Singapur mejora la formación de talento con flexibilización de mallas curriculares

Como una necesidad de responder a las necesidades profesionales del siglo en curso, la ciudad Estado permite que en todos los niveles educativos la formación permita la incorporación de distintos saberes y habilidades. Más detalles de esta modalidad, en la siguiente nota.

Nuevas disciplinas y habilidades

El currículo flexible es un sistema especialmente diseñado para que las y los estudiantes tengan una posibilidad de mayor autonomía respecto de sus propios objetivos e intereses académicos. Esta modalidad permite que cada estudiante escoja sus propias asignaturas en el orden que estime conveniente, con el fin de lograr los puntajes mínimos que se requieren para lograr un grado académico determinado. Pero también permite la satisfacción de intereses que están fuera del currículo tradicional, por ejemplo, en temáticas como emprendimiento o disciplinas como la programación, incluso gimnasia o yoga.

La posibilidad de tomar ramos de distintas disciplinas no sólo contribuye a lograr esa mayor autonomía para la construcción individual de carreras técnicas o universitarias según intereses o necesidades determinadas, sino también desarrolla mejores herramientas para la creatividad, solución de problemas y pensamiento crítico.

Esta flexibilización en los currículos ha sido uno de los elementos centrales que caracteriza a la llamada educación del nuevo siglo en Singapur. Es más que conocida la historia de auge y modernización de la ciudad Estado y su preocupación especial por la educación como centro del desarrollo económico, pero otra de sus cualidades principales es su capacidad de transformación. Precisamente, la flexibilización de las mallas educativas responde a esta cualidad sistémica que ha llevado a la modernización.

Ello se expresa en que sus gobiernos han sabido acoplar los desafíos educacionales a los productivos y viceversa. De tal manera, desde las primeras habilidades necesarias para desarrollar la incipiente economía, los singapurenses han transitado por diversas políticas y planes educacionales. Por ejemplo, en 1997 se impulsó el Plan Maestro para las TICs en Educación, donde se impartieron habilidades para el pensamiento, reflexión y comunicación necesarias en nuevas tecnologías.

El informe “Avanzando en las competencias del siglo XXI en Singapur” del Centro para la Educación Global de la Asia Society da cuenta de esta transformación, entregando también como ejemplo la Iniciativa de Educación Nacional, lanzada el mismo año, cuyo objetivo fue el reforzamiento de cohesión social e identidad nacional, de manera de reconocer como propias las vulnerabilidades de Singapur y la necesidad de mayor meritocracia, armonía multirracial y religiosa.

Pero en 2004 -señala el informe- los desafíos del siglo veintiuno requirieron una nueva visión que se vio plasmada en un nuevo programa “Enseñar menos, aprender más”. Anunciado por el entonces primer ministro Lee Hsien Loong, se propuso mejorar la calidad de la educación reduciendo los programas de estudios con el fin de que las y los estudiantes tengan más espacio para explorar.

Más tiempo para resolver los problemas que generan conocimiento

La necesidad de más tiempo para explorar se fundamenta en el principio de que el aprendizaje basado en la indagación requiere de más tiempo y de nuevas pedagogías, por ejemplo, para la integración de tecnologías, o enriquecer entornos de aprendizaje. De tal manera, las bases sentadas por el programa “Enseñar menos, aprender más” llevaron a que más de una década después de su lanzamiento, en 2020 se lleve adelante la modalidad “agrupación por materias” (Subject-Based Banding)

Esto permite que los estudiantes de todos los niveles tomen ramos en los niveles que más les convengan según sus fortalezas, pero también sus necesidades de aprendizaje. Una nota publicada en el sitio especializado en educación School Bag hace una evaluación de los tres primeros años de esta iniciativa, en ella se muestra el caso de la escuela secundaria Deyi, donde sus profesores y autoridades reconocieron que no fue un cambio fácil en sus inicios.

Sin embargo, los resultados demuestran que se abren nuevas oportunidades de aprendizaje. Entre las ventajas que se lograron está la posibilidad de que las y los estudiantes interactúen con distintos grupos, pero también que los profesores desarrollen nuevas habilidades de enseñanza centradas en la motivación, sobre todo cuando los estudiantes comienzan a darse por vencidos cuando la materia les resulta difícil.

De esta manera, la nota señala que los propios maestros además de sus contenidos habituales, buscaron formas de aprovechar las fortalezas de los demás. Asimismo, cuando se diferenciaban por cursos, los estudiantes se limitaban más y no asumían roles de liderazgo, algo que ahora sí hacen al sentirse mejor preparados para enfrentar sus desafíos, uno de los cuales es la realización de una prueba nacional que mide conocimientos básicos al finalizar el proceso educativo.

Mallas flexibles para la realidad chilena

Un análisis sobre la posibilidad de implementar una modalidad flexible como la de Singapur fue analizada por Mauro Grossi Pasche, académico e investigador de la Escuela de Ingeniería Industrial de la Universidad de Valparaíso. En su opinión, en carreras como las ingenierías, este tipo de flexibilidad sería conveniente. “Sin duda, en los últimos años la irrupción tecnológica, nos ha puesto desafíos mayúsculos en lo que a actualizaciones curriculares e inclusión de contenidos en las asignaturas se trata, principalmente en las carreras donde la transformación digital es parte de su quehacer. En ese contexto es imposible que una sola carrera logre incluir todos los conocimientos que idealmente requiere el mercado empleador. Por ello, los procesos de especialización pasan a ser más valorados. De hecho, cada vez más instituciones están generando un abanico de opciones mayor en lo que se refiere a electivos dentro de la formación y esto es un paso potencial a una mayor flexibilización”, señaló.

En cuanto a las virtudes de esta flexibilización, valoró la posibilidad de lograr una formación constituida por distintas disciplinas. “Los problemas a los que se ven enfrentados actualmente los profesionales, en su gran mayoría deben ser abordados de forma interdisciplinaria para lograr soluciones oportunas, de calidad y por sobre todo amigables. Esto implica un valor adicional, contar con una formación integra que permita en el futuro profesional contar con las capacidades para abordar problemas que aún no conocemos o que en el diseño y construcción de su solución requiera la participación y coordinación de personas con distintas profesiones disciplinas”, destacó.

Sobre la conveniencia de esta modalidad para la formación en ingeniería, en consideración de que las y los alumnos pueden combinar asignaturas STEM con artes o ciencias sociales, Grossi comentó que muchas instituciones están incluyendo programas del área de las humanidades en la formación de ingenieros. “Desde mi perspectiva me parece excelente, en la lógica de contar con un profesional integral, así como también poder contar con las herramientas necesarias para interactuar con personas de otras profesiones y disciplinas”, agregó.

Por último, opinó que independientemente de las disciplinas que se agrupan para formar profesionales, es crucial no olvidar el sentido ético del trabajo. “Es importante recordar que como profesionales nuestra función es aportar al desarrollo, bienestar y calidad de vida de la sociedad en que nos desenvolvemos. Desde las soluciones de ingeniería que diseñemos e implementemos, en el marco de un ejercicio profesional ético, responsable y comprometido. En este sentido es imposible pensar en un sólo profesional capaz de hacerse cargo de todo, por ello la formación integral, con especialización y potencial flexibilidad, pasa a ser un valor”, sentenció.

Conozca más del programa de agrupación de materias según necesidades e intereses, en el siguiente video.

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl