El Sistema de Partidos en Corea del Sur

La estabilidad de todo sistema político se sustenta en la capacidad de éste para canalizar las demandas de la sociedad de manera efectiva, y en esta labor, los partidos políticos juegan el rol central; señalándose incluso que las características del Estado de hoy, exige que estos desarrollen funciones de órganos de representación y de intermediario entre la sociedad civil y éste.

La articulación de estos en la dinámica de la lucha por el poder político, definirá los rasgos propios del sistema de partidos, determinando, como lo señala Dieter Nohlen, el número de estos, su tamaño, su distancia ideológica y su posición frente al sistema político.

En este sentido, el sistema de partidos de Corea del Sur, al igual que cualquier otro, ha estado determinado por su sociedad política. Hablamos de la existencia de una sociedad altamente homogénea, pero que aun así presenta clivajes de corte regional que han influenciado la constitución y desarrollo del sistema de partidos. Esta situación la han aprovechado los políticos para ganar apoyo, en especial en la región de Cholla que ha estado marcada por el atraso en su desarrollo en comparación con las demás regiones del país.

Además, el sistema de partidos surcoreano corresponde a un pluripartidismo moderado, teniendo como características un bajo nivel de institucionalización y una baja distancia ideológica, lo cual se traduce, por una parte, en una falta de proyectos políticos sustancialmente distintos entre los cuales el electorado pueda elegir al momento de votar; y segundo, en el surgimiento de líderes personalistas que trascienden a sus partidos, debilitando con ello las estructuras e ideas constitutivas de estos, manifestándose en un desarraigo social y en una continua fundación y refundación de partidos políticos.

El fortalecimiento del sistema de partidos es clave en la consolidación de un proceso democrático, y el sistema político de surcoreano debe ir en esa dirección, por cuanto se cae en el riesgo de transformar el fuerte presidencialismo ya existente, en un ejercicio del poder político sin contrapeso ni control, socavando el rol propio de otras instituciones políticas en una democracia y permitiendo la aparición de males difíciles de eliminar como son la corrupción y el clientelismo.