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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Asia Pacífico y los efectos del Cambio Climático

02 junio 2008

Las evidencias del Cambio Climático se están haciendo notar en todo el mundo. Las zonas más vulnerables son las menos desarrolladas, que carecen de instrumentos públicos e infraestructura para poder adaptarse a los efectos extremos del clima. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es vital para disminuir el avance del Cambio Climático, sin embargo, adaptarse a las consecuencias de esta crisis climática intensificada por el propio ser humano, es clave. Algunos países lo entienden, otros solamente no pueden hacer demasiado al respecto.

Las evidencias del Cambio Climático se están haciendo notar en todo el mundo. Las zonas más vulnerables son las menos desarrolladas, que carecen de instrumentos públicos e infraestructura para poder adaptarse a los efectos extremos del clima. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es vital para disminuir el avance del Cambio Climático, sin embargo, adaptarse a las consecuencias de esta crisis climática intensificada por el propio ser humano, es clave. Algunos países lo entienden, otros solamente no pueden hacer demasiado al respecto.

Conozca la situación de Asia, Oceanía y América Latina a través de la siguiente síntesis de los resúmenes ejecutivos de los capítulos de Asia, Nueva Zelandia – Australia y Latinoamérica del Cuarto Informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático.

Asia

Nuevas evidencias muestran que el Cambio Climático ha afectado muchos sectores en Asia. El rendimiento de los cultivos en varios países ha declinado, debido en parte al incremento en la temperatura y los eventos externos del clima. El retroceso de los glaciares y el permafrost en Asia en los años recientes no tiene precedente y es consecuencia del calentamiento del planeta. La frecuencia de desastres inducidos por olas de calor en el centro, este, y sur del Sudeste Asiático se ha incrementado con el aumento de las temperaturas y la variabilidad de las precipitaciones. Se han pronunciado los cambios observados en los ecosistemas terrestres y marinos.

Entre un 2,5 y un 10% decrecerá el rendimiento de los cultivos en partes de Asia al 2020 y entre el 5 y el 30% al 2050, comparado con los niveles de 1990. El acceso a agua dulce en el centro, sur, este y sureste de Asia, particularmente en grandes cuencas fluviales como Changgiang va a decrecer. Junto a esto, crecerá la población y el aumento del nivel de vida podría afectar negativamente a más de mil millones de personas en Asia para el 2050.

El derretimiento de glaciares puede aumentar y agravarse y va en estrecha relación con las inundaciones, desestabilización de pendientes y disminución de las corrientes de los ríos. 49, 132 y 226 millones de personas en Asia podrían estar en riesgo de hambre para el año 2020, 2050 y 2080 respectivamente.

Un millón de personas en las costas del sur y sureste asiático estarán en riesgo de inundación. La intrusión de agua de mar y la baja en el flujo de agua de río, va a incrementar el cultivo de peces de agua salada, pero las inundaciones costeras afectarán la industria e infraestructura de la acuicultura, especialmente en megadeltas altamente poblados. Recientes análisis de riesgo en arrecifes de coral sugiere que entre el 24 y 30% de los arrecifes de Asia se perderán entre los próximos 10 y 30 años.

El Cambio Climático podría afectar la expansión y migración forestal y exacerbar la amenaza a la biodiversidad resultando en cambio de uso y cobertura de la tierra y presión poblacional en la mayoría de Asia. La frecuencia y extensión de los incendios forestales en el norte de Asia podrían aumentar lo que limitaría la extensión forestal.

El incremento del riesgo de extinción para muchas especies de flora y fauna es probablemente un resultado de los efectos sinérgicos del Cambio Climático y de la fragmentación del hábitat.

Los futuros cambios del clima podrían continuar afectando la salud humana en Asia. El aumento de enfermedades y mortalidad endémicas producto de epidemias de diarrea asociadas al Cambio Climático se esperan en el sur y sureste asiático. El aumento de la temperatura del agua costera exacerbaría la abundancia y la toxicidad del cólera en el sureste de Asia. Los hábitat naturales de las enfermedades transmitidas por vectores (insectos) y el agua en el norte de Asia podrían expandirse en el futuro.

Las tensiones en Asia se harían más profundas. Podría ser que el Cambio Climático afectase al desarrollo sustentable de la mayoría de los países en desarrollo de Asia al agravar las presiones sobre los recursos naturales.

Nueva Zelandia y Australia

La literatura publicada desde el tercer informe de evaluación del IPCC confirma y extiende sus principales conclusiones. Hay mayor documentación sobre cambios observados en los sistemas naturales, mayor comprensión de los potenciales cambios climáticos e impactos, mayor atención a los planes de adaptación en reducir la vulnerabilidad y evaluar riesgos y beneficios.

