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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Las normas que aplica Australia y Nueva Zelandia para etiquetar sus alimentos libres de gluten

17 febrero 2021

Ambos países cuentan con un marco común de estándares sobre el rotulado de productos especiales. La información sobre la composición debe realizarse solo si no existen ingredientes o residuos de trigo, centeno, cebada, avena o espelta. Asimismo, establece obligaciones cuando existen ingredientes que puedan resultar perjudiciales para personas con alergias alimentarias, como metales, mercurio, soja, entre otros.

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A propósito del proyecto de ley para incorporar la enfermedad celiaca y al gluten en la legislación sobre composición de alimentos y su rotulación, buscamos en la región Asia Pacífico una experiencia que nos pudiera dar luces sobre la forma cómo regulan esta práctica otros países. En esta indagación, la Food Standards Australia New Zealand cuenta con un esquema que además de ser claro en sus estándares, permite una mirada común respecto del etiquetado de alimentos que contienen elementos que pueden ser perjudiciales a personas que padecen de ciertas alergias. Más detalles de este caso, en la siguiente nota.

Australia y Nueva Zelandia son destacados por importante fundación de celíacos

A finales de 2017, con el fin de que los productores de alimentos entreguen información confiable sobre los compuestos en sus productos, principalmente gluten y sus derivados, el Ministerio de Industrias Primarias de Nueva Zelandia emitió un comunicado haciendo un llamado para que aquellos productores que afirman que sus alimentos no contienen gluten, se aseguren plenamente de esta condición antes de lanzarlos al mercado.

Para ello, recomienda que las empresas del rubro cuenten con procesos sólidos en conjunto con sus proveedores, para que los clientes y consumidores puedan estar seguros de que la etiqueta no es engañosa. Esta recomendación, tiene entre sus motivaciones principales evitar el daño que se le hace a personas intolerantes al gluten, o que padecen de alguna enfermedad celíaca, pero además prevenir una relación de desconfianza entre consumidores y la industria.

Según la definición que entrega Codex Alimentarius, el gluten es una fracción proteínica que algunas personas no toleran y que no es soluble en el agua. Este componente se encuentra por lo general en el trigo, el centeno, la cebada y la avena, aunque también está presente en algunas de sus variedades híbridas y productos derivados.

A pesar de este llamado al orden por parte de la autoridad, Nueva Zelandia y también Australia, tienen una de las leyes de etiquetado más estrictas en cuanto a la información del gluten esto según la Fundación de Enfermedades Celíacas, una institución internacional dedicada a la financiación y ejecución de iniciativas relacionadas con este tipo de enfermedades, pero también a la educación de pacientes, especialistas y proveedores médicos. En el caso de ambos países, las normas están contenidas en el Food Standards Australia New Zealand (FSANZ), autoridad asociada al Ministerio de Salud y que establece normas para que los alimentos puedan ser etiquetados como “libre gluten”.

Para que ello suceda -y tal como ocurre con la gran mayoría de las normativas a nivel mundial- tanto alimentos como ingredientes destinados al consumo humano no deberían contener trigo, avena o malta, además de otros productos derivados.

De tal manera, cualquier ingrediente que provenga o haya tenido contacto con cereales que contengan gluten, debe ser evidenciado claramente en la etiqueta, por más insignificante que sea en cantidad y tiempo de exposición. Por el contrario, para ser “libre de gluten” se deben cumplir pautas estrictas de procesamiento. Este principio basado en declarar la presencia del gluten es expresado claramente por los estándares de etiquetado de la FSANZ -que se traduciría al castellano como Normas Alimentarias de Australia y Nueva Zelandia- pues con esta práctica se logra entregar mayor tranquilidad a los consumidores de alimentos y evitar riesgos para la salud.

Algunos estándares básicos para los alimentos

Los estándares desarrollados por la FSANZ son destacados por la fundación internacional de celiacos, Coeliac, pues establecen la necesidad de que todos los productos elaborados y comercializados en ambos países declaren cuando contengan trigo, centeno, cebada, avena y espelta. Asimismo, destaca que el órgano reconozca la posibilidad de etiquetar alimentos como “bajos en gluten”. Para ello, los alimentos o ingredientes deben contener menos de un 0,02 por ciento de gluten, o 20 miligramos por cada 100 gramos.

De esta forma, para que los alimentos sean etiquetados como “libre de gluten”, no solo no debería haber gluten detectable, sino además, que no haya sido elaborado en áreas, o logrados con la utilización de instrumentos que contengan trazas, o simplemente que estén contaminados con gluten. Cabe destacar que en ambos países, la prueba más utilizada para detectar el gluten se realiza a través de un kit R5, que tiene capacidad de detectar partículas de gluten.

Más aún, el código 1.2.3 del FSANZ contenido en la parte relacionada con el etiquetado y otros requisitos de información, establece la necesidad de transparentar la presencia de otros componentes que puedan ser peligrosos para personas alérgicas, no solamente gluten, por ejemplo huevo, leche maní, crustáceos, soja, lupino, entre otros. Algo similar sucede con los componentes tóxicos, especificados en el estándar 1.4.1, donde se muestra la necesidad de mantener bajos o inexistentes niveles de metales contaminantes, mercurio en pescados, entre otros.

