Cargando...
  • Alto contraste

Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

El debate en Nueva Zelandia para no cambiar el horario de verano

14 mayo 2018

Aunque la "Ley del Tiempo" sigue vigente sin contratiempos, desde diversos sectores de la población y el mundo científico se esgrimen fundamentadas posiciones en favor de mantener un horario que permita tener luz de día durante la tarde. Por su parte, los defensores de la ley justifican la posibilidad de contar con mañanas más iluminadas por razones de seguridad vial y ahorro energético.

Imagen de la nota

La Orden de Horario de Verano establece que el horario de dicha estación tiene una duración de 27 semanas. Aunque en la década del setenta cuando entró en vigencia la ley se justificó por razones de eficiencia energética, hoy los neozelandeses quieren contar con una hora de luz adicional para disfrutar del ocio y la vida al aire libre. Más detalles de este debate, en la siguiente nota.

Tal como sucede en nuestro país, Nueva Zelandia tiene un horario de verano y otro para el invierno. Esta práctica realizada desde 1974 tiene como objetivo que durante los meses de invierno los primeros rayos de luz salgan más temprano y, en consecuencia, se apaguen las luces artificiales durante la mañana, lo que permite hacer más eficiente el uso de energía.

Esta práctica ha sido cuestionada tanto desde la ciudadanía como de la ciencia, ya que el cambio de horario juega en favor de mayor oscuridad al finalizar el día. No conforme con esto, el cambio de horario genera una suerte de jet lag que afecta directamente en el ánimo de algunas personas. En un artículo publicado por la revista Everyday Health se señala que los cambios de horario tienen altas probabilidades de generar cefáleas apenas se producen los cambios de horario, ya que la modificación de la hora no se condice con los movimientos del sol.

Tal es la disconformidad que un grupo de seis mil neozelandeses a través de una encuesta en línea en el sitio de noticias Neighbor señalaron que quieren más luz de día, sobre todo en las tardes, ya que consideran que el verano en el país oceánico es muy corto. Esta pretensión consiste en extender el horario de verano durante un mes, lo que significa contar con luz natural al finalizar la jornada laboral.

Según Shaun Hendy, académico del Centro de Excelencia en Investigación de la Universidad de Auckland en un artículo publicado sobre la relación del tiempo y el estado de ánimo, comenta que la cultura de los ciudadanos ha cambiado en lo últimos años, por lo que las aspiraciones de hoy son distintas en relación al tiempo y la vida al aire libre. “Cuando se introdujo el horario de verano los argumentos fueron económicos, pero en estos días se trata de nuestro ocio. Más luz por las noches significa más asados y mas cricket en el jardín”, señala.

Dudas sobre el ahorro energético

Aunque existen antecedentes sobre modificaciones a la hora en Nueva Zelandia desde el año 1909, no fue sino hasta 1974 que mediante la Ley del Tiempo se fijó el cambio de una hora para el horario de verano. La decisión se tomó en función del ahorro energético en los principales centros urbanos, principalmente en la isla norte. Aunque inicialmente la ley establecía el período entre noviembre y marzo, el horario comenzó a extenderse paulatinamente con el objetivo de favorecer a los territorios del sur que sufren de pocas horas de luz en el invierno.

El sentido de los cambios radica en que el gobierno ha llevado a cabo diversos estudios, principalmente a través de encuestas, sobre la necesidad y percepción de la ciudadanía sobre la ideoneidad de un horario de verano más largo o más corto. Como resultado, en abril de 2007 se tomó la decisión de extender la hora veraniega de 24 a 27 semanas con el fin de extender la sensación de verano.

No obstante, mantener dos horarios durante el año, para algunos líderes de opinión podrían generar más costos que beneficios. Según un artículo publicado por la periodista Janan Jay en la revista Stuff, los neozelandeses se quejan permanentemente de la sensación de jet lag a la que se someten cada vez que se produce una modificación de esta índole. “La evidencia económica del horario de verano en estos días es muy variada. Sabemos que pagamos un precio por el cambio y la productividad parece disminuir en esos días que adelantamos o retrocedemos la hora”, sostuvo.

En esa línea, afirmó que incluso los principios de ahorro que sustentaron el cambio de horario en un comienzo, hoy no tendrían validez en el contexto de los patrones de consumo actuales. “Los efectos económicos durante el período de ahorro energétido es débil, incluso algunos estudios sugieren que cualquier ahorro en el uso de luz en las mañanas se ve compensado por un mayor uso del aire acondicionado en verano”, explicó.

