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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Diputado Manuel Matta Aragay reflexiona sobre la ruralidad y la agricultura campesina

01 junio 2021

El parlamentario representante del distrito 18 de la Región del Maule, se refirió a la necesidad de atender las necesidades de las comunidades rurales con el fin de evitar el despoblamiento de los asentamientos campesinos y, con ello, la pérdida de su actividad productiva considerada de alta importancia para nuestro país.

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El diputado Manuel Matta es autor de un proyecto de resolución para que el Ejecutivo disponga de un estudio sobre el impacto de la migración rural hacia las ciudades. En este contexto, planteó la necesidad de avanzar en conectividad, principalmente en fibra óptica en las zonas rurales del Maule Sur, además de la cobertura en servicios básicos como alcantarillado, agua potable y sistemas de gas. Más de sus reflexiones, relacionadas con los ODS 2 y 11 de la Agenda 2030, en la siguiente entrevista.

Idea de un proyecto para disponer estudio sobre el impacto de la migración rural en ciudades

“Represento un distrito que tiene características ampliamente rurales. La ruralidad está presente e impregnada en todas las formas de vida que existen en el territorio del Maule Sur, aproximadamente de unos 16 mil kilómetros cuadrados y que tiene una población de alrededor de unos 300 mil habitantes. Se trata de una ruralidad algo más tradicional, vale decir, menos impregnada de la tecnología y sus nuevos progresos para trabajar la agricultura.

Estamos en un área de cultivos anuales sin presencia de tecnología. De manera tal que eso es importante para resaltar la ruralidad como modo de vida, porque más allá de ser un sistema de trabajo y producción, es una expresión de vida alrededor de la explotación de la tierra, pero que conlleva además un vestuario, un lenguaje, un folclore, una forma de vivir con la tierra. Son pocos los sectores productivos que tienen esta identidad tan especial como nuestra ruralidad.

Se podría distinguir perfectamente -y antes en forma muy nítida- un hombre o una mujer del campo, su lenguaje, su manera de expresarse, su cultura, su folclore, sus cantos, su música, sus bailes e incluso su manifestación hacia la religiosidad popular campesina. Es muy rica la ruralidad en nuestro país y no debe perderse a pesar de todos los embates que ella tiene hoy producto de las nuevas formas de progreso”.

Necesidad de mayor bienestar en las comunidades rurales

”Aún se podrían distinguir todos aquellos sectores urbanos que están inmersos en el mundo rural. Hay un curso de respetabilidad entre lo urbano y lo rural, porque ambos se necesitan, se condicionan, conviven y no veo claramente una alteración. Me refiero a que los poblados, aldeas, pequeños o medianos asentamientos. El tema está cuando esa migración rural se aleja de sus puntos de origen y van a las grandes urbes, o los grandes centros poblacionales, como la Región Metropolitana, el Gran Valparaíso o el Gran Concepción.

Evidentemente, ahí se produce una lejanía y se empieza a debilitar el nexo entre la ruralidad y este gran centro urbano que es muy fuerte, muy captador en la línea de la urbanización, pues muchas veces los aleja del valor rural. Si bien es cierto que queda una matriz, un alma original, pero en la práctica se va produciendo un distanciamiento real entre una cultura y otra.

Entonces, la ruralidad de por si no tiene para ofrecer hoy los medios que tienen los grandes centros urbanos, además de un conjunto de expectativas -y eso que hoy algo se ha ido emparejado- a pesar de que hoy los sectores rurales han alcanzado la luz eléctrica, por ejemplo, o el acceso a líneas de electrodomésticos, pero también se han mejorado los caminos con los cuales ellos acceden a sus escuelas, consultorios, postas, estaciones de enfermería.

Todo ese circuito ha mejorado en comparación a los tiempos cuando comencé siendo parlamentario en los años 90. El territorio de Linares y Cauquenes -que siempre he representado- mayoritariamente carecía de luz, algo tan básico. El problema es que no todos los sectores rurales alcanzan conectividad en temas como la telefonía o internet y en esto se puede avanzar con el programa de fibra óptica, pero evidentemente eso podría demorarse tres o cuatro años más.

Algo similar necesitamos en el acceso al agua, porque quienes viven en ciudades probablemente además de la luz cuentan con agua potable y alcantarillado, pero eso no es tan seguro en la ruralidad. Si tenemos luz, se ha avanzando en eso tremendamente, pero no es tan claro que tengan agua potable rural como los habitantes del sector urbano.

Otra necesidad a resolver es el gas. El gas de cañería es absolutamente imposible, pero en la ciudad se tiene por el solo hecho de instalarse, salvo que se esté en condiciones de mayor pobreza. Ello determina una preeminencia de lo urbano sobre lo rural, y esto ha ido, de alguna forma, cortando el crecimiento en los sectores rurales y hoy se empieza a dar cuenta de lo que en otros países de mayor desarrollo ha ocurrido”.

Desafíos para lograr comunidades más sostenibles

”"Los grandes centros urbanos implican una complejidad mayor al hablar de este punto, por las mismas relaciones que se dan cuando ya hablamos de asentamientos humanos de cuatro, tres, dos, cinco millones en las grandes áreas metropolitanas.

