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Intervención Petición de oficio
HUELGA DEL PERSONAL DEL BANCO DE CHILE. OFICIO.

Autores

El señor CONTRERAS (don Víctor).-

Señor Presidente:

En las últimas semanas ha surgido un amplio movimiento reivindicativo, que ha comprendido a importantes sectores del país.

El profesorado", los empleados del Banco de Chile, los campesinos de la provincia de Colchagua, los alumnos de la Universidad Técnica, los alumnos, profesores y empleados de la Universidad de Chile, los alumnos de la Universidad de Concepción, etcétera, etcétera, se han movilizado en defensa de sus legítimas reivindicaciones y han enfrentado con decisión y audacia a los responsables directos de las condiciones en que se encuentran. En estos momentos el conflicto del Banco de Chile entra a su trigésimo sexto día y se han iniciado huelgas en la industria Pizarreño y en algunas metalúrgicas; se anuncia una huelga legal para el próximo 7 de noviembre en Iquique, de los tripulantes de goletas pesqueras; hay conflicto en LAN; los metalúrgicos inician un movimiento, y la Centra} Unica de Trabajadores y las asociaciones de empleados del sector público se preparan para librar la batalla por los reajustes del próximo año.

Evidentemente, ésta no es una situación casual. Refleja, por una parte, las dramáticas condiciones en que se debaten los trabajadores, los estudiantes, los sectores modestos, la profundidad de la crisis económica y la incapacidad de las autoridades para solucionar los más apremiantes problemas nacionales, y revela, además, la decisión de lucha y la toma de conciencia acelerada de vastos sectores sociales.

El alza desorbitada del costo de la vida, la paralización de los planes de vivienda, la agravación de las diferencias entre pobres y ricos, la tardanza en echar a andar la reforma agraria, la abolición, en los hechos, de la jornada de ocho horas –toda vez que los trabajadores deben hacer horas extraordinarias como rutina-, los impuestos que en lo fundamental son pagados por los pobres, a tal punto que más de las tres cuartas partes del rendimiento del sistema tributario proviene de gravámenes indirectos, o sea, es pagado por los pobres, son antecedentes, son hechos que determinan el estado de efervescencia gremial que se advierte, agravado por la conciencia general de que el Gobierno aplica mano dura a los trabajadores, a los empleados, a los pequeños comerciantes, a las personas modestas, y trata, en cambio, con guante blanco a los monopolios y los grandes empresarios, a quienes dispensa privilegios y halaga abiertamente.

Las frases sobre "revolución en libertad" suenan a hueco. A nadie cabe duda de que no hay tal revolución; ni siquiera los propagandistas oficiales creen en ella. Es más claro, a cada momento, que en el Gobierno predominan sin contrapeso los elementos reaccionarios y que se hace una política conciliadora, favorable a los imperialistas y a los grandes empresarios, una política blanda y tierna con los poderosos, hostil y dura con los que viven de su trabajo.

La prensa ha dado información en estos últimos días sobre un trabajo realizado por el ingeniero consultor Gustavo Possel, del Instituto Chileno de Administración Racional de Empresas (ICARE), titulado "Estimación de gastos de las unidades consumidoras y segmentaciones de la población" en el Gran Santiago.

En él se comprueba cómo una familia rica de la comuna de Las Condes destina 37 millones 200 mil pesos a sus gastos personales mínimos, en tanto que el promedio de las familias de escasos recursos, de las familias pobres de La Granja, debe subsistir con apenas 1 millón 600 mil pesos al año. En otros términos, una familia proletaria debe subsistir con 24 veces menos de lo que necesita para vivir una familia adinerada.

Al desglosar estas cifras, surgen diferencias abismantes, especialmente en rubros tales como "vivienda", en que las familias de Las Condes gastan un promedio de 18 millones de pesos, mientras que en La Granja sólo gastan al respecto la suma de 80 mil pesos, lo que significa una diferencia en contra de las familias pobres de 224,1 veces.

En "ropa y menaje", en Las Condes se observa un gasto de 5 millones de pesos, mientras que en La Granja es de 80 mil pesos, o sea, 62,41 veces menos. Y en lo relativo a "alimentación", en La Granja se gasta un promedio de 1 millón 460 mil pesos, mientras que en Las Condes el gasto es de 11 millones 400 mil pesos.

Dentro de este marco general, la huelga del Banco de Chile representa un valeroso y decidido combate que han iniciado los trabajadores del más poderoso consorcio financiero del país, que se ha caracterizado por su oposición a las aspiraciones de mejoramiento de su personal.

