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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

La Comisión Australiana de la Productividad y su rol en la calidad de las políticas públicas

05 enero 2023

Más que la elaboración de informes o análisis específicos, la labor de esta institución es entregar información confiable para que tanto el gobierno central como los gobiernos locales tomen acciones sobre problemas económicos, pero también sociales y ambientales.

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Aunque su nombre alude a la productividad como un foco central, esta agencia asentada en el Tesoro australiano tiene una marcada vocación orientada a la mejora de la calidad de las políticas públicas. Entre sus elementos característicos está la entrega de recomendaciones independientes, transparentes y con incidencia en la comunidad. Más detalles de esta institución, en la siguiente nota.

El problema de los productos no auténticos y su amenaza al mercado

La cultura ancestral de los australianos ha sido uno de los principales atractivos del país oceánico, tanto para turistas como residentes, sin embargo, el mercado asociado a las artes de estos pueblos está desdibujándose frente a las imitaciones. en consideración de esta tendencia y con el objetivo de combatir el arte indígena falso, la Comisión Australiana de la Productividad recomendó al gobierno la necesidad de una ley que garantice los derechos culturales de los pueblos aborígenes. Esta recomendación explicada en un informe publicado en diciembre de 2022, da cuenta de una situación preocupante, ya que, aproximadamente la mitad del consumo de artesanía indígena provino de productos no indígenas.

De esta manera, las ventas totales de artes visuales y artesanías de los aborígenes e isleños del Estrecho de Torres llegaron a los 250 millones de dólares australianos entre 2019 y 2020. Cerca de 35 millones corresponden a ventas en centros de arte y 80 millones en formato de souvenirs. Así, 54 millones de estos 80 millones terminaron adquiriendo productos de autoría no indígena.

Más aún, el informe señala que este fenómeno no es nuevo, y que más bien es de larga data. “Los vendedores y algunos compradores se han estado beneficiando del comercio de productos no auténticos. Estos productos tienen la capacidad de desplazar las ventas de productos auténticos, privando a las comunidades de ingresos, además de inducir a error en los consumidores, ya que socava la confianza en el mercado”, indica.

En efecto, la recomendación se centra en una solución legislativa, esto es, la necesidad de un esquema de etiquetado que identifique a aquellos productos auténticos de los que no lo son, pero también a establecer mayores protecciones para el arte y sus manifestaciones culturales por parte de las comunidades indígenas del país oceánico.

Más allá de la productividad

El problema señalado por este informe es una muestra de la forma cómo la Comisión Australiana de la Productividad contribuye en el proceso de formulación de políticas públicas. Su propia descripción institucional alude a su carácter de órgano consultivo, esto es que no lleva adelante programas para ejecutar proyectos, sino que más bien asesora al gobierno central y a los gobiernos locales en los territorios mediante la entrega de información independiente y de calidad, expresadas en ideas y análisis.

Esta comisión se encuentra al interior del Tesoro australiano y sus actividades tocan áreas de todos los niveles del gobierno, de manera tal que atiende asuntos económicos, pero también sociales y ambientales. Según Raimundo Roberts, asesor legislativo en materia de ciencia, tecnología e innovación de Asesoría Técnica Parlamentaria de la BCN, esta agencia tiene dos características principales, en primer lugar que no se orienta solamente a la productividad sino que asesora en un amplio rango de políticas públicas. En segundo lugar, las recomendaciones realizadas por esta comisión deben ser consideradas por los gobiernos, no pueden quedar como meras declaraciones.

Esta característica es claramente expuesta en la publicación “Comisiones Nacionales de Productividad: Lecciones de Chile, Australia y Nueva Zelanda”, desarrollada por los economistas Edgardo Cerda, Patricio Meller y Raúl Sáez, en el marco de un proyecto impulsado por Cieplan. En ella se expresa que cuando las recomendaciones quedan solo en el papel, la existencia de una Comisión “carece de sentido”. En consecuencia, “una CNP efectiva debería estar en posición de influir en el proceso de formación e implementación de políticas públicas”.

