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Homenaje
HOMENAJE A LA MEMORIA DEL EX REGIDOR, PROFESOR Y PERIODISTA, DON ERNESTO CARDENAS BUSTAMANTE, MUERTO TRAGICAMENTE EN LLD7EN, PROVINCIA DE VALDIVIA.

Autores

La señora ENRIQUEZ (de pie).-

Señor Presidente, las columnas de todos los diarios del país han dado cuenta últimamente de un crimen abominable, cuya gravedad algunos quisieron reducir identificándolo con uno de los hechos ordinarios en que se expresa la violencia rural de nuestro lejano oeste cordillerano, pero que, en verdad, constituye un crimen nefando, tanto por la personalidad del individuo sobre el cual se perpetró el crimen, como por la triple tarea de servicio público que él cumplía en el dominio de la enseñanza, de la comunidad y de la información periodística. Me refiero al asesinato del profesor Ernesto Cárdenas Bustamante. Me había encontrado, durante mucho tiempo, en contacto directo con la víctima y con las preocupaciones de su mundo cotidiano, lo que me da autoridad para dejar constancia de los hechos y rendirle el presente homenaje.

El 10 de febrero último, de paso por Llifén, visité, como de costumbre, el hogar de Ernesto Cárdenas, que era, para mí, en mis repetidos viajes a través de la provincia, un lugar de reposo, tanto por la cordialidad de su acogida como por la calidad humana de este maestro, lleno de un sano idealismo, que se iniciaba en la política lugareña con inmensa fe en las posibilidades de su acción progresista. Yo conocí a Cárdenas como miembro de mi partido y, más tarde, como regidor de él. Pero, no quiero hablar ahora sobre él dentro de ninguna limitación partidista. Por encima de cualquiera definición política o religiosa, estoy destacando lo que, para nosotros, le caracterizaba; vale decir, su hombría de bien, su calidad de varón justo, su conciencia del deber como maestro y su calidad como ciudadano.

Nos tocó en suerte contar con su adhesión. Pero Cárdenas era un hombre que habría hecho honor y merecido el respeto de cualquier tienda política donde se hubiera cobijado.

Conversé, pues, con él en aquel día 10 de febrero, víspera de su muerte. Comentando sus preocupaciones locales, me habló de su inquietud ante una presunta querella que habría presentado en su contra una alta autoridad de la provincia y sus temores ante el caso de que, de cursarse orden de detención, los carabineros del lugar, cuyos procedimientos había criticado, a propósito de la venta clandestina de alcoholes, tomaran sobre él una indebida venganza. Lo animé cuanto pude para que continuara en su valiente campaña cívica dentro del municipio local.

Dos días más tarde, el lunes 12 de febrero, vino a conversar conmigo, a la hostería donde me encontraba alojada, su mujer, doña Silvia Pugin Ríos, profesora en la Escuela de Riñinahue, para comunicarme que Cárdenas se encontraba desaparecido. Le aconsejé que diera inmediatamente cuenta a Carabineros, y yo misma concurrí poco después al Retén en busca de informaciones las que, por cierto, fueron negativas.

De regreso en Santiago, el viernes 16 de febrero, me puse inmediatamente en contacto telefónico con el Subsecretario del Ministerio del Interior, señor Enrique Krauss, a quien informé sobre los hechos acaecidos, y le expresé mis temores de que pudiéramos encontrarnos ante la versión rural de un abominable crimen político -me referí a un segundo caso Anabalón- ahora en las profundidades del Lago Raneo.

Me parecía, pues, indispensable que, en su propio beneficio, el Gobierno se interesara en esclarecer este extraño desaparecimiento.

Lamentablemente, ese mismo día viernes en la tarde se confirmaron mis temores. Al comprobarse la efectividad del crimen, concurrí personalmente al gabinete del señor Subsecretario del Ministerio del Interior para solicitarle que el Gobierno pidiera a los Tribunales la designación de un Ministro en Visita. Ante las reservas formales del señor Subsecretario, accedí, y entregué al propio Ministro del Interior, por escrito, la petición correspondiente en nota dirigida al señor Ministro y cuyo texto ruego que se inserte en la versión oficial.