Pero si es posible, alcanzar el rescate de toda esa identidad rural, agraria o agrorural en los pequeños y medianos centros poblacionales, a través de sistemas que respeten educacional y culturalmente lo que es esa cultura desde donde nació Chile, porque el grueso de nuestras raíces es el valle central y el valle campesino por excelencia. Y esa identidad es la que de todas maneras también debe tener respeto, una acogida dentro de centros educacionales y centros culturales, y, al mismo tiempo, un sistema de viviendas que nos implicaría reconocer las vivencias rurales.

Ahí se construye según lo que alcanza, pero no necesariamente se rescatan aspectos patrimoniales. En vivienda estamos evidentemente atrasados, en la difusión de nuestras culturas campesinas, rurales, nuestros poetas, nuestros payadores. Creo que requieren de mucho más reconocimiento en todo momento, en todo lugar para mantener vigente lo que es una cultura adherida a un sistema de vida, de trabajo con el campo, porque ellos se identifican con eso, no con las ciudades ni los grupos industriales.

Otro aspecto es la educación y la cultura, con el fin de fortalecer todas las expresiones de las religiosidades, pero también las características propias de lo que debe ser la vida en el campo, lo que hoy muchas veces se construye, pero no se contempla como el huerto, no se contempla el lugar donde mantener en corrales sus animales.

Por otra parte, que también exista respeto por parte de las grandes forestales de este país, por La Araucanía, por el valle central y por el secano central de Chile, al menos desde Valparaíso al sur, hasta Arauco, BioBío, y podríamos continuar. A medida que se ha ido terminando la vida campesina y extinguiendo la flora y fauna, la introducción de especies evidentemente exóticas hace que toda nuestra flora y fauna terminen por irse, porque ahí no tienen cabida.

Hoy en algunos sectores aún practican la recolección de las callampas con la autorización de las forestales, y con eso indudablemente ellos se hacen un suplemento económico para vivir aquellos meses "azules", que son los que no existe mayor trabajo. Todos estos elementos evidentemente pesan sobre la vida rural”.

Hambre cero y agricultura sostenible

”Nosotros éramos grandes productores, graneros de leguminosas y todas las áreas de cultivos anuales -me refiero a los porotos, lentejas, garbanzos, chícharos- que han ido eventualmente reduciéndose a un nivel mínimo. Hoy hay fases de recuperación y la importancia de contar esos alimentos de forma soberana y no para establecer conflictos con países limítrofes, sino para nuestra propia seguridad alimentaria, se ha ido recreando algo que casi ha ido desapareciendo.

Actualmente, somos importadores de leguminosas, antes producíamos e incluso podíamos exportar, y eso ha ido decayendo, por ejemplo, en el secano por la expansión delimitada de las forestales. Si se toma una provincia pequeña que ha sido siempre esencialmente rural como es Cauquenes, de las 350 mil hectáreas que tiene la provincia 280 son básicamente forestales, y las que quedan obviamente están con problemas severos de agua.

Las especies exóticas son altamente consumidoras de agua en napas subterráneas, con las cuales van, de alguna manera, liquidando algo que era muy común, las leguminosas que aquí vivían. Pero también del pastoreo. Estamos hablando de ganadería menor, ovejas, corderos, cabritos porque los vacunos requieren otro talaje, otros espacios, otras aguas, que no se está en condiciones de tener. La verdadera cuenta rut del campesino será y sigue siendo contar con animales con los que puedan ir a la feria el día miércoles -esto ocurre en todas partes- y ahí los venden a 10 mil o 15 mil pesos. Hacen dinero y con eso van a comprar mercadería al almacén y regresan con esa plata en productos, y así van viviendo. Plata en efectivo no se tiene, pero sí el animal forma parte de una forma de tener dinero en el campo, pero son pequeños grupos ganaderos menores.

En esta materia algo ha hecho INDAP a través de los provenzales, que son estos proyectos para el desarrollo de la agricultura, en conjunto con los municipios. Naturalmente aquellos que están en los provenzales tienen que cumplir ciertos requisitos, de ahí que quede afuera todo aquel campesino que es mediero, arrendatario, minifundista, gente que vive de la fruta y todo ese tipo de sujetos que trabaja y viven de eso, y hacen maravillas con los berries, por ejemplo.

De esta actividad logran sacar un dinero que les permite más menos -y con otros complementos de trabajo- un cierto respiro para trabajar. Hemos planteado que los grupos agropecuarios del Estado, del Gobierno, vayan detrás de esos grupos también, que son muchos y que no tienen ningún tipo de ayuda, porque el único organismo que las da es INDAP.

El INDAP no recoge a los minifundistas, puede haber alguna situación por ahí, pero no es la línea que ellos establecieron, de superficie, de trabajo, de unidades de fomento y ahí evidentemente está muriendo al no tener ellos elementos. Está muriendo el núcleo familiar, como una mujer con tres hijos que se reparten una herencia, esa gente vive, existe, pero efectivamente son los pobres del campo que andan a medio morir saltando o tienen que salir a buscar trabajo en la temporada objetivamente hacia fuera. Hoy día también están compitiendo con los inmigrantes que son los que han llegado rápidamente a instalarse en este cuadro”.

 

 

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl


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