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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Resiliencia y educación ambiental entre las acciones contra el cambio climático en Australia

23 diciembre 2019

Si bien se han impulsado iniciativas en conjunto entre el sector público y privado para que los asentamientos humanos y productivos estén mejor preparados ante los desafíos del clima, organismos públicos y académicos recalcan la necesidad de lograr que las nuevas generaciones tengan un grado de sensibilidad mayor.

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A pesar de la insatisfacción por los resultados de la COP 25 Chile-Madrid ante la imposibilidad de llegar a acuerdos en todas las propuestas, entre ellas la dedicación de más esfuerzos a la adaptación y participación del sector privado en acciones por el clima, Australia cuenta con una Estrategia Nacional de Resiliencia Climática y Adaptación que ha mostrado avances concretos en la preparación de su infraestructura pública. Más detalles de esta experiencia que se enmarca en los Objetivos 11 y 13 de la Agenda 2030, en la siguiente nota.

Necesidad de actuar a tiempo

Al igual que todos los países y de todos los rincones del planeta, Australia enfrenta grandes desafíos en relación al cambio climático. Los impactos que han dejado las temperaturas extremas, las sequías o los tifones sobre su ecosistema, han llevado a que el Ministerio del Ambiente de dicho país haga un llamado a cesar aquellas acciones que generan un impacto ambiental y que, por ende, tendrán repercusiones significativas en la vida de las nuevas generaciones.

Este llamado es realizado a la luz de uno de los principios más significativos en la lucha contra el cambio climático: el riesgo de que nuevos desastres naturales amenacen los asentamientos humanos, es decir, que los recursos naturales que sustentan la vida en las ciudades se hagan cada vez más escasos, o simplemente desaparezcan. “Eventos extremos como las inundaciones, olas de calor e incendios forestales, pueden plantear desafíos para la infraestructura y propiedades, incluidos edificios comerciales y residenciales, la energía, el agua, las comunicaciones y los sistemas de transporte”, señala el ministerio en su descripción de cambio climático.

Todo lo anterior no solo afectará la interrupción de la productividad, y por lo tanto, a la fuerza laboral, también tendrá repercusiones directas en la salud de las personas. Es por ello que el país oceánico desde el 2015 implementa la Estrategia Nacional de Resiliencia Climática y Adaptación, que gestiona la acciones adoptadas por el gobierno para implementar políticas, crear nuevas prácticas y generar alianzas con entre el sector público y privado.

Trabajo mediante áreas e iniciativas clave

A pesar de reconocer la existencia de condiciones adecuadas para afirmar que Australia se encuentra en una buena situación política, económica e institucional para enfrentar los desafíos del cambio climático, la estrategia de resiliencia climática se orienta a objetivos que trascienden sus fronteras. “Es un asunto global y Australia tiene una amplia trayectoria en abordar los problemas climáticos, y trabajar con otros países de la región Asia Pacífico en reducir las emisiones nacionales de efecto invernadero, los riesgos de desastres”, expresa el documento.

Sin embargo, la orientación regional de esta estrategia no implica una desatención de las problemáticas internas, por el contrario, reafirma la necesidad de no perder de vista los esfuerzos realizados y conmina a las autoridades locales a intensificar las acciones. De tal forma, establece iniciativas para incrementar la adaptación y resiliencia en sectores clave, entre las que se destacan:

  • Costas: Debido al riesgo de aumento del nivel del mar, se establece un marco de trabajo público-privado para hacer de los asentamientos a orillas del mar, lugares más seguros y resilientes para sus habitantes. Para ello se han impulsado algunas medidas, como la investigación para facilitar la adaptación al cambio climático. En ella se establece la necesidad de fortalecer la barrera de corales para 2015, a fin de proteger el equilibrio ambiental.
  • Ciudades: Por una parte las ciudades impulsan la economía nacional, pero se enfrentan a grandes desafíos en transporte ante la posibilidad de daños en la infraestructura. Asimismo, las viviendas se ven enfrentadas a las acciones del clima. Entre los avances en este sentido, una investigación realizada por Csiro logró el diseños de viviendas capaces de resistir al daño de vientos fuertes.
  • Agricultura, bosques y pesca: para enfrentar los efectos del cambio climático, esta iniciativa incluye medidas como el Libro Blanco para la Competitividad en Agricultura que apoya a los agricultores, el Acuerdo Intergubernamental sobre la Reforma al Programa Nacional de Sequía, o el trabajo con la Oficina de Meteorología para desarrollar pronósticos semanales más precisos.
  • Agua: Australia ya cuenta con experiencia en la gestión de recursos hídricos escasos, sin embargo considera iniciativas para mejorar la arquitectura institucional y de mercado. A esto se suman iniciativas como Water Corporation que busca la reducción en el uso del agua en un 15 por ciento a través de programas de ahorro.

