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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Los casos de acoso que complicaron a bomberos en Australia a pesar de la existencia de protocolos

19 abril 2022

Después del verano de 2019 las denuncias por acoso y agresión sexual en diversos territorios del país oceánico se hicieron sentir. Los hechos fueron protagonizados tanto por superiores como por compañeros, en lugares de entrenamiento como en la misma línea de fuego. En opinión de una experta, es necesaria la actualización permanente de las políticas al interior de las instituciones, pues la violencia de género se encuentra enquistada en la cultura.

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A pesar de que el problema del acoso sexual es un flagelo del que ningún país en el mundo se encuentra libre, la existencia de protocolos claros es un avance para la atención, investigación y sanción de situaciones de acoso, violencia y discriminación. A continuación mostramos la experiencia de Australia y el contenido de un protocolo en la institución de bomberos y rescate de Nueva Gales del Sur (FRNSW por las siglas en inglés de Fire and Rescue New South Wales). Sus definiciones y ejemplos, en la siguiente nota.

No se trata de casos aislados

El verano de 2021 fue uno de los más calurosos y secos de la historia climática de Australia. Quizás no tanto como el verano inmediatamente anterior, o el de 2012-13, pero al igual que todos los años, cientos de bomberos salieron en brigadas a combatir incendios masivos en los milenarios bosques de eucaliptos y acacias, que se despliegan por Nueva Gales del Sur o Victoria, por nombrar sólo algunos territorios.

El trabajo realizado por las brigadas fue considerado por la ciudadanía y la prensa como heróico. Hombres y mujeres dejaron el alma en las extenuantes tareas de combate al fuego, por lo que fueron recibidos en sus comunidades con los honores correspondientes. Sin embargo, un hecho desconcertante enlodó el reconocimiento público que estos héroes merecían: la denuncia de acoso y agresión sexual por parte de dos voluntarias.

Una nota de marzo de 2021 del diario ABC de Australia así lo expone, además de describir la existencia de una cultura de intimidación y acoso al interior de las filas del Servicio de Bomberos Rurales de Nueva Gales del Sur (NSW RFS). No se trata de una acusación, sino de varios y reiterados casos de mujeres que describieron el tormento que vivieron por parte de compañeros y superiores, incluso mientras se encontraban en la línea de fuego.

Pero más allá de las situaciones de acoso y agresión sexual, las voluntarias afirmaron haber sido víctimas de intimidación, violencia física y psicológica luego de haberse defendido de las humillaciones. Esta situación, no sólo fue vagamente atendida por las propias instancias superiores de la compañía, sino que en años posteriores se repitieron casos similares. Según comenta la misma nota de ABC, en promedio, la Unidad de Estándares Profesionales y los Comandos de Área de la RFS tratan anualmente 25 quejas de acoso y discriminación, de una membresía de 75.000.

Existencia de un protocolo de acoso sexual

Aunque sería difícil hacer una estimación exacta, la cantidad de casos de acoso sexual reportados podría ser igual o superior sin la presencia de instrumentos como los protocolos, que además de establecer definiciones exactas de acoso, hostigamiento o agresión, explicitan claramente cuáles son las acciones constitutivas de falta y de delito, por lo que se reduciría el margen de error frente a la posibilidad de cometer tales hechos.

Esto es lo que se entendió como primorial en la institución de bomberos y rescate de Nueva Gales del Sur (FRNSW) y que luego se llevó a la práctica el año 2015 en la Política y Procedimientos para Prevenir y Responder al Bullying y al Acoso.

Tal como lo dice su nombre, es un documento que se divide en dos: política (Policy), donde se declaran las principales definiciones; y los procedimientos, que establecen los mecanismos para reportar y hacer que prevalezcan los estándares adecuados de respeto y cuidado.

En consecuencia, dentro de las políticas se establece una definición clara de lo que es acoso, al señalar que es "cualquier forma de conducta que no ha sido querida, no es bienvenida o no solicitada. Que ofende, humilla e intimida a cualquier persona que ha sido señalada por sus atributos sexuales, reproductivos, raciales, etarios, maritales, civiles, de género, discapacidad", entre otros.

