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  • Legislatura Ordinaria año 1972
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Intervención Petición de oficio
HOMENAJE A LA EX PRESIDENTA DE LA CORTE DE APELACIONES DE VALPARAISO, SEÑORA FANNY LEIVOVICH GUBERMAN, FALLECIDA RECIENTEMENTE.- NOTAS DE CONDOLENCIA.

Autores

El señor SANHUEZA (Presidente).-

Corresponde, a continuación, a petición de los Comités Parlamentarios de los Partidos Nacional, Comunista, Izquierda Cristiana, Demócrata Cristiano, Radical e Izquierda Radical rendir homenaje a la ex Presidenta de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, señora Fanny Leivovich Guberman, recientemente fallecida.

Ofrezco la palabra.

El señor SEPULVEDA (don Eduardo).-

Pido la palabra.

El señor SANHUEZA (Presidente).-

Tiene la palabra Su Señoría.

El señor SEPULVEDA, don Eduardo (de pie).-

Señor Presidente, hay oportunidades en la vida que nos obligan a detenernos un momento para pensar en lo que somos frente a nosotros mismos, frente a la comunidad y al infinito; y otras, en que debemos detenernos para aprender de los demás.

Cuando parte un ser querido hacia el misterio del infinito o cuando el peligro nos acecha irreverente con los duros golpes que suele propinar la madre naturaleza; o cuando cae doblegado por la guadaña alguien a quien respetamos por su talento, por su calidad humana o por cualquier virtud que a nosotros nos gustaría alcanzar en vida para seguir superándonos a nuestras limitaciones, de repente, como que se nos produjera un vacío de todo y de todos, cuando el ser querido, el ser respetado por nuestro prójimo, llamado por Dios, el Supremo Hacedor, Alá, Jehová o como quiera llamársele, nos despierta a la realidad con la ausencia de la mujer o el hombre justo que nos adelantó en el descanso eterno.

Hace apenas una semana, Valparaíso se vio conmovido por una de estas tristes noticias: una de las primeras mujeres que fuera distinguida en Chile como Ministro de Corte de Apelaciones, dejaba de existir; se trataba de una mujer extraordinaria en que confundía su dulzura y su belleza, con su talento y cualidades morales. Porteña de adopción, pues había nacido en Santiago, se mimetizó con los carros de Valparaíso y su mar, comprendiendo las miserias y grandezas que esa generosa zona encierra. Entregó su vida al estudio, primero como alumna distinguida del Liceo 1 de Valparaíso, continuando en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile de este puerto, en aquellos años en que las mujeres se atrevían a desafiar a la opinión pública, aventurándose en profesiones y oficios que los prejuicios sociales ele la época hacían difícil, cuando no imposible, toda decisión. Entre 34 alumnos, doña Fanny Leivovich Guberman era la única mujer.

Su fuerte personalidad y condiciones ganaron la estimación de sus compañeros y comprometió su destino con la Escuela que la formara, donde luego fue su Secretaria y más adelante su profesora de Historia del Derecho.

Ya en la abogacía, empapada del amor a la justicia, optó por la carrera judicial especializándose en la rama conocida como Justicia de Menores.

Jamás negó su ascendencia israelita, y, por el contrario, fue dentro de la comunidad y fuera de ella una generosa impulsora de la confraternidad judeo-cristiana con el propósito de acercar en la amistad y el conocimiento mutuo, a todos los que sientan unidos, por encima de la diversidad de ancestros y credos de nuestra sociedad pluralista, como hijos comunes de Abraham, herederos de las promesas, adoradores del mismo Dios Unico y lectores del mismo Libro Santo.

Sus ideales de fraternidad, junto a una viva conciencia, que muchos compartimos, en orden a que todos somos hermanos sobre la tierra, la transformó en sembradora permanente de paz y de armonía social. Así ella decidió, con el conocimiento que tenía del derecho, su lealtad y amor por la justicia, y del frío texto legal siempre supo sacar el mejor partido en favor de los desamparados. Matrimonios mal avenidos, hijos rebeldes, sórdida miseria familiar y todos los problemas de una sociedad opulenta y desequilibrada encontraron la solución en su ponderación, buen criterio y honestidad. Durante veinte años, primero como Secretaria y luego como magistrada, doña Fanny modeló una conducta y una figura que a la hora de su desaparición trajo el reconocimiento de todos los sectores, cualquiera fuere su condición social, política o económica.