Qué es lo que dice Codex Alimentarius sobre el gluten en etiquetas

El Codex Alimentarius establece un conjunto de normas internacionales de los alimentos. Desarrolladas en conjunto entre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), establece normas relativas a los alimentos para regímenes especiales destinados a personas intolerantes al gluten. Esto aplica tanto a alimentos de consumo general, como aquellos elaborados para regímenes especiales.

En este contexto, son reconocidos como alimentos exentos de gluten aquellos que tal como se venden o distribuyen al consumidor, están elaborados con uno o más ingredientes que no contienen trigo, centeno, cebada, o avena y cuyo contenido de gluten no sobrepase los 20 miligramos por kilo. Pero también, son libres de gluten aquellos que han sido procesados de una manera especial que les permita eliminar este compuesto.

En relación al etiquetado, establece que en concordancia con las normas correctas de etiquetado, el término”exento de gluten” debe aparecer en la etiqueta muy cerca del nombre del producto, además de indicar la verdadera naturaleza del alimento, es decir, si es apto o no como parte de una dieta especial.

Proyecto para transparentar el contenido de gluten en el etiquetado

En su segundo trámite constitucional se encuentra el proyecto de ley que “Modifica la ley 20.606 sobre composición nutricional de los alimentos y su publicidad, y la ley 19.886, de las bases sobre contratos administrativos de suministro y prestación de servicios, para incorporar a la enfermedad celíaca y al gluten como su principal causante, en las menciones y en la regulación contenidas en dichas normas incorpora información nutricional y publicidad“.

Este proyecto -se espera que en marzo sea votado en sala- tiene como objetivo poner fin a la incertidumbre que existe entre consumidores a la hora de comprar alimentos. Para ello, se busca transparentar la presencia de gluten, pero también que los establecimientos comerciales tengan espacios exclusivos para la exhibición de los productos con el fin de evitar la contaminación cruzada. Asimismo, la comercialización de alimentos preparados deberá contar con información mediante sus vitrinas, cartas, etc.

Un análisis del estado de la situación en Chile y los desafíos en materia de etiquetado y transparencia de información sobre la composición de gluten en productos alimenticios en nuestro país realizó la doctora Magdalena Araya, presidenta de la Corporación de Apoyo al Celíaco, además de profesora titular del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile. En su opinión, en comparación a Australia y Nueva Zelandia, nuestra realidad nacional es bastante precaria y falta mucho por hacer.

A pesar de ello, reconoce que en los últimos años ha habido un cambio favorable gracias a varias condiciones, entre ellas las nuevas tendencias de alimentación. “Se puso de moda comer sin gluten, pero también coincide con que Coacel creció mucho y empujó a varios pequeños grupos que se estaban formando a lo largo del país, para que se transformaran en una asociación, tuvieran personalidad jurídica y Pudieran ejercer presión ante las autoridades de salud. Creo que todo eso ayuda y ha sido un apoyo importante”, señaló.

Asimismo, comentó que en este momento hay varias iniciativas en lo que se refiere a cómo se presentan los alimentos a la población y cómo se resguardan. “Esto está dado en el Reglamento Sanitario de los Alimentos (RSA) y de ahí salen tres artículos que se refieren a cuáles son los requerimientos para los alimentos libres de gluten, pero el problema no es que no exista una ley, sino hasta qué punto se explicita qué es obligatorio y qué no, porque la declaración hasta ahora es voluntaria y una vez que el fabricante declara, puede haber fiscalización para comprobar la veracidad de lo señalado. Es la fiscalización de la norma lo que hace que las industrias se muevan , porque si no se transforma en la buena voluntad de querer o no querer y hasta ahora no ha habido fiscalización”, agregó.

Acerca de la idea de mayor fiscalización, la doctora Magdalena Araya -quien también es PHD en Medicina de la Universidad de Nueva Gales del Sur- comentó que existe una mesa de trabajo en la que participa profesionales del Ministerio de Salud, del Instituto de Salud Pública y de INTA/Coacel, además de varios expertos profesionales, profesores, nutricionistas, entre otros. “Con ellos hemos avanzado muchísimo. El Ministerio hizo un programa de fiscalización y lo inició, pero vino justo la pandemia, todos entendemos lo que estamos viviendo y las nuevas actividades han quedado transitoriamente suspendidas. En realidad, ese es el tipo de cosas son necesarias en el país. El problema es que fiscalizar significa además hacer campañas para que la población entienda que esto no es solo una moda y que hay que tomárselo bien en serio, porque la eliminación estricta del gluten de la dieta es el único tratamiento eficaz que hay para las personas que realmente tienen enfermedad celíaca o algún otro cuadro debido al consumo de gluten”, sostuvo.

Por último, comentó que en los países con una larga trayectoria de fiscalización, los productores transparentan sus procesos. “Lo que hacen es notificar. Tienen marcas que son antiguas y confiables, entonces cuando un fabricante cambia una materia prima, lo notifica, aunque sus materias primas están todas certificadas sin gluten, y luego certifican nuevamente el proceso y se vuelve a medir el contenido de gluten en el producto final. Nosotros estamos muy, muy lejos de poder llegar a hacer eso”, sentenció.

 

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl


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