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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

El reino de Tailandia

10 marzo 2008

La sola mención del Reino de Tailandia, nos transporta a unas soñadas vacaciones en idílicos paisajes junto con el encuentro de un riquísimo legado cultural. Pese a esta magnifica asociación, esta nación asiática presenta particularidades que van más allá de sus características geográficas.

La sola mención del Reino de Tailandia, nos transporta a unas soñadas vacaciones en idílicos paisajes junto con el encuentro de un riquísimo legado cultural. Pese a esta magnifica asociación, esta nación asiática presenta particularidades que van más allá de sus características geográficas.

El fenómeno de la Globalización nos está dirigiendo hacia escenarios geográficamente lejanos, de ancestros históricos y patrones culturales muy diferentes a nuestras vivencias, con los cuales tenemos cada vez mayor interdependencia. No obstante, el análisis de la región asiática se nos dificulta por la gran variedad de creencias, religiones y etnias que allí habitan. Por ello, resulta corriente que ella sea abordada desde un prisma exclusivamente económico, agrupándola genéricamente desde Japón a Filipinas, mediante la densa y compleja red que han tejido en torno a relaciones comerciales, financieras y tecnológicas y que han dado nacimiento a gigantescos grupos económicos y miles de pequeñas y medianas empresas.

Dentro de este contexto, Tailandia, se nos presenta como una nación distante, enigmática y desconocida, pero se nos aproxima diariamente a través del comercio, las finanzas y los medios masivos de comunicación.

Con una población estimada de 65 millones de habitantes que se asientan en una superficie de 513.120 kilómetros cuadrados, Tailandia ocupa la porción central de la península de Indochina, en donde limita con Myanmar, Camboya, Malasia, y con los océanos Pacifico e Índico.

La raza tailandesa, los tai, es mayoritaria, siendo originaria del Asia Central, desde donde llegaron en el siglo VI D.C. En esta nación asiática, la presencia china no supera el 15%, pero su poderío económico es notable y su inserción en la sociedad tailandesa ha sido plenamente satisfactoria.

Cuando hablamos de Asia, por lo general lo hacemos desde un prisma occidental, lo cual nos aleja de la posibilidad de lograr una cabal comprensión de la verdad histórica y cultural de esa región. Por tanto, si queremos empezar a despejar nuestro desconocimiento sobre el mundo asiático, debemos partir tratando de entender el valor que adquiere la filosofía en la vida oriental y esto inevitablemente nos conduce a encontramos con la identidad histórica de China, Japón e India, que dicen relación con los albores mismos de la cultura humana.

De hecho, al realizar una historia del pensamiento humano, es de justicia empezar por estos pueblos, que fueron capaces de organizar el conocimiento y traspasarlo a otros ya fuera por la vía oral o escrita. En la actualidad estamos presenciando un resurgimiento de nuestro interés por comprender los conceptos que envuelven al confusionismo, el taoísmo y el budismo, que son considerados uno de los mayores patrimonios filosóficos, sociológicos y religiosos de la humanidad.

La evolución histórica y cultural de Tailandia no escapa de ese contexto y en la actualidad, el 95% de su población profesa el budismo, en su mayor parte seguidora de la escuela de Theravada. Esto lleva a que el pueblo tailandés se guíe por el concepto de “libertad” que propugna esa religión, el cual es aplicado en las costumbres diarias, con fuerte énfasis en la moralidad, la unidad social y un marcado ímpetu artístico.

En concordancia con las tradiciones orientales, el Reino de Tailandia presenta altos índices de alfabetización y un marcado esfuerzo gubernamental con el mejoramiento de sus recursos humanos a través de la educación y capacitación laboral. Para estos fines, el Gobierno destinada sobre el 21% de su gasto público al sector educacional.

A partir del 24 de junio de 1939, el Reino de Siam adoptó el actual nombre de Tailandia, Prathet Thai, que significa “país de los hombres libres”. Su historia política ha sido bastantes convulsionada, con numerosos golpes y contragolpes, pero por tratarse de una monarquía constitucional, el Rey Bhumibol Adulyadej, juega un importante rol como icono unitario del Estado, alejado de las contingencias políticas.

No obstante es en el área económica donde el Reino de Tailandia nos ofrece los aspectos más relevantes, con cifras de crecimiento que superan el 8% desde el año 1985. Como punto de referencia, su producto nacional bruto en el año 1975 era de 1400 millones de dólares, aumentando a 163.200 millones en el año 1995, lo que equivale a un crecimiento de 144 veces en veinte años.

Su sorprendente desarrollo económico esta estrechamente vinculado al denominado patrón o modelo del sudeste asiático, cuyas principales características se pueden sintetizar en una alta tasa de ahorro e inversión, lo que les permitió ajustar sus estructuras económicas y actualizar sus industrias y exportaciones. Además se implemento y promovió en forma amplia la economía de mercado, con un mediano grado de intervención estatal, con una planificada estrategia de desarrollo orientada a una política industrial. Además se debe destacar que el foco de la economía se centró en el comercio exterior, la captación de capital y tecnología foránea.

Tailandia cuenta con abundantes recursos naturales, es el segundo productor mundial de tungsteno y el tercer productor mundial de estaño. Las actividades agrícolas tienen gran importancia en la economía nacional, siendo sus principales cultivos el arroz, azúcar, maíz, caucho y yuca. Sin embargo, sólo va a alcanzar una posición destacada en la economía mundial cuando impulsa su industria manufacturera, la que se ha diversificado e incrementado en forma sostenida. El sector industrial tailandés ha registrado grandes avances en especial en los rubros electrónicos y computacionales, alcanzando además una destacada participación en la industria de juguetes, plásticos, joyas, textiles y confección.

Por su parte, el turismo se ha transformado en una de sus principales áreas de ingresos y una fuente laboral para los tailandeses. A sus privilegios geográficos, la administración ha impulsado, sostenido y generado condiciones de desarrollo para la actividad económica.

A su activa diplomacia económica, las relaciones internacionales de Tailandia están estrechamente vinculadas a las estructuras existentes en el área, tales como la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, ASEAN, o el Consejo de Cooperación Económica del Pacífico, PECC, revistiendo especial interés la calidad de socio de Tailandia con nuestro país en el Foro de Cooperación Económica del Asia Pacífico, APEC.

El compartir la cuenca del Pacífico y el concepto de “regionalismo abierto”, crean amplias oportunidades comerciales para nuestro país frente a las potencialidades y creciente dinamismo económico de Tailandia. Como ya ha sido señalado, esa nación mantiene un constante perfeccionamiento de sus industrias que cada día se hacen más competitivas en los mercados mundiales. En este sentido, la exportación tradicional chilena, como productos del mar, harina de pescado, frutas, conservas, cobre, materiales para construcción, etc., encuentran una interesante demanda y posibilidades reales de nuevos negocios en el mercado tailandés.

Tailandia se basa en un régimen económico abierto a la libre importación de bienes, con muy pequeñas excepciones. Pese a las facilidades políticas y jurídicas, siempre es necesario recordar que en estos países la vinculación y el conocimiento personal son componentes esenciales para avanzar en el plano comercial. Finalmente, a un clima tropical suavizado por las montañas, una población que le ha dado la denominación del “país de las sonrisas”, el Reino de Tailandia también ha logrado en tiempo récord derrotar plenamente a la pobreza dura y hoy ofrece un alto poder adquisitivo por parte de un altísimo porcentaje de sus habitantes.

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