Baja la población penal en Singapur

La menor cifra de reclusos en los últimos 10 años registra Singapur, dicho realidad ha llevado a que las autoridades singapurenses detuvieran la construcción de dos cárceles en las que estaba previsto gastar 472 millones de dólares.

Chile es una nación en el que la delincuencia tiene un alto impacto mediático y si vemos que el número de presos ha aumentado en los últimos años, llegando a las 49.149 personas, (0,30% de la población a junio 2008, según Gendarmería), podemos ver el por qué. Al cruzar el Pacífico nos encontramos con una nación que vive una realidad muy diferente, Singapur.

Según el diario singapurense Straits Times, el director de Instituciones Penitenciarias, Ng Joo Hee, confirmó recientemente la decisión de paralizar la construcción de dos cárceles en las que estaba previsto gastar 472 millones de dólares. La razón sería la disminución de la población penal, que llegó a las 11.768 personas, equivalente al 0,25 de total de sus habitantes.

Motivos aquí, motivos allá

Para Alejandra Voigt, experta del área de análisis legal de Asesoría Parlamentaria de la BCN, una de las razones del aumento del contingente presidiario en Chile sería el nuevo sistema procesal penal. “El actual sistema es más rápido y efectivo para encontrar culpables que el anterior. La tasa de condena de las personas que van a juicio es muy alta, pero con promedio de penas relativamente bajas”, afirma.

Sin embargo la alta reclusión no es por si misma la solución, así lo cree Vivian Bullemore, director del Departamento de Ciencias Penales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. “La mayor población penal en Chile proviene de los delitos relativos al tráfico de drogas. Aquí el problema es que los reclusos viven en un hacinamiento muy grande, en verdaderas escuelas del delito. Además, nuestro país tiene un sistema de rehabilitación muy bajo por lo que la inserción en la sociedad de los ex reclusos es muy difícil”, comentó

En Singapur, las tasas de delincuencia son unas de las más bajas del continente asiático y su población penal sigue un camino descendente. Una de las razones, aparentes, sería la severidad de las penas para los delincuentes. Sin ir más lejos en dicha nación la pena de muerte es prácticamente automática para los casos de trafico de drogas (no así el consumo que la sanción es menor) y en el caso de delitos menores, puede haber incluso castigo de latigazos acompañado de la reclusión.

La legislación penal de Singapur es considerada una de las más duras del sureste asiático y no hay cifras oficiales acerca de el número de ejecutados. No obstante el año 2003 el Primer Ministro de Singapur, Goh Chok Tong, aseguró que el número de ejecuciones de ese año habían sido 10. “No estoy de acuerdo con la aplicación de la pena capital en ninguna de sus formas, no obstante la severidad de las penas de Singapur hacen que cualquiera que se dedica al tráfico de drogas lo considere más de una vez”, afirmó Bullemore.

Aministía Internacional asegura que el método de ejecución empleado en el país asiático es la horca y que las ejecuciones se llevan a cabo en la prisión de Changi, los viernes al amanecer. A los familiares de los condenados se les permite recoger el cadáver del ejecutado varias horas después del ahorcamiento, una vez emitido el correspondiente certificado de defunción.