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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Divagando en torno a la crisis financiera (Parte 2)

19 noviembre 2008

Ya lo adelantamos en la Primera Parte de estas divagaciones. La crisis financiera se estaría convirtiendo en una yegua desbocada con comportamientos poco auspiciosos para todo el mundo. ¿Hasta cuándo seguirá suelta y con qué consecuencias?. Algunos especialistas especulan que inevitablemente desembocará en recesión mundial que ya comienza a sentirse en EE.UU como también en aquellos países directamente involucrados en sus políticas como Inglaterra, España, Francia, Italia, Alemania y desde luego Japón.

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Ya lo adelantamos en la Primera Parte de estas divagaciones. La crisis financiera se estaría convirtiendo en una yegua desbocada con comportamientos poco auspiciosos para todo el mundo. ¿Hasta cuándo seguirá suelta y  con qué consecuencias?. Algunos especialistas especulan que inevitablemente desembocará en recesión mundial  que ya  comienza a sentirse  en EE.UU como también  en aquellos países directamente involucrados en sus políticas como Inglaterra, España, Francia, Italia, Alemania y desde luego Japón. (De hecho, sus quiebras y  recortes de producción han provocado una escalada de despidos que suman  1.200.000 trabajadores en este año  y en sólo octubre, 240.000.). Otros aseguran que para el año 2009 habrá toda clase de  corcoveos violentos que terminarán aquietándose en no menos de  cinco años y otros más agoreros, anuncian que los actuales jinetes de la economía mundial serán desmontados aparatosamente. En realidad, los componentes de esta crisis son tantos y los actores son tan dispares que otear para adelante siempre será difícil por haber causas múltiples.
 
Aquí, otra vez, vale el pensamiento japonés con su juego global de causas y efectos. El mundo se movería  por “energías vitales” presentes en cada componente de la Naturaleza con una interacción  espontánea y permanente, generando fenómenos y hechos inesperados que ponen a prueba al hombre… también causa de cada desequilibrio. Por eso, cuando suceden,  los japoneses no pierden el tiempo repartiendo culpas sino organizándose para  enfrentarlos con esa exclamación tan propia: ¡Destino!. De ahí que el emperador Hirohito al declarar la guerra de 1941 no entró en recriminaciones sino sólo la justificó “por una necesidad que no podía ser de otra manera”. Utilizando este criterio, tendríamos que reconocer que cuando  dijimos que esta crisis tuvo su origen en la “burbuja inmobiliaria” de EE.UU sólo estábamos expresando  una verdad a medias. ¿Acaso no es razonable  pensar que detrás de este calamitoso  escenario debería  haber una enorme base de  energías oscuras y mandantes que no pudiendo mantener el  equilibrio precario en que se movían, tuvieron que dejar al descubierto esa punta del iceberg?. Bueno, esta sería la visión catastrófica de los acontecimientos que nos llevarían a una situación de caos mundial mientras los hechores principales buscarían  superar sus desmanes “sacando las castañas del fuego con la pata del gato” como ha ocurrido a través de toda la Historia. Pero –siempre hay un pero– el mundo actual no es el mismo del de hace treinta años y el reparto de fuerzas extremas tiende a equilibrarse dependiendo sólo de las coaliciones posibles. Las  varias potencias emergentes que han ido acumulando recursos a velocidades incontrarrestables, han ido  colocando sus piezas en posiciones estratégicas dentro del tablero de ajedrez mundial,   esperando  el momento de actuar y que, a lo mejor,  pudiera ser ahora.
De ahí el revuelo mundial que están provocando los diferentes bloques de poder o cooperación (como se quieran llamar) en sus reuniones de compactación y de definición de estrategias. Como primer actor tenemos al Grupo de los Veinte (G20) que ha corrido a reunirse y a seguirse reuniendo porque sienten que el piso se ha tornado resbaladizo. El G20 nació en Berlín en 1999 formando una comunidad de países desarrollados acompañados  de países emergentes, escogidos por el peso que están teniendo en los destinos de la economía mundial. En cuanto a sus propósitos, son los mismos del   G7 organizado a mediados de los 70 (después G8), buscando  la concentración y manejo  de todo el potencial económico mundial al interior de Occidente. Todos sus integrantes, además de ser gigantes occidentales que pisaban fuerte, agregaban como única excepción a  Japón,  visto como socio incondicional de EE.UU y  comodín estratégico para jugarlo en Asia. Luego, agregan a  Rusia, pero a esa Rusia supuestamente domeñada   sin Unión Soviética ni Guerra Fría. (Alemania, Canadá, EE.UU, Francia, Italia, Japón, Reino Unido… y Rusia). Con el fin del siglo XX, el sentido común les aconseja agregar a aquellos emergentes claves como lo son Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Turquía, Sudáfrica y la Unión Europea vista como bloque. Este conjunto constituiría una masa de choque imparable porque representaría cerca del 90% del Producto Interno Bruto Mundial (PIB), el 80% del comercio internacional y  los 2/3 de la población del planeta. Su orgánica se presenta como “informal” pero moviéndose dentro de un cuidadoso escenario de respetabilidad, sapiencia y representatividad de la voluntad mayoritaria del planeta porque sus opinantes  son Ministros de Finanzas y presidentes de los bancos centrales de los respectivos países. Aun más, no es raro ver en sus reuniones al presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y al presidente del Banco Mundial tal como ocurrió el 8 y 9 de este mes en su reunión anual realizada en Sao Paulo. Con sólo estos antecedentes podemos inferir el peso casi omnipotente que mostraría   este G20 en el manejo de las políticas monetarias globales, mucho más cuando los hilos conductores son movidos desde adentro con  conclusiones tomadas -no por votaciones democráticas- sino por  criterios económicos.
 