Es evidente el Cambio Climático regional. Desde 1950 se ha incrementado el calentamiento entre 0.4 y 0.7 ºC con olas de calor, menor número de heladas, más lluvias en el noroeste de Australia y el suroeste de Nueva Zelandia. Menos lluvias en el sur y este de Australia y el noreste de Nueva Zelandia, aumento de la intensidad de la sequía en Australia y aumento del nivel del mar en unos 70 mm. Es evidente el aumento de las tensiones en el abastecimiento de agua y la agricultura, puesto que han cambiado los ecosistemas naturales; hay una reducción estacional de la cubierta de nieve y los glaciares se están desvaneciendo.

Se han tomado medidas para adaptarse al Cambio Climático observado. Sin embargo, el curso de la vulnerabilidad de los fenómenos externos queda demostrado por las importantes pérdidas económicas causadas por las sequías, inundaciones, incendios, ciclones tropicales y granizos.

Como consecuencia de la disminución de precipitaciones y el aumento de evaporación, se prevé que los problemas de seguridad por el agua se van a intensificar al año 2030 en el sur y el este de Australia y en Nueva Zelanda, en el norte y en algunas regiones orientales.

Habrá una pérdida significativa de la diversidad biológica para el año 2020 en algunos sitios ecológicamente ricos, entre ellos la Gran Barrera de Coral y los trópicos húmedos de Queensland. Otros sitios en riesgo incluyen los humedales de Kakadu, el sudoeste de Australia, las islas subantárticas y zonas alpinas de ambos países. La pérdida de hábitat y su fragmentación limitará la migración de especies en respuesta al cambio de clima en estas zonas.

Aumentarán los riesgos de las grandes infraestructuras. Para el 2030, serán más frecuentes incluir criterios de diseño para eventos extremos.

La producción de la agricultura y la silvicultura disminuirá a partir del 2030 en gran parte del sur y del este de Australia y sectores del este de Nueva Zelandia, debido al aumento de la sequía y los incendios. Sin embargo, en Nueva Zelandia, habrá beneficios iniciales para la agricultura y la silvicultura en las zonas del sur y oeste próximas a los grandes ríos, debido a una estación de crecimiento alargado y a que habrá menos heladas y más precipitaciones.

La vulnerabilidad aumentará en muchos sectores, pero esto depende de la capacidad de adaptación. La mayoría de los sistemas humanos tienen esta capacidad: La región tiene economías bien desarrolladas, capacidades científica y técnica, estrategias de mitigación de desastres y medidas de bioseguridad. Sin embargo, hay limitaciones institucionales a la aplicación de medias. Algunas comunidades indígenas tienen poca capacidad de adaptación. Los perjuicios económicos de las condiciones meteorológicas serán más frecuentes y traerán grandes desafíos.

Latinoamérica

La variabilidad climática y los fenómenos extremos están afectando gravemente a la región de América Latina desde hace algunos años. Se informaron fenómenos meteorológicos altamente inusuales, como la intensa lluvia en Venezuela (1999, 2005), las inundaciones en la Pampa Argentina (2000-2002), la sequía del Amazonas (2005), las tormentas de granizo en Bolivia (2002) y en la zona del Gran Buenos Aires (2006), el huracán Catarina, sin precedentes en el Atlántico Sur (2004) y la temporada de huracanes de 2005 en la Cuenca del Caribe.

Históricamente, la variabilidad e intensidad climática han tenido impactos negativos sobre la población con un incremento de la mortalidad y la morbilidad en las zonas afectadas. Las técnicas de previsión meteorológica podrían ayudar a mejorar la calidad de la información necesaria para el bienestar de los pueblos y su seguridad. Sin embargo, la falta de equipos modernos de observación, la urgente necesidad de información de calidad, la baja densidad de estaciones meteorológicas, la escasa fiabilidad de sus informes y la falta de vigilancia de las variables climáticas, se suman para socavar la calidad de las previsiones, con adversos efectos en la vía de las políticas públicas y en la confianza en los archivos climáticos. Estas deficiencias afectan también a la observación hidrometeorológica, con un impacto negativo sobre la calidad de alertas tempranas.

Durante las últimas décadas se han observado importantes cambios en las precipitaciones y un aumento de la temperatura. El incremento en las precipitaciones en el sudeste de Brasil, Paraguay, Uruguay, las Pampas Argentinas y algunas partes de Bolivia han tenido impactos sobre el uso del suelo y el rendimiento de las cosechas, y han aumentado la frecuencia e intensidad de inundaciones.