Más de dos mil empleados participan en el movimiento, que ha tenido grandes repercusiones y ha servido, como nuevo antecedente, para poner de manifiesto el fondo de la política laboral del Gobierno de la Democracia Cristiana.

Todos conocemos el poder inmenso del Banco de Chile, que sirve de centro motriz al más poderoso clan financiero del país.

Ese Banco controla un equivalente al tercio de los depósitos del conjunto de la banca privada nacional, ya que recibe del público 533 millones de escudos en depósitos, y dirige 74 sociedades anónimas, con un capital equivalente a la cuarta parte de todo el que se invierte en sociedades anónimas en el país.

Las remuneraciones del directorio del Banco alcanzan a más de 133 mil escudos, o sea, cada director cobra 2.300 escudos por asistir a una reunión-almuerzo mensual. Y se sabe que Guillermo Correa Fuenzalida, presidente del Banco, gana 30 millones de pesos al mes, y Manuel Vinagre, el gerente, 28 millones mensuales.

Sus principales accionistas son de todos conocidos: Jorge Yarur Banna, con más de 52.725 acciones; Modesto Collados Núñez 51.247 acciones;...

El señor JARAMILLO LYON.-

¡ No es nada modesto.. . !

El señor CONTRERAS (don Víctor).-

...Antonio Said Kattan, 72.862 acciones; Francisco Soza Cousiño, 38.344 acciones; Ibec Chilena (de la Rockefeller), 127 mil acciones; Sociedad Anónima Yarur, 211.523 acciones; Banco Español, 206.066 acciones; First National City Bank, 52.011 acciones; Banco de Londres y América del Sur, 127.869 acciones; Caja de Compensación de Asimet, 49.105 acciones; Empresas Industriales El Melón, 125.550 acciones.

Se sabe, por otra parte, que la Iglesia es uno de los más importantes accionistas del Banco, si no el principal. Mantiene en su poder 710.110 acciones, por medio de 140 instituciones religiosas, y se encuentra en condiciones de intervenir decisivamente en cualquier resolución.

El directorio del Banco de Chile es la suma y compendio de la oligarquía financiera. Es una fortaleza de oro, donde se parapetan poderosos capitanes de las finanzas que disfrutan de privilegios que los hacen intocables y temidos.

El conflicto surgió, como es de cono- • cimiento general, de la presentación de un pliego de peticiones que fue archivado por la junta de conciliación, con lo que, de acuerdo al reaccionario mecanismo legal vigente, se cerró la puerta al conflicto legal. La gerencia rechazó intransigentemente las peticiones de sus trabajadores. En defensa de sus derechos y aspiraciones de mejoramiento económico y social, los empleados debieron recurrir a la huelga. Cuando ésta se había iniciado y se llevaban adelante conversaciones directas, el Gobierno decretó la reanudación de faenas, medida intempestiva que vino a entrabar el progreso de las negociaciones emprendidas y significó un golpe contra los bancarios.

La reanudación de faenas, decretada con precipitación y atolondramiento, fue un error del Gobierno, reconocido por el propio Ministro del Interior, que provocó justificadas molestias en algunos dirigentes y parlamentarios democratacristianos. Inclusive, treinta y seis Diputados de la Democracia Cristiana, al poco tiempo, solicitaron suspender la reanudación de faenas con el objeto de allanar el camino a las conversaciones.

Como digo, la reanudación de faenas fue un retroeeso en el curso de las negociaciones, vino a interrumpir el proceso normal e hizo volver las cosas a un nivel inferior al que se había logrado con la gerencia, en especial en lo que toca al respeto a la directiva sindical.

Es explicable, entonces, que los empleados no hayan vuelto al trabajo. No tenían motivos para hacerlo desde el instante en que no avanzaban nada y arriesgaban la destrucción de su sindicato.

El pliego de peticiones contenía reivindicaciones de diversa índole, de las cuales las más importantes serían las siguientes:

Otorgamiento de una asignación de casa a los empleados, beneficio de que gozan en estos momentos los empleados del Banco Central de Chile y los del Banco Francés;

Realización de un plan habitacional, de común acuerdo entre los sindicatos y la Gerencia, financiado con 5% que la ley destina a la construcción;

Bonificación compensatoria del alza del costo de la vida, calculada mes a mes, a fin de terminar con la erosión al poder adquisitivo de las remuneraciones que significa esa incesante alza;

Designación de una comisión paritaria encargada de reglamentar, de fijar el régimen interno del personal del Banco en cuanto a sus ascensos, a las causales de despido, a los permisos, etcétera, y

Participación para los trabajadores del producto de la venta de los edificios de renta del Banco, con el fin de destinarla fundamentalmente a la adquisición de locales sindicales en las diversas zonas del país donde tienen sus sedes los sindicatos.