Hasta el año 2007 todo funcionó de acuerdo a lo previsto  pero la  crisis con sus brechas y la consabida pérdida de respeto y de confianza hacia los que la habrían provocado, dan a los emergentes la ocasión de sacar a relucir sus propias cartas de juego. Se escuchan sus voces y se asoman aristas filosas. Por ejemplo, en Sao Paulo hace su aparición  el Grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) que promueve  sus propias recetas para enfrentar la crisis mundial, exigiendo medidas drásticas para frenar  el manejo unilateral  de los organismos financieros rectores. Esto implicaría intervenir al FMI y el BM. Esta propuesta no sólo encuentra eco favorable en   los demás emergentes sino también,  en la propia Ministra de Finanzas de Francia al considerar que dichas instituciones se habrían  dejado llevar por tentaciones “imperialistas”. A ello se agregan ponencias de  ampliar el Grupo para hacerlo más equitativo en cuanto a intereses continentales como también, la posibilidad de promover el intercambio comercial con monedas distintas al dólar y hasta volver al trueque si hubiera acuerdo entre las partes. (¿Venezuela no ha sido criticada ácidamente por decir algo parecido?). EE.UU se apresura a solicitar una reunión extraordinaria para el sábado  15 en Washington a fin de profundizar y concensuar los temas vitales planteados en Sao Paulo. Para ello, el trabajo de “lobby”  preparatorio a esta “cumbre” (‘nemahuashi’ para los japoneses) se ha tornado febril,  buscando asegurar mayorías en cada tema, dándole derecho de  asistencia formal a España (que no es miembro) con el uso de un cupo cedido por Francia, convenciendo sobre los ajustes que se pudieran hacer a los organismos internacionales duramente criticados, sin  cercenarles sus potestades actuales, etc.. Además, asegurar la asistencia del trillonario chino que debería seguir el ejemplo japonés que ofrecerá un préstamo de 104.400 millones de dólares al BID. Sin embargo, esta estrategia podría resultar fallida porque China ha difundido señales  de no estar dispuesta a pagar culpas ajenas. De todos modos, los anfitriones ya han informado sobre la “unanimidad” de  criterios, la poca conveniencia de ampliar el grupo  y la pronta presentación de propuestas para frenar los efectos de la crisis mundial (¿?). (Al cierre de este escrito esta reunión ya se está realizando).
 
Pero junto al  G20 avanza el Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) donde Chile tiene cabida. También ha estado liderado por EE.UU y creado en 1989 frente a la creciente interdependencia de un comercio que se mueve a través del océano Pacífico. Buscaría instaurar un comercio abierto y una cooperación práctica dentro de la región. Supuestamente, representa a más de 2.500 millones de personas (41%), un PIB de unos 20 billones de dólares (56%) y el 49% del comercio internacional.  Lo integran Australia, Brunei, Canadá, Chile, China, Filipinas,  Indonesia, Japón, Corea, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papúa, Perú, Rusia, Singapur, Taipei, Tailandia, USA y Vietnam. (Con sólo  estos pocos antecedentes aportados y observando ambos Grupos, se hace muy difícil pensar ingenuamente que ambos se mueven dentro de  carriles diferentes con estaciones de llegada diferentes. Más bien, queda al descubierto una tupida red de hilos que se entretejen en todas direcciones  mientras parte de sus componentes aparecen en ambas orgánicas - China, Japón, EE.UU, Indonesia, Corea, etc. – y sus proclamados índices de influencias presentan indicadores traslapados que  sólo pueden tener  valores referenciales.  Su reunión XVI se hará efectiva el próximo 22 y 23 de noviembre en Lima. Aquí, podría quedar al descubierto ciertas  escisiones significativas  por la frontal arremetida que ya hace  China para constituirse en socio mayoritario en el intercambio comercial con América Latina. Para ello,   facilita  firmas de  tratados de libre comercio (TLC) con sus países y organizaciones de integración regional como Mercosur y Pacífico Andino. (Actualmente está negociando en América Central).
 
