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Antecedentes
  • Cámara de Diputados
  • Sesión Ordinaria N° 38
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria año 1967
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CELEBRACION DEL DIA INTERNACIONAL DE LA MATRONA.OFICIO Y NOTAS DE CONGRATULACION

Autores

La señorita LACOSTE.-

Señor Presidente, por un acuerdo internacional se celebra, mañana 31, el Día Internacional de la Matrona. Con ello se desea señalar a la consideración general, la importancia que esta profesión va adquiriendo en el correr de cada día en todos los países civilizados y, en especial, en aquéllos que marchan a la vanguardia de la ciencia y de la técnica.

Una mirada retrospectiva a través de su historia nos puede dar la visión de su constante progreso.

La Obstetricia, rama importante de la medicina, nace con la historia de los pueblos como expresión de ayuda espontánea. No constituye ni ciencia ni arte, ni importa preocupación, pues los fenómenos de gestación y nacimiento se consideran como hechos naturales e intrascendentes.

En nuestro país, la llegada de los españoles no aportó ni conocimiento ni técnica; el arte de "partear" lo ejercían algunas indias y mulatas como forma de ganarse la vida.

En 1568 llegó a Chile la primera matrona, Isabel Bravo, titulada en Lima, quien, después de rendir prueba de eficiencia, fue autorizada para ejercer esta profesión, según consta en actas del Cabildo de 28 de octubre de 1578. Por Decreto Real de 21 de julio de 1750, se reglamentó la práctica y estudio de matrona, aun cuando no existía ningún establecimiento en el cual se pudiera estudiar esta profesión.

Sólo el 16 de julio de 1834, por decreto de Prieto y Tocornal, se crea la primera Escuela de Obstetricia del país, a cargo del doctor Lorenzo Sazie, contratado en Francia. El 18 de mayo de 1835, se inaugura la clase de clínica obstetra en la Casa de Huérfanos de Santiago para estudiantes de medicina.

Por decreto de 19 de enero de 1897, se crea un curso de matronas en el Hospital de San Borja, simple escuela práctica dirigida por el doctor Alcibíades Vicencio, que muy pronto se transforma en una verdadera escuela de esta especialidad. En 1906, a iniciativa del doctor Vicencio, se crea un Instituto de Puericultura, y en 1910, ambos establecimientos pasan a depender de la Facultad de Medicina.

Esta nueva situación fue legalizada por decreto de 9 de julio de 1913, del Presidente Barros Luco, que dio forma definitiva a los estudios de Obstetricia, propios de la profesión de matrona.

En cuanto a las maternidades de los servicios asistenciales, su historia es más simple.

En 1552, se creó el Hospital San Juan de Dios y, en 1778, el de San Borja.' En ninguno de ellos se organizó una Sección Maternidad. Años antes, en 1756, por donación de don Juan Nicolás Aguirre, se creó la Casa de Expósitos o Casa de Huérfanos, que se llamó también Casa de Maternidad y que era, más bien, un asilo para mujeres engañadas y arrepentidas, de determinada clase social, donde su atención era privada y secreta. Este es, sin duda, el primer esbozo de una Casa de Maternidad.

Esta Casa extendió posteriormente sus servicios a todas las clases sociales. Después de varios cambios de local, sólo en 1873 esta Casa de Huérfanos se incorporó al Hospital de San Borja.

La importancia de la profesión de matrona, que ya nadie puede discutir con fundamentos serios, crece con la actuación cada día más eficiente de las nuevas egresadas.

Las escuelas de obstetricia que en la actualidad existen en el país cuatro en total no alcanzan a proporcionar todas ¡as matronas que necesitan los servicios asistenciales y la atención privada. Las matronas chilenas se encuentran en igual nivel de estudios que sus colegas de todos los países de mayor cultura, en los cuales la matrona ejerce sus delicadas funciones en un plano, no sólo de respeto, dignidad y estimación, sino de absoluta igualdad e independencia frente a las demás profesiones del arte de curar.

En nuestro país, la matrona ha realizado y lo está haciendo, una abnegada, importante y a veces incomprendida labor. Ella ha recibido en sus manos a los hijos de nuestro pueblo; en agotadoras jornadas de trabajo realizadas de sol a sol, desafiando las inclemencias del tiempo, en las ciudades y en los campos, ha permanecido junto a las madres, dando pruebas, no sólo de su capacidad técnica, sino también de la comprensión y sentido humano que su profesión le exige.

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