Sin embargo, recelosa de la lentitud de los procedimientos administrativos, concurrí también en demanda de justicia ante la Ilustrísima Corte Suprema y, en vista de que se cumplían aquí las condiciones requeridas al efecto por la ley, solicité el envío de un Ministro en Visita. Debo dejar constancia que la Corte lo decretó de oficio, antes de tomar conocimiento de la petición del Gobierno, que llegó con un leve retraso.

Me parece que, en este caso, era legítimo que funcionara el espíritu de solidaridad corporativa en la defensa de un triple luchador que combatía en los frentes de la enseñanza, de la acción municipal y del trabajo periodístico. Me puse, pues, en contacto con dirigentes gremiales de la Unión de Profesores, que acaba de celebrar el sábado recién pasado en Río Bueno una impresionante manifestación de solidaridad y de protesta en defensa del compañero asesinado. Di oportunamente la voz de alarma a la Confederación de Municipalidades y he animado también a muchos periodistas locales para que perseveren en el esclarecimiento y castigo del crimen.

Ernesto Cárdenas Bustamante cumplía con su triple función de servidor público en uno de los más apartados rincones de mi provincia: maestro, Regidor del Partido Radical y periodista. Sus tres tareas eran, en el fondo, una sola acción en beneficio de la comunidad.

Para comprender el alcance y contenido heroico de sus labores, es necesario informarse de las condiciones del medio en que le correspondía actuar. Muy poco saben quienes viven en las grandes ciudades o ambientes capitalinos, lo que es entre nosotros la vida del campo, sobre todo en las regiones del sur: el aislamiento de los pueblos, caseríos y montañas, los caminos donde se prolonga el barro, la ignorancia agresiva, la violencia y arbitrariedad de los que detentan la fuerza, especies de lejanos oestes de película, con robos de ganado y contrabando de alcohol, donde el maestro se halla expuesto a ser víctima no sólo de la maledicencia, sino del crimen. No es la primera vez que yo rindo homenaje a este esfuerzo de los profesores primarios chilenos, a quienes conozco y con quienes converso en mis viajes a través de la provincia. No hace mucho rendí aquí mismo un homenaje a aquellas dos jóvenes maestras, egresadas del Curso Normal de la Universidad de Concepción, que fueron asesinadas en su propia sala de clases.

En estos ambientes bárbaros, la escuela es como un puesto de avanzada de la civilización, como un fuerte, donde los maestros son soldados y héroes anónimos que combaten sin armas o con los instrumentos más primitivos. Por eso es que muchos de ellos, comprendiendo luego que no basta con alfabetizar e instruir a los niños, que es necesario, sobre todo, transformar las condiciones materiales y morales del ambiente en que se vive, comienzan a intervenir en un servicio a la comunidad, desde el punto de vista de otras actividades culturales, que, en buenas cuentas, no son sino la prolongación de su labor escolar sistemática.

Por eso Ernesto Cárdenas Bustamante se vio conducido a la acción política y se hizo regidor del Partido Radical. Su labor en el Municipio no era sino una prolongación de la que estaba realizando en sus clases. Si en la escuela hay que combatir el alcohol, ¿cómo puede tolerarse que a diez pasos del Retén de Carabineros se lo esté expendiendo clandestinamente? La honradez de Cárdenas no podía soportar semejante impostura.

Y en estrecha unión con lo anterior, se había consagrado también al trabajo de periodista. Porque, entre el maestro y el periodista existe una íntima solidaridad: el uno, educador de los niños, el otro, informador y consejero de los adultos.

Por eso, el crimen de que fue víctima Ernesto Cárdenas Bustamante es tal vez más horrible que el perpetrado sobre aquellas jóvenes maestras. A aquellas las asesinó un débil mental, tal vez irresponsable. A Cárdenas lo ha asesinado el medio, una conspiración sórdida de intereses en que se han mezclado todas las fuerzas que se oponen al progreso del mundo rural.