Contrariamente, se ha observado una baja en las precipitaciones al sur de Chile, al sur-oeste de Argentina, el sur de Perú y el oeste de América Central. Se observan aumentos de aproximadamente 1°C en la temperatura de Mesoamérica y América del Sur, y de 0,5 ° C en Brasil. Como consecuencia de los aumentos de temperatura, la tendencia de retroceso glaciar se ha vuelto crítica en Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador, donde la disponibilidad de agua ya ha quedado en entredicho, ya sea para consumo o para la generación de energía hidroeléctrica. A esto se suma que en el decenio de 2020, se experimentará un aumento del número de personas entre 7 y 77 millones. Estos problemas de suministro serán crónicos en el futuro si no se toman apropiadas medidas de adaptación.

En las próximas décadas los glaciares de la Cordillera de Los Andes podrían desaparecer por completo, afectando seriamente la disponibilidad de agua.

El cambio en el uso de la tierra se ha intensificado y se ha exacerbado el proceso de degradación de la tierra. Casi las tres cuartas partes de las tierras de secano están moderada o gravemente afectados por procesos de degradación. Los efectos combinados de la acción humana y el cambio climático han dado lugar a una continua disminución de la cubierta vegetal natural a tasas muy altas. En particular, las tasas de deforestación de los bosques tropicales han aumentado durante los últimos 5 años.
Hay pruebas de que la quema de biomasa puede cambiar las temperaturas regionales y las precipitaciones en la parte sur de la Amazonía y afectar la calidad del aire con consecuencias para la salud humana. El uso de la tierra y el los cambios del clima son factores que actúan sinérgicamente en la posibilidad sustantiva de producirse incendios forestales.

Hay un alto riesgo de extinciones de especies en muchas áreas tropicales de América Latina. Se espera que el bosque tropical de sabanas sea sustituido en el este de la Amazonía, también los bosques tropicales del centro y el sur de México, y la vegetación semiárida en algunas partes del nordeste de Brasil y la mayor parte del centro y el norte de México, debido a los efectos sinérgicos del uso de la tierra y los cambios climáticos.
En el 2050, 50% de las tierras agrícolas serán susceptibles de desertificarse y desalinizarse en algunas zonas.

Siete de los 25 lugares con mayor concentración de especies endémicas se encuentran en América Latina y estas áreas están sufriendo la pérdida de hábitat. Se han estado creando nuevas reservas naturales y corredores ecológicos para el resguardo de la biodiversidad en los ecosistemas naturales. Estas acciones pueden servir como medidas de adaptación para ayudar a proteger los ecosistemas frente al Cambio Climático.

El aumento de la elevación del nivel del mar afectará a las costas. La baja altitud en zonas como El Salvador, Guyana y la costa de Buenos Aires; los edificios turísticos en México y Uruguay; la morfología costera de Perú; los manglares en Brasil, Ecuador, Colombia y Venezuela; la disponibilidad de agua potable en las costas de Ecuador, Costa Rica y el estuario de Río de la Plata y los arrecifes de coral en México, Belice y Panamá, son zonas de riesgo observadas. Además, cambiarán las poblaciones de peces en el sureste del Pacífico, específicamente en Chile y Perú.

Los futuros planes de desarrollo sostenible deben incluir las estrategias de adaptación para mejorar la integración del Cambio Climático en las políticas de desarrollo. Algunos países han realizado esfuerzos para adaptarse, en particular a través de la conservación de los ecosistemas clave con sistemas de alerta temprana sobre el riesgo en la gestión de la agricultura, las estrategias de las inundaciones, la sequía y la regulación de zonas costeras. Sin embargo, la eficacia de estos esfuerzos es superada por la falta de información básica, la falta de creación de capacidad y apoyo político institucional y marcos tecnológicos, por los bajos ingresos de las zonas más vulnerables, entre otras causas. Sin mejoras en estos ámbitos, los objetivos de desarrollo en países de América Latina se verán seriamente comprometidos, afectando negativamente la capacidad para llegar a los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Cabe destacar que en Asia como en América Latina, los riesgos y las consecuencias del Cambio Climático son similares, tanto por aspectos morfológicos como institucionales; la vulnerabilidad de los países asiáticos y americanos se evidencia en la falta de acciones preventivas, de información necesaria para analizar las situaciones particulares, de contradicciones entre el desarrollo económico y la sustentabilidad socio ambiental de estos países y por la tremenda brecha social existente. En cambio, se nota una clara voluntad política de asumir el Cambio Climático en Nueva Zelandia y Australia e implementar medidas tendientes a la adaptación de sus consecuencias.



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