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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Articulación entre los Bancos del Desarrollo y los Bancos de Exportación en el Asia Pacífico

16 octubre 2022

(Por Andrés Bórquez y Jael Cortés)* A diferencia de América Latina, los países del Asia optaron por reformar sus economías a favor de un modelo exportador sin abandonar las políticas industriales. Los gobiernos asiáticos articularon estas variables como políticas complementarias. Esto se traduce en términos operacionales en la apertura de dos instituciones de financiación estatal.

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Asegurar el acceso a las empresas locales de financiación concesional ha sido una de las constantes de la política de desarrollo implementada en la cuenca asiática del Pacífico. 10 de los 13 países de esta subregión cuentan con instituciones financieras estatales concentradas en apoyar el desarrollo de capacidades productivas y fortalecer la vocación exportadora.

Los orígenes datan de la década del 50, como por ejemplo el Banco del Desarrollo de Corea del Sur y el Banco de Inversión y Desarrollo de Vietnam. Sin embargo, estas instituciones están lejos de quedar obsoletas, han sabido adaptarse, articularse entre ellas y complementarse con otras fuentes de financiamiento internacional.

A diferencia de América Latina, los países asiáticos optaron por reformar sus economías a favor de un modelo exportador sin abandonar las políticas industriales. Los gobiernos asiáticos articularon estas variables como políticas complementarias. Esto se traduce en términos operacionales en la apertura de dos instituciones de financiación estatal. Por un lado, están los Bancos del Desarrollo, los cuales ponen atención en el financiamiento de procesos productivos y de innovación. Por el otro, se encuentran los Bancos de Exportaciones que se ocupan de fortalecer la internacionalización de los productos y servicios nacionales.

Los Bancos del Desarrollo se basan en instituciones focalizadas en robustecer el desarrollo de capacidades industriales mediante líneas de créditos y transferencias financieras de origen público hacia las empresas nacionales seleccionadas. En un comienzo, el rol de las instituciones financieras puso especial atención en suministrar y administrar capital para ayudar a grandes conglomerados.

En la actualidad, su acento se centra en apoyar a las medianas empresas para que puedan insertarse en las cadenas de suministro internacionales y en la generación de nuevos servicios. En esta configuración, los bancos del desarrollo han desempeñado en Asia un papel crucial en los sectores estratégicos que requieren capital intensivo y de largo plazo, apoyando la generación de capacidades y construyendo una base de conocimiento para el desarrollo de nuevas industrias.

Por su parte, los Bancos de Exportación tienen como propósito principal apoyar la internacionalización de su producción exportable, proporcionando préstamos concesionales y fortaleciendo el posicionamiento internacional. Las ayudas para la exportación constituyen el principal pilar de estas instituciones, pudiendo adoptar la forma de créditos, seguros o garantía de cobertura.

Los bancos de exportaciones buscan equipar a las empresas locales con las herramientas financieras y técnicas necesarias para competir por las ventas globales. En algunos casos, estas instituciones han ido apoyando proyectos de desarrollo logístico y portuario que permita asegurar la competitividad de las exportaciones.

Esta mirada heterodoxa y el énfasis puesto en las políticas industriales ha generado que países como Japón, Corea y China hayan logrado transformar sus estructuras comerciales y productivas, pasando de economías basadas en la agricultura y en industrias ligeras como las textiles, a potenciar industrias enfocadas en la fabricación de equipos eléctricos, la industria automotriz y el sector servicios. Los frutos de esta estrategia no sólo han significado la producción de bienes con alto valor añadido, sino que también han fomentado la diversificación de sus respectivas canastas exportadoras.

Asimismo, estos países han obtenido cierto grado de independencia económica y tecnológica. Se ha generado un modelo de crecimiento basado en la innovación junto al desarrollo de marcas locales que de manera gradual han logrado ser competitivas a nivel internacional.

Además, se incrementó la capacidad productiva, se han consolidado las capacidades tecnológicas nacionales y se ha logrado una modernización industrial. Por el contrario, muy distinto es el panorama en países latinoamericanos, en donde la economía sigue basándose y dependiendo de la extracción de materias primas y en la elaboración de productos ubicados en los escalones más bajos de las cadenas globales de valor.

Tanto los bancos del Desarrollo como los Bancos de Exportación han sabido actualizarse y están lejos de ser una herramienta sin vigencia. En la actualidad, incorporan altos estándares en la recaudación internacional mediante la emisión de bonos financieros industriales y han ido combinando sus capacidades de financiamiento con instituciones regionales como el Banco Asiático de Desarrollo y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura.

Pese a que la implementación de ambas entidades ha obtenido indudables logros en los países del Asia Pacífico, también conllevan desafíos. En primer lugar, una ejecución eficiente va de la mano de una alta capacidad estatal. Identificar, seleccionar y supervisar a cuáles empresas nacionales e industrias fomentar requiere de una élite estatal altamente cualificada no sólo en temas de administración pública, sino también en conocimiento técnico de las áreas a desarrollar.

Igualmente, se vuelve vital incorporar instituciones afines para llevar a cabo dichas tareas, como en su momento lo fue el Ministerio de Comercio Internacional e Industria (MITI) en el caso de Japón o el Ministerio de Comercio en el caso chino. Además, la disponibilidad selectiva a la financiación puede generar ineficiencias en la economía de un país al inhibir la competencia. Con el fin de evitar la corrupción, el burocratismo y la pérdida de incentivos, el Estado requiere velar por mantener la competencia en un nivel tan alto como sea consistente con los objetivos establecidos.

En segundo lugar, se requiere tener una base de capital humano con conocimientos específicos de las industrias o áreas seleccionadas. Por ejemplo, en el caso de China, para la creación de marcas de automóviles autóctonas no sólo se requirió de apoyo financiero estatal, sino que también fue necesario el reclutamiento de ingenieros especializados en áreas similares a la industria automotriz o que tuvieran experiencia trabajando en colaboración con los grandes fabricantes extranjeros. La formación de capital humano también debe ser coordinada de manera estratégica y requiere una visión a largo plazo.

Por último, es clave que estas instituciones incorporen, al momento de la financiación, una visión de economía verde para garantizar un crecimiento sostenible y sustentable para las generaciones futuras.

* Andrés Bórquez es coordinador del Magíster en Desarrollo y Cooperación Internacional del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile; y Jael Cortés es investigadora doctoral de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS), Universidad de Londres.

“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, el pensamiento del Observatorio Asia Pacífico BCN”.


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