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Antecedentes
  • Senado
  • Sesión Ordinaria N°113
  • Celebrada el
  • Legislatura número 368
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Intervención
ESTABLECIMIENTO DE ESCAÑOS RESERVADOS A REPRESENTANTES DE PUEBLOS ORIGINARIOS EN ELECCIONES DE CONVENCIONALES CONSTITUYENTES

Autores

La señora PROVOSTE.-

Presidenta, muchísimas gracias.

He pedido intervenir en este proyecto porque tiene un profundo sentido.

Yo nací y vivo en Vallenar. Acá vivieron mis antepasados, el pueblo diaguita, dueño de una cultura milenaria, de una tradición anterior a la civilización judeocristiana y cuyos orígenes más remotos probablemente se confunden con la aparición del primer ser humano americano, hace unos quince mil años; una identidad cultural que resistió cuanto pudo la dominación de incas y españoles; una amalgama de ideas, creencias y técnicas que fue dejando registro de su pasado, de sus sistemas de regadío y de sus señoríos duales.

Esa fue la cosmovisión que encarnaba el pueblo diaguita: una mirada del universo que se fue trizando como un espejo, al tiempo que era sometido a la desaparición de sus estructuras sociales, a la desaparición de su lengua, que todo lo comprendía y expresaba.

La usurpación que practicaron los españoles de las fértiles tierras de Huasco, donde estaban asentadas las poblaciones prehispánicas, y su erradicación hacia el agreste Paitanás , es uno de los episodios más vergonzosos, tal vez, de la dominación colonial, que no podemos emular a través de modernas expropiaciones de derechos civiles y políticos como los que hoy demandamos a la institucionalidad constituyente.

Mucho antes de la Reforma protestante, hace 500 años, aquí en los valles del norte se practicaban ceremonias religiosas que rendían culto al ciclo de la vida humana.

Mucho antes del nacimiento de la ética protestante y del espíritu del capitalismo, aquí en esta tierra la racionalidad económica y comunitaria ya producía excedentes. Las autóctonas eran sociedades comunitarias, cuyos alimentos y semillas se conservaban en silos comunales que garantizaban la autosuficiencia y la sustentabilidad de los recursos, que eran intercambiados bajo una lógica muy contrapuesta a la competencia y al individualismo que se imponen como motor del desarrollo contemporáneo neoliberal.

Hoy aquellos pueblos originarios contribuyen a la formación y proyección de nuestro ser histórico y queremos recuperar la palabra en un nuevo Estado, plurinacional y unitario, republicano y democrático.

Quieren tener voz y voto para decir lo que deliberadamente muchas veces se ha confundido a través de siglos: que no es lo mismo la relación entre las culturas y la tolerancia entre religiones o la libertad religiosa. ¡Porque no lo es, Presidenta!

No es lo mismo un pueblo que una asociación de regantes, porque no lo es.

No es lo mismo una nación que un rito o que una práctica espiritual, porque no lo es.

No es lo mismo un Estado imperial que un Estado pluriétnico, plurinacional, porque, definitivamente, no lo es.

Hoy esas identidades culturales, ese conjunto de referencias por las cuales las personas y las comunidades se definen, se constituyen, se comunican y tienden a ser reconocidas en su dignidad quieren participar de este proceso histórico, en la construcción de un destino común.

Ya no quieren tener voceros o voceras, sino recuperar su propia voz en este proceso constituyente. Y en este momento el nombre de aquella reivindicación ancestral es escaños reservados. ¡Esta reivindicación ancestral es escaños reservados con, además, cupos supranumerarios!

Es lo que pedimos para establecer un derecho fundamental y creemos que es una clara contribución a la paz, a la igualdad esencial y al auxilio del que es segregado, discriminado e ignorado.

Estos escaños reservados entrañan el reconocimiento de que los pueblos indígenas tienen una fisonomía cultural irreductible a lo que en la actualidad entendemos como minorías de cualquier tipo, por ser sociedades preexistentes y propietarias de los territorios en donde se fundó la hacienda señorial española y luego, el Estado nacional.

Su representación, a través de asientos propios en la Convención Constitucional, solo viene a emparejar el punto de partida para poder garantizar un diálogo racional, objetivo, fructífero acerca de cómo queremos gobernarnos; cómo queremos gobernarnos todos, no solo una parte de este Chile.

Por la memoria del pasado podemos reconocer lo que nuestros pueblos indígenas han sido y aspiran a ser; por esta promesa de futuro que representa este proceso constituyente nos proponemos el desafío de rescatar su patrimonio, sus demandas y su mirada del mundo y de la sociedad.

En nuestra Constitución no existe el reconocimiento explícito de los pueblos indígenas. Este solo vacío es un aliciente para pretender que este proceso constituyente en pleno desarrollo permita incorporar orientaciones de multiculturalismo y plurinacionalidad en el ordenamiento jurídico, que incluyan, entre otras materias, la propiedad indígena como un bien que debe ser resguardado, mandato que no precisa de vicarios que hablen en nombre de los pueblos originarios; ellos mismos deben ser dueños de su palabra y de su voluntad.

Tras estas demandas anida la esperanza en una nueva relación con el Estado, basada en el reconocimiento de los derechos colectivos que les corresponderían en su calidad de pueblos preexistentes a las actuales sociedades.

La expectativa mínima que nuestros pueblos originarios tienen de poder participar e incidir en la formación de una nueva Constitución es a través de cupos supranumerarios, que permitan a lo menos 25 o 24 escaños reservados, que aseguren participación de todos los pueblos reconocidos en la ley indígena.

Y este Parlamento tiene también una oportunidad única de poder entender y de asegurar la continuidad de lo que somos y de lo que queremos llegar a ser como sociedad.

Las demandas de todos los pueblos indígenas que han participado en las diversas reuniones, conversatorios y sesiones en el propio Congreso, así como los dirigentes y líderes territoriales que han sido promotores de los escaños reservados supernumerarios, coinciden en la necesidad de que se garantice la participación de cupos para pueblos originarios en la nueva Constitución, ratificada por la ciudadanía el pasado 25 de octubre.

Los escaños reservados supernumerarios para los pueblos indígenas buscan representar a cada uno de los pueblos que históricamente han sido invisibilizados, violentados de todo espacio político en la toma de decisiones. Esto permite abrir caminos de participación...

La señora MUÑOZ ( Presidenta ).-

Le vamos a dar más minutos, Senadora.

La señora PROVOSTE.-

Muchas gracias.

Decía, Presidenta, que esto permite abrir caminos de participación en igualdad de condiciones.

Es trascendental que se abran estos senderos con el propósito de construir una sociedad con instituciones que reconozcan a sus pueblos originarios y su condición de sujetos políticos relevantes en el debate de una nueva Constitución y así ir dejando atrás un pasado en donde los pueblos indígenas han sido excluidos, maltratados, marginados e invisibilizados.

Creo que es vergonzoso que este debate parta con el ánimo de colocar escollos respecto del quorum para abordar este tema. Aquello da cuenta de nuestra incapacidad para entender que si nuestra sociedad quiere avanzar en paz, en diálogo, debemos ser capaces de que en este proceso constituyente haya representación, con cupos supernumerarios y además con escaños reservados, de todos los pueblos indígenas.

Voto a favor de la propuesta que viene desde la Comisión de Constitución y abrigo la esperanza en que la voz de todos los pueblos originarios esté presente en la asamblea constituyente.

He dicho, señora Presidenta.

Muchas gracias.

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