Al rendir este homenaje a Ernesto Cárdenas Bustamante, quiero también hacerlo extensivo a su viuda, Silvia Pugin, la esposa, consagrada como él al magisterio, que es en el caso de las mujeres una especie de segunda maternidad. Silvia Pugin, en quien se prolongan hoy día los rasgos de la personalidad y acción de Cárdenas; esa mujer, cuya entereza, dignidad y valor, la hacen asemejarse a la mujer fuerte del Evangelio. Silvia Pugin, que en esta emergencia repite ante los Tribunales las palabras de Job: "Mi justicia tengo asida y no la soltaré".

Es muy dura la prueba por la que ha debido atravesar esta digna maestra.

La solidaridad corporativa es una gran virtud en la conducta de los trabajadores asociados. Por eso los maestros, como anteayer en Río Bueno, claman por su compañero asesinado; los periodistas, por su corresponsal desaparecido; los miembros de la Confederación de Municipalidades, por su Regidor sacrificado.

No estamos solos desempeñando nuestra tarea.

Pero, la solidaridad corporativa, que es una gran virtud, no debe confundirse con el llamado "espíritu de cuerpo" que es su deformación condenable y viciosa.

Yo tengo un gran respeto y una gran admiración por el Cuerpo de Carabineros de Chile. Cuando fui Intendente de Concepción, lo tuve como el más admirable, inteligente y abnegado de mis colaboradores. En más de una ocasión he rendido homenaje a sus méritos.

Me parece legítimo que, de acuerdo con las normas jurídicas, todo reo o presunto criminal disponga de un abogado que lo defienda como individuo o ser humano falible. Pero no me parece correcto que la institución reaccione como tal cuando se opera sobre sus elementos enfermos, de los cuales ella misma debería manifestar interés en desprenderse. No me parece correcto el espíritu de cuerpo que solidariza con sus propios delincuentes y criminales.

Por eso, me parecen poco acertadas las actuaciones de un señor abogado del Cuerpo de Carabineros, que queriendo salvar a todo trance a sus defendidos, no ha vacilado, en especulaciones inexactas y torpes, en enlodar a la viuda, al maestro, al varón justo, al esposo amante, contribuyendo así con sus divagaciones a atormentar y a conturbar a la viuda.

Estoy segura que los altos jefes del Cuerpo de Carabineros a quienes respeto, no participan de semejante actitud.

Inútilmente se quiere enlodar la imagen de Ernesto Cárdenas Bustamante, a quien rindo hoy día este homenaje, con la venia de ustedes, en esta Sala. Hasta que se castigue a los culpables, repetiremos las palabras de su viuda: "Mi justicia tengo asida y no la soltaré".

Muchas gracias.

El señor PARETO (Vicepresidente) .-

Solicito la venia de la Sala para insertar en la versión la nota que indicó la Diputada señora Inés Enríquez.

Acordado.

-La nota, cuya inserción se acordó, es la siguiente:

"Inés Enriquez Frodden, Diputado por la Provincia de Valdivia, ante el señor Ministro del Interior viene en exponer que:

"1°.- Confirmando los temores que expresó ante el señor Subsecretario con fecha 16 del mes en curso, el profesor don Ernesto Cárdenas Bustamante, Regidor de la Municipalidad de Lago Ranco y corresponsal del diario El Correo de Valdivia, que había desaparecido de su hogar hace varios días, fue encontrado muerto con evidencia de haberse perpetrado sobre él un horrendo crimen.

"2°.- Según los antecedentes de que se dispone, no se trataría de un hecho de los que ordinariamente registra la crónica policial, sino de un crimen destinado a silenciar la voz incorruptible de un maestro, la acción de un servidor de la comunidad, de un representante elegido por el pueblo, y de un periodista que tiene el deber de informar.

"Los antecedentes personales de honestidad, dignidad cívica y espíritu de servicio del profesor señor Cárdenas han hecho que este crimen despierte alarma pública.

"En Llifén se registra un estado de agitación colectiva que, según se me comunica, podría conducir a tentativa de linchamiento sobre algunos sospechosos del crimen.

"Cumpliéndose en este caso las condiciones requeridas por la ley, vengo en solicitar de U. S. se sirva disponer lo necesario a fin de que pueda designarse un Ministro en Visita.

"Santiago, 19 de febrero de 1968.

"Al señor

"Ministro del Interior

"Presente."

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