En la misma línea, y en relación al caso australiano, la publicación señala que todos los estudios que incluyen recomendaciones “son mandatos para el gobierno”. En ese sentido, bajo esta modalidad asegura que los gobiernos no sólo escuchen sino que reaccionen ante las recomendaciones formuladas. Pero también la Comisión en su labor de brindar asesoría neutral, recibe pedidos para realizar estudios, que también dan como resultado la publicación de recomendaciones.

Cabe destacar que tres de las características principales de esta comisión es que para incidir en el debate público y la formulación de políticas, requieren de Independencia, transparencia y perspectiva de toda la comunidad. Con independencia se refiere a que tiene su propia asignación presupuestaria y dotación de personal de carácter permanente, de manera tal de operar con distancia de otras agencias de gobierno.

En relación a la transparencia, toda la información está abierta al escrutinio público. En sus procesos se incorporan opiniones y comentarios mediante audiencias, talleres y foros consultivos. Finalmente, en relación a la perspectiva comunitaria, la comisión tiene una visión amplia que abarca la mayor cantidad de áreas de la economía, pero también de la comunidad en su conjunto, no sólo de grupos o intereses particulares.

Desafíos de la productividad y la labor de la comisión chilena

En nuestro país, desde febrero de 2015 que comenzó sus funciones la Comisión Nacional de Productividad (CNP) como parte de un conjunto de medidas del gobierno de Michelle Bachelet para precisamente mejorar la productividad a través de estudios con propuestas y recomendaciones. Asimismo, desde agosto de 2021 se ampliaron las funciones de esta agencia, pudiendo hoy asesorar al Presidente en “mejoras a la calidad regulatoria, evaluación de políticas y programas públicos”, señala el sitio web de la comisión.

Para Juan Guillermo Urzúa, Ingeniero Civil Industrial y académico de la escuela de Ingeniería Industrial de la Universidad de Valparaíso, el aporte de la comisión nacional es ha sido claro aunque aún existen desafíos. “Es positivo contar con instrumentos que nos permitan disponer de una fotografía del rendimiento y evaluación de la productividad nacional. Sin embargo, el aporte que en la práctica genera para mejorar la productividad y la calidad de las políticas públicas no es suficiente si no existe una integración real de todos los actores relacionados en la generación de las iniciativas. Sin integración, el aporte se enfoca en la evaluación de políticas públicas y no garantiza un mejoramiento”, afirmó.

En relación al estado actual de la productividad en nuestro país durante 2022, considerando que sería un período de post pandemia, aseguró que entramos un contexto de normalidad. “En el primer trimestre se puso fin a los retiros previsionales y se frenó el impulso de aportes fiscales a familias y empresas. Nos encontramos con un PIB cada vez menos afectado por este tipo de iniciativas. Por otro lado, el empleo comenzó a estabilizar su dinámica impuesta por la pandemia, por ejemplo, no se dieron medidas de restricción como cuarentenas y tampoco existió un uso de la ley de protección del empleo a niveles del 2021. Si bien estos elementos se redujeron considerablemente en comparación a años de pandemia, aún podemos ver efectos de estos sobre la productividad nacional. Si bien no a niveles del 2021 donde obtuvimos un aumento de la productividad, sin embargo, se espera que los resultados del 2022 estén situados en un contexto de menor incertidumbre”, agregó.

Por último, en cuanto a los desafíos que como país tenemos en este ámbito, comentó que en primera instancia tenemos el desafío de medir la evolución de la productividad considerando el ciclo económico completo que nos dejará la pandemia. “Pero también, en segundo lugar, el aprovechamiento de los elementos positivos que nos proporcionó la crisis sanitaria, cómo por ejemplo el uso de tecnologías. Las organizaciones tienen la oportunidad de ser capaces de implementar sistemas mixtos entre presencialidad y espacios virtuales. Y un tercer desafío sería la generación de políticas públicas que relacionen eficientemente la productividad con la calidad de vida de las personas”, sentenció.

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl


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