17 junio 2025
Para la profesora asociada de la Facultad de Ingeniería, Arquitectura y Diseño de la Universidad San Sebastián (USS) en Concepción, la contaminación por microplásticos representa una crisis ambiental multifacética en Chile, con impactos visibles y ocultos que afectan desde el desierto de Atacama hasta las zonas costeras y los ecosistemas acuáticos. Planteó la necesidad de llevar esta información al Congreso para informar sobre la magnitud del problema y promover un diálogo con legisladores y científicos con el fin de conocer los impactos reales del impacto del plástico en la salud de las personas.
RED ASIA PACIFICO OPINA, CONTAMINACION OCEANOS, MEDIO AMBIENTE
Para la profesora asociada de la Facultad de Ingeniería, Arquitectura y Diseño de la Universidad San Sebastián (USS) en Concepción, la contaminación por microplásticos representa una crisis ambiental multifacética en Chile, con impactos visibles y ocultos que afectan desde el desierto de Atacama hasta las zonas costeras y los ecosistemas acuáticos. Planteó la necesidad de llevar esta información al Congreso para informar sobre la magnitud del problema y promover un diálogo con legisladores y científicos con el fin de conocer los impactos reales del impacto del plástico en la salud de las personas.
Biblioteca del Congreso Nacional de Chile
Con más de veinte años de experiencia en investigación sobre contaminantes orgánicos persistentes y una década enfocada en la contaminación por plásticos y sus impactos ambientales, Karla Pozo es autora de más de 100 publicaciones y participa activamente en redes nacionales e internacionales, además de formar parte de la delegación chilena en negociaciones mundiales para un tratado vinculante sobre contaminación plástica en Naciones Unidas. En investigaciones recientes ha dado cuenta no solo la presencia masiva de microfibras sintéticas en el agua y la fauna marina, sino también fuentes pasivas importantes como las emisiones fluviales, subrayando la omnipresencia y complejidad del problema en todo el territorio nacional. Más de sus reflexiones, en la siguiente entrevista.
”Somos muchos colegas los que trabajamos en este campo. Yo soy profesora asociada de la Facultad de Ingeniería de la Universidad San Sebastián y durante los últimos 15 años he realizado investigaciones, inicialmente centradas en sistemas costeros en Concepción, Bahia de Concepción, Talcahuano y San Vicente, en todo ese conjunto de zonas costeras. En tales estudios, analizamos la contaminación por sustancias químicas, buscando hidrocarburos aromáticos debido al impacto de los puertos en la bahía.
Fue así como surgió una investigación sobre microplásticos en el año 2012. Inicialmente detectamos microplásticos en el agua superficial de la bahía de Concepción y luego extendimos los análisis a peces y bivalvos, tanto de bancos naturales como productos marinos comerciales. Nos sorprendió encontrar microplásticos, fragmentos de plásticos inferior a 5 mm, principalmente microfibras sintéticas. A partir de esos hallazgos, se desarrollaron cuatro proyectos que han continuado durante estos 15 años.
Actualmente, en relación con la contaminación por microplásticos en Chile, identificamos tres crisis ambientales claras y bien definidas. La primera se encuentra en el desierto de Atacama, causada por la entrada de textiles y la quema ilegal de estos. En un proyecto reciente hemos comprobado la liberación de microplásticos y nanoplásticos procedentes de textiles quemados de forma incompleta, en vertederos ilegales y que quedan esparcidos en el terreno. Esta fuente importante de microplásticos aún no ha sido reportada oficialmente.
Estamos en el primer año del proyecto, preparando el informe anual para reunir toda la información y difundirla. Consideramos que es muy relevante, especialmente por las condiciones climáticas del norte, donde los fuertes vientos facilitan la dispersión no solo hacia áreas cercanas pobladas sino incluso hacia las montañas. La magnitud de esta contaminación ha sido claramente subestimada, pero ahora estamos generando datos científicos que describen lo que está ocurriendo. Esperamos publicar el artículo al respecto en julio.
La segunda crisis importante se da en relación con los océanos, siendo un caso muy visible el de Isla de Pascua. Allí la situación es alarmante. Si uno va a la playa y toma arena, puede encontrar fragmentos más grandes que microplásticos. En el ambiente, debido a factores físicos o químicos, los plásticos grandes se fragmentan generando pequeñas partículas, las que tienen tamaños menores a 5 milímetros se denominan microplasticos.
