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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Elefantes en Tailandia: una especie venerada pero en peligro

04 abril 2013

Tailandia domestica a la mitad de sus elefantes y lo hace, principalmente, para que cumplan labores turísticas que asombran a miles de personas año tras año. El problema está en que, según organizaciones ecologistas, este hecho produjo el aumento de la caza furtiva de los elefantes salvajes, situación que amenaza la existencia de una especie considerada en peligro de extinción en Asia.

Tailandia domestica a la mitad de sus elefantes y lo hace, principalmente, para que cumplan labores turísticas que asombran a miles de personas cada año. El problema está en que, según organizaciones ecologistas, este hecho produjo el aumento de la caza furtiva de los elefantes salvajes, situación que amenaza la existencia de una especie considerada en peligro de extinción en Asia.

El elefante asiático ("Elephas maximus" según su nombre científico) tiene una gran importancia para la cultura del país, de hecho, es el símbolo de su realeza. A diferencia de sus parientes africanos, la especie local tiene las orejas mucho más pequeñas y una frente más alta y gruesa.

Con la llegada de la modernización, estos elefantes –que pueden llegar a pesar 3,5 toneladas y medir hasta 3 metros- han dejado de realizar gran parte de los trabajos forzosos que se les asignaba tradicionalmente (como el transporte masivo de personas y de grandes cargas). Hoy, son utilizados principalmente para realizar labores turísticas, pese a ser considerados animales “en peligro de extinción” por la Lista Roja de la International Union for Conservation of Nature (IUCN).

Industria turística

Los espectáculos en los que participan estos animales los exhiben haciendo diversos trucos como pintar y realizar deportes (como fútbol o polo). Además, sirven para dar recorridos turísticos a los visitantes que montan sus lomos para trasladarse a los templos de Ayutthaya, a las montañas del norte y las junglas del sur, en paseos que duran entre 30 minutos a una hora. En este sentido, el sector más popular es el norte de Tailandia, especialmente las provincias de Chiang Mai, Chiang Rai, y Kanchanaburi.

El método de adiestramiento y la forma de controlar a estos elefantes durante el ejercicio de sus actividades varía según los encargados, pues no hay una norma que delimite el tratamiento que se les debe dar a estos animales cuando son utilizados con fines turísticos.

Tailandia es el mayor mercado ilegal de marfil después de China. Es más, gran parte de este material es comprado por los turistas extranjeros, según la fundación WWF. En el 2012 se registraron más de 22 millones de visitas extranjeras, cifra récord para el país según datos del Ministerio de Turismo y Deportes tailandés. Esta industria constituye alrededor del 6,5% del PIB del país en la actualidad.

Las amenazas

La vida de miles de estos ejemplares está en peligro por diversos factores, siendo el principal la caza para extraer sus colmillos de marfil, los que se comercializan posteriormente en el mercado. Actualmente, la ley prohíbe la venta de colmillos de elefantes africanos en el país, pero el marfil de elefantes domesticados puede venderse legalmente. El tráfico ilegal puede ser penado con hasta 4 años de cárcel según la normativa tailandesa.

Agrupaciones ecologistas, como las ONG Fundación de Elefantes Asiáticos de Tailandia y Amigos del Elefante Asiático, han denunciado que el aumento del turismo ha generado una mayor persecución y la caza furtiva de esta especie, razón por la que exigen una normativa que proteja la vida de estos seres.

Finalmente, el otro gran problema es la pérdida y fragmentación de su hábitat. La prohibición de la tala de 1989 generó el desempleo de estos animales en el ámbito maderero, por lo que hoy es común verlos junto a sus dueños (llamados mahout) pidiendo dinero en las calles, situación completamente anormal y estresante para estos animales.

Medios Internacionales advierten, asimismo, sobre una práctica frecuente en este país: la matanza de las madres y la posterior venta de sus crías a zoológicos privados o instancias turísticas por una suma cercana a los 15 millones de pesos.

Medidas de protección

El 13 de marzo fue declarado Día Nacional del Elefante, jornada que incluye diversas actividades para concientizar a la población sobre los esfuerzos necesarios para salvar a estas especies y cuidar su hábitat. El escenario es bastante triste si se considera que en 1850 había más de 100 mil de estos animales en territorio tailandés.

El país asumió algunas normativas internacionales para evitar el mercado negro de marfil y controlar el comercio, pero la caza furtiva continúa amenazando a esta especie. La gravedad del asunto y las inquietudes de la población, han hecho que las autoridades decidieran fijar una legislación que proteja la vida de los elefantes.

Por lo anterior, la Primera Ministra, Yingluck Shinawatra, prometió en marzo acabar con el mercado doméstico de marfil en la Convención sobre el Comercio Internacional de las Especies Amenazadas (CITES). No obstante, los ecologistas han manifestado su molestia pues Yingluck no aclaró en qué fecha ni de qué forma se concretará esta prohibición, la que podría acabar con el comercio de marfil en Tailandia, el mayor mercado no regulado en el mundo.