 

De tal manera, la resiliencia se crea a través del trabajo en conjunto de gobiernos, empresas y comunidades, con el fin de guiar de la mejor manera posible la adaptación a los efectos del cambio climático. Este trabajo ha sido efectivo gracias al establecimiento de las áreas prioritarias, pues permite realizar acciones y consultas.

Educación en resiliencia y cambio climático

Si bien las políticas adoptadas desde una estrategia nacional son acciones concretas que cumplen con la creación de condiciones para enfrentar los efectos del cambio climático, su efectividad es limitada en la medida que se implementen en un contexto de ciudadanos desinformados o poco sensibilizados con sus consecuencias adversas. Es por ello que el Artículo 12 del Acuerdo de París reconoce la importancia de la educación en la lucha contra el cambio climático.

En un artículo de Hilary Whitehouse, académica de la Universidad James Cook en The Conversation, señala que si bien en Australia no se ha implementado aún un programa coherente de educación sobre el cambio climático y sus consecuentes desastres, existe consenso respecto de que es en las escuelas donde debe priorizarse la comprensión sobre sus riesgos. Incluso, afirma que en varias encuestas la mayoría se encuentra a favor de tomar más acciones sobre el cambio climático.

Más aún, sostiene que el Instituto Australiano para la Resilencia de Desastres identifica a la educación en escuelas como una prioridad ante el cambio climático. Para ello, es necesario que se establezcan programas curriculares coordinados entre el nivel federal y estatal. Esto se ve respaldado en la Guía de Referencia para la Educación en Resiliencia de Desastres, donde se plasman los contenidos que dicho organismo recomienda integrar en el currículo australiano.

Entre las materias sugeridas está la educación cívica y ciudadana en tercer año, donde se enseña a identificar las motivaciones de los líderes o activistas comunitarios para mejorar las capacidades de resiliencia, o identificar los cambios que ocurren día a día producto del calentamiento o las bajas de temperatura. Asimismo, en cuarto año se dan a conocer las prácticas ecológicas que tenían los pueblos originarios antes de la colonización.

Educación sobre el cambio climático en el trabajo legislativo de nuestro país

Una resolución para pedir al Presidente que establezca como deber de Estado la promoción e implementación de programas de educación ambiental en todos los niveles de educación, pero con énfasis en la reforestación de bosques nativos, fue aprobada en la Cámara de Diputados el 16 de diciembre de 2019.

Uno de los parlamentarios que planteó esta propuesta fue el diputado Miguel Mellado, quien manifestó su preocupación por la necesidad de un cambio cultural. “Nos preocupa como adultos que estamos entregando un planeta más contaminado y más sucio a nuestros hijos. Las nuevas generaciones tienen que aprender sobre medioambiente, lo mínimo que podemos hacer es que desde niños, durante los primeros años de escolaridad, aprendan a cuidar su entorno con una acción muy concreta: plantar árboles para el cuidado del ecosistema. Este es un cambio que podemos hacer y estamos en el momento justo”, señaló.

Asimismo, afirmó que la educación es una medida importante que debe ir de la mano con otras acciones. “Pienso que han cambiado muchas actitudes. Yo soy de Temuco y en los años ochenta cuando me tocaba venir a Santiago veía como en la vía desde los autos botaban cigarros y basura. Esto hoy se ve mucho menos porque ha habido un proceso de educación, pero pienso que todavía falta mucho. También tenemos que simultáneamente avanzar en otros temas como la matriz energética a carbón, o en nuestro día a día en reducir cuanto gastamos, por ejemplo en nuestros vehículos que son contaminantes. Entonces, los niños tienen que aprender a cuidar nuestro planeta mejor de lo que hicimos nosotros y no repetir lo que estamos haciendo. Por eso firmamos este proyecto de acuerdo”, sentenció.


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