La tercera crisis ocurre en el sur del país, desde la región de Los Lagos hacia la zona austral, vinculada a la actividad acuícola. Aunque existen algunas medidas de mitigación basadas en leyes y decretos, seguimos observando presencia significativa de microplásticos, lo que indica que esas regulaciones probablemente no se están cumpliendo efectivamente o incluso, podrían no ser las más adecuadas.
Además, hay una fuente pasiva menos visible pero muy relevante que hemos identificado recientemente, que son las emisiones provenientes de los ríos. Los ríos transportan una gran cantidad de microplásticos hacia la costa. Por ejemplo, acabamos de publicar un estudio sobre el río Bío Bío, donde estimamos que entre 10 mil y millones de partículas pueden salir diariamente. Esta cantidad debe acumularse en alguna parte del litoral.
Encontramos que el 90 por ciento de estos microplásticos son microfibras sintéticas que provienen principalmente del lavado de ropa sintética que termina en los ríos. En contraste, en las zonas costeras, además de la prevalencia de microfibras, entre 70 y 80 por ciento, también encontramos cerca del 30 por ciento de fragmentos plásticos sólidos, este patrón es distinto a lo que ocurre con los microplásticos transportados directamente por los ríos.
Así, aunque al inicio mencioné tres crisis ambientales principales, en realidad son cuatro si consideramos esta fuente pasiva oculta de microfibras fluviales. Esto evidencia una presencia omnipresente del microplástico en todo nuestro territorio. Finalmente, es importante recalcar que seguimos realizando estudios sobre la presencia de microplásticos en el aire y también hemos detectado su presencia allí”.
”No solo se trata de sustancias químicas; además, los microplásticos actúan como vectores de microorganismos. Es decir, son acumuladores de bacterias, hongos y también virus. Tenemos resultados que pronto publicaremos. Recientemente, participamos en una expedición en Juan Fernández, donde recogimos plásticos y logramos identificar alrededor de 40 especies distintas de hongos solo en esos materiales. Esta fue investigación guiada por mi colega Ramón Ahumada-Rudolph de la Universidad el BioBio.
Al principio, nadie imaginaba en lo que se podían convertir estos plásticos. Ahora sabemos que funcionan como transportadores de sustancias químicas y albergues para bacterias, hongos y virus, aunque estos últimos sólo por períodos cortos de dos o tres días. Por ejemplo, bacterias se han encontrado en estudios realizados por mi colega Patricia Águila, de la Universidad Austral, quien ya reportó hallazgos en el sector de Puerto Montt”.
”Porque los plásticos pueden contener múltiples sustancias químicas nocivas, entre las que destacan los retardantes de llama. Estos compuestos se aplican al final del proceso de fabricación para reducir el riesgo de ignición rápida del producto, lo que explica por qué siempre aparecen en los análisis. Hay diferentes tipos de retardantes de llama y están muy presentes en los plásticos.
Aquí no solo está involucrada la industria del plástico, sino también la química, ambas trabajando de la mano. Por eso, los químicos encontrados en los plásticos provienen directamente de esta industria química. Si detectamos alguna sustancia dañina para humanos o para la biodiversidad, es necesario comunicárselo a la industria, a las autoridades y también a los usuarios y consumidores, para que cada uno tome medidas precautorias.
Debemos protegernos porque estos contaminantes están ocultos y no los podemos percibir fácilmente. Podemos estar inhalando microfibras en el aire que contienen estos compuestos tóxicos sin darnos cuenta. Esto puede estar relacionado con el aumento de enfermedades raras y alergias inexplicables que se reportan hoy en día.
Los microplásticos son vectores efectivos para transportar estas sustancias hacia animales y personas. Aunque estas sustancias son inicialmente testeadas en la industria, una vez en contacto con los organismos vivos pueden reaccionar de maneras impredecibles porque cada organismo responde diferente.
La mayoría de los estudios de toxicidad se basan en experimentos con ratones o células, pero no existen estudios directos en humanos, lo cual limita nuestro conocimiento sobre los efectos reales. Hay varios efectos descritos, uno de los más evidentes que actúan como disruptores endocrinos, alterando el sistema hormonal.
