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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

La experiencia de Australia en fortificar alimentos con vitamina D

15 junio 2022

En conjunto con Nueva Zelandia, disponen de un marco legal que dispone los estándares obligatorios y voluntarios para fortificar alimentos con vitaminas y minerales. En Australia, uno de los alimentos que desde 2016 contienen vitamina D es la margarina. Paradójicamente su consumo ha disminuido en los últimos años, pero aún cerca de cinco millones de personas se benefician de ella.

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La insuficiencia de vitamina D se asocia a una gran cantidad de enfermedades entre las que destacan la osteoporosis y enfermedades respiratorias, pero también se relaciona con el estado de ánimo y la depresión. Si bien existen posiciones dentro de la comunidad científica que afirman que no es la panacea, existe consenso en algunos países como Australia y ahora Chile, sobre la necesidad de añadirla en algunos alimentos de consumo masivo. Más detalles de la experiencia australiana, en la siguiente nota.

Es mejor tenerla que no tenerla

Aunque la magnitud de los riesgos sobre la deficiencia de la vitamina D aún se encuentran en discusión por parte de algunos científicos, los exámenes para determinar la cantidad de este nutriente se han incrementado en años recientes. Un artículo publicado en enero de 2020 en la revista Nature reconoce que a pesar de que un grupo de investigadores afirma que esta vitamina no es una panacea, existen estudios que demuestran la asociación entre su carencia y el desarrollo de enfermedades.

De hecho, la deficiencia de vitamina D se vincula con un riesgo de mortalidad por todos los tipos de causas. Un ejemplo -señala el artículo- se ve en los pulmones, ya que esta vitamina cumple una función inmunomoduladora, antiinflamatoria y antiinfecciosa. Más aún, la suplementación con vitamina D revela propiedades inflamatorias directas en los pulmones. “La actividad de la proteína quinasa activada por mitógeno reduce la secreción de citoquinas y quimioquinas inflamatorias involucradas en el proceso inflamatorio pulmonar y la fuga extravascular, como la interleuquina (IL)-1β, IL-6, e IL-8. Esto, a su vez, también influye en el número de células inflamatorias que se infiltran en el espacio intersticial”, señala la publicación.

En consecuencia, la necesidad de evitar las bajas concentraciones de esta vitamina en las personas ha hecho que algunos gobiernos la incorporen en pequeñas cantidades y en algunos alimentos de consumo masivo, como la leche, los trigos o los aceites. Uno de esos países es Australia, que en conjunto con Nueva Zelandia disponen de un código de estándares para alimentos. Aunque en el caso neozelandés la añadidura de vitaminas es voluntaria, en el australiano existe obligatoriedad en dos componentes.

Australia fortifica los aceites untables para su consumo masivo

Desde 2016 que Australia establece como obligatoria la incorporación de dos nutrientes a dos tipos de productos. En primer lugar, cereales y harinas deben contener ácido fólico. En segundo lugar, aceites untables y comestibles deben incorporar vitamina D en sus productos.

Esta obligatoriedad se encuentra descrita en un estándar de la mencionada Ley de Normas Alimentarias de Australia y Nueva Zelanda, promulgada en 1991. En ella se especifica que los aceites comestibles son los triglicéridos y diglicéridos de origen vegetal o animal, incluso plantas y animales acuáticos, “con cantidades incidentales de ácidos grasos libres, constituyentes insaponificables y otros lípidos, incluidas las gomas, ceras y fosfáticos”, señala el código.

En consecuencia, los alimentos que se venden como aceites para untar, o comestibles, no pueden tener menos de 55 microgramos por kilo de vitamina D (55 μg/kg). Una cantidad similar se exige en el contenido de las margarinas de mesa, entendida como un producto que contiene, entre otros elementos como sal, componentes lácteos, o microorganismos productores de sabor, no menos de 800 gramos por kilo.

