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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

La profunda conversión que enfrenta Japón frente al cierre de sus plantas nucleares

16 mayo 2012

El cierre de las plantas nucleares en Japón ha desatado una ola de especulaciones sobre la crisis energética que enfrenta la tercera economía del mundo. El gobierno actual de Yoshihiko Noda se enfrenta a la necesidad imperiosa de reemplazar el 30 por ciento de la electricidad, que consume el país con otras fuentes energéticas aún no definidas. Revisemos los pormenores de la anunciada crisis nipona.

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El cierre de las plantas nucleares en Japón ha desatado una ola de especulaciones sobre la crisis energética que enfrenta la tercera economía del mundo. El gobierno actual de Yoshihiko Noda se enfrenta a la necesidad imperiosa de reemplazar el 30 por ciento de la electricidad, que consume el país con otras fuentes energéticas aún no definidas. Revisemos los pormenores de la anunciada crisis nipona.

El cierre de los 54 reactores nucleares japoneses es una secuela más del terremoto y tsunami que desató la crisis nuclear de la central Fukushima el 11 de marzo del 2011. Junto con los escombros y la ardua labor de los japoneses para reorganizarse en tiempo récord, la crisis de Fukushima dejó una profunda sensación de vulnerabilidad y visión crítica hacia la energía nuclear en la población, un sentimiento que ya estaba anidado en la memoria de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki a fines de la Segunda Guerra Mundial (SGM). Por un lado, la tercera potencia en generación electronuclear después de Estados Unidos y Francia, revisa el espíritu económico que ha respaldado a su desarrollo nuclear desde 1966, versus la fuerte convicción de civilización que caracteriza a la sociedad nipona, y que exige que su política nacional apunte a un desarrollo limpio y seguro.

El cierre del último reactor japonés se llevó a cabo el 05 de mayo del 2012, con nada más que un plan de contingencia para contrarrestar la escasez energética. En él se incluye el ahorro de combustibles, aumento de los precios y un exhaustivo programa de apagones que afectarán a la población en plena época estival.

La vuelta a los combustibles alertó también a los ambientalistas, que temen que la emisión de gases se incremente con el uso obligado de contaminantes en una de las naciones más desarrolladas del planeta. Se trata de la primera vez que Japón funciona sin energía nuclear en 45 años.

En este nuevo impasse, la administración de Yoshihiko Noda, el sexto primer ministro de Japón en menos de seis años, trata de contrarrestar la desconfianza en la eficiencia de su sistema político y aplacar el descontento social, acatando una medida que, al mismo tiempo que apunta a los valores más altos, pone en duda la sustentabilidad de la ya golpeada economía japonesa. Aunque su administración ha planteado la idea de reiniciar algunos reactores después de una exhausta revisión, la idea parece tener poco respaldo. En el volátil ambiente político japonés estas determinaciones pueden ser causa suficiente para un cambio de gobierno. De hecho, su antecesor, el ex primer ministro, Naoto Kan, debió abandonar el cargo prematuramente bajo acusaciones de mala gestión durante la crisis nuclear en septiembre del 2011.

En el nuevo escenario sin plantas electronucleares, la idea de una dependencia externa se hace cada vez más clara en el tema energético japonés. Esto constituye un desafío cultural y económico para la sociedad nipona.

La profunda transformación de Japón


Contra los vaticinios más oscuros que los analistas de distintos medios han producido frente a la encrucijada nipona, la directora ejecutiva del Instituto de Estudios del Pacífico y del Índico de la Universidad Gabriela Mistral, Verónica Neghme, arroja un pronóstico más aterrizado de la situación. El pragmatismo que demanda el reemplazo del 30 por ciento de su consumo eléctrico, obliga a Japón a “importar energía en el corto plazo”. Este paso se suma a “las dificultades económicas que ese país enfrenta desde el año 2000, la disminución de las exportaciones por la crisis actual de Europa y la anterior de Estados Unidos”.

Esta combinación de factores negativos puede ser un cóctel intoxicante para cualquier economía. Pero en el caso de Japón, la solución pasa además por un cambio profundo. Pese a la crisis de estancamiento económico que afecta a su economía por más de una década, los inversionistas tienden a utilizar a la moneda japonesa como un instrumento de flotación financiera en medio de las tormentas cíclicas del mercado internacional. Esto hace que el yen se haya mantenido por años a niveles más altos de lo que la competitividad de la industria japonesa puede resistir. Neghme señala que “Japón es un país que se tiene que reconvertir en muchos aspectos económicos, y para ello la energía es fundamental”. Si la importación de energía es la solución al corto plazo, en el mediano "ya están trabajando en las energías limpias y renovables. Con la capacidad y calidad de trabajo que tienen, con su capacidad de innovar, estoy segura de que van a lograr tener una matriz energética. La voluntad está. Ya pasaron a ser la tercera economía mundial y no pueden recuperar el segundo lugar frente a China, por lo tanto requieren de la energía para no seguir cayendo”.

Otro desafío de la reconversión de Japón es intensificar su apertura económica. Esta tarea, sin embargo, pasa por aspectos culturales de una sociedad exitosa, organizada y autosuficiente, pero altamente insular. Neghme asegura que, aunque se trata de un pueblo admirable en muchos sentidos, hay que reconocer que en muchos aspectos se trata de “un país hacia adentro”. Esta característica resulta disonante en una tendencia mundial a la apertura y la globalización. Se complica además cuando la sociedad japonesa enfrenta problemas demográficos irreversibles. “La población activa va disminuyendo y se están quedando con población cada vez más vieja. Van a tener que hacer una política de inmigración que supla la necesidad de población laboral”, sostiene la académica.

Posible fuente de energía externa


El hallazgo de reservas de petróleo y gas en la estepa siberiana, ha convertido a Rusia en un actor aún más estratégico en el mapa de Asia Pacífico. Tanto Corea del Sur como China tienen contratos de abastecimiento con esta nación eslava, que participa además de las negociaciones sobre el programa nuclear de Corea del Norte.

Las relaciones entre Rusia y Japón se han mantenido estables a lo largo del tiempo, pero han tenido episodios de tensión en los últimos meses en torno a las disputadas islas Kuriles. En la nueva necesidad energética de Japón, esta discusión puede tener un nuevo tratamiento por parte de la administración nipona. Neghme señala que Japón tendrá que “hacer igual que China: apartar los conflictos externos para poder privilegiar su desarrollo interno. Japón está en plena reconstrucción en este momento. No tanto como fue en la SGM, pero la apertura económica va a ser crucial en esta reconstrucción. De todas maneras hay que considerar que no está sola, cuenta con el paraguas, no solamente militar, sino que económico y energético que les brinda Estados Unidos”.






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