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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

El control de "olores ofensivos" en Japón frente a una población cada vez más sensible

11 abril 2023

La regulación de este tipo de contaminación se remonta a 1972, aunque ha tenido modificaciones para atender a un creciente número de quejas. Si bien ha sido efectiva a la hora de prevenir los olores generados por las industrias, hoy existiría una mayor sensibilidad por parte de la población a ciertos químicos utilizados en la vida diaria.

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La Ley de Control de Olores Ofensivos” establece áreas reguladas donde son las autoridades locales definen los estándares de regulación, especialmente de aquellas actividades o instalaciones con necesidad de ventilación o escape de gases. Paradójicamente, en la actualidad las denuncias no se concentran en el ámbito industrial, sino en el uso masivo de fragancias de ropa y suavizantes con micropartículas. Conozca más de este caso, en la siguiente nota.

Cuando el ocultamiento de los olores corporales se convierte en un problema mayor

No siempre los malos olores provienen de emanaciones residuales, también de fragancias y productos químicos que buscan precisamente eliminar el hedor corporal, principalmente cuando son aplicados en la ropa. Algo de esto es lo que se está viviendo en Japón, donde las quejas por parte de los nipones respecto de los olores repugnantes no viene de las pescaderías sino de la ropa colgada en patios, o más bien, a la mezcla de las fragancias aromáticas emitidas por las personas al interior de las oficinas.

Un artículo de Mizuno Reiko en Nippon, señala que esas fragancias se expresan en detergentes, ambientadores, aerosoles desinfectantes, desodorantes, antitranspirantes y perfumes, y muchas veces todo junto a la vez. Pero a esto se agrega el hecho de que cada vez hay más personas que sufren de sensibilidad química múltiple.

Esta enfermedad autoinmune, se suma a otras como el síndrome de fatiga crónica. En ambos casos, -afirma Reiko- la sensibilidad tiene relación con las sustancias químicas creadas artificialmente para crear los aromas que se incorporan en el lavado de las vestimentas.

Uno de los problemas -de acuerdo al artículo- radica en que existe una gran cantidad de estos compuestos químicos artificiales, por lo que es difícil la identificación de aquellos que causan los problemas. Más aún, en ciertos casos en donde los pacientes aducen deterioro de su salud, son descartadas por ser consideradas nerviosas.

Independientemente de lo anterior, entre 2014 y 2020 el Centro Nacional de Asuntos del Consumidor informó la suma de 928 quejas causadas por el olor de los suavizantes. El 78 por ciento de estas alertas provino de mujeres entre 30 y 60 años, quienes afirmaron haber desarrollado problemas de salud. Estos datos -comenta el investigador- serían una demostración parcial del problema, pues a nivel ambiental las consecuencias serían más graves.

Si bien el consumo de los productos con aromas artificiales recién se expandió en ese país a partir del 2000 cuando se produjo el arribo de una conocida marca de suavizante de telas proveniente de Estados Unidos, la proliferación de otras marcas con aromas florales más dulces y más duraderos se explica por la obsesión de los japoneses por la limpieza. A pesar de sus altos precios, estos productos son adquiridos en masa para eliminar el olor corporal.

¿Qué consecuencia ambiental ha tenido esto? Principalmente, que la mezcla de sustancias para crear aromas populares ha configurado un nuevo tipo de contaminación odorífica u olfatoria. Más aún, todo ello se agrava ante el hecho de que las microcápsulas para aumentar la fragancia, frescura y fijación son elaboradas mediante una tecnología que, "revientan" con cada movimiento o roce de la tela.

Estas microcápsulas liberadas son microplásticos y monómeros de resina sintética de molécula única que poco a poco están contaminando el ambiente. De hecho, hay grupos de ciudadanos que están presionando al gobierno para medir los compuestos volátiles emitidos por los suavizantes y hacer pruebas de toxicidad por inhalación. Pero también piden que se prohíba el uso de microcápsulas y se alerte en instituciones educativas y público en general sobre las consecuencias de este problema.

¿Cómo se regulan los olores en Japón?

La regulación de los olores en Japón no es reciente, sino que se remonta a 1972 con la Ley de Control de Olores Ofensivos, cuyo objetivo es preservar el ambiente y la salud de las personas, lo que dio sus frutos cuando en 1993 se logró la menor cantidad de quejas. Sin embargo, desde ese año la cifra ha ido en aumento, al punto que en 2001 se produjo un récord de denuncias.