Esta incorporación de la vitamina D en productos de consumo masivo como la margarina podría disminuir la deficiencia de este nutriente en las personas, sobre todo en invierno, pero también reduciría la cantidad de recursos gastados en suplementos. Sin embargo, un estudio de Bilinsky y Talbot, publicado en 2014, afirmó que los australianos dispensan altas sumas de dinero en vitamina D, parte de la cual es innecesaria. Más aún, muchas de las personas que tienen reales deficiencias, no reciben las pautas necesarias sobre las dosis requeridas para su reposición.

De tal manera, este nutriente ha estado llegando a la mesa de cinco millones de consumidores. Esta cifra es revelada por Roy Morgan, quienes muestran un repentino cambio en los patrones de consumo, pues para 2018 la cantidad de compradores mensuales de margarina comenzó a decrecer en comparación a la mantequilla, que aumenta año a año. Para el año en que se promulgó esta ley el consumo de margarina era alto, de hecho para 2014 los consumidores de margarina superaban los 11 millones.

Esta realidad demuestra la necesidad de impulsar este tipo de iniciativas en alimentos que con seguridad sean consumidos de manera masiva por la población y de forma permanente.

Proyecto de ley en Chile propone la incorporación de vitamina D en alimentos

Una moción presentada en enero de 2022 propone la obligación para que empresas productoras de alimentos fortifiquen algunos productos con vitamina D. El proyecto afirma que nuestro país está dentro de los con mayores déficit de vitamina D en el mundo, por lo tanto se hace necesaria la implementación de acciones que permitan revertir esta situación.

De tal forma, se establece la añadidura a la leche y sus derivados, pero también a la harina de trigo, cereales y aceites vegetales. “Deberán fortificar o adicionar, en las cantidades definidas por la autoridad competente, las vitaminas y minerales requeridas para la mayoría de las funciones celulares humanas, especialmente de vitamina D”.

Una valoración positiva de esta iniciativa tuvo la nutricionista y máster en trastornos alimenticios de la Universidad de Valencia, Patricia Vera Velásquez. En su opinión, en nuestro país ya tenemos experiencia en este tipo de medidas y la evidencia demuestra que ha dado resultados. “De esta forma también se ha trabajado con otros nutrientes, como es el ácido fólico en ciertas harinas, que comenzó en 2005. Esto ha dado buenos resultados porque aporta a la formación neuronal de los fetos en gestación. Los altos índices de espina bífida hizo que se empiecen a fortificar y ha habido buenos resultados, porque la gente sin saberlo lo consume a través de productos de panadería o pastas. Este ejemplo demuestra que ya tenemos experiencia en este tipo de medidas y son una solución, más aún si se consideran a los lácteos que en nuestro país tienen un alto consumo, es un buen producto”, sostuvo.

En la misma línea, comentó que añadirla a los productos es una buena solución frente a las dificultades de obtenerla. “La vitamina D lamentablemente la consumimos en alimentos como co-factor y no como una vitamina directa. Es liposoluble, por lo tanto, está en alimentos grasos de origen animal y sólo en algunos de origen vegetal. Los pescados como el jurel, las sardinas, entre otros, tienen este tipo de vitaminas, pero también la yema del huevo y en menor proporción los lácteos”, agregó.

Por último, consideró la relevancia de atender la carencia de esta vitamina durante el invierno. “En la Región de Magallanes y sobre todo en invierno, disminuye la cantidad de tiempo de exposición a los rayos solares y eso hace que no se active. Es importante destacar que la vitamina D se ha visto en estudios que tiene relación no sólo con la osteoporosis, sino también en el sistema inmunológico. En Magallanes hemos llegado a detectar en los resultados de exámenes en algunas mediciones que un 90 por ciento entre niños, niñas y adultos hay deficiencias de vitamina D. En Punta Arenas las personas andan muy tapadas, la exposición al sol es menor a los 15 minutos y la ingesta de alimentos no es la que contiene esta vitamina”, sentenció.

 

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl


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