Ante estas peticiones de los trabajadores -planteadas por intermedio de sus organizaciones representativas, sus sindicatos-, el Banco actuó con la prepotencia de quien se sabe poderoso e influyente. Sostuvo que el movimiento era político y que no podía acoger las reinvindicaciones debido a su falta de recursos. Basta repasar a la carrera las cifras sobre utilidades y patrimonio del Banco de Chile para apreciar la debilidad del planteamiento de la Gerencia.

El año 1964, el Ministro de Hacienda señor Molina pidió a los empresarios que limitaran sus utilidades a 10%, como "un sacrifico que el país le pide a los empresarios para derrotar la inflación de una vez por todas." Claro que no hay peores sordos que los que no quieren oír. Y los empresarios, ignorando la súplica del señor Molina, continuaron incrementando sus utilidades a costa de sus trabajadores y de los consumidores.

Durante 1964, las utilidades del Banco de Chile llegaron a los 6 mil 42 millones de pesos, o sea, 6 millones y tantos mil escudos, Cerca de seis veces el límite planteado por el Ejecutivo.

El año 1965 repitió la gracia: sus utilidades líquidas fueron de casi 9 millones y medio de escudos. Nuevamente un aumento de 60% de las utilidades. Y el primer semestre de este año, el Banco ya había ganado 5 millones 528 mil escudos; es decir, sólo en los primeros seis meses de 1966 ganaron casi el total de lo que habían logrado durante 1964, y de nuevo las utilidades del banco privado más poderoso superarán con creces el 10% de que hablaba el ingenuo Ministro, de Hacienda hace apenas dos años.

Los bancos comerciales, como promedio, incrementaron sus ganancias en 31,8% en 1965.

El activo total del Banco de Chile asciende a la fabulosa cifra de un billón 147 mil 817 millones 566 pesos, en tanto que moviliza inversiones y valores de alrededor de los 91 millones 217 mil 526 escudos, y durante el año pasado movilizó créditos por un monto de 483 millones 70 mil 950 escudos.

Las cifras que hemos dado son decidoras y ayudan a comprender que estamos ante un movimiento reivindicatívo en que los trabajadores, sólidamente unidos tras su directiva sindical, enfrentan al consorcio financiero más fuerte y luchan por demandas económicas y sociales que en todo caso significan mejoramientos inferiores a las ganancias obtenidas por el Banco en sus últimos ejercicios financieros.

En los últimos días ha arreciado la campaña contra los huelguistas del Banco de Chile. Se llegó, incluso, a publicar una inserción anónima que difama' a los trabajadores y su directiva y que esconde oscuros propósitos. Este ataque apareció primero como artículo de crónica en el diario "La Nación", y luego, como inserción pagada, en casi todos los diarios del país. El hecho mismo de que se trate de una publicación sin firma responsable, pone en tela de juicio, desde la partida, la veracidad y honradez de sus afirmaciones.

Aun cuando los trabajadores del Banco le han dado justa respuesta, queremos, no obstante, hacer algunos alcances con respecto a ella, sin pretender agotar el tema que, por su envergadura y trascendencia, debería ser tratado en sesión especial, ya que ella sintetiza varias imputaciones que se lanzan para desprestigiar el movimiento..

¿Cuáles son los planteamintos centrales de la inserción a que me refiero?

Primero, que el movimiento es una huelga política, inspirada por el Partido Comunista para quebrar la mano al Gobierno. En seguida, que tiende a dividir al resto de los trabajadores bancarios y, por último, que al quedar en descubierto la maniobra política, el movimiento está condenado al fracaso.

Aparte estos puntos fundamentales y como digno remache, se amenaza a los dirigentes y trabajadores con las responsabilidades "de lo que ha ocurrido y lo que va a ocurrir".

Debe quedar en claro, como cuestión previa, que desprestigiar a una directiva sindical elegida democráticamente por sus compañeros de trabajo, que tiene a su cargo la dirección de un conflicto y que hace frente a un adversario inmensamente poderoso e influyente, significa lisa y llanamente hacer el juego al Banco de Chile, "ponerse la camiseta" de los patrones.

Además, conviene precisar que esa directiva no está compuesta exclusivamente por comunistas. En ella participan empleados de distintas tendencias. Y, sobre todo, reiterar que en ella han depositado su confianza los trabajadores, los directamente interesados, sus compañeros de labores.

