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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

El coronavirus contra la tradición japonesa

09 agosto 2020

(Por Carlos Humberto Rozas)* El coronavirus impactó profundamente en los comercios tradicionales de Japón, teniendo un porcentaje importante que cerrar para siempre sus negocios, algunos centenarios. ¿qué consecuencias económicas tendrán las industrias gastronómicas y del entretenimiento después del COVID-19? ¿qué políticas públicas ha otorgado el gobierno central para ayudar a los emprendedores del “Cool Japan”?

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El nuevo Covid-19 o comúnmente conocido coronavirus colocó en jaque a toda la maquinaria comercial y el sector servicios, no solo de Japón sino del mundo. En el resto del mundo, los locales, restaurantes, el sector gastronómico en general y la industria no primordial tuvo que cerrar, por lo menos, un par de meses para poder frenar la escalada de contagios, que se propagaron por todo el planeta. En el caso del archipiélago nipón las cosas no han ido como se esperaban dentro del ámbito de las políticas públicas.

Recién el 9 de abril se estableció el estado de emergencia y el cierre de la mayoría de los comercios. Durante un mes y medio se cerró toda la industria gastronómica no esencial, varios restaurantes, izakaya, y bares típicos con el fin de prevenir el contagio del coronavirus, lo que fue un golpe muy duro para los dueños de aquellos lugares que le dan la mística que conocemos del Japón en occidente. Los puestos de Ramen en Hakata ya no abren, las ferias culinarias de Hokkaido se suspendieron, los locales en Tokio y las principales ciudades cerraron, pero no así las deudas y arriendos, que presionan día a día a los locatarios, quienes desesperados pidieron ayuda al gobierno, teniendo que buscar en el “delivery” un salvavidas.

A su vez, los salones de pachinko o juegos de azar, han estado luchando codo a codo contra el coronavirus, siendo un ejemplo para el mundo debido a que, pese a ser lugares cerrados (una de las causas del contagio masivo), mantienen códigos sanitarios adecuados, impidiendo un brote de contagios en las instalaciones. Pese a eso, su número ha disminuido desde marzo a la fecha, y decenas de locales que tenían más de 500 máquinas han ido a la quiebra. También los teatros no han abierto desde que el gobierno japonés les sugirió por precaución no tener más obras en cartelera. Muchos teatros en Japón están cerrados desde el 26 de febrero, inclusive, perdiendo la industria más de 330 mil millones de yenes y más de 81.000 eventos masivos suspendidos o cancelados, lo que ha sido un gran golpe a la industria del entretenimiento.

La respuesta del gobierno ante estos cierres y pérdidas de patrimonio cultural fue ambigua, ni el gobierno central ni los gobiernos locales han tenido una respuesta satisfactoria. En un principio se sugirió el cierre de los centros de entretenimiento, pero no ha habido ayuda estatal para palear sus costos. Principalmente el argumento es que los impuestos no pueden (o no deberían) cubrir ese tipo de pérdidas. Recién a finales de abril se establecieron algunas políticas de subsidios para los pequeños propietarios y las cooperativas de ahorro y crédito bajaron sus exigencias para otorgar créditos a las personas que estaban manteniendo negocios culinarios y de entretenimiento. Aun así, la inseguridad económica persiste por los nuevos brotes, ya que la mayoría de la actividad comercial y económica se basa en pymes y pequeñas empresas.

Esta pandemia, sin duda, va a re-pensar el concepto de Cool Japan y la industria no convencional japonesa, ya que la quiebra y cierre de los comercios más tradicionales, de esos que en occidente se idealiza y admira, sin un salvataje estatal y sin aumentar el exiguo gasto actual del PIB en este tipo de industria, harían peligrar la confianza del Japan Trading Brand en desmedro de sus principales competidores. La política pública de incentivo al turismo interno, llamada de go to travel, impulsada a mediados de julio por el gobierno japonés, es un buen primer camino para frenar, en parte, la desesperación de los pequeños comercios, servicios y teatros, pudiendo dar recursos frescos a estos emprendimientos que tanto lo necesitan e incentivando el consumo interno. Aun así, el coronavirus dio un golpe directo a estos tipos de establecimientos, obligando a cambiar toda la perspectiva de la llamada cultura tradicional del Japón durante los próximos años.

*Carlos Humberto Rozas es autor de “Introducción a la Historia del Japón: Una mirada desde el fin del mundo” de Editorial Zero, 2020; es miembro de la Asociación Latinoamericana de estudios de Asia y África (ALADAA) y encargado del área cultural de Pro-Nihon (@pronihon)

“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, el pensamiento del Observatorio Asia Pacífico BCN”.


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