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Adhesión
HOMENAJE AL DOCTOR CHRISTIAN BAR-NARD Y AL EQUIPO MEDICO QUE EFECTUO EL PRIMER TRASPLANTE CARDIACO HUMANO.- OFICIO

Autores

El señor GARAY (de pie).-

En seguida, quiero relacionar la circunstancia de la celebración del Día del Médico y de los profesionales que cumplieron 50 años al servicio de la comunidad chilena, con un hecho de orden internacional, y para hacerlo quiero ponerme de pie.

Hace muy pocos días ha muerto en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, el primer hombre al cual se le injertó un corazón. Me refiero mi ciudadano Louis Washkansky, quien recibió ese honor insigne, por el cual la historia de la humanidad tendrá que recordarlo. Pero, junto al nombre de esta persona, que entregó su vida por la ciencia, no podría dejar de recordar a aquella mujer joven que hizo posible esta intervención quirúrgica: me refiero a Ann Denise Darvall.

Los señores Diputados, cada país y el mundo entero conocen estos dos nombres, aunque Denise Darvall no supo que el suyo iba a pasar a la historia de la humanidad: Cuando teníamos la suerte de no ser políticos y ejercíamos nuestra profesión -hace de esto unos 25 años- recuerdo que, estando de turno en la Posta 3 de la Asistencia Pública de Santiago, llegó hasta ella un muchacho joven que había sido herido por un estilete en el corazón, en el barrio Estación Central, y me tocó atenderlo. Era un caso de los que, aun cuando pasen muchos años, un médico nunca lo puede olvidar. El herido tenía la presión norma! y su pulso estaba perfecto. Fue llevado ante el Jefe de Turno, quien decidió la intervención quirúrgica, y me tocó ser ayudante del cirujano, en esa operación.

Señor Presidente, hacer un cisura en el pericardio es una cosa impresionante, y aquélla fue la única vez en mi vida en que tuve en mi mano un corazón que latía. Esto es impresionante-repito-y no puede describirse la sensación rarísima que producen el sístole y el diástole cuando, primero, el músculo se pone como piedra, para aflojar de inmediato cada tres cuartos de segundo.

Yo recuerdo esto, porque me imagino la emoción del profesor Christian Barnard y de todo el equipo médico y paramédico que hizo posible el trasplante del corazón de Denise Darvall al pecho abierto y con vida de Louis Washkansky.

Pero hay un hecho que ha sido discutido en tocio el inundo y es hasta dónde la técnica quirúrgica puede permitir que se efectúen trasplantes dentro del organismo humano. Y es tan cierto el fundamento de esta pregunta que cuando murió Louis Washkansky, del padre de Denise Darvall emergió una frase que la debemos dejar en los anales de esta Corporación. Dijo: "Ahora sí que ha muerto Denise completamente". ¿Por qué dijo esto? Porque mientras latía el corazón de su hija en el pecho del hombre que recibió el beneficio, de su hija seguía "viviendo". Fue necesario que muriera el que recibió ese corazón para que el padre dijera: "Ahora sí que Denise ha muerto completamente". Parece que algo la aferraba a la vida.

¿Por qué se ha venido planteando este problema? Porque no sabemos hasta dónde nos llevará la cirugía. ¿Será posible que mañana, lo que no creo, por lo menos en este instante, los cirujanos pensaran en hacer un trasplante de cerebro, de ese órgano que no podemos comprender que es imposible comprender? ¿Por qué comprendemos cuando escuchamos? ¿Por qué comprendemos la palabra de los demás? ¿Por qué hay entendimiento? ¿Es posible entonces cambiar el cerebro? Y si ello fuera así, ¿sería moral? Es un planteamiento difícil, porque el cerebro de una persona no puede servir al de otra, porque le cambiaría totalmente la personalidad. ¿Es posible que la cirugía llegue a ese extremo?