Se afirma que se intenta quebrar la mano al Gobierno. No se puede pretender que si se plantean determinados mejoramientos económicos que pueden exceder del lecho de hierro que quiere imponer el Gobierno, ello signifique casi una subversión o un acto contrario a la autoridad del Ejecutivo, salvo, claro está, que el Gobierno entienda que los intereses del Banco de Chile se confunden con los intereses generales de los hombres y mujeres modestos.

Bastaría preguntarse, ¿acaso no es justo que los trabajadores traten de aprovechar siquiera unas migas del festín enorme que obtienen los grandes accionistas del Banco sin trabajar siquiera un día al año? O, tal vez, ¿es reprochable que los empleados del Banco quieran obtener una participación en la venta de las propiedades de renta de la institución, en circunstancias de que la Democracia Cristiana y toda la propaganda de la "revolución en libertad" han sostenido que los trabajadores deben tener participación en las utilidades de sus patrones y que se debe reformar la estructura de la empresa, y cuando el propio señor William Thayer, en los tiempos en que era abogado de los trabajadores, hablaba de que el Banco debía repartir entre sus trabajadores las sumas destinadas a capitalización que querían distribuirse como utilidades extraordinarias ?

Por último, ¿por qué si los trabajadores quieren obtener, digamos 80% de aumento, están tratando de quebrar la mano al' Gobierno, y si los empresarios ganan un ciento por ciento nadie les dice nada? ¿Por qué limitar los aumentos a los empleados y obreros, cuando se da "chipe libre" a las utilidades de los grandes capitalistas? La unidad demostrada por los trabajadores, su conciencia de lucha y su responsabilidad desmienten claramente la especie de que se trata de un movimiento político. Sostener que hay una directiva que mantiene engañados a sus compañeros y que los "mangonea", es un insulto a los empleados bancarios y una maniobra que se ha repetido muchas veces, un cuento de brujas que ya no asusta a nadie.

En el anónimo publicado a todo costo, se dice también que los dirigentes comunistas se plantearon la tarea de dividir a los bancarios, como lo acreditaría un documento hasta ahora no divulgado.

Sin detenernos en la truculencia de la historia, parecida a los folletines que a veces prepara la Policía Política, reiteramos que no somos los comunistas los dictadores del movimiento. En la huelga hay dirigentes comunistas, así como los hay de otros partidos. La actuación de nuestros compañeros ha sido siempre unitaria, de acuerdo con nuestra conducta inalterable, pues sabemos que la división sólo favorece a los grandes capitalistas. Por lo demás, bien se sabe que no hemos sido nosotros ni partidarios del paralelismo sindical ni divisionistas en el seno de las organizaciones de trabajadores.

La mano de la Gerencia está demasiado a la vista. Es evidente que el Banco, el clan más formidable de las finanzas nacionales, es el empeñado en desprestigiar el movimiento de sus empleados, en dividirlos, en imponerse sobre ellos y desatar la persecución.

El Banco de Chile sostiene que su personal es privilegiado, que goza de rentas abundantes. Olvida, sin embargo, considerar el hecho de que los trabajadores bancarios constituyen un sector laboral especializado, que requieren una formación cultural sólida y que cumplen las labores mecanizadas propias de un gran banco moderno.

Olvida señalar cuáles son las verdaderas utilidades de la institución, cuáles son las rentas y beneficios que perciben otros trabajadores bancarios y cuáles son las verdaderas condiciones de trabajo de sus empleados.

No es efectivo tampoco que las faenas en el Banco de Chile se estén normalizando, como lo afirma la propaganda de la gerencia: El Banco de Chile cojea, apenas anda. Funciona casi exclusivamente para atender el pago de letras. Las operaciones de comercio exterior, cuentas corrientes, colocaciones, etcétera, prácticamente no se realizan. Por ejemplo, en el canje de documentos se sabe que recién se ha llegado al 18 de octubre, es decir, hay un atraso de casi quince días. Se trata de dar una apariencia de normalidad, normalidad con cuentagotas, convenientemente protegida por fuerzas policiales. Pero la verdad es que el Banco vive un inmenso desbarajuste que la propaganda oficiosa, patrocinada por los gerentes, trata de minimizar, a fin de debilitar el frente de los trabajadores. Esta situación caótica preocupa en forma muy seria a importantes sectores de la producción que no pueden realizar sus operaciones normales y tienen virtualmente sus fondos congelados, e incluso hay personeros de la dirección del Banco que son partidarios de conversar con los trabajadores en busca de solución.

Se sabe que numerosos industriales y comerciantes importadores,' especialmente, están sufriendo grandes pérdidas con sus fondos inmovilizados, no pueden retirar de Aduana sus mercaderías, pagan bodegajes, etcétera.