De igual manera, aunque el ahorro energético sea cuestionado como el motivo principal para mantener la coexistencia de dos horarios durante el año, los neozelandeses prefieren aprovechar una hora extra de luz y que el sol acompañe el trayecto desde el trabajo al hogar. Adicionalmente, al stress que genera el cambio de hora se suma la posibilidad de alterar el reloj biológico. Según Stewart Tepper, médico y académico de la Universidad de Cleveland en un artículo publicado en la revista Everyday Health, la luz del día sincroniza el ritmo cardíaco, por lo que a los dolores de cabeza se suman problemas de sueño en verano que podrían producir estados depresivos.

Ley que pese a las críticas se mantiene sin contratiempos

Pese a todas las críticas provenientes desde el mundo de la ciencia y la propia ciudadanía, la Ley de Horario de Verano de Nueva Zelandia sigue en pie modificando la hora. Pese a los cambios realizados el año 2007 para que el día de cambio no coincida con la Semana Santa, la ley sigue con el mismo espíritu de dividir el año en dos estaciones temporales. Aunque existen más críticas que razones para mantenerla, la intención de un horario diferenciado ha prevalecido en el tiempo por dos razones fundamentales.

En primer lugar, las compañías eléctricas neozelandesas comprueban año a año que el consumo de energía disminuye un 3,5 por ciento cuando comienza el horario de verano, mas aún, durante la primera semana del cambio el consumo máximo nocturno cae aproximadamente un cinco por ciento. Si bien la utilización de aire acondicionado durante los días de calor puede compensar el ahorro realizado al apagar la calefacción, en amplios sectores del país, sobre todo en los territorios del sur, el calor no es suficiente como para utilizar sistemas de enfriamiento.

En segundo lugar, tener mañanas iluminadas reduce accidentes de tránsito. Esta medida es respaldada por un estudio realizado en 2007 por Paul Fischbeck y David Gerard de la Universidad Carnegie Melon de Estados Unidos, donde se demuestra que durante la oscuridad existe un 186 por ciento más de riesgo de ser atropellado por un automóvil por cada milla recorrida.

Horas y cambios en la realidad chilena

Como bien es sabido, la situación del cambio de hora en nuestro país ha pasado por distintas etapas, de tener un horario de verano parecido al que mantiene hasta hoy Nueva Zelandia, el 2015 se decidió mantener el mismo uso horario en el territorio de Chile continental. Luego de varias presiones por parte de la ciudadanía, el 2016 se reanudó el cambio a partir del mes de mayo hasta septiembre, decisión que se tomó para todo el país, salvo para la región de Magallanes que a partir de 2017 decidió que mantendría el mismo horario de verano durante todo el año.

Esta situación fue cuestionada nuevamente en el Senado, cuando el 9 de mayo de 2018 un grupo de científicos chilenos presentaron a la Comisión de Salud de dicha corporación un documento donde dan cuenta de los problemas a la salud que genera el cambio de horario por lo que proponen mantener el horario de invierno durante todo el año, aduciendo que el reloj biológico requiere de luz día para despertar. Por su parte, el presidente de la comisión, el senador Guido Girardi manifestó que le parece inaceptable que se generen patologías por causa de esta situación por lo que propuso mantener el horario de invierno que empezó el 12 de mayo de 2018.

Una postura similar tiene Paula Bitsch, psicóloga clínica infanto juvenil del Centro de desarrollo infantil Singularis de la ciudad de Punta Arenas. En su opinión, pese a que los trastornos del ánimo son problemas multifactoriales que no dependen solamente de la luz del sol, y pese a que tampoco se ha hecho un estudio en la región de Magallanes donde se compare la situación anímica de las personas antes y después del cambio horario, reconoce que amanecer con luz sí beneficia a los niños. “El llamado horario de invierno que es el que tenemos ahora en Magallanes va mucho más acorde con los ritmos fisiológicos de las personas y es más acorde con el ritmo circadiano. En cambio si las personas salen y llegan de su casa con luz, se puede conciliar un sueño más saludable”, señaló.


Comentarios

NOTA: como parte de su misión de promover el debate informado, respetuoso, tolerante e inclusivo, que permita vincular la labor de nuestro Congreso Nacional con la ciudadanía, la BCN se reserva el derecho de omitir comentarios y opiniones que pudieren afectar el respeto a la dignidad de las personas o instituciones, en pos de una sana convivencia democrática.

Videos AP

Selección de videos sobre Asia Pacífico