¿Podremos cambiar el hígado, cuando cada célula tiene veinte funciones diferentes, y cada una más perfecta que el más perfecto de los laboratorios humanos? Porque hay que compenetrarse de lo que es una célula hepática, de lo que es una célula cerebral. Hay que tener una concepción bien clara de lo que es la fisiología, la fisiopatología, la bioquímica, para llegar a comprender los grandes fenómenos del organismo humano, que son mucho más perfectos que cualquier laboratorio que jamás el hombre pueda crear. Aunque el hombre ponga muchos dólares y aunque recorra el espacio en grandes naves, por años y por siglos, jamás se acercará a lo que es una sola célula cerebral o una sola célula hepática.

El caso de Aim Denise Darvall, de Louis Washkansky, de Christian Barnard, de su equipo todo, tiene un contenido de humanidad tan extraordinario que quisiera que en este momento fueran muchos los colegas que escucharan a este modestísimo médico, que sin quererlo llegó hasta esta Cámara y que hoy día se da el agrado de decir desde esta alta tribuna al país que ese hombre que hizo posible una intervención tan maravillosa, que no alcanzan a comprender los que no saben cirugía, que ese hombre, Louis Washkansky, y esa mujer fabulosa, Denise Darvall, han escrito una página de la historia de la humanidad, que pasará mucho tiempo antes que llegue a la conciencia de quienes están preocupados de dispararse unos a otros, creyendo buscar un camino mejor para la humanidad, camino que, en realidad, está en un hospital de Ciudad de Cabo o en un hospital de cualquier parte del mundo.

Aunque aparentemente no tuvo éxito total, esta primera experiencia de una importantísima y grande intervención quirúrgica, como jamás se había hecho, causa honda emoción.

En representación de mis colegas de profesión, que tomo en este momento tal vez en forma inmerecida, solicito que se envíe en mi nombre, un oficio al señor Ministro de Relaciones Exteriores, pidiéndole que se otorgue la condecoración al mérito al profesor Christian Barnard, como un reconocimiento del pueblo chileno a esa maravillosa intervención efectuada el 3 de diciembre último en el hospital Croote Schuur; y que se le diga que cuenta con el respaldo de la humanidad, porque la investigación científica sirve a tirios y troyanos y no pregunta la religión ni el color político. El cambio de un corazón hoy, o mañana de un hígado, o cualquier trasplante de órgano humano, beneficia a cualquiera en cualquier parte del mundo.

Precisamente, en eso baso mi petición al señor Ministro de Relaciones Exteriores, porque en estos instantes en que hay tanta cosa rara, en que nadie se pone de acuerdo, es muy difícil encontrar una vida como ésta en un lugar exacto de la historia de la humanidad. Ahí está el corazón de Denise Darvall, mujer joven que nos asombraba un día; ahí está un hombre, como Louis Washkansky; ahí está un profesor, como Christian Barnard. Tal vez, por eso hoy me ha atrevido a pedir para él la condecoración al mérito, como un reconocimiento del pueblo chileno al que es capaz de entregar lo mejor de su existencia, y que seguirá entregándola hasta su muerte para beneficiar a quien quiera que recurra al hospital Groote Schuur. Para salvar una sola vida, no los cientos y miles que se pierden en las guerras, no los cientos y miles de niños que se mueren por mala organización social de nuestros países, hubo que sacrificar dos vidas.

Señor Presidente, insisto en que se envíe este oficio y espero que el señor Ministro de Relaciones Exteriores nos escuche, porque creemos que estamos cumpliendo un deber de humanidad al entregar a Christian Barnard y a su equipo esta distinción, que es la máxima que puede entregar Chile, como reconocimiento a la labor fabulosa que se está haciendo allá en un gran hospital de Ciudad de Cabo. El cerebro de un hombre y el de un grupo de personas han hecho posible uno de los milagros más extraordinarios de la cirugía en el mundo.

El señor STARK (Vicepresidente).-

Se enviará el oficio en nombre de Su Señoría.

El señor DAIBER.-

Y en mi nombre, señor Presidente.

El señor STARK (Vicepresidente).-

Se enviará, también, en nombre de los Diputados señores Daiber...

El señor PENNA.-

Que se envíe también en mi nombre.

El señor ROSSELOT.-

Y en el del Comité Demócrata Cristiano.

El señor STARK (Vicepresidente).-

... y Penna, y del Comité Demócrata Cristiano.

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