Muchas veces se ha dicho -parece que será necesario repetirlo durante largo tiempo- que el Ministro del Trabajo no actúa junto a los trabajadores y olvida lo que predicaba cuando era abogado sindical. Dicho Secretario de Estado, en actitud de verdadera amnesia política, opina que ahora es bueno todo lo que él mismo repudiaba hace muy pocos años. No se adelanta a los conflictos; no trata de buscar soluciones antes de que se produzca la huelga: espera que ella se produzca y luego se pone dé parte de los patrones, si no abiertamente, al menos con su pasividad.

Los ejemplos podrían ser numerosos. Lo que interesa es que el mecanismo es siempre el mismo. Los trabajadores se ven empujados a la huelga; los patrones prolongan el conflicto; el Gobierno hace la vista gorda, cuando no favorece a los capitalistas. Pasa el tiempo, la huelga sigue. El hambre asedia a los trabajadores. Los patrones, impasibles; el Gobierno, también. La prolongación de los conflictos favorece, indudablemente, a los patrones.

Pese a las fabulosas utilidades y al perjuicio que está causando a sus clientes, el Banco de Chile se obstina en su actitud intransigente, que se demuestra claramente en la pretensión de caducar los contratos de los dirigentes sindicales e, incluso, de parte del personal. No cabe duda de que la reiniciación de negociaciones directas sería un paso positivo, como lo han destacado los empleados, para llegar a la solución del conflicto, pero resulta absurdo suponer que se llegue a su pronto término si el Banco continúa con su política de exigir carta blanca para liquidar la organización sindical y despedir a otros empleados, medida cuyo objetivo único es impedir la lucha de estos trabajadores por mejores remuneraciones.

El Banco enfila sus fuegos, ahora, a la. destrucción de la organización sindical. Amenaza con represalias y exige responsabilidades por lo pasado y lo que pueda pasar. No hace amago de desentenderse de las demandas iniciadas contra los dirigentes, ni siquiera de esperar el fallo de los tribunales del trabajo. Quiere de inmediato la cabeza de los dirigentes que han osado alzar la voz.

La situación ha llegado ahora a un punto crítico. Se encuentran interrumpidas las negociaciones, y el Banco condiciona cualquier solución al despido de los dirigentes sindicales, es decir, al descabezamiento de la organización.

Resulta difícil recordar muestra parecida de prepotencia. No hay ni siquiera recato para disimular el deseo de terminar con el estorbo que significa a la gerencia un sindicato firme y consecuente. Se quiere perseguir abiertamente a los trabajadores, hacer un escarmiento. Primero serán los dirigentes y, después, decenas de bancarios lanzados a la calle por haber tenido la osadía de enfrentarse al todopoderoso Banco de Chile.

Los empleados han visto claramente adonde se los quiere conducir, y una y otra vez han renovado su confianza en sus dirigentes. Es ahora cuando se plantea la pregunta: ¿será capaz el Gobierno de poner las peras a, cuatro al Banco de Chile?

En septiembre del año 1956, el entonces Senador don Eduardo Frei, ante el conflicto del Banco de Londres, donde se produjo una situación parecida, decía en esta misma Sala: ... "ahora planteado el conflicto ha surgido el problema de fondo, del respeto e integridad sindicales. La política de fuerza no conducirá a nada".

De eso se trata precisamente. Del respeto a los trabajadores, del respeto a su organización y a sus dirigentes.

El Gobierno no puede permanecer impasible ante la represión patronal. Por algo, a través de luchas tenaces y muchas veces sangrientas, los trabajadores han conquistado su derecho a constituir sindicatos y a elegir a sus dirigentes.

Hay que detener la mano de los gerentes, que quieren poner en interdicción a los trabajadores. Y el Gobierno tiene una responsabilidad ineludible: o toma partido por los trabajadores, respondiendo en esto siquiera a las aspiraciones que en él pusieron cientos de miles de chilenos sencillos, o se inclina ante la fuerza financiera del Banco de Chile y se somete dócilmente a las órdenes de la oligarquía.

Deben iniciarse de inmediato las conversaciones directas sobre la base del respeto más amplio a la organización y a los dirigentes sindicales. Esta es la obligación del Ministro del Trabajo: abrir las puertas a la solución, pero no a costa de los más débiles. La solución debe venir de los patrones, que amasan utilidades enormes a costa del trabajo de sus empleados.

Sabemos que el Gobierno no desea la reforma bancaria y menos focar al Banco de Chile. Pero esperamos que, siquiera, ponga atajo a la prepotencia patronal, haga valer su carácter de Gobierno y limite las actitudes imperiales de la oligarquía financiera.

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