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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Exportar a Asia / Parte I

18 febrero 2008

Uno de los mayores desafíos de los empresarios chilenos en el siglo XXI es exportar a Asia. En tres columnas se analizará el atractivo de este mercado, sus características y las posibilidades reales que tienen nuestros emprendedores para lograr un acercamiento comercial con esta fascinante región y los países que la integran.

Uno de los mayores desafíos de los empresarios chilenos en el siglo XXI es exportar a Asia. En tres columnas se analizará el atractivo de este mercado, sus características y las posibilidades reales que tienen nuestros emprendedores para lograr un acercamiento comercial con esta fascinante región y los países que la integran.

La visión que se desarrollará en estas columnas es optimista, sin dejar de ser realista, porque he podido comprobar personalmente que los asiáticos son protagonistas de procesos económicos dinámicos y vigorosos, proyectados a largo plazo. Por supuesto que en estos procesos hay altos y bajos, pero la dirección general de los cambios que se observan es consistentemente hacia adelante.

Lo anterior se traduce en que las tasas de crecimiento de las economías asiáticas una y otra vez superan a las del resto del mundo, tanto desarrollado como emergente. De este modo, las grandes economías asiáticas –Japón, China, Corea y más recientemente la India– a pesar de algunos resabios proteccionistas, son cada vez más importantes como grandes importadores. Al mismo tiempo, actores medianos y pequeños, como Indonesia, Singapur y otros, ofrecen oportunidades comerciales y de inversión que los empresarios chilenos deberían considerar atentamente.

El segundo factor que hace especialmente atractivos los mercados asiáticos para los exportadores chilenos es un hecho sin paralelo en las relaciones internacionales. Chile es el único país que goza simultáneamente de preferencias arancelarias en China, Japón y Corea (a los que se agregan los países del acuerdo P4: Singapur, Nueva Zelandia y Brunei). Con la India tenemos ya un Acuerdo de Alcance Parcial, que eventualmente también será un TLC.

Sin duda, este es un logro mayor de nuestra política exterior económica, producto de una política de Estado que nos ha situado a la vanguardia de América Latina y que ha sido posible gracias al esfuerzo público y privado, entre otros, de profesionales como Osvaldo Rosales, cuando estaba al frente de los equipos negociadores de DIRECON.

Este conjunto de acuerdos sitúa a los exportadores nacionales en una posición competitiva altamente ventajosa, que no durará para siempre porque los TLCs de nuestros socios asiáticos están proliferando rápidamente (sobre todo porque no se ve un pronto acuerdo multilateral via OMC). Entonces, mientras Chile esté por delante de otros países, los empresarios nacionales deberían aprovechar al máximo estas oportunidades especiales e irrepetibles.

Veamos algunas características generales de la región que inciden en las oportunidades para los exportadores.

Primero, el crecimiento dinámico de la región se mantiene, gracias en especial al dinamismo de China, que representa más o menos una cuarta parte de la economía de la región. Economistas chinos y de otros países han venido debatiendo -por años- cuál es la tasa de crecimiento sustentable de China, si el 8% o el 7%, pero la realidad del crecimiento ha superado invariablemente estas estimaciones, y se mantiene en una tasa de dos dígitos, de 10% o más. Cuando se crece a un promedio de 10%, el producto se duplica en 7 años: esto da una idea de lo que implica tal velocidad de crecimiento. La buena noticia es que a este crecimiento contribuye cada vez más el consumo privado, o sea el mayor bienestar de la población, tanto de gente que está saliendo de la pobreza como de la clase media que accede a niveles de consumo más elevados, que incluyen productos importados o que contienen insumos importados, algunos de los cuales exportamos desde Chile.