La Sociedad Unión Israelita, luego del oficio religioso a cargo de Aaron Lavitman y Hans Brodeck, expresó su pesar por intermedio de los doctores Alejandro Zeldis e Israel Roisblat a nombre de la colectividad.

En emocionante despedida, el Vicealmirantedon José Toribio Merino Castro, como Intendente de la provincia y en representación del Ejecutivo, expresó, entre otros conceptos:

Señores:

Tengo el sentimiento de alzar mi voz en este lugar de reposo en nombre del Poder Ejecutivo y la Armada Nacional.

Fanny Leibovich de Quiroz no era simplemente una mujer superior a quien se admira por sus extraordinarias cualidades humanas, y más que eso intelectuales. Tenía algo más, que Dios lo expresó con letras eternas en el primer Mandamiento: Amar a Dios sobre todas las cosas, y a tu prójimo como a ti mismo.

La simple práctica de este mandato a través de todo su vivir, hizo que todos los que tuvimos el honor de tratarla sintiésemos ese amor que ella derramó en cuantos la rodearon, pues eran sus prójimos.

Es por eso que este mandamiento, que tiene 5 mil años de vigencia, ante el fin material de un ser, pero no así espiritual, hoy nos conmueve hasta lo más profundo de nuestro existir, porque sólo nuestros espíritus saben cuán difícil es practicarlo cuando el mundo que nos rodea es más ambición que amor.

Es la primera mujer de Chile Presidenta de una Corte de Justicia, Poder del Estado, tranquilidad de la Nación y seguro puerto de los desamparados y de los sedientos de justicia. Comprendió tan bien su misión que por ella entregó su vida. .

Por su parte, en representación de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, de la cual doña Fanny Leibovich era Presidente en ejercicio, y en representación de la Corte Marcial para la Marina de Guerra, la cual integró la Magistrado Leibovich, despidió sus restos don Rómulo Contreras, actual Presidente de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, de cuyos conceptos me interesa dejar constancia, porque reflejan la enorme pérdida que significa para todos el sensible desaparecimiento de una mujer ejemplar..

Expresó el Ministro: A veces, el entregar los restos de un ser querido a la madre tierra no envuelve otro hecho que la expresión del dolor de sus deudos y amigos; pero cuando se trata de una persona que ha prestado grandes servicios a la causa de la justicia, tal acto importa la consagración del juicio público sobre los méritos y condición humana de esta mujer que dedicó los mejores años de su vida a la organización, tranquilidad y progreso, tanto de esta institución fundamental que es la familia, como de la sociedad, en general, en procura de la armonía de los seres que la componen.

Así como los cuerpos chocan y se excluyen, y en cambio los espíritus no, al decir de Leibnitz, en la diaria lucha por el existir, los individuos son cuerpos tanto como inteligencias revestidas de pasión y predeterminadas a una acción egoísta cuando los nobles afectos no son inducidos a aflorar; pero en la región donde mora el espíritu, esa conjunción vital del intelecto, sentimiento y voluntad, en el ámbito de libertad moral que se alcanza cuando se juzga, se dejan de mano las exclusividades y se reconcilian lo que hay de común, porque en el concepto de justicia contemplamos el ideal de la convivencia colectiva, representado por el ideal de eliminar todo conflicto por medio de la concordancia de los intereses individuales y sociales..

Luego, agregó: Al hacer en esta hora la rememoración de la obra de esta santa mujer que se distinguió como magistrado obedeciendo a su irresistible vocación de justicia, ésta vino a ser la fórmula actuante de su personalidad, así como el signo exacto de su condición humana, porque fue siempre verbo, esperanza, luz y camino....

