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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Chile, América Latina y el Caribe: entre la rivalidad y la cooperación

06 septiembre 2020

(Por Ignacio Araya Heredia)* En medio de las tensiones entre el gigante asiático y Estado Unidos, los desafíos que existen en la actualidad tanto para Chile, como para América Latina y el Caribe, se pueden resumir en dos grandes categorías: desarrollo económico y fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos.

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En una reciente entrevista, Joseph Nye sostiene que “Estados Unidos tiene que darse cuenta que la relación con China no es la de una Guerra Fría”, argumenta en esta entrevista que simplificar el mundo en bipolar, multipolar o unipolar no refleja lo que es hoy y que hay áreas donde un país puede dominar, pero ese liderazgo no es exclusivo en todos los ámbitos. De esta manera, el poder económico, por ejemplo, es compartido entre China, EE.UU y Europa.

Aunque las relaciones bilaterales de Estados Unidos y China estén muy desgastadas y nos hagan suponer que estemos entrando en una fase de guerra fría, este estado de ánimo se explica mucho más por las elecciones norteamericanas y cómo Trump, hábilmente, definió la campaña en torno a la enemistad con China, y muy particularmente, utilizando una narrativa contra el Partido Comunista de China, arrastrando a todos a este estado de ánimo. Un ejemplo de esto, es el reciente discurso en la Biblioteca y Museo Presidencial Richard Nixon del Secretario de Estado, Michael R. Pompeo titulado “La China comunista y el futuro del mundo libre”. Todas las elecciones en las democracias representativas requieren movilizar electorados más por la emoción que por la razón. Por cierto, un escenario de guerra es justamente lo que busca Trump y compañía.

A su vez, Josep Borrell -alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad Común- en un artículo publicado hace poco argumenta que “aunque algunos analistas hablan de nueva guerra fría, este marco teórico resulta engañoso. EEUU y la URSS nunca estuvieron tan interconectados como lo están hoy chinos y estadounidenses”. En consecuencia, siguiendo a Joseph Nye y Josep Borrell, asumir el diagnóstico sobre una guerra fría 2.0 es precipitado, y en el peor de los casos, definir las diferencias entre Estados Unidos y China en clave de guerra, sería caer en la agenda de Trump. Si asumimos un diagnóstico sobre una guerra fría, ¿no nos estamos alineando con ellos? Ese escenario es desfavorable para los intereses de América Latina y el Caribe, y muy especialmente para Chile. Nuestro comercio exterior depende de los tres grandes mercados: China, Estados Unidos y la Unión Europea. Podríamos suponer, entonces, que lo lógico sería buscar nuevos mercados, por lo que una alternativa sería la India. Pero desde la firma del Acuerdo de Alcance Parcial en 2006, las exportaciones de Chile a India han bajado, de US$2.200 millones en 2007, a US$1.319 millones en 2018.

Con todo, sería una ilusión pretender que no existe un claro choque de intereses entre los dos principales países del mundo. La diferencia radica que el siglo XXI tendrá no solo rivalidad, sino también, cooperación. En el cual habitarán mundos uni, bi y multipolares, con agendas muy variadas, levantadas tanto desde organismos internacionales como desde los propios países (Agenda 2030, Nueva Ruta de la Seda, etc.). Y habrán veces que no será la causa de ningún país en particular. El cambio climático es uno de ellos, por ejemplo.

Además, a esas agendas, se le deberá incorporar los niveles del despliegue diplomático que traerá la política de exterior de los países. Estos niveles son multilateral, bilateral y subnacional. Donde la inserción de las ciudades y las provincias en la escena internacional está cobrando mayor relevancia.

Por lo que el riesgo que implica asumir una posición de neutralidad o equidistancia respecto de las potencias es reproducir en el sistema internacional una guerra que es ficticia, y en consecuencia, podría terminar disminuyendo nuestras alternativas de acción, llevando a inmovilizarnos frente a desafíos que son claves para América Latina y el Caribe, y por su puesto, para Chile. El mismo Borrell en su artículo sobre la posición de Europa frente al escenario mundial argumenta que “independencia frente a dos competidores/rivales no significa equidistancia”.

Los desafíos que existen en la actualidad tanto para Chile, como para América Latina y el Caribe, se pueden resumir en dos grandes categorías: desarrollo económico y fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos. Lo primero es un anhelo histórico de la región y que se ve fuertemente truncado por la pandemia, ya que ésta impactaría en la economía mundial, llevándonos a la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Mientras que lo segundo, es el marco de gobernabilidad que nos permite avanzar aceptando diferencias.

Estos son los dos ejes que debieran movilizarnos para proyectarnos en las heterogéneas agendas y los diferentes niveles gubernamentales de acción existentes en el mundo de hoy, y no necesariamente en contra de dos países, aún conscientes de la rivalidad y cooperación que traerá el siglo XXI.

Ignacio Araya Heredia es cientista político de la Universidad Diego Portales. Magíster en Gestión Pública, Renmin University of China. Doctor en Relaciones Internacionales de la Central China Normal University.

“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, el pensamiento del Observatorio Asia Pacífico BCN”.


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