Es por ello que para el acoso sexual se hace mención a los siguientes ejemplos.


Pero la lista de ejemplos de acoso sexual continúa:


A estos ejemplos que ayudan a la definición de lo que se entiende por acoso sexual, el documento suma una explicación sobre qué no es acoso. Para ello, señala que no es “coqueteo, atracción, interacción sexual, discusión o amistad consensuada, conducido de una manera privada que no ofenda a otros.

Con todas estas definiciones, la institución de bomberos y rescate de Nueva Gales del Sur, muestra con claridad cuál es el comportamiento esperable de quienes integran la institución.

¿Qué tan efectivos son los protocolos?

Una opinión sobre la efectividad de los protocolos de acoso sexual tuvo Andrea Hurtado Quiñones, socióloga que encabeza la Dirección de Género en la Universidad Alberto Hurtado (UAH). En su opinión, tales instrumentos están asociados a la atención, investigación y sanción de situaciones de acoso, violencia y discriminación. “Son importantes como una estrategia reactiva, porque no se puede desconocer que la violencia está instalada en nuestra cultura y por ello todas las acciones posibles para erradicarlas son necesarias”, señaló.

Además, afirmó que los protocolos son clave a la hora de proteger a los eslabones más débiles en las organizaciones. “El reconocimiento de las estructuras de poder, dentro de las relaciones de las instituciones como tal, nos hace pensar que estas medidas reactivas son necesarias para que puedan generar estrategias de control social, e incluso preventivas, frente a quienes han naturalizado estas formas de relacionarse”, agregó.

Es por ello que para el caso australiano, a pesar de la existencia de un protocolo igual se producen hechos de acoso y agresión. “Lo que ocurre en el caso de los bomberos de Australia es una manifestación clara de una estructura jerárquica en donde, si uno hace una lectura de tipo lineal, las mujeres no son quienes ostentan el poder, ni histórica ni momentáneamente. Creo que ahí hay una forma de leer las diferencias en oportunidades, que van previas al hecho mismo de la violencia que es lo que genera el escenario ideal para que ocurra una situación de violencia”, comentó.

En este contexto, la experta reafirmó la importancia de los protocolos. “Funcionan como una reacción, son necesarios, son importantes, pero en el fondo las acciones no pueden ser acciones aisladas, el hecho de que haya un protocolo no quiere decir que haya prevención, no quiere decir que haya promoción, no quiere decir que haya un cambio cultural, ni tampoco una conciencia, solamente hay un mecanismo reactivo. Por otro lado, los protocolos que hemos hecho entre 2017 y 2018 en las universidades han cambiado porque hay un dinamismo propio de la cultura y la violencia es una manifestación de la cultura. Entonces, como la cultura es dinámica, las manifestaciones de la violencia son dinámicas y los protocolos reactivos siempre van a ir detrás de la realidad social, por lo tanto tienen que ir actualizándose y permeando las nuevas formas y las nuevas lógicas que están detrás de las nuevas manifestaciones de la violencia como tal”, añadió.

"Chile necesita una ley más amplia"

Consultada sobre qué políticas o acciones serían efectivas a la hora de prevenir acoso y agresiones sexuales en nuestro país, la experta de la UAH comentó que la experiencia de países latinoamericanos han mostrado cuán importante y necesario es tener una política o una legislación que aborde de forma integral la violencia contra las mujeres y contra las disidencias genéricas. “Esto quiere decir que, a diferencia de como ocurre en Chile que tenemos un montón de leyes que acuden puntualmente a casos concretos -tenemos una ley de femicidios, de acoso sexual callejero, de violencia intrafamiliar- pero siempre entre una ley y otra quedan vacíos legales”, sostuvo.

Por tal motivo, cree necesaria una ley integral que aborde la violencia de forma amplia. “Una ley que posicione al Estado, sus mecanismos y las políticas públicas hacia estos vacíos, como ocurre en las relaciones universitarias, por ejemplo, nos podría dar una solución un poco más certera por parte del Estado. Eso no quiere decir que la violencia se vaya a acabar, la violencia se acaba solamente cuando se modifique la cultura y en nuestra cultura, desafortunadamente, está instalada y naturalizada”, sentenció.

 

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl


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