Finalmente, señaló: En el caso de la dilecta colega Fanny Leibovich, se diría que se personificó el juicio del filósofo cuando decía que todo ser humano tiene una órbita normal preestablecida, donde pone el azar, sin desvirtuaba esencialmente, sus sinuosidades e identidades, porque su instinto peculiar, el más bello y el más moral, fue el amor a sus semejantes, y en ese Tribunal de Menores donde sirviera tanto años, pudo decirse que era el asilo al que acudían y se confortaban todos los corazones atribulados, donde se hermanaban los ideales de justicia y equidad, en que se combinaban la, fuerza de la razón o la razón cordial, porque fundidas en el crisol de su personalidad profundamente humana, se convertían en efectos benévolos todos los rencores que la lucha por la vida enciende entre los miembros de una misma familia, de una misma sociedad, cuando debía conciliar los intereses patrimoniales con los afectos más apreciados, así como el porvenir de los hijos y el sustento de las madres. Y esto perdurará a través del tiempo, sobrevivirá a su propia individualidad, se adhiere a nuestra memoria y será lo que evocaremos con pena, al mismo tiempo, con gratitud, porque unió los corazones, solidarizó los sentimientos y armonizó las voluntades. .

La abnegación indiscutida y su lucha permanente contra la hostilidad y el odio, en un trabajo constante, enérgico y entusiasta, terminó por doblegar su inagotable pujanza, luego de haber conquistado la admiración y cariño de todos los que forman parte de la larga familia que en nuestra patria entrega, día a día y en silencio, su afán por la justicia, su ejercicio y su administración.

Recuerdo que en un paréntesis durante la brillante ceremonia que Valparaíso y Chile entero rindieran al inmortal Prat, al conmemorar el último aniversario, sólo días antes de su muerte, ella nos mostró su preocupación por la aflictiva situación económica que afecta a quienes trabajan en el Poder Judicial como funcionarios de los Tribunales de Justicia, de los Juzgados del Crimen, de Letras y del Trabajo. Señaló, con la dulce sonrisa que siempre la acompañaba, que era urgente buscar una solución adecuada para el mejoramiento de los funcionarios judiciales, cuyas rentas son bajísimas y que deben vivir de apariencias.

Así, entonces, estimados colegas, creo que el mejor homenaje que podemos rendirle hoy, en su nombre, es hacernos eco de esta postrer preocupación de quien fuera la primera Presidenta de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, doña Fanny Leibovich de Quiroz, oficiando al señor Ministro de Justicia, al señor Ministro de Hacienda, al señor Ministro del Trabajo y, si fuera posible, al propio Presidente de la República, quien fuera el primero en reconocer los méritos de esta santa mujer, para que las autoridades tomen debida conciencia y conocimiento de las necesidades del servicio judicial, en sus escalafones subalternos, y adopten las medidas pertinentes destinadas a mejorar la escala de sueldos de estos servidores públicos, donde hay un desequilibrio, que a mí me consta como ex funcionario judicial, de antigua data que urge solucionarlo con prioridad, cualquiera sea el Gobierno.

Finalmente, señor Presidente, y estimados colegas, pido se transcriba este homenaje, modesto pero sincero, a la familia de doña Fanny, a su esposo y colega nuestro, profesor universitario también, don Daniel Quiroz Weber, y a sus dos hijos; al Poder Judicial, a través del Presidente de la Corte Suprema y de la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Valparaíso; a la Comunidad Israelita; a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile de Valparaíso; y a la Directiva del Club Internacional Zonta, del que fuera socia fundadora y benefactora.

Estimados colegas, interpretando el sentir de mi provincia, creo que la mujer chilena hoy está de duelo. Ha muerto una mujer insigne, una madre ejemplar y una f uncionaria pública que dio testimonio con su ejemplo y con su vida que la justicia chilena es recta e integradora, y por eso merece nuestro respeto y nuestro reconocimiento.

He dicho.

El señor CERDA, don Eduardo (Vicepresidente).-

Se enviarán las notas de condolencia del señor Sepúlveda; pero los oficios que ha solicitado no pueden ser enviados dado que no hay quórum en la Sala y no estamos en la Hora de Incidentes. Los puede reiterar en la Hora de Incidentes; entonces se acordará enviarlos.

El señor CLAVEL.-

¿Y en nombre de la Cámara?

El señor LORCA (don Gustavo).-

En nombre de la Cámara.

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