Pero la recuperación de Japón, que representa más del 40% de la economía asiática, también ha sido importante, como lo ha sido el dinamismo de Australia y la recuperación de economías medianas como Indonesia y Tailandia. Es verdad que en los últimos meses la recuperación japonesa ha tenido algunos retrocesos, pero no hay por el momento signos recesivos, más bien lo que los economistas llaman un “soft patch” en la trayectoria de desarrollo. Australia bajo su nuevo gobierno no debería bajar su ritmo de crecimiento, y las demás economías de la región tienen sus bases (los llamados “fundamentals”) sanas.

Segundo, la estructura del comercio está cambiando rápidamente, una tendencia que nuestros exportadores deberían analizar en detalle para aprovechar las nuevas oportunidades que esto genera. Gran parte del ensamblaje de bienes finales se ha estado desplazando a China. Los países que tradicionalmente elaboraban diversas manufacturas de cierto valor agregado han tenido que reorientarse a producir bienes intermedios (componentes, partes y piezas) que exportan a China, formándose así una serie de cadenas internacionales de abastecimiento y producción. La mayoría de estos proveedores intermedios son asiáticos (japoneses, coreanos, taiwaneses y del área ASEAN), pero sin duda existen nichos de oportunidad por identificar aprovechables (¿por qué no?) por exportadores del resto del mundo, entre ellos empresas chilenas. Algunos ya lo están haciendo: nuestras ventas a China hoy incluyen productos como mezclilla (denim) y cueros curtidos, que son insumos para productos finales “Made in China”. ¿Quién hubiera anticipado negocios como estos hace pocos años…? Este es un tema de inteligencia de mercado, en el cual ProChile sin duda puede tener un papel relevante de cooperación con las Pymes exportadoras que buscan posicionarse en el vasto mercado chino.

Otra tendencia comercial consiste en que las economías emergentes y avanzadas de Asia importan canastas más grandes y variadas de bienes de consumo. Esto se debe no sólo a la mayor prosperidad general, sino también a nuevas preferencias de los consumidores, lo que tiene que ver con la influencia de la globalización. Por ejemplo, el consumo de vino, de productos del mar y de lácteos como quesos (hace poco tiempo se pensaba que no se podría vender lácteos en Asia, lo que se ha visto era sólo un prejuicio o lugar común) es parte de una nueva cultura o estilo de consumo, que ofrece interesantes oportunidades a exportadores chilenos. Los TLCs ofrecen ventajas en estos aspectos, aunque las desgravaciones no sean totales ni inmediatas. El análisis de las exportaciones de vinos a mercados dinámicos, por ejemplo el coreano, muestra que los beneficios son evidentes en términos de cantidades (cajas vendidas) y precios (mejores precios por caja), y el negocio de ninguna manera se limita a las dos o tres mayores viñas exportadoras, sino que se reparte entre muchas viñas, la mayoría de ellas del segmento Pymes.

Tercero, el crecimiento de los mercados asiáticos en los últimos años se debe mayoritariamente al aumento sostenido de la demanda global. En particular, el papel de Estados Unidos como gran consumidor ha sido muy relevante, lo que explica el fuerte temor asiático a una eventual recesión en Estados Unidos. Algunos hablan de ese país como “consumer of last resort”, sin duda una exageración, pero la observación no es trivial De hecho, la desaceleración de Estados Unidos (junto a la devaluación del dólar) ya está disminuyendo el déficit comercial de ese país. A raíz de esto, entre otros factores, las ofensivas comerciales de los chinos y de otros, como coreanos, vietnamitas e indios, se han reorientado a otras partes del mundo. A su vez, ello explica, por ejemplo, los reclamos de la Unión Europea (Mr. Mandelson y otros) ante China, argumentando que la moneda china está por debajo de su valor de equilibrio, etc.

Por otra parte, gracias a la relativa mayor riqueza asiática y al mayor peso de las economías de Asia, se estima que los países de la región estarían más preparados que en el pasado para “amortiguar” los efectos de una recesión en Estados Unidos. De comprobarse esta capacidad, sería una buena noticia para nosotros, porque de lo contrario nuestras exportaciones al Asia podrían sufrir.

(Continuará)

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