Pero esta maraña de jugadores e intenciones se complica aun más al incorporar a la cancha al ASEAN+3 ó G10+3 con una composición netamente asiática (Asociación de Naciones del Sureste Asiático), conformada por Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia, Brunei, Vietnam, Laos, Birmania y Camboya…  más  China, Corea y Japón.   Su primera organización fue lograda en agosto de 1967 con su objetivo de acelerar el crecimiento económico, fomentar la paz y la estabilidad regional. Sus primeros contactos externos  fueron con la Unión Europea (UE) sin logros significativos, situación que se está revirtiendo en la actualidad por el tremendo peso  que ha ido alcanzando en lo político y comercial. En estos momentos comercia con China un pacto de inversión bilateral que se firmaría en la Cumbre de Bangkok en diciembre próximo. Al mismo tiempo,  Japón ha firmado un TLC  con Filipinas mientras desempeña un importante  rol diplomático para superar o posponer desacuerdos entre los socios. Este ASEAN+3 presenta la gran ventaja que por las raigambres de una cultura común, puede llegar a alcanzar una enorme fuerza cohesiva  mientras se da a  la conducción de líderes fuertes y carismáticos. Si fuera así,  su presencia dentro del panorama mundial podría hacerse imparable. Y, aparentemente, camina hacia allá.  
 
Hasta aquí tenemos una hiper recortada visión panorámica de la dinámica mundial presente,  porque se ha dejado de lado toda la marejada  de  presiones y asociaciones que involucran e involucrarán a la India, a Rusia, Corea, Australia, países árabes, APEP, UE, comunidad judía, etc.. Pero, al menos, con estos poco antecedentes podemos constatar que aquí no hay simplismos posibles porque estamos inmersos en una enorme y laberíntica telaraña con más de una araña al asecho. Por tanto, cuando pretendemos enfocar una verdad siguiendo sólo el curso de una   línea, inevitablemente caemos en distorsiones de la realidad al dejar de considerar las múltiples “energías vitales” que en su dinámica  atraen, repelen y modifican todo lo que se les relaciona.
 
Y de Japón,  ¿qué podríamos decir?. Por su ubicación dentro del panorama mundial, creemos que está jugando un rol tremendamente complejo donde también se juega a si mismo. Desde el término de la Guerra del Pacífico, ese particular ‘giri’ (compromiso) que contrajo con EE.UU. ha seguido de alguna manera vigente. A pesar que tempranamente perdió su condición de deudor monetario y técnico y  condición de derrotado, continuó a su lado en forma casi incondicional, amarrado a tratados y convenios, como aval para sostenerlo económicamente y como  contribuyente en sus permanentes  políticas expansionistas y de control global. Uno de sus últimos desaciertos ha sido dejar que su nombre se manche con la  guerra de Irak aun cuando ahora, casi sigilosamente, estaría en un proceso de distanciamiento, haciéndose deliberante libre frente al mundo. Ejemplos recientes de estos esfuerzos son: a) la colocación en órbita del primer satélite de telecomunicaciones diseñado y fabricado en Japón que entregará señal de TV y dará otros servicios al Asia Pacífico sin tener que utilizar las plataformas norteamericanas, b) rechazo logrado por el partido opositor (PDL) del proyecto de ley que intentaba renovar el apoyo prestado a las tropas de coalición que operan en Irak, c) regreso de Irak de las tropas japonesas, d)  su manifiesta preocupación de acercamiento a Asia y América Latina, e) su concreción de una elite científica y tecnológica que opera en los campos de la creatividad e investigación; tres premios Nóbel recientes en química y física confirman el aserto, f) su creciente capacidad competitiva en productos de alta tecnología digital como  el avanzado sistema  ISDB-T  que entra a competir ventajosamente con los ofrecidos por  EE.UU y Europa, g) manifiesto acercamiento al interior del G10+3, aplicando con determinación la Doctrina Fukuda para la consolidación efectiva del Grupo, h) su aun recelo de crearse el triste derecho de armar bombas nucleares.  
 
Pero su accionar podría trocarse altamente significativo en política internacional a nivel mundial, si se hiciere  mediador de buena parte de estos conflictos en puerta. Cierto que ahora le urge mirarse a si mismo para enfrentar la recesión interna que acaba de reconocer como ya iniciada. Pero, más allá, considerando los tiempos de manifiestos desbalances que deben seguirse dando, las cartas que tiene en sus manos y enfrentado  a un mundo que sigue achicándose y que perfectamente pudiera transformarse en ese “mar interior” señalado por la Doctrina _Fukuda;  podría constituirse en un Caballo de Troya  ubicado tanto en Oriente como en Occidente para     trasvasijar influencias de ambos lados en función de unificar voluntades.
 
Claro que, difícilmente, podrán  lograrse resultados sin que antes  veamos atemorizantes espectáculos de “gallitos” de fuerza (ojalá sólo en mesas de negociaciones). Por lo demás, se hace ya  indispensable este rol conciliador,  mucho más cuando la alternativa de violencia extrema se hace razonablemente descartable por la visión  apocalíptica de cero ganadores. Si así fuera, no sería raro  que a la corta o a la larga,  todo este incierto panorama pudiera   desembocar satisfactoriamente – a lo mejor - en el uso de un sartén de dos mangos. Parangoneando al emperador Hirohito, tendríamos que decir que esto debería ser así porque “es una necesidad que no puede ser de otra manera”.

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