiera terminar mi intervención sin recordar, con cariño, a los escritores de Bulgaria, con quienes compartí la cordialidad de una mesa.
Es un pueblo que tiene una especie de golpe musical, golpe de 'arte. Es cosa de siglos.
Sería largo referirse a ello, pero uno lo encuentra ahí, entre el trabajo del agro y el de la industria. Ahí están sus teatros abiertos; sus músicos cogiendo el aire que va por la calle, para aprovechar el mensaje de la multitud, y transformarlo en arte, con el objeto de devolvérselo a. la misma multitud que está levantando a la nación.
Ahí están sus escritores produciendo incansablemente, y sus editoriales dejando a las librerías la producción propia y la de la literatura mundial, a fin de perfeccionar el conocimiento de las juventudes, de los hombres de trabajo. Ese es otro aspecto que me impresionó y que no olvido: la permanente inquietud del pueblo búlgaro por el estudio, por el arte, en fin, por todo lo que significa, a la vez que distracción, una especie de suavizamiento del concepto permanente para transformarse, cantarinamente, en hombres de la nueva generación.
Señor Presidente, deseo adherir, con mucha emoción y sinceridad, ai homenaje rendido a un pueblo que en la guerra contra el nazismo logró conquistar su independencia; que de la metralla, del incendio, de la muerte, de la desolación, de la sangre, de la lágrima, logró levantar la madera y el cemento para construir la canción del edificio y de la fábrica. A una nación capaz de sobreponerse a la desgracia para construir su destino y porvenir, sólo se le puede desear una sola futura, una sola palabra: paz.
Eso es todo.