¿Por qué nos afectan? Porque estos fragmentos “los microplasticos” debido a sus reducida dimensión logran entrar en el organismo de los seres vivos y distribuirse en el medio ambiente. Hay tres vías principales de exposición, ingestión, inhalación y contacto dérmico.
En el hombre, ya han sido reportada su presencia en muestras de sangre, placenta incluso en el cerebro humano. Además, alojan sustancias químicas que entran en contacto en particular con el hombre y sus efectos como la inflamación, genotoxicidad, estrés oxidativo, apoptosis, y necrosis, las cuales se vinculan a una variedad de problemas para la salud humana incluyendo cáncer, solo son parte de investigaciones recientes en los últimos 5 años.
Necesitamos entender sus efectos en lo sistemas biológicos en general. En Chile, ya existe evidencia de la presencia de microplasticos en sangre de personas, de una población en estudio, en la zona sur del país. Esta investigación está siendo guida por mi colega Carolina Martin de la Universidad Austral.
Lo mismo ocurre con los peces y otros animales marinos, incluidos organismos de la base de la cadena trófica marina como el fitoplancton. Si estos organismos están expuestos a grandes cantidades de microfibras sintéticas, desconocemos sus efectos a largo plazo. Actualmente estamos trabajando en un proyecto relacionado. Hace aproximadamente mes y medio regresamos de una expedición desde el Archipiélago de Juan Fernández y esperamos tener resultados para octubre. Observamos que larvas nadan agrupadas alrededor de las fibras sintéticas, lo cual es impactante y preocupante.
Por todo esto debemos estar alertas. Toda esta información la estamos trabajando en un panel gestionado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio del medio ambiente, quienes participan en el Comité de Negociaciones Intergubernamental (INC) sobre contaminación de plásticos para desarrollar un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre la contaminación plástica, incluso en el medio marino.
En estas reuniones nacionales participan representantes de la industria, la sociedad civil y la academia. A pesar del aumento del 60 por ciento en publicaciones científicas sobre microplásticos y sustancias químicas en los últimos diez años, la industria suele argumentar que no sabían sobre estos impactos. Esto genera frustración porque no está claro qué evidencia adicional necesitan para tomar medidas concretas”.
La falta de evidencia no es sinónimo de que no existan efectos. Algunos países ya han tomado algunas medidas con foco en la salud humana. Por ejemplo, en Australia, el plastificante diethylhexyl phthalate está prohibido en los productos plásticos para niños, como platos, contenedores, botellas de agua, chupetes, mamaderas, juguetes, etc.
Además, el Gobierno Australiano recientemente ha establecido estándares para ayudar en el manejo de riesgos de químicos relacionados con el plástico. También, la Unión Europea regulo el uso de Bisphenol A (Regulation EU 2024/3190) prohibiéndolo en todos los productos que se usan en contacto con la comida”.
”Tenemos muchos problemas, como por ejemplo en el área de la salud y en la economía, pero creo que en el país no se conoce lo suficiente sobre los microplásticos. No se sabe que estos contienen sustancias químicas, o por ejemplo que la ropa que usamos, constituida mayoritariamente por fibras sintéticas posee retardantes de llama, que son químicos que pueden tener efectos a nivel hormonal en los seres vivos.
Estudios reportan que prácticas tan simples como lavar la ropa nueva, antes de usarla, puede reducir entre un 50 y un 80 por ciento el contenido de esas sustancias, y así reducir nuestra exposición a estos químicos, pero la mayoría de la gente no lo sabe. Simplemente usamos ropa nueva sin pensar en ello. Esto está demostrado y hay artículos científicos que muestran que los textiles contienen concentraciones muy altas de sustancias químicas.
Lo importante es conocer el problema, entender qué está pasando e informar a la población. Creo que incluso muchas autoridades desconocen la magnitud de esta problemática global. Por eso me gustaría mucho llevar esta información al Congreso, hablar de los proyectos que hemos realizado y contar con la presencia de mis colegas —somos cerca de 20 especialistas en Chile trabajando en esto— para organizar un día dedicado a hablar sobre el plástico y sus impactos, y reflexionar sobre hasta dónde podría llegar esta situación sino tomamos medidas.
