Annie Court: La experiencia de vivir en el campo chino

Pese a que las imágenes de China más conocidas en occidente son las de las grandes ciudades, el área rural de aquel país alberga a más del 57% de su población, vale decir unos 760 millones de personas. No obstante, vivir en un pequeño pueblo en China no es algo que mucho chilenos puedan contar dentro de sus vivencias, y que esté en pleno campo menos aún. Es por ello que el Portal Chile Asia Pacífico conversó con Annie Court, una compatriota dueña de casa que junto con su marido se fue a vivir esta aventura al pueblo de SanMen, un lugar donde el tiempo pareciera no transcurrir.

La llegada a China

Llegué a China en el mes de abril de 2007. Este largo viaje lo hice junto con mi marido, dejando atrás a nuestras familias, amigos (nuestro hijos son grandes y tienen sus vidas propias) y a la bella y querida Viña del Mar. La ciudad que elegimos para instalarnos es SanMen, donde mi esposo trabaja supervisando la construcción de cuatro buques mercantes.

Ambos veníamos muy ilusionados a vivir en este gran país por todo lo que habíamos leído y escuchado, pero el gran shock se dio al darnos cuenta que estar aquí era totalmente diferente a lo que esperábamos. Creíamos que todavía existían vestigios de la China antigua, pero sólo quedan unos pocos resabios de ella en ciudades como Beijing, Shanghai o Hangzhou. La realidad era muy diferente.

La China a la que llegamos era un país en pleno desarrollo, donde en los últimos años hemos visto un explosivo crecimiento, estar aquí es algo verdaderamente impresionante. Hoy se puede ver mucha construcción, por ejemplo los edificios en Shanghai son cada vez más altos y las carreteras están cada vez más modernas, hay trenes rápidos, etcétera.

El fuerte contraste cultural chino

Uno de los impactos más fuertes de estar en China es el idioma, yo lo calificaría de endemoniadamente complicado en la fonética, cansador y ruidoso, además que siempre parece que estuvieran peleando. Por si fuera poco en el lugar donde vivimos nadie habla inglés ni mandarín, sino un dialecto local, por lo que las actividades comunes se hacen muy difíciles.

Otro impacto a nivel cultural y educacional, es que considero que en esos ámbitos están a años luz de occidente. Nadie se imagina como viven, comen y manejan los chinos. A ellos no les afecta si un extranjero los mira por lo que hacen, todo lo contrario, lo encuentran divertido y se ríen de todo.

También quisiera mencionar que aquí no existe la "paciencia china”, somos nosotros los que tenemos que comprenderlos. Los habitantes son muy comunitarios, no como nosotros, que somos individualistas. Ellos son bruscos y curiosos como niños, apurados para todo, como si tuvieran que ir más rápido, ¡no se a dónde!, pero así es, especialmente cuando manejan, para nosotros es casi imposible conducir en este país. De todas formas logramos sacar licencia china. 

Pero no hay que malinterpretar, creo que son gente muy inteligente, con otras costumbres, mucha historia, orgullosos de ser chinos, pero muy sucios. A nosotros no se nos ocurre andar escupiendo en la calle o tirando gargajos a diestra y siniestra, tampoco tirar la basura en la calle, pero a ellos sí.

Lo que le pasa es que a los chinos los pilló el desarrollo con poca educación. Sólo la generación que está saliendo de la Universidad, o que lo ha hecho recientemente y que sabe otro idioma, puede trabajar con los extranjeros y de paso hacer negocios. Es a estos últimos a los que les va muy bien, y se supone que las nuevas generaciones serán aún mejores que los actuales universitarios.

Vivir en el pueblo de SanMen (China)

Vivo en el pueblo de SanMen, que está ubicado a 430 kilómetros al Sur de Shanghai, con una población de 500 mil habitantes, donde hay sólo 15 extranjeros, dos somos mujeres (una norteamericana y yo), y no hay muchas cosas para entretenerse. Afortunadamente el equipo de trabajo de mi marido, compuesto de tres chilenos y un argentino, son todos muy simpáticos, así que tratamos de inventar eventos sociales o paseos a otros lugares cercanos para conocer la localidad.

Mi diario vivir, fuera de hacer las cosas de la casa -ya que no tengo ayuda por problemas del idioma- es leer mucho, pintar en acrílico, ir de compras, tomar clases de chino mandarín tres veces a la semana y dictar clases de inglés en un colegio especial para este idioma (lo que en Chile llamaríamos Instituto). Así que finalmente, y a pesar de las limitaciones, no me aburro y me mantengo activa.

SanMen, un entorno de muchos contrastes

Muy cerca del pueblo están construyendo una planta nuclear y ahí trabajan varios americanos, además hay muchas fábricas de diferentes productos, como por ejemplo de automóviles. Por otro lado, estamos rodeados de cultivos de arroz, cerros con plantaciones de té, granjas de patos, en fin… campo por todos lados.

La ciudad cercana más grande queda a una hora y media en auto, se llama Ningbo y es una gran metrópoli cruzada por dos ríos. Cuenta con zonas muy occidentalizadas, con buenos hoteles y supermercados, donde vamos muchos los fines de semana a refrescarnos del ambiente del pueblo.

Lo que China deja en el alma

En China nos hemos acostumbrado a la tranquilidad de vivir en un país sin delincuencia, donde todo es tomado con calma, a lo mejor con demasiada, pero hace pensar en lo bueno que es vivir en paz y armonía con uno mismo y el propio espíritu

Los que vengan a China, tendrán distintas experiencia y lo que saquen de aquí, dependerá de que estén dispuestos a encontrar una cultura tan distinta a la nuestra. En nuestro caso –mi marido y yo- somos muy aventureros.

China es en sí una gran aventura, y lo que aquí he contado es sólo un barniz de lo que ha sido nuestra vida este gran país. En todo caso, ha valido la pena el sacrificio y creo que la experiencia ha sido realmente extraordinaria. Al final te acostumbras a ver tanto chino…Zaijian!!!!