En 2010 entró en vigencia una ley para evitar que los mahout con sus elefantes pidan dinero a los transeúntes en las calles de Bangkok, como una forma de devolverlos a su ambiente natural. Según la normativa, si un mahout es sorprendido en la ciudad con su elefante arriesga hasta seis meses de prisión. Por otra parte, los turistas no pueden alimentar a estos gigantes en las calles, y deben ir a los parques de conservación oficiales si quieren interactuar con ellos.

Hasta el año pasado dos leyes para mejorar la calidad de vida de los elefantes estaban en proceso de modificación: la Ley de Conservación de la Vida Silvestre (que busca mejorar la actual Wildlife Protection Act de 1992) y la Ley del Elefante. Hoy, la población en cautiverio está bajo la Draught Animal Act de 1939, considerada “anticuada” por organizaciones internacionales.

Algunos datos

En otras partes del Asia como India y Myanmar suelen utilizar elefantes para trabajos de tracción (como arrastrar árboles), tradición que los tailandeses han ido dejando poco a poco. En este país los elefantes domesticados alcanzarían los tres mil ejemplares, cifra que contrasta con los cerca de cinco mil mamíferos de esta categoría que habitaban Tailandia en 1980.

En cuanto a los elefantes salvajes, éstos bordearían los tres mil ejemplares, según datos del Centro de Conservación de Elefantes de Tailandia, aunque cifras del Elephant Nature Foundation aseguran que sólo llegarían a los 1.500 elefantes silvestres.

En virtud del Beasts and Burden Act (1939), los elefantes en cautiverio deben ser registrados y obtener un certificado de identidad de una oficina de distrito cuando cumplan los ocho años de edad. También necesitan un permiso de viaje en la oficina de Departamento de Ganadería local cuando se trasladan fuera de la provincia. Además, los elefantes domésticos y silvestres están cubiertos por 18 leyes y cuatro reglamentos ministeriales, lo que lleva a la confusión y contradicción en su aplicación.

La realidad del Huemul en Chile

En Chile, los animales patrios son el huemul y el cóndor que representan “la razón” y “la fuerza” en el escudo nacional respectivamente, el que contiene ambos conceptos como parte de su emblema.

En el caso del Huemul del Sur (cuyo nombre científico es “Hippocamelus bisulcus”), se trata de una especie nativa considerada “en peligro de extinción” a nivel nacional (por el D.S. Nº5/98 del Ministerio Secretaría General de la Presidencia) y mundial (según el Libro Rojo de la IUCN).

Este animal está protegido por diversas normativas y disposiciones que reconocen su importancia y la amenaza que la afecta. Algunas de ellas son:

Respecto a las futuras medidas para la conservación de esta especie, el director de la ONG AUMEN, Rodrigo López Rubke, señaló que pronto se debe evaluar y elaborar un nuevo instrumento que será parte de la planificación y política pública del Ministerio de Medio Ambiente. Para el especialista, basta con la legislación actual para proteger a estos animales, pero falta mayor conciencia para cumplir y hacer cumplir dicha normativa; además de continuar con los esfuerzos realizados en educación.

Lo relevante aquí es la responsabilidad que tiene la sociedad en la conservación del huemul y otras especies en peligro. Esto debiera reflejarse cada vez que algún proyecto de inversión pública o privada interviene en su territorio, implementando medidas concretas y efectivas para su cuidado, sin esperar la presión ciudadana o institucional para compensar el daño o mitigar las amenazas que afectan a toda una especie”, señaló López.

El cambio cultural es clave para la sobrevivencia de una de nuestras especies emblemáticas en peligro de extinción. Debemos compatibilizar la conservación del huemul con el desarrollo de las múltiples actividades productivas (forestal, ganadera, inmobiliarias, turísticas, energéticas, entre otras) que existen en el amplio territorio que éste ocupa”, concluyó el entendido.

Hoy, la mayor concentración de huemules se encuentra en la Patagonia en ambas lados del cordón andino (Argentina y Chile). La distribución actual sólo representa un 50% de la original, en donde la población chilena alcanza unos 1.500 ejemplares, mientras que la argentina llega a los 500 animales.

Si bien en Chile no hay un día nacional para los animales emblemáticos, sí existen diversas iniciativas en su nombre como la "Corrida por el huemul" realizada en Chillán por la CONAF desde 2009, que reúne a más de 300 personas al año en la única aventura de 10 km que se efectúa por una especie amenazada. Otra iniciativa que moviliza a la ciudadanía en este sentido es la “Ruta del Huemul”, liderada por el municipio de Cochrane y que convoca a más de 120 personas cada año desde el 2005.

En cuanto al Cóndor, en 1990 comenzó el trabajo sobre su conservación en Chile mediante labores de investigación y documentación. Ya en el 2000, se estableció el Programa Binacional de Conservación del Cóndor Andino Chile – Argentina, que vela por la conservación de la especie a nivel local y sudamericano. Por ello, realiza acciones de estudio de su biología, rehabilitación de cóndores, cría y liberación de animales, junto a un programa de educación.


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