Las medidas se deben tomar desde el conocimiento, no todos los plásticos son igual de peligrosos y no todos los productos plásticos contienen las mismas sustancias químicas, por lo tanto, algunos productos podrían tener controles más estrictos que otros. La información científica puede servir de base para establecer índices de riesgo que sirvan para regular o incluso para informar y que los clientes puedan decidir siendo conscientes de los riesgos.
Por otro lado, a veces se gasta muchos recursos económicos en medidas que finalmente resultan ser insuficientes o inadecuadas, como por ejemplo la limpieza de playas con barredoras, estas impactan los ecosistemas y no son efectivas en limpiar los microplásticos. Y por otra parte me pregunto ¿hasta cuándo vamos a limpiar residuos, desechos o la basura que otros irresponsablemente botan al medio ambiente?.
En cuanto a acciones de mitigación, sí existen, de hecho, el decreto supremo 64 del Ministerio de economía, fomento y turismo; subsecretaría de pesca y acuicultura, el cual aprueba reglamento que establece condiciones sobre tratamiento y disposición final de desechos provenientes de actividades de acuicultura incluidas actividades relacionadas con artes de cultivo (redes de pesca y sistemas de flotación (boyas de poliestireno).
La ley 21.100 que prohíbe la entrega de bolsas plásticas en los comercios, la ley 21.368 de plásticos de un solo uso, entre otras. Recientemente, nace la ley 20.920 REP que busca establecer un sistema de gestión de residuos más circular, donde los productores son responsables de los productos que introducen en el mercado, incluso después de que se convierten en residuos.
Sin embargo, estas medidas aún no se concretan plenamente. Entonces surge otra pregunta: ¿cómo podemos supervisar su cumplimiento?. Hace algún tiempo en una entrevista televisiva, me preguntaron sobre cómo enfrentar la basura en las playas y le respondí que ya existe la ley 21.123 que modifica el Código Penal y tipifica como falta el ensuciar, arrojar o abandonar basura, materiales o desechos de cualquier índole en playas, riberas de ríos o de lagos, parques nacionales, entre otros lugares.
Luego me preguntaron: “¿Para controlar esto harían falta muchos supervisores?”. La respuesta es que, en realidad si algo así se decidiera implementar en nuestro país, esta supervisión puede hacerse de manera aleatoria, al azar, como ocurre en países europeos con el transporte público. Por ejemplo, en Francia, España o Austria, los inspectores suben ocasionalmente a los buses y multan a quienes no tienen boleto.
No es necesario tener inspectores constantemente en cada lugar. Además, muchos buses informan a los pasajeros que están siendo supervisados, lo que motiva a cumplir con las normas.
Entonces, aunque no sea viable tener supervisores permanentes en todas las playas, sí se podrían hacer controles puntuales y aleatorios para mejorar el cumplimiento. La gran pregunta es cómo realizar esta supervisión de manera eficiente. ¿Podría ayudar la inteligencia artificial? ¿Sería posible supervisar las playas una vez al día, o, a la semana mediante tecnología? Creo que ese es un desafío pendiente.
Falta supervisión porque, aunque tenemos leyes y reglamentos, la conciencia social no es suficiente. Por eso insisto en la importancia de sensibilizar a la población, porque si alguien va a tirar basura o escombros en un río, o en la playa debe saber que puede ser multado. Tal vez muchas personas ni siquiera conocen estas leyes.
Un buen ejemplo es la ley sobre colillas de cigarro, ya que desde su implementación, se ha reducido notablemente la cantidad de colillas en las playas, que antes estaban llenas. Esto demuestra que las leyes pueden funcionar si se cumplen y se conoce su existencia.
Dentro de las políticas públicas hay dos formas de actuar, una es de arriba hacia abajo, cuando el legislativo dicta normas que deben ejecutarse, la otra es de abajo hacia arriba, cuando la sociedad civil exige cambios y hace solicitudes concretas. Ambas vías son importantes y deben discutirse.
Para que esto ocurra, primero deben conocer y entender toda la información disponible acerca del problema. Por ejemplo, llegar a un lugar como Juan Fernández, con sus aguas cristalinas, y ver que está rodeado de plástico azul y verde dejando una imagen tan contradictoria es algo que todos deberían poder ver para despertar conciencia”.
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