Un artículo de Toshiro Segawa de la División de Ruidos y Olores del Ministerio del Medio Ambiente de Japón, da cuenta de esta información y coincide con Reiko en que además habría una sensibilidad mayor a los olores generados en la vida diaria. Por esta razón, cuando se promulgó la ley, la regulación solamente se concentró en sustancias de olor ofensivo, sin embargo, en la medida que las quejas comenzaron a diversificarse, dicho marco legal se hizo insuficiente.

En aquel entonces, entre los olores que provocaron el alza de las denuncias se encontraban aquellas emanaciones provenientes de la industria de los servicios, como restaurantes, pero también de los hogares, mientras que las denuncias en contra de la ganadería y las plantas manufactureras fueron disminuyendo. ¿Pero cuáles son las características de esta ley para prevenir y prohibir la contaminación odorífica?.

El marco de la ley para los olores ofensivos ha tenido cambios en las últimas décadas y hoy se compone de los siguientes elementos: 1) Designación de áreas reguladas; 2) Establecimiento de estándares de regulación; 3) Inspección y mediciones; 4) Recomendaciones para las buenas prácticas; 5) Orden de mejora y; 6) Multa.

De tal manera, la designación de áreas reguladas se lleva adelante a través de un proceso iniciado por los gobiernos locales con base en las condiciones geográficas y demográficas -según Segawa- por lo que dentro de tales áreas definidas por las propias autoridades se regulan actividades comerciales, además de todo tipo de fábricas y talleres. Asimismo, las normas o estándares de regulación tienen un método para medir las sustancias de olor ofensivo.

Este consiste en la especificación de 22 sustancias que, mediante la utilización cromatográfica de gases, los gobiernos locales determinan los valores estándares y rangos específicos. Entre las sustancias se encuentran el amoníaco, ácido butírico, sulfuro de hidrógeno, tolueno, xileno, ácido valérico, trimetilamina, entre otras.

De esta manera, la regulación en Japón de los llamados olores ofensivos se realiza en una primera instancia a nivel local con el establecimiento de áreas reguladas que aplican especialmente sobre aquellas actividades o instalaciones con necesidad de ventilación o escape de gases, efluentes de salida y límite con zonas no industriales.

En consideración de esta experiencia podríamos preguntarnos ¿qué iniciativas se están impulsando en la realidad chilena? ¿qué problemáticas deben enfrentarse en la actualidad para contrarrestar la emanación de olores?.

Proyecto para reconocer y definir la contaminación odorífera

Un proyecto para crear las bases que reconozcan y definan la contaminación odorífera o contaminación por olores fue presentado en la Cámara de Diputadas y Diputados. Su autora, la diputada Francesca Muñoz, explicó la motivación detrás de esta moción. “El proyecto nace a propósito de una denuncia que hicieron vecinos de la comuna de Hualpén, que es parte del distrito 20 que represento. La denuncia es sobre malos olores que deben soportar a propósito de posibles externalidades de la planta ESSBIO, emplazada en dicha comuna. En su momento oficiamos a la autoridades sobre este problema, sin embargo, nos dimos cuenta que no existe una norma de rango legal que reconozca los malos olores como formas de contaminación ambiental. Por ello consideramos que es necesario que nuestra legislación avance en esa línea”, relató.

En caso de que esta iniciativa prospere, indicó cuál sería el organismo que debería ser el encargado de fiscalizar. “En nuestra opinión debe ser la Superintendencia del Medio Ambiente el organismo encargado de velar porque se cumpla la normativa, sin embargo, correspondería también al Ministerio del Medio Ambiente dictar los reglamentos y normas técnicas pertinentes para determinar en detalle los supuestos en los que se consideraría contaminación propiamente tal, de acuerdo a las mediciones y parámetros técnicos en cada caso”, agregó.

Por último, apuntó a quiénes cree que son los principales beneficiados en caso que se apruebe este proyecto. “Las personas que viven en sectores donde se registra este tipo de contaminación. La calidad de vida de los vecinos se ve severamente afectada cuando existe contaminación odorífera y creemos que debemos dar respuestas claras a esta problemática”, sentenció.

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl


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